09-05-2008 | Rev. Jaerock Lee
Parte Quinta: Revelación
1. Los bienaventurados
2. La voz de Dios
3. El Supervisor
4. Contenido de la revelación
2. La voz de Dios
“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el hijo lo quiera revelar. Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Lc. 10:22-24).
Se dice que en estos días muchos padres y maestros que se preocupan por los problemas de la juventud. La razón principal por la cual los jóvenes se desvían del camino recto es su ambiente familiar que carece del amor, por ejemplo, cuando ellos no llevan vidas rectas en concordancia con sus padres. Aparte de esto, el espíritu rebelde de la juventud les lleva rápidamente hacia el laberinto de la maldad.
Lo mismo pasa con los hijos de Dios. Si ellos continúan conversando con Dios nuestro padre, ellos no pueden caminar con Dios. Si ellos no pueden entender el amor de Dios, por consiguiente, abandonarán a Dios.
Podemos recibir y acumular la recompensa de Dios cuando caminamos con Él, puesto que escuchamos su Palabra, entendemos su voluntad y la obedecemos.
El que no puede dialogar con Dios o no puede conocer la voluntad de Dios sentirá gran agonía, aunque diga que es un hijo de Dios. Eso será una vida como de ciego o sordo y no será una vida feliz.
Por eso Dios nos hace oír su voz a través de la conversación que tenemos con Él. Con la experiencia que tengo, quisiera decirles brevemente cómo Él nos hace oír su voz.
Voz del Espíritu Santo
Antes de recibir a Jesús como nuestro salvador, vivimos según nuestra propia consciencia. La gente que tiene buena consciencia, vive en el buen camino, y la gente con una consciencia mala vive en un mal camino.
Por ejemplo, si alguna cosa que deseo tener está delante de mí y nadie me ve, mi buena consciencia me dice:
“Si tú la tomas sin permiso, eso es robar. No tienes que hacerlo”.
Si tengo una buena consciencia, escucharía su voz y no robaría.
Sin embargo, una mala consciencia me dice: “Nadie lo sabrá. Está bien. No hay nadie en este mundo que no robe. Tú puedes tomarlo.
Si tengo una mala consciencia, escucharé la voz de la mala consciencia y lo tomaré. Así la voz de la consciencia varía, dependiendo de la personalidad.
Si va a la iglesia un hombre que suele escuchar la voz de la buena consciencia, él es capaz de escuchar la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no cambia, dependiendo de la situación y es la verdad eterna. Si nosotros abrimos las puertas de nuestro corazón y recibimos a Jesús como nuestro salvador, recibimos el regalo del Espíritu Santo, y el Espíritu Santo que está dentro de nosotros da la vida a nuestro espíritu interno que ha estado muerto por largo tiempo. Es así como recibimos al Espíritu Santo. Esta es la etapa en que recibimos al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo nos testimonia a Dios y nos ayuda a entender la verdad. También nos ayuda a reconocer nuestros pecados. Si dejamos nuestros pecados a través de la Palabra de la verdad, nuestro espíritu empieza a escuchar la voz del Espíritu Santo. Si nos apartamos completamente del pecado, podremos llegar a ser santos, podremos escuchar la voz del Espíritu Santo más claramente.
Hay tres clases de voces por las cuales el Espíritu Santo nos habla.
La primera voz es la que nos ayuda a entender la verdad. Aunque nos decidimos a no odiar a nadie, el odio todavía puede surgir en nuestro corazón, al ver al que se odiaba. En aquel momento el Espíritu Santo nos hace comprender por medio de la Palabra de Dios. “Si alguno dice: Y amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” Después de escuchar la voz del Espíritu Santo, si nos esforzamos por amar y oramos, el odio se convertirá en amor.
La segunda voz es la que nos hace sentir incómodos. Cuando nosotros mentimos a nuestro hermano, el Espíritu Santo nos hace sentir el remordimiento para que reconozcamos que el mentir no es bueno. Esta es la incomodidad que sentimos cuando nuestra acción está en contra de la Palabra de la verdad.
A veces la voz del Espíritu Santo continúa haciéndonos sentir intranquilidad aun cuando nuestra acción no está en contra de la Palabra de la verdad. Por ejemplo, hay casos en que de repente queremos orar porque queremos ir a algún lugar o hacer algo. Esto se debe a que Dios todopoderoso quiere prevenirnos de algún accidente, protegernos del peligro o permitir que todo funcione bien en nosotros. Cuando usted tiene que subir a un autobús, a veces se siente intranquilo, esto puede ser la voz del Espíritu Santo que le impide subir al autobús.
Un domingo, cuando era diácono en una iglesia, tenía una reunión con las personas del apostolado. Yo pensé asistir a esa reunión después del segundo culto. Desde muy temprano en la mañana, me sentí intranquilo. De repente sentí la inspiración de ir a la casa de mi hermana después del primer culto. Cuando llegué a su casa, mi cuñado estaba a punto de morir. Oré por él, canté los cánticos y le di la confianza de salvación. Dios me envió allí para salvar un alma más.
La tercera voz es la que Dios nos da directamente con sus palabras tales como ‘Haz’ o ‘No hagas’.
La voz de Dios que la mayor parte de los cristianos escuchan es la voz fina del Espíritu Santo, pero no tenemos que confundir esta voz con nuestros pensamientos. Más aún, si escuchamos y vivimos como nos dice la voz del Espíritu Santo, podremos escuchar la voz clara del Espíritu Santo y nos convertiremos en personas espirituales.
La voz que Dios da directamente
Encontraremos la voz de Dios en varias partes de la Biblia.
“Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel!... Y Jehová dijo a Samuel...” (1 S. 3:10-11).
“Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (Hch. 9:4-5). La voz de Dios que oí cuando me llamó para ser su siervo, y cuando pregunté a Él para conformar su voluntad, se parecía a la del ser humano, pero también parecía el sonido del agua pura y tenía eco. Aunque tenía miedo y temblaba, puesto que era fuerte, sentí una alegría enorme. Pero la voz de Dios no se puede escuchar fácilmente.
La voz a través de los ángeles u otras personas
“Más el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado” (Mt. 28:5).
Podemos encontrar muchos acontecimientos en la Biblia donde Dios manifiesta su voluntad a través de los ángeles, puesto que los ángeles son las almas que Dios utiliza para su trabajo. La verdad de los ángeles es hermosa. También Dios nos hace entender la verdad o nos da inspiraciones para hacernos cumplir su trabajo a través de las bocas de otras personas dirigidas por Él. Por eso, tenemos que saber escuchar la voz de Dios que se transmite por medio de nuestros ministros, líderes, hermanos y hermanas e incluso niños. También Dios abrió la boca de una asna para hacer entender a Baalam (Nm. 22:28-30).
La voz de Dios a través de la profecía
El Antiguo Testamento consta de muchas profecías, Éstas provienen del Señor y ellas se realizaron. En el Nuevo Testamento también encontramos profecías que se han realizado.
“Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles” (Hch. 21:10-11).
La mayor parte de las profecías que Dios me dio han sido realizadas, y creo que el resto se realizará en un futuro cercano.
“Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no profetizará?” (Am. 3:7-8)
Profecía a través de los labios
El siguiente es un ejemplo típico de la profecía, a través de los labios de otra persona. La profecía significa: hablar por Dios a otras personas, a través de la comunicación con Él.
“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová,... Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis... Y profeticé como me había mandado...” (Ez. 37:1-28).
¿No sería maravilloso tener a gente que pueda profetizar la Palabra de Dios?
"La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos la cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan" (Ap. 1:1).
Como yo creo en la Palabra de Dios, oré a Dios y le pedí durante cuarenta días de oración que nos enviara a un profeta, como Ezequiel. Mi oración fue oída.
En mayo de 1982, por medio de una profecía, Dios dijo que nuestra iglesia nacería cuando el sol estuviera brillando y realmente nuestra iglesia comenzó el 25 de julio cuando el sol estaba brillando. Desde aquel entonces, como hubo apareció la obra de Dios por medio de la profecía de Ezequiel, también ahora aparecía la obra sorprendente de Dios a través de la profecía.
Un hombre que no podía caminar se incorporó y comenzó a andar y a saltar. A parte de esto, ocurrieron muchos otros milagros de Dios. La fe de los miembros de nuestra iglesia crecía cada día más, y, a través de la profecía se encontraron con Dios y se convirtieron en nuevas personas.
Desde mayo de 1983, nuestra iglesia recibió el don de entendimiento de la Palabra de Dios. Esto era el resultado de numerosos ayunos y oraciones de siete años. Dios nos resolvió fácilmente los versos de la Biblia, que nos eran difícil de entender.
Aparte de las cinco voces arriba mencionadas, podemos también escuchar la voz de Dios por medio de sueños o visiones. Nuestros sueños pueden clasificarse en tres tipos: de los pensamientos humanos, del espíritu, y del Espíritu Santo y profecía. Si uno clasifica éstos, también puede intrepretarlos.
Como en Mt. 11:27, "...nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar", a través de la revelación conocemos a Dios como nuestro Padre. La revelación sólo puede ser realizada por la comunicación con Dios, y a través de ésta podemos escuchar la voz de Dios.
Si decimos que somos Hijos de Dios, tenemos que conocer su voluntad y obedecerla por medio de la revelación para ser cristianos verdaderos y tener éxito a través de la gracia de Dios.