08-05-2008 | Rev. Jaerock Lee
Parte Quinta: Revelación
1. Los bienaventurados
2. La voz de Dios
3. El Supervisor
4. Contenido de la revelación
1. Los bienaventurados
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo es camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará” (Sal. 1:1-3).
En este mundo todos quieren ser bendecidos. Por eso la gente pone nombre a sus hijos Bok-Nam (chico bendito) o Bok-Soon (chica bendita). Una vez fui a un lugar donde ponían nombres.
Estaba allí todo el día desde muy temprano en la mañana y conseguí encontrarme con un hombre famoso “Bong-Su Kim a las cuatro de la tarde. El miró intensamente mi cara y la de mi esposa y nos dijo: “Jae-Rok Lee es el nombre que no puede evitar la muerte y Bok-Lim es el nombre que sólo puede ser una criada. Nunca he visto nombres tan malos”.
Por eso desde aquel día, nuestros nombres fueron Sung-Wook Lee para mí, y Chi-Yeon Lee para mi esposa.
Sin embargo, mis enfermedades no me abandonaron y los sufrimientos de mi esposa no cesaron. La familia de mi esposa le puso a ella el nombre Bok-Lim (que significa: fortuna, bendición o felicidad), debido a que ellos consiguieron una fortuna un poco después de su nacimiento, pero el famoso hombre que ponía nombres dijo que ese significa ‘una criada para siempre’. Él, se lo cambió a Chi-Yeon, sin embargo, no tuvimos mucha suerte.
Mi esposa y yo luchamos por recibir bendiciones. “¿Qué podrá darnos salud y riquezas? ¿Qué podrá traer a mis hijas salud y amor?”
Se dice que los bienaventurados son los que viven muchos años y que tienen muchos hijos, buena salud y riquezas. Particularmente si alguien es rico, dicen que él es más bendecido. Estoy de acuerdo que estos tipos de bendiciones nos ayudan a vivir sin grandes preocupaciones. ¿Pero para qué sirven éstos si morimos? El hombre sólo vive setenta u ochenta años, y una vez muerto, éste no necesita la fortuna. Por consiguiente, esta clase de bendiciones no son verdaderas bendiciones, porque todo hombre muere.
¿Cuál es la verdadera bendición? ¿Cuál es la bendición eterna? El libro que registra la historia de los seres humanos, la vida y la muerte de los hombres, nos dice quiénes son los que reciben la verdadera bendición.
“Y haré de tí una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gen. 12:2).
Esto era Abraham, el antepasado de la fe. El creyó en Dios, el Creador; el creyó en Dios, el Supervisor. El obedeció en Dios y era un hombre honrado. El vivió muchos años, hasta llegar a los ciento setenta y cinco años. No podía tener hijos, pero Dios le dio muchos, y éstos obedecían a su padre. También tenía muchos sirvientes, propiedades y recibió la bendición eterna como un patriarca de la fe.
La Biblia habla de las verdaderas bendiciones. La bendición de ir al reino de Dios donde no hay lágrimas, tristeza, dolor; y la bendición de una vida larga con buena salud, hijos, fama y los beneficios materiales.
Cuando nosotros hemos recibido esta clase de bendiciones, podemos decir que somos realmente bendecidos.
Las bendiciones de este mundo no duran mucho y podemos ver con frecuencia estos ejemplos en nuestros vecinos y amigos. También tenemos a los miembros de nuestra iglesia que tenían muchos coches y casas, pero malgastaron su dinero y enseguida se quedaron sin nada. Hay también gente que muere de hambre; gente que tenía gran cantidad de dinero, pero murieron jóvenes; y gente que de repente perdió su cónyuge o sus hijos. La bendición del mundo no es la bendición eterna.
Por otro lado, la bendición del Señor es la bendición eterna, abundante y perfecta. ¿Quién puede negar esto? Yo soy uno de los testigos.
Bendiciones recibí
Dios derramó sus bendiciones sobre mí durante el tiempo en que yo estaba cambiando. Las bendiciones que ha recibido son numerosas, como por ejemplo:
Vivía como si no existieran ni Dios ni la vida eterna y como si este mundo fuera el fin de la vida. Un día experimenté a Dios y me di cuenta de que Dios y el su reino, existen. Me arrepentí de mi ignorancia y estupidez, y admití que era yo un pecador. Me decidí a entregar mi a Dios. Una vez que yo hube recibido la bendición de la salvación, la felicidad que experimenté fue enorme. Mis labios cantaban la grandeza de Dios y yo oraba y alababa a Dios con todo mi alma. Daba gracias al Señor por todo, y siembre estaba alegre en Él.
La segunda bendición que recibí, fue la de ser un sirvo de Dios, que tenía que servir a su iglesia, como sirviera el Señor Jesucristo y tenía que conducir a muchas almas hacia la salvación.
La tercera bendición que recibí era la de estar con Dios. Él siempre estaba conmigo y no me dejó nunca solo, puesto que yo hacía los trabajos que agradaban a Dios.
Caminar con el presidente de un país es un honor grande, pero caminar con Dios todopoderoso no puede ser comparado con otro honor mundano.
Cuando un niño está acompañado de sus padres, ellos le dan de comer cuando tiene hambre, le visten cuando tiene frío, le dan alojamiento cuando está cansado y le protegen de los peligros. Dios también estaba conmigo, asistiéndome en mis en mis necesidades y dándome autoridad, capacidad y sabiduría necesarias para llevar a cabo el trabajo por Él.
Los endemoniados temblaban al verme, y toda la palabra que decía en el altar a los feligreses, era preparada por Dios para que el rebaño de ovejas tuvieran fe y me obedecieran todas las personas por las cuales recibieron la bendición de darse cuenta del plan de Dios.
La cuarta bendición que recibí de Dios, era la respuesta a mis oraciones.
Todo lo que tú clamas
Fue cuando pasaron seis meses después de la fundación de la iglesia. En aquel entonces, la iglesia estaba en el segundo piso de un edificio, y nuestra casa y la oficina de la iglesia estaban en el sótano del edificio.
Un día, cuando la reunión de oración nocturna del viernes a las cinco de la madrugada, en la víspera del día en que empezaba el Nuevo Año lunar, en febrero de 1983, hubo gran alboroto debido a un accidente de gases tóxicos.
Mis tres hijas y un joven que había venido a la iglesia para asistir a la reunión de oración, estaban cansado y se fueron a dormir. Ellos estaban durmiendo en el sótano de la casa en donde estaba el edificio de la iglesia, y casi quedaron asfixiados a causa del gas tóxico. Cuando los encontraron, ellos estaban entre la vida y la muerte y sus cuerpos ya estaban duros.
Los miembros de la iglesia que estaban allí esa mañana no sabían qué hacer. Pedí a los miembros que los trajeran al altar y me arrodillé y oré.
“Padre Dios, te doy gracias aunque te lleves a mis hijas. Si he hecho algo malo, ayúdame a reconocerlo y perdóname. Pero el joven es uno de mis fieles, por favor ayúdalo para que tú puedas recibir la gloria por él”.
Bajé del altar y mis manos en el joven y oré.
“En el nombre de Jesús Nazareno; gas, sal de él. Vete gas. Padre Dios, resucítalo para gloria tuya”.
También oré por mis tres hijas en turno. Mientras yo estaba orando, el joven se incorporó y se asombró de lo que había pasado. Mis tres hijas también se incorporaron una por una, ¡Aleluya!
Al ver esto, la fe de los cantidad de miembros de nuestra iglesia comenzó a crecer de a poco, y todos nosotros damos gloria a Dios que hace cosas imposibles a los que creen en Él. Después de este suceso, mucha gente que casi perdió su vida por respirar los gases tóxicos revivió después de orar ellos.
En una ocasión, nosotros oramos el buen tiempo y nuestras súplicas fueron oídas. Eso ocurrió en la madrugada del día en que nuestros estudiantes de la escuela secundaria y preparatoria iban a ir al campamento de entrenamiento de verano. Había estado lloviendo mucho por toda la noche, relampagueaba y había tormenta por la madrugada. Los estudiantes que estaban esperando dentro de la iglesia estaban muy preocupados.
Oré a Dios.
“Padre Dios, hoy es el día en que nuestros estudiantes van a ir al campamento de entrenamiento de verano. Por favor, detén la tormenta, los relámpagos y la lluvia. Confío en tu omnipotencia”.
Todos los estudiantes y yo oramos en voz alta por el buen tiempo. El lugar donde íbamos a ir era una isla llamada De-Bu en la madrugada. Estuvo lloviendo a cántaros hasta las cinco menos diez, pero como tenía fe, dije a los estudiantes: “Estudiantes, ¿creéis que Dios va a detener la lluvia si le pedimos de todo corazón durante tres minutos?” Los estudiantes contestaron con “Amen”. Por eso nosotros oramos por tres minutos. Luego les mandé que partieran y ellos empezaron a bajar del segundo piso. Cuando bajaron, la lluvia hubo cesado antes de que tocaran tierra. Era maravilloso el hecho de que Dios parase la tormenta, los relámpagos y el aguacero en un minuto.
Dios había detenido un fenómeno natural, entonces ¿qué cosa será difícil para Él, que no pueda hacer por nosotros?
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Jn. 15:7).
Las bendiciones que recibí no son exclusivas para mí, sino para todos los que creen en Él, cumplan su Palabra y lleven una vida pura. ¿Un hombre que llama ‘Señor, Señor’ recibe las bendiciones?
Espero que todos ustedes tengan un buen espíritu y estén fuertes en Dios por llevar nuestras vidas de acuerdo con la Palabra de Dios. También espero que sus oraciones sean oídas para que ustedes caminen con Dios durante todo su vida.