20-05-2008 | Rev. Jaerock Lee
Parte Séptima: ¡Mis hombres amados!
1. Toda la gloria
2. Según su voluntad
3. Para siempre en la eternidad
3. Para siempre en la eternidad
Como el discípulo Juan recibió la revelación por medio de la comunicación con Dios en la isla de Patmos, yo también recibí la revelación de Dios.
Había un lugar donde el río limpio corría, había un bosque detrás y había un campo grande en que crecían varios cereales. Por haber pocos visitantes, la naturaleza estaba bien reservada. Cuando cruzaba el río en una barca, el viento fresco me refrescaba y los pájaros en el cielo cantaban como si ellos me hubieran recibido. La tierra parecía arena suave e incluso los guijarros a la orilla del río eran hermosos.
Dios me hizo orar y leer su Palabra allí durante mucho tiempo. Aunque se tardaba mucho tiempo en llegar allí, podía sentir la frescura y me imaginaba el reino de Dios.
Revelación del reino de Dios
Era en mayo de 1984, faltando unos días para mi cumpleaños. Yo regresaba los viernes a casa para preparar el culto de vigilia y el culto de los domingos, pero ese día Dios me inspiró de quedarme y ayunar. Dios me dijo que me revelaría su reino detalladamente.
Como resultado de mis oraciones, Dios empezó a darme la revelación asombrosa. Eso duró una semana desde el lunes. En aquel entonces mi alegría era inefable, y di gracias y gloria a Dios de nuevo por su amor asombroso.
Dios sabía que sería más útil para mi y su reino, recibir el regalo, ayunando y orando, que tener cualquier alegría en el mundo, en el día de mi cumpleaños.
Jesús nos relata muchas parábolas sobre el reino de Dios. las parábolas como "El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo", "El reino de los cielos es semejante a una red, que echadas en el mar, recoge de toda clase de peces" significan que en el fin del mundo los ángeles guiarán a los justos al reino de Dios y a los injustos al infierno.
En este mundo no hay ningún justo, pero si creemos en Jesucristo que es el camino, la verdad y la vida, seremos llamados justos y moraremos en un lugar donde hay alegría, paz, incienso que no se apaga. Pero los que no creen en Jesucristo son injustos y morarán eternamente en el infierno donde hay un castigo imperecedero por ser un fuego en cual ni un gusano muere quemado, sufre eternamente.
Por medio del juicio final, los no creyentes recibirán su castigo eterno y terminará la historia de siete mil años, incluyendo la historia de seis mil años de cultivo de los hombres y el reino de mil años; y empezará el mundo entero.
Reino de Dios donde hay muchas moradas
"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugares para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Jn. 14:1-3).
Si nosotros sabemos que nacimos no por nuestra voluntad, también sabemos que hay alguien que nos hizo nacer y Él nos dará nuestra recompensa de acuerdo con nuestras obras.
El Dios justo que nos hace recoger según sembramos, nos hace sembrar el reino de Dios si sembramos la fe y nos hace sembrar el infierno si no creemos en Él. También Él clasifica a los fieles según cómo han vivido según su voluntad y da la morada y recompensa de acuerdo con esa clasificación. Es natural que el no pueda dar misma morada y recompensa a los que vivieron según su voluntad y a los que no vivieron según su voluntad y los que no vivieron así.
Podemos encontrar en la Biblia que hay muchas moradas en el reino de Dios. También nos dice que no sólo hay un cielo, sino que hay varios cielos como encontramos "el tercer cielo" en 2 Corintios 12:2-4; "los cielos y cielos de los cielos" e n Dt. 10:14; "cielos de los cielos" en Sal. 148:4; "los cielos de los cielos" en 1 R. 8:27; "los cielos de los cielos" en Neh. 9:6.
Si nos esforzamos por entender la voluntad de Dios, leyendo detalladamente la Biblia, Dios nos da el entendimiento mediante el Espíritu Santo.
Al explicar el reino de Dios dividiéndolo, lo describiré como paraíso, primer cielo, segundo cielo, tercer cielo y nueva Jerusalén. Como hay muchas moradas en el reino de Dios, según la medida hay varias etapas en la fe.
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (o. 12:3).
Si no hubiera ninguna diferencia en la medida de fe, no haría falta poseer la fe más temprano y esforzarse por tener una fe más grande.
Podemos entender esto con más facilidad por leer las escrituras en que Jesús dice: "¿Cómo no tenéis fe?" (Mt. 8:26). Jesús también dice al ver la fe grande de un centurión: "De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe" (Mt. 8:10).
Me di cuenta de que hay diferentes medidas de fe y hay diferentes moradas en el reino de Dios; y la morada en el reino de Dios depende de la medida de fe.
Vamos a ver la morada y recompensa desde la etapa de la medida más pequeña de fe.
El ladrón que estaba junto a Jesús cuando fue crucificado se arrepintió de sus pecados y recibió a Jesús, pero él no había dejado sus pecados y no había vivido según la voluntad de Dios. Por no tener obras, no recibirá ninguna recompensa, pero morará en el paraíso, puesto que se arrepintió de sus pecados y recibió a Jesús.
La siguiente etapa de fe se refiere a los que morarán en el primer cielo. Ellos son salvados, pero no pueden vivir según la Palabra de Dios aunque tratan de vivir así. Todo aquel que lucha por dejar sus pecados recibirá una corona incorruptible de gloria por vivir según la Palabra de Dios, dejando sus pecados y por dar la gloria a Dios (1 Pe. 5:4).
La siguiente etapa de fe se refiere a los que morarán en la nueva Jerusalén por amar a Dios sinceramente y por agradar a Dios. Ellos recibirán la corona de Justicia (2 Ti. 4:8) o la corona de oro (Ap. 4:4) por ser santos y por cumplir bien sus deberes.
Debemos entender que en el reino de Dios, según la fe, la recompensa será diferente y la morada también; por lo tanto debemos pensar en "cómo podemos llevar una vida santa según la voluntad de Dios y poder así, darle la gloria por cumplir con nuestros deberes".
La diferencia entre, primer cielo, segundo cielo, tercer cielo y la Nueva Jerusalén es enorme. También en este mundo hay mucha diferencia entre isla, campo y ciudad. Por eso mucha gente quiere vivir en la capital Seúl. Al saber que hay diferentes cielos, tendremos que esforzarnos por ir al mejor de ellos.
Voy a dar un ejemplo: Un hombre que en la Nueva Jerusalén visita el segundo cielo. La luz del hombre que vive en la Nueva Jerusalén es tan fuerte que la gente en el segundo cielo no puede verlo con sus ojos e inclina su cuerpo para saludarle. Así la gloria es diferente. La gente del segundo cielo no puede entrar en la Nueva Jerusalén sin permiso, ya que los ángeles están vigilando en la puerta y la luz es diferente.
Entonces, ¿a cuál cielo quieren ir ustedes?
Eso dependerá de como ustedes han vivido según la voluntad de Dios.
Pasa lo mismo con las casas en el reino de Dios. No se le otorgará casa a los que moran en el paraíso por no tener obras. Para los que tienen obras, los ángeles están construyendo sus casas con joyas y oro según sus obras, y casi están terminadas.
El reino de Dios es como una curta dimensión que está por encima del tiempo y del espacio. Ya que esta tierra en que vivimos es la maqueta del reino de Dios, podemos imaginarlo con facilidad. Por ser cuarta dimensión, podemos pasear como si fuéramos volando, y es un mundo misterioso y eterno, puesto que viviremos como cuerpos espirituales que no tienen peso y no corrompen.
¿Cómo será el reino de Dios?
El agua de vida sale del trono de Dios y fluye al tercer cielo, segundo cielo, primer cielo y el paraíso; y regresa de nuevo al trono.
Imagínese jugar a la orilla del río del agua de vida que es limpia y pura como cristal. hay también arenas suaves y brillantes de oro y de plata. El agua es fresca y su sabor es diferente del agua de este mundo.
Todo está hecho con todo tipo de joyas y oro puro. No hay ninguna suciedad, como el polvo ni maldad como el robo. Las calles están hechas con oro puro y hay todo lo que Dios ha creado.
Hay montañas, arroyos, árboles y animales en orden. Hay avenidas de flores y podemos hablar con las flores y sentarnos con ellas. También podemos hablar con los animales.
El árbol de la vida da diferentes frutos cada mes y cada fruto tiene forma y sabor diferentes. Si tomamos uno, en seguida produce el mismo fruto en el mismo lugar.
Podemos comer con nuestras bocas o olfatear. Si comemos, nos sentiremos alegres y estaremos llenos de comida. Entonces, ¿cómo vamos a defecar? Puesto que allí no hay cuarto de baño.
La comida que tomamos se disuelve y se expele a través de la respiración y su aroma desaparecerá en seguido.
¿Cómo será nuestra apariencia en el reino de Dios?
Nosotros somos iguales que la imagen de Jesús, y estamos formados de huesos y carne incorruptibles, y estamos formados de espíritu, alma y cuerpo incorruptible. Ya que podemos pasar por padres, podemos jugar al escondite.
Nuestra apariencia se convierte en la de Jesús de treinta y tres años. La cara es blanca y brillante como jade blanco y nuestro aspecto es el de la raza blanca.
La altura del hombre es de aproximadamente ciento ochenta centímetros y la mujer es más baja que el hombre, aproximadamente un palmo. La longitud del pelo de todos los hombres no llega hasta el cuello, pero la longitud del pelo de las mujeres varían de acuerdo con sus recompensa, tanto más largo es su pelo, y a veces llega hasta la cintura.
Los minusválidos en este mundo se recuperarán y tendrán un nuevo cuerpo fuerte en el reino de Dios.
No hay casamientos, pero podemos reconocer a los miembros de nuestra familia de este mundo. También un pastor y un rebaño de ovejas pueden ser reconocidos y los miembros de una iglesia pueden reunirse. La gente es mucho más sabia que en este mundo por tener un espíritu claro.
Vida en el reino de Dios
Dios que nos visitó con los vestidos de cáñamo fino, nos otorga también los adornos preciosos de acuerdo con nuestras recompensas. Dios da a la gente las joyas preciosas del reino de Dios para manifestar su amor y gloria; y da el permiso de subir en las nubes de la gloria. También se celebran las fiestas en que podemos reunirnos juntos. Podemos ver los rollos que contienen nuestras vidas en este mundo y hay otras cosas hermosas y misteriosas que no podemos imaginarnos.
La revelación sobre el reino de Dios que el Señor me mostró durante una semana, es cuantiosa. Por no poder explicar todo todavía, lo mostraré detalladamente a través de la publicación de un libro cuando llegue el momento oportuno.
Por haber un mundo eterno y hermoso, esperamos la venida de Jesús que ha estado preparando el lugar para nosotros y debemos vivir según vivir según la voluntad de Dios con el fin de entrar en ese lugar.
Como podemos conseguir buena educación, buen trabajo, buen puesto y buena casa si trabajamos con ahínco en este mundo, podemos conseguir también buena morada, buena corona y buena recompensa en el reino de Dios si cumplimos bien nuestros deberes y llevamos una vida santa. Eso será eterno. Entonces, ¿cómo no podemos hacer esfuerzos por conseguirlos?
Jesús habló de la independencia de Israel en la parábola de la higuera:
"De la higuera aprended la parábola” Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca"(Mt. 24:32-34).
"Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa"(Mt. 24:42-43).
"...que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. por tanto, no duramos como los demás, sino velemos y seamos sobrios" (1 Ts. 5:3-6).
Dios me avisó que la segunda venida de Jesús del cielo estaba cerca. Sólo que no sé su día y hora. Dios reveló ese momento a mí y a mucha otra gente que estaba despierta. Hay muchas personas que saben que ellos serán levantados sin enfrentarse con la muerte.
No puedo contener la emoción al pensar que viviré alegremente con nuestro Señor Jesús en la eternidad.
Hoy también estoy corriendo hacia adelante para ser un pastor que cumple bien sus deberes en este mundo y da buena comida a su rebaño de ovejas.
"¡Señor Jesús, ven pronto!"