[1 Corintios 13: 3]
05-10-2008 | Rev. Jaerock Lee
Escritura de Hoy
1 Corintios 13: 3
"Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve"
Amados Hermanos en Cristo, Público Televidente y miembros de las miles de iglesias que están presenciando este servicio en Corea y alrededor del mundo. Esta es la quinta prédica de la serie "Amor Espiritual."
Algunas veces, las personas dejan el pueblo donde nacieron y se mudan a la gran ciudad o a otro país para mejorar económicamente. Normalmente lo que planean es volver a casa luego de haber ahorrado una buena suma de dinero. Y si no les resulta fácil regresar a su país debido a la educación de sus hijos o a sus negocios, al menos desean pasar los últimos años de su vida en su pueblo natal. Aun cuando vivir en otro país o ciudad es difícil, trabajan duro porque tienen este sueño.
Nosotros, los que creemos en el Señor, estamos en una situación parecida. Somos forasteros en un país extranjero, y este país es el mundo. Y estamos preparándonos para vivir eternamente en nuestro verdadero hogar: El reino de los cielos. AMEN. En especial, ahora, no nos queda mucho tiempo para ir a nuestro verdadero hogar. Por eso, debemos esforzarnos más para conseguir una mejor morada y mayores recompensas.
Y además debemos ir a la Nueva Jerusalén, en donde vive nuestro Padre. Para lograr esto, como señala 1 Corintios 16:14, "Todas vuestras cosas sean hechas con amor", debemos de esforzarnos al máximo por el reino de Dios, y todo lo debemos hacer con amor. Lo que hacemos sin amor no se nos recompensará y no será de ningún provecho para nosotros. Al servir en la obra con toda fidelidad y consagrarnos a ella con verdadero amor, podremos cultivar rápidamente el amor espiritual en nuestro corazón.
Es mi anhelo que, a través de este mensaje, puedan alcanzar este amor espiritual lo más rápidamente posible; y que -de ahora en adelante- hagan todo con amor, para así recibir las mayores y mejores recompensas de parte de Dios, quien retribuye a cada uno de acuerdo a lo que ha hecho.
Oro en el nombre del Señor para que, de esta manera, pueda disfrutar de una sobre abundante y feliz vida eterna en el reino de los cielos. Y si pasa por pruebas sin razón alguna o padece algún tipo de persecución o aflicción por amor al Señor, tenga la plena seguridad que Dios lo bendecirá y consolará porque Dios lo ama.
Amigos:
¿Han ayudado alguna vez a aquellos que están enfermos o que pasan hambre, dándoles algo de comer o proveyéndoles de algún tipo de ayuda económica? O ¿Han experimentado la felicidad que da el ayudar a otra persona? Creo que la mayoría de ustedes ha tenido esta experiencia. Sin embargo, ¿Sentiría la misma clase de gozo si nadie reconoce su ayuda o servicio?
Si puede responder con un rotundo "Si", quiere decir que su ayuda es sincera y que es hecha con amor. Entonces: Habrá alguien que se pregunte: ¿Si ayudar a otros es sacrificarse uno mismo por los demás, podrá ser esta ayuda fingida o falsa? Si. Puede tratarse de algo fingido, como cita el pasaje de hoy en 1 Corintios 13:3, que dice: "Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve."
La pregunta es: ¿Se podrá ayudar a otra persona con todo lo que uno tiene y no hacerlo con amor? Por ejemplo: Supongamos que alguien ha ayudado a otra persona prestándole una gran suma de dinero. Sin embargo, como nadie se lo ha agradecido, se siente un poco decepcionado y contrariado. ¿Podrá ser entonces esta obra aparentemente buena un acto de verdadera bondad y desprendimiento?
Además, supongamos que alguien ayude a su vecino con todo lo que tiene. Pero, este vecino no es nada agradecido, sino más bien vuelve y le pide más. Yo mismo, hermanos, he pasado por esta clase de situaciones muchas veces. Luego que he ayudado a una persona, viene y me pide más ayuda. Me ha sucedido en numerosas ocasiones.
Volviendo al ejemplo. Si el que ayuda piensa algo como esto "¿Cómo es que esta persona ha podido volver a pedir más? ¿No se por qué la he ayudado? Y se siente defraudado y decepcionado, entonces, ese apoyo no ha sido sincero ni responde a un acto de amor incondicional. Incluso, si uno da todo lo que tiene para ayudar a los demás, si su corazón que fue movido en un principio por un sentimiento de bondad, cambia en medio de la situación, ese apoyo que ha brindado no es en realidad una buena acción hecha con verdadero amor.
Generalmente, a fines de año, muchas instituciones y personas particulares, donan dinero a las estaciones de televisión o a los diarios o periódicos para ayudar a los más necesitados.
Algunos donan incluso cientos de miles de dólares. Hay personas que dan aun millones de dólares. Sin embargo, si el nombre del donador no apareciera; me pregunto: ¿Hubieran donado esa misma suma o no? En la mayoría de los casos, probablemente no lo hubieran hecho. El año pasado, cuando algunas familias fueron perjudicadas por las inundaciones, nuestra Iglesia colaboró haciendo algunas donaciones, pero nunca se lo informamos.
Desde luego, no todos son así. Sin embargo, en algunas ocasiones los patrocinadores discuten con las televisoras y diarios a ver si sus nombres van a ser mencionados o no. Y no estoy hablando sólo de personas del mundo. Incluso entre cristianos, aun entre líderes en la iglesia, en ciertas ocasiones ayudan a otros para que los demás sepan el gran amor que sienten por su prójimo. Esta supuesta obra piadosa solo tiene una apariencia formal, pero en el fondo no tiene nada de amor, aun cuando haya podido invertir dinero, tiempo y todo lo demás. Esa persona no podrá ser bendecida ni recompensada por eso.
Mateo 6:1-2 cita: "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa."
Si hacen alarde o presumen de lo que dan, y lo hacen para ser alagados por los demás, quiere decir entonces que ya han recibido su recompensa, y no habrá para ellos ninguna recompensa en el cielo.
Si hipócritamente ayuda a otros con el fin de ser adulado por los demás, tal vez en el momento reciba algún halago, pero no obtendrá ninguna recompensa de parte de Dios. Todo lo que hagamos, debemos hacerlo sólo para gloria de Dios. Otra clase de ayuda no viene de Dios ni es para su prójimo, sino para exaltarse a usted mismo; y por eso, Dios no podrá recompensarlo.
Por lo tanto, si no tiene amor, aun cuando ayude a los demás con todo lo que tiene, no le será de ningún provecho. Si hace este tipo de buenas obras sólo en lo exterior, su corazón se exaltará al ser halagado y se vanagloriará cada vez más en las cosas de esta vida. Si Dios bendijera a esta persona, podría llegar a considerarse justo ante Dios.
Entonces, no podría circuncidar su corazón; y eso eventualmente lo perjudicaría. No importa lo fielmente que sirva, si no circuncida su corazón, su fidelidad no valdrá nada ante Dios. Y como su servicio no lo hace con fe, no agradará a Dios. Cuando circuncida su corazón cumpliendo fielmente su labor o servicio, sus obras serán actos de fe, y por eso, acumulará tesoros y recompensas y será bendecido.
He visto algunas personas ser bendecidas por Dios sólo por haberse mantenido fieles a Él, aun sin haber circuncidado su corazón. Sin embargo, perdieron esta bendición en el momento en que buscaron su propio beneficio y provecho, alejándose de Dios.
Tan solo a modo de ejemplo: Recuerdan cuando se creó el Grupo de Voluntarios de la Iglesia. ¿Si? En ese momento su líder mostró una gran fidelidad; pero esa fidelidad era carnal; es decir, exteriormente era fiel a la obra. La mayoría de ustedes fueron testigos de lo fiel que era. Y por ello, Dios lo bendijo mucho. Tanto que pudo pagar todo lo que debía. No tuvo que declararse en quiebra. Sin embargo, no circuncido su corazón. Y cuando vinieron las pruebas de 1998 y 99, nos traicionó. Entonces, Dios lo abandonó: Su negocio se incendió, él se enfermó y tuvo de dejar la ciudad. Antes de llegar a esta Iglesia, su esposa se había tratado de suicidar. Sin embargo, luego fue bendecido abundantemente y pudo salir de todas sus deudas. No obstante, ambos eran fieles solo carnalmente sin haber circuncidado su corazón. Aun así, Dios los bendijo. Pero cuando cambio su corazón y se fueron de la iglesia, todo colapsó, y se enfermaron.
Por eso, si no circuncida su corazón, no podrá tener una relación personal con Dios. Su fidelidad hará que por el momento Dios lo bendiga, pero no será una bendición permanente. Y como no ha circuncidado su corazón, éste con toda seguridad cambiará. Entonces, toda su vida se vendrá abajo.
Por eso, aun si Dios deseara bendecirlo, no lo podrá hacer. Y si así lo hiciera, sería para mal y no para bien. Esa bendición haría que más gente traicionara a Dios y se alejara de Él, y haría que su fidelidad se enfriara. La pregunta es: ¿Cuál es la ayuda que es en verdad una obra de misericordia y de compasión hecha con verdadero amor?
Luego que Jesús nos advirtiera en Mateo 6:1-2 acerca del peligro de la hipocresía, en los versículos subsiguientes 3 y 4 nos enseña la forma cómo debemos de ayudar a los demás. Y cita el pasaje: "Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, (Qué quiere decir esto que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Termina la cita) para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público."
En otras palabras, nos dice que debemos hacerlo en secreto. Habrá entonces alguien que malinterprete esto; y pueda pensar: "Si otros se enteran lo que he hecho, eso significa que no voy a obtener ninguna recompensa." Ahora bien: "...no dejar que tu mano izquierda sepa lo que hace tu mano derecha" no significa literalmente eso. Quiere decir que debemos de cuidar nuestra mente e intenciones y no dar a los pobres con el fin de exaltarnos en frente de los demás; o para presumir pensando:" Yo soy alguien muy bondadoso." Dios nos dice en esta cita que debemos de ayudar a los más necesitados con amor sincero que brote de nuestro corazón, y sólo con ese fin.
Si usted ayuda a su prójimo con amor, no le importara si los demás se lo agradecen o no. Como no lo hace para presumir, se sentirá contento tan solo viendo que la situación de su prójimo ha mejorado a través de ese apoyo. Si la buena acción que hizo es conocida por otros y lo elogian por ello, se sentirá más bien avergonzado. Como la gracia que ha recibido del Señor es tan grande, usted también deseará compartirla con otros
Además, nos sentiremos también felices tan solo al pensar lo complacido que estará nuestro Señor el ver como compartimos Su amor y hacemos buenas obras. En especial, como sabe y cree que Dios Padre, quien ve todo lo que ha hecho en secreto, lo recompensará, se sentirá aun más gozoso. La clase de ofrenda que Dios acepta con mayor agrado es cuando da, con verdadero amor y con un corazón agradecido, a los más necesitados como si estuviera dando para el reino de Dios.
Proverbios 15:3 cita: "Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos." Como está escrito, Dios ciertamente retribuye con bendiciones y recompensas las buenas acciones que usted haya hecho incluso en lo más secreto. Por ello, debemos ser bondadosos. Aun si eso no le beneficia por ahora, incluso si le representa alguna pérdida, debe ser bondadoso. Nuestro Padre lo está observando. Y cuando hace algo malo con una mente malvada o cuando busca su propio beneficio, entonces Dios lo llamará hombre perverso. No podrá llamarlo: "Hijo mío." Tan solo le dirá: "Hijo del diablo."
Sin embargo, cuando obra con bondad, Dios dirá: "Eres en verdad hijo mío. Siervo bueno y fiel" ¿A quién creen ustedes que Dios bendecirá? Desde luego, a aquel que es bondadoso. Y cuando enfrente un problema, Dios responderá su oración y resolverá su dificultad.
Y es porque Dios mira sus buenas obras y su buen corazón. Dios siempre ayuda a los que obran bien. Dios es todopoderoso. El hará que todas las cosas prosperen. Esa es la verdad. Y es una verdad que jamás cambiará. Sin embargo, hay muchos de ustedes que no ponen en práctica esta verdad. Por eso no tienen fe. Y aun si tuvieran fe, no sería fe spiritual. Por eso buscan solo su propio beneficio. Deben elegir hacer el bien, incluso si ello les representa alguna pérdida. Sin embargo, no lo hacen. Y luego dicen : "He orado. ¿Por qué Dios no me bendice? He sido fiel. ¿Cómo es possible que Dios no me bendiga?"
En el capítulo 10 de Hechos, se menciona que Cornelio es un hombre muy bendecido. Aun siendo gentil, Dios conocía su corazón. Los ojos de Dios están sobre todos. Están sobre los más de 6 billones de personas que hay en el mundo. Y Hechos 10:2 señala: "piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre." Como cita la escritura, Cornelio tenía temor de Dios y ayudaba mucho al pueblo. Y eso que no pertenecía al pueblo judío; es decir, a los que profesaban creer en Dios. Sin embargo, era un hombre piadoso; es decir, bondadoso; y no sólo él, sino también toda su familia tenía temor reverencial de Dios. Repito: No solo él sino toda su familia tenía temor de Dios. Por favor, les pido, amen a Dios en espíritu y con todo su corazón.
Les cuento algo hermanos. Conozco una familia. Los padres aman a Dios por sobre todas las cosas. Por eso sus hijos han crecido muy bien. Ambos, hijo e hija, crecieron muy bien. Y también aman al Señor, a sus padres y a su pastor. La hija sirve al Señor en nuestro Grupo de Danza y Teatro. Si los padres aman a Dios, sus hijos en forma natural también lo harán. No anhelarán las cosas del mundo. Cuando los padres aman a Dios por sobre todas las cosas, pueden criar y educar bien a sus hijos en el Señor. Ellos mismos dan testimonio que sus hijos nunca han ido a un hospital ni tampoco han tomado medicina alguna. Dios ha criado a sus hijos saludables. Ellos mismos lo dicen.
No se imaginan lo bueno que es tener temor de Dios y ayudar al prójimo. Aun cuando Cornelio era un gentil; es decir, a pesar que no era un judío, ni israelita, y sólo por ser bondadoso fue reconocido y aceptado por Dios. Cornelio aceptó a Dios como su creador. Por eso, le oraba continuamente. Él era centurión del ejército romano que estaba en Cesárea, y que dominaba Israel. Como centurión tenía a su cargo una zona. Cornelio tenía gran autoridad y fama como comandante del ejército del imperio romano.
Cuando Japón invadió Corea, incluso un sargento del ejército japonés tenía autoridad. Podía incluso amenazar a cualquiera con su espada. Aun si atacaba a alguien no tenía que ir a la corte. Y como Japón dominaba este país, podía ejercer esa gran autoridad. Sin embargo, eso sucedió hace mucho tiempo. Actualmente, ya no pasa nada de esto. ¿Cierto?
Volviendo al tema. Cornelio como centurión, tenía gran autoridad. Y sin embargo, era muy bondadoso y simpatizaba con el pueblo judío. A Dios le agradó eso, y envió a Pedro para que le predicara el evangelio y por primera vez un gentil recibió el Espíritu Santo. Y no sólo él, sino también toda su familia y sus amigos fueron salvos. Y debido a Cornelio, toda su casa, parientes e incluso amigos llegaron a tener temor de Dios. Por eso, Dios los bendijo. Si una joya pequeña cae entre la arena, al momento en que la luz brille, esa joya resplandecerá en la arena como reflejo de la luz.
De la misma forma, aquellos que tienen verdadera bondad y amor, serán claramente identificados por los ojos de Dios. En el capítulo 9:39 de Hechos encontramos a una discípula de nombre Tabita, de quien dice la escritura: "Abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía." Ella fue bendecida volviendo a la vida luego de estar muerta. Sus buenas obras, dádivas y ofrendas fueron sinceras. Cuando Pedro llegó al lugar donde yacía su cuerpo, menciona el pasaje: "le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas (Es decir, Tabita) hacía cuando estaba con ellas.
Ella hizo muchas buenas obras. Cornelio y Tabita fueron grandemente bendecidos por sus buenas acciones y ofrendas, y el común denominador entre ambos es que los dos amaban a Dios de tal manera que estaban siempre orando y ayudando a su prójimo con verdadero amor. Tabita tenía un corazón bueno y lo demostró a través de esas buenas obras. Por eso, incluso al estar muerta, muchas personas la alabaron. Y como había hecho muchas buenas acciones, Pedro fue tocado en su corazón y cuando oró, el Espíritu Santo obró y ella volvió a la vida.
Otro caso: En Israel, había muchos ciegos y leprosos. Sin embargo, ninguno de ellos fue sanado. ¿Acaso no dice eso la Biblia? Sólo el general Namaan fue sanado de su lepra. Él era un hombre de buen corazón y temeroso de Dios. Esto lo dijo el Señor. Por eso fue sanado por el profeta de Dios. Aun cuando había muchos leprosos en Israel, ningún otro fue sanado. De igual forma, Dios sana a alguien con un propósito. Igualmente, había muchos ciegos, pero no todos ellos fueron sanados.
Solamente cuando venían a Jesús y le pedían por su sanidad, ellos podían ser sanados. ¿Acaso podían venir los padres en lugar de sus hijos y pedirle a Jesús que los sanara? Le podían acaso decir: "Por favor, te ruego que sanes a mi hijo o a mi hija." No. Claro que no. No funciona así. La misma persona tenía que venir ante Jesús. Y además debía tener un corazón bondadoso.
Si lee el capítulo 9 del evangelio de Juan podrá darse cuenta de lo que digo. Cuando los fariseos y los escribas le preguntaron a los padres del ciego de nacimiento: "Fue su hijo en verdad sanado por Jesús." Ellos tuvieron temor de los judíos y no supieron qué contestar. Su hijo había sido sanado y podía ver. Los padres con toda valentía debieron de haber testificado de ese milagro, pero no lo hicieron así.
Tan solo se limitaron a decir: "Pregúntenle a él." Ahora bien. ¿Qué es lo que respondió el hijo? Dijo: "Yo he nacido ciego. ¿Quién creen ustedes que pudo sanarme? ¿Por qué me lo preguntan a mí?" El ciego les estaba preguntando a los fariseos por qué lo estaban interrogando. Nunca antes se había oído que un ciego de nacimiento pudiera volver a ver. Más bien, el ciego les dijo: "Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo."
Él sabía que iba a ser perseguido si declaraba que Jesús lo había sanado. Pero, ¿No fue valiente acaso? Como Jesús vio esa sinceridad, bondad y fe inquebrantable, oro por él y lo sanó. No todos eran sanados. Jesús no sanaba a todos los que venían a buscarlo. Sin embargo, ¿Qué es lo que hace cuando su hijo se enferma? Viene y me dice: "Mi hijo está enfermo. Por favor ore por él" Me pregunto: ¿Por qué su hijo no puede venir? Él tiene que venir por fe para que yo ore por él. Algunas hermanas me dicen: "Si usted ora por mi esposo, yo creo que se sanara." ¿Si su esposo tuviera fe, no vendría él mismo para que orara por él? La verdad obra en aquellos que creen.
Hay algunos casos en la Biblia en los que la misma persona no podía venir ante Jesús y era otra quien recibía la oración en representación del enfermo. En el caso que alguien esté a punto de morir, o que esté poseído por demonios, no podrá venir personalmente. En esa situación, los padres son los que, con amor y con fe, piden en nombre del enfermo, que se ore por su sanidad. Por ejemplo: En tiempo de Jesús no existían las sillas de ruedas. Entonces, cuando los cojos venía a Él, el Señor veía la fe, la bondad y la acción de fe de esas personas; y entonces, Él obraba.
Si alguien sufre de derrame cerebral y es hospitalizado, no podrá venir por sí mismo. En ese caso, su familia vendrá y se orará por él. Sin embargo, si no es el caso de una persona endemoniada o con algún tipo de enfermedad mental; el mismo interesado deberá venir para que se ore por él.
Muchas veces me han dicho: "Mi padre vive en un 3er piso y tiene cáncer, por eso no puede venir. Por favor, Rev., ore por él" Si el padre creyera con fe que va a ser sanado si oro por él, ¿Acaso no vendría inmediatamente sin importar el dolor y al distancia? ¿Acaso no iría al Hospital si supiera que sanaría luego de una operación?
Hay infinidad de personas que me piden que ore por alguien más. Y miren que pasa: La persona por la que me piden que ore no tiene fe y aun así su familia me dice: "Reverendo: Yo creo que se sanará." Aun cuando ya se los he explicado muchas veces desde el púlpito; todavía hay personas que insisten en esto. Y ahora son más que antes. Por favor entiendan: Si alguien no tienen fe, no podrá glorificar a Dios por su sanidad. Y como la fe va acompañada de obras, cuando alguien tiene fe, inmediatamente lo podremos ver.
Además, como podemos ver en el pasaje anterior, Tabita era una discípula; y podemos imaginar que había predicado el evangelio con denuedo y valor. Muchos de nuestros miembros aman también con pasión a Dios y por eso se esfuerzan en predicar el reino de Dios y ayudar a su Pastor haciendo donaciones y ofrendas a otras iglesias y familias en necesidad. Ustedes pueden haber ahorrado dinero para comprar una mejor casa, ropa, y otras cosas. Pero como aman a Dios, a su Pastor y a sus hermanos en Cristo, dan todo por la obra y aun así están gozosos.
Dios Padre recibe todo ese aroma de su corazón. El aroma de quienes dan todo lo que tienen por la obra. Y Dios no sólo les retribuirá abundantemente tanto espiritual como materialmente, sino que les dará la mejor y la más hermosa morada en el reino de los cielos. Por tanto, espero que no hagan lo bueno tan solo para ser halagados por los demás, sino que hagan buenas obras, cuyo aroma de amor, sea aceptado por Dios y así puedan ser bendecidos tanto espiritual como materialmente.
Hermanos y Amigos:
A fin de realizar esta clase de obras de auténtica misericordia, debe de tener bondad y amor en su corazón. En la medida en que cultive estas dos cualidades en su corazón, podrá hacer verdaderamente obras humanitarias y de ayuda social. Más aun, en el grado en que cultive la bondad y el amor en usted, podrá oír con mayor claridad la voz del Espíritu Santo y así podrá hacer obras de ayuda apropiadas y correctas a los ojos de Dios. Es muy importante oír la voz del Espíritu Santo y ser guiados por Él al efectuar estas obras de apoyo social, porque la ayuda en el Señor es diferente a la asistencia en el mundo. Por eso, cuando obedecemos la voluntad de Dios podremos hacer más perfectas las buenas obras que hagamos.
Las obras de apoyo social en el Señor no sólo tienen que ver con suplir necesidades básicas del ser humano; como el vestido, la alimentación y la vivienda. Incluye, además, proveer de alimento espiritual para la salvación de las almas. Si se salva también el alma, entonces, esa será en realidad una buena acción social. Aun cuando ayude a alguien, si no se salva su alma sino que va al infierno, ¿De qué habrá servido su ayuda? Si usted ayuda a aquellos que son amigos del mundo a vivir una vida pérdida y desenfrenada, ¿Cree que estaría haciendo lo correcto? No. No lo estaría haciendo. La ayuda social debe ser bien orientada y hay ocasiones en las que NO SE DEBE dar esta clase de ayuda.
Actualmente, ya sea trate de creyentes o no, muchos dicen que el rol de la iglesia es ayudar a los enfermos, a los desamparados y a los pobres. Desde luego, eso no esta mal. Sin embargo, la primera prioridad de las iglesias es predicar el evangelio y salvar almas. Asimismo, el fin primordial y último de las obras de apoyo social reside en este punto. La ayuda social enfocada al bienestar físico puede proporcionar alivio momentáneo en esta vida. Sin embargo, no podrá salvar su alma; y, por lo tanto, no le será de provecho sino será sólo una buena acción exterior.
Por eso, la Biblia en el Nuevo Testamento nos recomienda hacer buenas obras a los de la familia de la fe. Por lo tanto, cuando ayudemos a otros, es muy importante hacerlo correctamente con la dirección del Espíritu Santo.
Por ejemplo: Tal vez sus vecinos sean buenas personas aunque no crean en Dios. Y usted puede pensar: "Ah. Si lo ayudo a salir de su difícil situación, tal vez abra su corazón y lo pueda evangelizar. E intentará insistentemente evangelizarlo, incluso lo ayudara a fin de salvar su alma. Por otro lado, está otro vecino, quien es muy terco y de mente cerrada, y que también está enfrentando una situación muy difícil. Entonces usted lo piensa dos veces antes de ayudarlo. Ahora bien, no estoy diciendo que NO DEBA ayudarlo. Si le es posible, ayúdelo. Lo que quiero decir es que hay personas a quienes es inútil incluso intentar ayudar. Sin embargo, hay otros a quienes puede ayudar y ellos corresponderán abriendo su corazón y serán fácilmente evangelizados. ¿No es cierto?
Si nos equivocamos ayudando a alguien, podríamos hacer que esa persona se aleje del Señor; y en el peor de los casos, podríamos hacer que vaya camino a la muerte. Por ejemplo: Algunos vienen a la iglesia no porque les interese saber de la fe sino porque quieren recibir algún tipo de ayuda financiera. Vienen a la iglesia para sacar provecho de ella. Abusan de nuestra bondad. En este caso, si los ayudamos, ellos decepcionaran a Dios. Si ayudamos precipitadamente a estas personas, la iglesia tendrá problemas y en realidad no seremos de ayuda. Si tan sólo tuvieran un poquito de fe o de bondad en su corazón, al momento de recibir la ayuda, estarían agradecidos a Dios y a la iglesia y continuarían viniendo a los servicios para ser salvos.
Entonces, su fe crecerá y en el momento indicado, le podrán pedir a Dios por sus necesidades y Dios les responderá. Asimismo, diezmarán y ofrendarán con fe. Sin embargo. REPITO. No estoy diciendo que no se deba de ayudar a aquellos que no son de la fe. Algunas veces, debemos también apoyar a la gente del mundo para dar testimonio público del amor del Señor, y en el caso de los cristianos que tienen una fe débil, es nuestro deber fortalecerlos hasta que maduren en su fe. No deben abandonar a los que recién han evangelizados. Porque, ¿Qué pasaría si se alejaran de Dios? ¿Cuál sería su recompensa en el cielo en este caso? El Señor les diría: "La persona que evangelizaron fue al infierno porque no supieron cuidar de ella." Entonces, ¿Qué le responderían a Dios? Por eso, deben cuidar de estas almas.
Debe estar dispuesto a ayudarlos y a guiarlos para que vengan a la Iglesia por su propia cuenta y con fe sin necesidad de ninguna ayuda. Deberá cuidarlos hasta que echen raíces y se comprometan con la iglesia. En algunas ocasiones, entre los hermanos que todavía no tienen fe, hay algunos que padecen enfermedades congénitas u otras dolencias, o algunos que han sufrido algún accidente. Y por eso no pueden valerse por sí mismos. También es el caso de los adultos de la tercera edad o ancianos que viven solos o de los niños, quienes realmente necesitan urgentemente este apoyo social. Hay también jóvenes, de ambos sexos, que tienen que buscar el sustento para su la familia. Definitivamente debemos de ayudar en estos casos. Ese joven o esa joven va al colegio y al mismo tiempo se hace cargo de la manutención de toda su familia. Por eso debemos de ayudarlo.
Todo lo que estoy diciendo es que debemos de comprender la necesidad de cada alma y ayudarlos de tal manera que será de beneficio tanto para su espíritu como para su cuerpo. No es conveniente dar un donativo u ofrenda a cualquiera tan solo por el hecho que usted disponga de dinero. Debe saber discernir. Podremos maximizar el efecto y alcance de esta ayuda social en la medida en que tengamos amor espiritual y oremos intensamente por los demás recibiendo sabiduría de Dios. Por tanto, nosotros, como hijos de Dios, debemos procurar ayudar a los demás. Pero no debemos de hacerlo de manera precipitada, basándonos solo en nuestro afecto carnal o de acuerdo a nuestro propio criterio. Y aunque sea su dinero, debe aceptar y reconocer que todo lo que tiene se lo ha dado de Dios. Por eso, debemos apoyar a los demás de acuerdo a la voluntad de Dios, quien es el dueño de todo, recibiendo la dirección del Espíritu Santo.
Entre nuestros hermanos, hay muchos que han venido a esta iglesia cuando estaban en serias dificultades. Y en la medida en que han progresado en su fe, hay salido de esa situación de extrema pobreza y ahora están siendo abundantemente bendecidos. Hay también muchas familias que han sido evangelizadas y que ahora viven paz después de recibir por un tiempo esta ayuda social de parte de la iglesia. Y ahora esas familias sirven fielmente al Señor y también son bendecidos. Actualmente muchos de ellos están ayudando a otros que se encuentran en necesidad y así buscan retribuir esa deuda de amor.
En especial, en esta iglesia, se manifiesta el poder de Dios y se les enseña claramente la Palabra de vida para ser bendecidos. Pueden recibir respuesta a cualquier tipo de problema y ser sanados de cualquier tipo de enfermedad y así su esperanza crecerá más. Yo conocí al Señor estando enfermo, no teniendo paz en mi familia y habiendo gastado todo mi dinero en los 7 años que duró mi enfermedad.
Sin embargo, en el mismo momento en que me arrodille y me humille ante el Señor, fui sanado de todas mis dolencias y en la medida en que fui bendecido por vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, pude pagar la gran suma de dinero que debía. La paz volvió a mi familia, y ahora, puedo ayudar a otros que están pasando por los mismos problemas que yo tuve en el pasado.
Antes de ser llamado al servicio del Señor, mi sueño era convertirme en un anciano de la iglesia y ayudar a los pobres y a la gente con problemas mentales.
Entonces, Dios me llamó al ministerio. Y yo le dije: "Señor. Siempre he querido ayudar a los pobres. Pero ahora me has llamado al ministerio. No tengo buena memoria y a mi edad no me va a resultar fácil estudiar. ¿Cómo puedo responder a tu llamado?" Luego le pedí a Dios: "Dios si puedo oír de nuevo tu llamado. Entonces, diré "Amén" y te seguiré." Eso lo hice para confirmar el llamado de Dios. Desde luego, ya le había respondido con un "Amén" al Señor. Pero quería tener una mayor confianza en el llamado de Dios para servirle. Y luego me fui por 100 días a la montaña a orar y a escuchar la voz de Dios.
Después de eso, estando en casa, orando toda la noche con mi esposa, lo oí otra vez. Hasta entonces, no había pensado en ayudar a otros siendo siervo de Dios, porque en aquellos días, los pastores vivían una vida bastante dura y muy limitada. Algunos no podían ni siquiera enviar a sus hijos a la universidad porque carecían de los medios para ello. Y como pensé que todos los pastores eran pobres, yo oraba para ser un anciano o líder en la iglesia. Y ahora he llegado a ser un siervo del Señor. Sin embargo, una vez que llegué a ser Pastor, Dios abrió las puertas de las bendiciones para mí, para que de esa forma pudiera ayudar a la gente no sólo en Corea sino también en el mundo entero. Hoy en día, puedo apoyar a miles de iglesias afiliadas así como a la misión de evangelización mundial. Dios ha respondido a mi deseo; y ahora puedo ayudar a muchas más personas de lo que yo había pedido en oración.
Por eso, oro en el nombre del Señor para que todos ustedes reciban una clara dirección del Espíritu Santo y puedan de esa manera ayudar espiritualmente a los demás y así salvar a más almas, y de esa forma lleguen a ser bendecidos y recompensados abundantemente tanto en la tierra como en reino de los cielos.
Antes de terminar el mensaje, permítanme agregar una sola cosa. No es útil ni de bendición si ayudamos a nuestro prójimo o damos ofrendas a Dios sin amor. En el Antiguo Testamento cuando el pueblo ofrecía sacrificios de animales, Dios olía el aroma cuando el holocausto era quemado. Espiritualmente significa que Dios estaba recibiendo el amor y el corazón del pueblo que contenía el sacrifico. Igualmente, ahora Dios Padre no recibe la ofrenda en sí misma, sino que percibe el aroma del corazón del dador.
En Marcos Capítulo 12, vemos a una viuda que dio todo lo que tenía con todo su corazón y fue alabada por Jesús. En el momento en que depositó las dos monedas de cobre en el arca de las ofrendas, que era repito todo lo que tenía, Jesús dijo que ella había dado más que todos los demás que habían depositado grandes sumas de dinero. Esas dos blancas, o monedas de cobre, no tenían gran valor. No vienen a ser ni 1 dólar al tipo de cambio actual. Era, reitero, una suma de dinero muy pequeña. No podemos determinar exactamente su valor actual ya que no contamos con una referencia del poder adquisitivo de esa época. Pero lo que podemos afirmar es que, en efecto, era una suma de dinero insignificante.
La pregunta es: ¿Por qué Jesús no alabó a aquellos que habían ofrendado mucho dinero, sino a la viuda que solo había dado dos monedas de cobre? La respuesta la encontramos en Mateo 6:21: "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." Esto quiere decir que, en el instante en que la viuda ofrendó a Dios todo lo que tenía para subsistir, le entregó también todo su corazón. No dio obligada ni tampoco para que los demás la vieran, sino que ofrendó con verdadero amor y de todo corazón. El criterio con el que Dios Padre mide las ofrendas que se le presentan es completamente diferente al criterio del hombre. Por eso, hermanos, cuando presenten sus diezmos, ofrendas y ofrendas especiales, les ruego, por favor, no piensen: "Esto ya es suficiente." Hermanos: Espero que ahora sus ofrendas las den con todo amor y con todo su corazón.
Estimados Amigos y Hermanos:
Mateo 25:34-36 cita: "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí."
Entonces, dice el pasaje, los justos le respondieron al Señor diciendo: Cuando hicimos todas esas cosas por Ti. Fíjense, hermanos, los justos le preguntaron al Señor cuando habían hecho todas esas cosas por Él. Y el Señor respondiendo les dijo: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis." Quiere decir que no ignoraron ni discriminaron a ciertas personas por ser pobres. También los trataron con bondad. De igual manera, si usted ayuda con verdadero amor a su prójimo, es como si estuviera ayudando al propio Señor; y posteriormente, se le reconocerá y recompensará.
Por eso, espero que con ese mismo corazón que tienen para servir al Señor, cuiden también de las almas que están a su alrededor, que están hambrientas, sedientas, pasando por dificultades y sufriendo.
Oro en el nombre del Señor para que sus buenas acciones y la ayuda que den a los demás queden eternamente registradas en el reino de los cielos y en esa medida sean exaltados y recompensados por el Señor.