• JESUCRISTO: EL SANADOR

    [1 Pedro 2:24]

    11-11-2007 | Rev. Jaerock Lee

    • EL MENSAJE DE LA CRUZ 11

      JESUCRISTO: EL SANADOR

      La Escritura:
      1 Pedro 2:24 “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia\; y por cuya herida fuisteis sanados.”


      Amados Hermanos en Cristo:

      En la última prédica, les hablé de la providencia de Dios al nacer Jesús en un establo, ser acostado en un pesebre, y haber llevado una vida de pobreza. También les dije de las bendiciones que vienen sobre nosotros por esta providencia.
      De acuerdo a la ley del reino espiritual que establece, “La paga del pecado es muerte”, la humanidad entera estaba destinada a morir debido a sus pecados. Jesús fue colgado en un madero y derramó Su sangre para salvarnos.
      Fue colgado en un madero para redimirnos de la maldición de la ley, y derramó Su sangre, lo cual es lo mismo que Su vida, para redimirnos de la muerte.
      Pero, como les compartí en la última sesión, cuando Jesús nació en un establo, fue puesto en un pesebre, y vivió una vida de pobreza no hubo derramamiento de sangre. No tuvo que derramar Su sangre para redimirnos de la pobreza porque la pobreza en sí misma no es un pecado.
      Pero para redimirnos de nuestros pecados, tenía que haber derramamiento de sangre. También, tuvo que derramar Su sangre para sanar nuestras enfermedades y dolencias, porque estas cosas son también provocadas por el pecado.
      Esta es la 11ma. Prédica del Mensaje de la Cruz. Hoy les hablaré sobre la providencia de Jesús al derramar Su preciosa sangre por nosotros. A través de este mensaje, espero que ustedes puedan entender más profundamente el amor del Señor, quien sufrió nuestros dolores y derramó Su sangre por nosotros, y puedan darle gracias desde lo más profundo de sus corazones.
      Oro en el nombre del Señor que sean libres de toda enfermedad y dolencia por la preciosa sangre de Jesucristo y disfruten de la bendición de la salud.


      Amados Hermanos en Cristo:
      Cuando en la providencia de Dios el tiempo de la crucifixión llegó, Jesús fue arrestado por los Judíos, y fue entregado para ser juzgado por Pilato, gobernador de Judea.
      Pilato sabía que Jesús era inocente, pero debido a la presión de la muchedumbre, permitió que Jesús fuera azotado y luego crucificado.
      La crucifixión es un castigo extremadamente cruel, pero ser azotado no es tampoco algo suave ni ligero. Los bien entrenados soldados del Imperio Romano, que era la potencia absoluta en el mundo de esa época, flagelaron a Jesús. El látigo se envolvía en Su cuerpo una vuelta y media. Y no sólo le arrancaba la carne sino que el pedazo de metal al final del azote penetraba dentro del cuerpo.
      Cuando el soldado jalaba fuertemente el látigo, pedazos de carne eran arrancados junto con el azote. Jesús fue flagelado de esta manera. Fue tan lastimado que Sus huesos se veían, y perdió mucha sangre.
      ¿Por qué fue azotado Jesús y por qué tuvo que derramar Su sangre? ¿Por qué dejo Dios que Su único Hijo sufriera estos dolores?
      Isaías 53:5-6 dice, “Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados\; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, (¿Por qué como ovejas? Porque las ovejas van a cualquier lugar si no tienen pastor.), cada cual se apartó por su camino, mas Jehová cargó en él, el pecado de todos nosotros.”
      Como he dicho, Jesús fue azotado y derramó Su sangre para sanarnos. Como vamos a ver después, Éxodo 15:26 dice que si guardamos los mandamientos de Dios y no pecamos, ninguna enfermedad vendrá sobre nosotros.
      Es decir, para sanar de alguna enfermedad, primero debemos ser perdonados de nuestros pecados.
      Mateo 9:2 cita, “Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre un lecho (Hoy en día la gente viene en sillas de ruedas, pero en ese tiempo no existían las sillas de ruedas, así que ese hombre probablemente estaba en una camilla cargado por 4 hombres)\; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten animo, hijo\; tus pecados te son perdonados”
      Después de que Jesús dijera esto, el paralítico sanó, y se puso de pie y caminó. Antes de sanar alguna enfermedad, Jesús primero resolvía el problema del pecado.
      Antes de solucionar el problema del pecado, Dios mira primero nuestra fe. Podemos recibir sanidad sólo cuando tenemos fe. Sólo cuando tenemos fe podemos vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, llegar a ser justos, y ser hijos de Dios que se asemejen a Él. Dios mira nuestra fe y actúa de acuerdo a ella.
      También, Juan 5:14 dice, “Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado, no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.”
      ¿Por qué puede pasar algo peor? Es porque vuelven a pecar. Si no vuelven a pecar, no tendrán problemas nunca más. Ninguna cosa peor vendrá sobre ustedes.
      Por lo tanto, para redimirnos de las enfermedades, tenía que haber derramamiento de sangre.
      Jesús fue azotado y derramó Su sangre para redimirnos de nuestros pecados, y sufrió nuestros dolores para liberarnos de los dolores de todas las enfermedades.

      Queridos Hermanos:
      Mateo 8:17 cita, “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades (En enfermedades se incluyen también enfermedades incurables y otras como polio, discapacidades, etc.) y llevó nuestras dolencias.”
      1 Pedro 2:24 dice, “Y por cuya herida fuisteis sanados.” No dice, “Serás sanado”, sino “Ya has sido sanado.” Aquí se usa el presente perfecto.
      Por eso, aquellos que creen que Jesús nos redimió de nuestras enfermedades al ser azotado y derramar Su sangre no tienen por qué padecer de ninguna dolencia ni enfermedad. Pero algunos que profesan su fe en Dios dicen, “Soy débil, por eso algunas veces caigo y peco. Es difícil vivir completamente conforme a la Palabra de Dios.”
      Si piensan y confiesan que son débiles, serán débiles. Si declaran que es difícil echar fuera el pecado, sus vidas en Cristo serán difíciles.
      Proverbios 18:21 cita, “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.”
      Si confiesan, “Estoy sano por la gracia de Dios,” y “Estoy bien” en cualquier tipo de situación, la gracia y la fortaleza de Dios vendrán sobre ustedes tal como lo declararon. Por eso, podrán vencer cualquier tipo de fatiga, y lo imposible, se les hará posible.
      Cuando reciban la oración de sanidad, no deben declarar, “Creo que voy a sanar porque han orado por mí.” Deben de confesar, “Ya he sido sanado.” Entonces, Dios obrará de acuerdo a su fe.
      Si sólo dicen, “Creo que voy a sanar, pero todavía tengo dolor,” entonces, eso no es fe. Algunos incluso dicen, “¿Cómo puedo decir que estoy sano si aún siento dolor?” Pero si entendieran lo que es la fe espiritual, no dirían esto.
      Marcos 11:24 cita, “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Aquí, también, no dice, “Crean y lo recibirán,” sino “Crean que lo han recibido, y será suyo.
      Hebreos 11:1-2 cita, “Es pues la fe la certeza de los que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.”
      Fe no es confesar algo cuando esto ya se ha cumplido. Cuando esperamos con fe algo que no vemos, se hará realidad. Cuando vemos algo con fe, algo de la nada será creado.
      Pero esto no significa que ello se hará realidad tan sólo confesándolo con sus labios, cuando en su corazón ni siquiera tienen fe. Cuando declaran con sus labios su fe desde lo más profundo de su corazón, se hará de acuerdo a su fe.
      En consecuencia, confesar que ya ha sido sanado y que ya ha recibido esa sanidad no es una mentira sino una declaración de fe espiritual. Es decir la verdad. Déjenme darles un ejemplo: Si usted corta una flor de un árbol y la pone en un florero, la flor ¿Está viva o muerta? ¿Estas flores están vivas o muertas? ¿Tienen raíz o no?
      Parecen estar vivas, pero desde el momento en que fueron cortadas de su raíz, ya han dejado de estar vivas.
      Por eso, sabiendo esto, dirán que están muertas. Y porque fueron cortadas de la raíz, se marchitarán en un par de días. Incluso ahora se están muriendo.
      De igual forma, la Biblia nos dice que los que no han aceptado al Señor están muertos. Ciertamente respiran, comen, y beben, pero la Palabra dice que están muertos. La Biblia afirma que están muertos porque no hay vida eterna en ellos y porque irán al infierno. Y es porque-repito- no tienen vida eterna en ellos. Parecen estar vivos en el momento, pero finalmente terminarán en el infierno. Por eso, conociendo su futuro se puede decir que ya están muertos.
      Es lo mismo con la sanidad de una enfermedad cuando la mira con los ojos de la fe. Si cree y confiesa, “Este virus, germen o cáncer ya ha sido quemado por el poder de Dios,” el Señor obrará de acuerdo a su fe.
      Es porque Jesús ya fue azotado y derramó Su sangre para redimirnos de nuestras enfermedades y dolencias.
      Y debido a que he creído todo lo que está escrito en la Biblia desde que acepté al Señor, he podido vivir por la Palabra, y por eso, hasta ahora nunca me he enfermado ni he ido a un hospital. Jamás he ido a una clínica ni he tomado alguna medicina. Es igual con toda mi familia. ¡Dios obra así, de acuerdo a nuestra fe!
      Pero si ustedes no creen esto ni lo confiesan con fe, sus enfermedades no sanarán. No importa cuantas veces reciban la oración de sanidad, en su corazón creerán, “Todavía estoy enfermo. No estoy sano aún”, y por eso, en efecto todavía están enfermos.
      A menos que rompan con estos pensamientos negativos, no podrán experimentar el obrar de Dios. Si dicen, “Yo creo,” entonces, aun los cuerpos paralizados empezarán a moverse, se pondrán de pie, e inmediatamente caminarán.
      Cuando yo cursaba el 4to. Grado, en una ocasión me dañe las costillas. Desde entonces, en cuanto mi cuerpo se debilitaba o durante el verano, el dolor se acentuaba, de tal manera que me era difícil incluso respirar.
      Pero cuando acepté al Señor, fui sanado incluso de esto junto con otras enfermedades. Cerca de 2 años después de ser sanado, mis costillas comenzaron a dolerme de nuevo al lastimarme levantando algo pesado. Tan fuerte era el dolor que ni siquiera podía caminar bien. Entonces, me dije a mi mismo, “Nuestro Dios es todopoderoso y Él me ha sanado de todos mis males, ¿Por qué debo sentirme adolorido por una cosa tan insignificante?
      Así que puse mi mano sobre la parte adolorida y ore fervientemente. “Creo que seré sano luego de esta oración, y que podré caminar sin sentir ningún dolor.” En ese momento, los pensamientos negativos desaparecieron, y tuve la suficiente fe para que Dios obrara conforme a ella. Inmediatamente después de la oración, me levanté y corrí, y sorprendentemente, el dolor había desaparecido. No podía ni siquiera creer que realmente había sentido ese dolor por varias horas.
      El poder de Dios el Creador no sólo sana enfermedades sino que también se demuestra en el mismo obrar de la creación.
      En la Biblia, podemos incluso ver que tan pronto como Dios ordenó a los huesos secos, los tendones se juntaron, la carne se hizo, la piel los cubrió, el aliento de Dios fue soplado sobre ellos, y formaron un gran ejército.
      Desde su inicio, numerosos miembros de esta Iglesia han experimentado las obras de sanidad de Dios. Especialmente durante las reuniones de avivamiento o en las Cruzadas Internacionales, infinidad de personas han sido sanadas de inmediato, y han subido al estrato a dar sus testimonios.
      Después de recibir al Señor Jesucristo y de arrepentirse completamente de sus pecados, aun las enfermedades más graves son sanadas.
      Únicamente recibiendo la oración desde el púlpito, incluso el cáncer en su etapa terminal, el SIDA, y muchas otras enfermedades incurables son sanadas. Incluso dolencias como la ceguera, sordera, mudez o invalidez son restauradas a su estado normal.
      Algunas veces, antes de que ore por los enfermos, aún durante la alabanza o la prédica, el obrar de sanidad desciende sobre el público junto con lágrimas de arrepentimiento. Permítanme presentarles a una persona que conoció al Señor Sanador de esta forma. La Diaconisa Young Mi Yoo en la localidad de Masan sintió que su vista estaba empeorando muy rápidamente desde enero pasado.
      Su vista se volvió amarillenta. Veía las cosas torcidas o abultadas. También sufría de mareos y nauseas. Se le diagnostico una enfermedad llamada “Harada” que es una dolencia muy rara que afecta a los ojos.
      Dentro de sus ojos se formaban una especie de burbujas o ampollas, por lo que tenía graves problemas para ver. La causa de esta enfermedad aún es desconocida. Incluso después del tratamiento, es muy difícil que la vista vuelva a ser normal.
      Más aun, si estas ampollas seguían creciendo, podían cubrir el nervio óptico y podía perder completamente la vista. Aun después de escuchar el diagnostico, la diaconisa no se contrarió ni se desanimó, sino más bien dio gracias a Dios y se regocijó. Aun cuando pudo haberse quedado ciega y que no hubiera cura para ello, ella aún estaba gozosa y agradecida.
      Creía en el Señor quien al ser azotado nos redimió de nuestras enfermedades y dolencias. Y debido a que había visto tantas obras del poder de Dios manifestadas en esta Iglesia, pensó que era una oportunidad para ella de ser sanada por fe y dar gloria a Dios por ello. Primero examinó su pasado y comenzó a arrepentirse uno a uno de sus errores.
      Incluso antes de eso, ella había visto la sanidad de Dios en su hijo, pero luego cuando su hijo se enfermó, acudió al hospital en vez de confiar en Dios. No tenía paz cuando cumplía con su servicio en la Iglesia. Juzgaba y condenaba a otros hermanos en la fe. Y mientras recordaba estas cosas, se arrepentía de todo corazón.
      Luego de esto, con gozo y confianza, vino a Seúl a recibir mi oración. Poco después de la oración, se dio cuenta que su vista estaba volviendo a la normalidad.
      Cuando se le hicieron nuevos análisis en el hospital, los exámenes mostraron que las ampollas habían desaparecido. Además, su vista que había sido antes de 0.8 y 0.25 mejoró en ambos ojos a 1.2 la cual es la medida normal. Dios la sanó de acuerdo a su fe e hizo que su vista fuera mejor que antes.
      Esta es verdadera fe. Ella no se preocupó, más bien estuvo gozosa y agradecida. Pensó que tenía una oportunidad para darle la gloria a Dios.
      Por eso, se arrepintió de sus pecados pasados y entonces vino para recibir la oración. Por tanto, Dios obró inmediatamente.
      Dios la sanó conforme a su fe, y le dio un regado más al mejorar su vista.

      Queridos Hermanos en Cristo:
      Jesús nos redimió de nuestras enfermedades al ser azotado, pero aun entre aquellos que dicen que creen en este hecho, hay algunos que todavía padecen enfermedades.
      ¿Por qué? Es porque no siguen la justicia de Dios.
      Éxodo 15:26 dice, “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos. Y diereis oído a sus mandamientos y guardares todos sus estatutos, (Dice: Todos sus estatutos. No dice que guardes sólo los más importantes y que no hagas caso o te olvides de los menos importantes, sino que debes cumplir todos sus estatutos) ninguna enfermedad de las que envíe a los egipcios te enviaré a ti\; porque yo soy Jehová tu Sanador.”
      Aquí, Egipto espiritualmente se refiere al mundo, y las 10 plagas que vinieron sobre Egipto durante el Éxodo, se refiere a todas las enfermedades de este mundo.
      Si guardamos los mandamientos de Dios, no padeceremos ninguna enfermedad. Aun si nos enfermamos, si sólo nos arrepentimos y nos volvemos a Dios, Él nos dice, “Yo soy Jehová tu Sanador.”, el Dios Padre todopoderoso nos sanará.
      Por eso, por favor examinen si tienen fe o no. Si verdaderamente creen que Dios es todopoderoso y que Dios es su Padre y su Sanador, ¿Qué deben hacer cuando se enferman? Deben de confiar completamente en Dios el todopoderoso. Si luego de recibir la oración un par de veces, y ésta no obra en ustedes, no deben de confiar en el mundo. La verdadera fe es confiar completamente en Dios.
      Nos dice que hagamos lo correcto no de acuerdo a nuestros propios ojos o a los ojos del hombre, sino a los ojos de Dios. Lo que es correcto difiere en función de cada persona.
      Si hay 10 personas, todos ellos tienen diferentes conceptos de justicia. Sus pensamientos y opiniones son diferentes. La tolerancia de su corazón y de su justicia también es diferente. ¿Por qué discute la gente? Es porque cada uno insiste en que está en lo correcto. Discuten por que cada uno dice que tiene la razón.
      Y Es porque, desde que nacen y van creciendo, ellos ven, oyen y aprenden diferentes cosas. Sus circunstancias y valores son diferentes.
      Lo que para una persona es correcto, para otra no lo es. Por tanto, debemos de tomar la Palabra de Dios, que es la verdad misma como el único patrón o parámetro. Lo que es correcto ante los ojos de Dios es verdaderamente lo único que es correcto.
      Por ejemplo, si unos niños golpean a su hijo, todos ustedes reaccionarán de diferente manera. Algunos padres se sentirán muy angustiados e irían a quejarse donde los otros padres. Por eso, algunas veces, la pelea entre los niños se convierte en pelea entre los padres.
      Otros padres regañarían a su hijo, que en ese momento está llorando porque le han pegado, diciéndole, “¿Por qué te dejas pegar siempre como un tonto? ¡Pégale, tu también!” Otras veces los padres le dicen, “Si te dan un golpe, devuelve dos o tres”
      Sin embargo, ¿Qué es lo que nos dice la verdad? “Si alguien los golpea en la mejilla derecha, pónganle también la izquierda”\; “Sigan la paz”\; “Amen a sus enemigos.” Esta es la clase de justicia ante los ojos de Dios. Si a una persona se le enseña y se le educa en la justicia de Dios, podrá aceptar y entender a muchas otras personas. Podrá llegar a ser un gran líder.
      Y es porque, aun cuando parezca que por el momento es perdida seguir la justicia de Dios, eventualmente Él los reconocerá y los exaltará.
      Cuando oyen que deben guardar los mandamientos de Dios, piensan que es demasiado difícil diciendo, “¿Cómo puedo cumplir con tantos mandamientos?” Sin embargo, guardar los mandamientos de Dios no es algo difícil.
      Si realmente creen que pueden obedecerlos porque es el mandato de Dios y que no son ustedes los que hacen la obra sino el Espíritu Santo, quien los está ayudando, y que Dios les está dando gracia y fortaleza para que lo puedan hacer, les será fácil poner en practica la Palabra de Dios.
      Además, aun cuando parezca que hay demasiados mandamientos, éstos pueden resumirse en los Diez Mandamientos. Además, si sólo cumplen con los 9 atributos del fruto del Espíritu Santo, con el fruto del amor y las Bienaventuranzas, pueden hacer lo recto ante los ojos de Dios. Si tan sólo pueden cumplir con estas cosas, podrán en forma natural cumplir con todas las demás.
      En mi caso, desde que fui un nuevo creyente, cada vez que leía la Biblia y me topaba con un mandamiento de Dios, inmediatamente lo obedecía. Si no podía hacerlo, lo escribía en una hoja y oraba por ello. Poco después, podía sacar lo malo de mi corazón. No pueden obedecer los mandamientos porque ni siquiera tratan de hacerlo y porque aman al mundo más que a Dios.
      Probablemente ustedes tienen en casa un código de normas de conducta de la familia. Viven en paz cuando todos cumplen estas reglas. En el colegio hay normas que cumplir. Deben obedecerlas. En sus trabajos, debe haber disposiciones que se deben de cumplir. Asimismo, hay leyes en un país. Si obedecemos estas leyes, podemos vivir con orden. ¿Es esto muy difícil?
      Los chóferes obedecen las reglas de tránsito. Deben de respetar los semáforos. También deben ser pacientes para esperar que el carro que está adelante se mueva. Si hay congestionamiento de tráfico, deben esperar. El tránsito se congestiona más cuando la gente trata de ir de un lado a otro.
      En cualquier caso, podemos obedecer todas estas reglas. Si lo hacemos, la sociedad, su compañía, su colegio, y su familia tendrán paz. Pero, ¿Es difícil cumplir con estas normas? De ninguna manera. Si se hacen de ellas un buen hábito, no les será nada difícil.
      Si realmente aman a Dios y tienen la firme esperanza del cielo y anhelan la gloria y las recompensas del cielo, no les será nada difícil guardar y cumplir los mandamientos de Dios, y no hay razón para que no puedan obedecerlos.
      No es complicado cumplir con la ley de Dios. Para mí, fue muy fácil guardar la Palabra de Dios\; y era feliz haciéndolo. Esta es la voluntad, el corazón, y la Palabra de Dios: Habernos amado, salvado, habernos dado a Su único Hijo, y habernos preparado un hermosísimo reino de los cielos para nosotros. Por eso, yo era muy feliz obedeciendo la Palabra. Además, es una gran bendición obedecer.
      Cuando era nuevo creyente, ni siquiera sabía muy bien acerca del reino celestial. Estaba solamente muy agradecido a Dios por haberme sanado, y porque lo amaba tanto, comencé a obedecer Sus palabras.
      Comparándola con mi situación, ahora ustedes han escuchado y han aprendido muy claramente sobre el reino de los cielos, por lo que les debería ser mucho más fácil obedecer. Incluso si piensan, “Todavía tengo muchas cosas malas que echar fuera y no sé cuándo las echaré” no tienen por qué preocuparse.
      Así sea enojo, ira, o una mente adúltera, si se concentran lo suficiente y echan fuera las cosas que les resultan más difíciles de desechar con oración y ayuno, entonces, podrán muy fácilmente echar fuera las cosas restantes. Es como cuando se extrae la raíz principal de un árbol, es mucho más fácil sacar las restantes.

      Queridos Hermanos:
      En 2 Crónicas 16, vemos la historia del Rey Asa, del reino de Judá. De hecho, el Rey Asa sirvió muy bien a Dios. Pero cuando el rey del reino del norte de Israel vino para atacar al reino de Judá, la fe con la que anteriormente el Rey Asa había confiado en Dios, cambió.
      Sobornó a una nación pagana para que pelearan contra el reino del norte de Israel. Por eso, un vidente vino a él y le reprendió.
      Le dijo al rey que aun cuando un poderoso ejército pagano los atacara, Dios alejaría al enemigo en cuanto el rey dependiera de Él. Pero en ese momento, el rey prefirió confiar en el ejército extranjero, por lo que Dios alejó Su rostro de él.
      Mientras que el rey confió sólo en Dios, Dios lo protegió. Sin embargo, tan pronto dejó de depender de Él, y puso su confianza en el mundo y en los hombres, Dios alejó Su rostro del rey.
      2 Crónicas 16:9 dice, “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra (Dios busca por toda la tierra y el universo), para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. (Esto quiere decir que Dios muestra Su poder a los que disponen todo su corazón, su mente, su alma y sus fuerzas). Locamente has hecho esto\; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
      Aun después de esta reprensión, el Rey Asa no se arrepintió. Más bien, persiguió al vidente y el muro de pecados que lo separaba de Dios se hizo mayor. Por último, contrajo una severa enfermedad en el año 39 de su reinado.
      Uno tiene un corazón noble cuando escucha la reprensión. El Rey Saúl no oyó cuando el hombre de Dios, Samuel, lo amonestó. Por eso, al final fue por el camino de la perdición. Por el contrario, tan pronto como el siervo amado de Dios, David, hacía algo malo, el siervo de Dios venía a él y se lo señalaba. Entonces, inmediatamente David se arrepentía completamente.
      Esa equivocación fue delatada por Satanás, y debido a ello, pasó pruebas. Pero recibió estas pruebas con gozo. Este es la clase de vasija o de corazón noble y valioso. Dios no podía sino amar a David y usarlo grandemente. David nos mostró uno de los mejores ejemplos de fe.
      Ahora bien, el Rey Asa se enfermó en el año 39 de su reinado. En esta situación, ¿Qué cosa debía haber hecho? Debía haberse arrepentido completamente y confiar en Dios, pero el rey aún así no buscó a Dios sino a los doctores.
      ¿Qué debía de haber hecho?\; ¿Qué hubiera hecho usted en esta situación? Debía de haberse arrepentido y haber puesto su confianza en Dios Sin embargo, todavía confiaba en los doctores, y no en Dios. Y ya que era el Rey, conocía a los mejores médicos. Consultaba a uno, y si no funcionaba, acudía a otro. Por eso, dice la escritura, “médicos” en plural.
      2 Crónicas 16:13 cita, “Y durmió asa con sus padres, y murió en el año 41 de su reinado.”
      Al final, murió debido a la enfermedad. Si hubiera confiado en Dios, Dios se hubiera agradado de él y lo hubiera sanado y así hubiera vivido más años. Pero dado que confió en el mundo y en los hombres, no pudo ver el obrar de Dios, sino que tan sólo murió debido a la enfermedad.
      Dios estuvo muy desilusionado con su obrar, y por eso dejó que este hecho fuera registrado en la Biblia. Al dejar esto escrito, Dios nos está dando una lección de cómo debe ser realmente la fe y qué cosa es verdaderamente creer y amar a Dios. Es lo mismo hoy en día. Muchas personas dicen, “Yo creo en el todopoderoso Dios. Creo que Dios rige sobre la vida, la muerte, la dicha y la desgracia.” Pero en realidad qué hacen si algo les sucede. No ponen su confianza en Dios sino en el mundo. No buscan a Dios en oración sino que dependen de los hospitales y las medicinas.
      Sucede lo mismo con la mayoría de los que viene a recibir mi oración. Han ido a hospitales, gastado todo o casi todo su dinero, y han intentado muchas cosas, pero nada les ha funcionado. Vienen desahuciados de los hospitales. Sólo entonces vienen para que ore por ellos. Eso no es realmente verdadera fe.
      Viene a recibir mi oración porque ahora ya no pueden confiar en el mundo. Y aun así, por Su misericordia, Dios sana a la mayoría de ellos. Pero si hubieran venido inmediatamente después de oír la prédica sin confiar en el mundo, hubieran sido sanados tan rápidamente, sin ningún dolor y sin gastar tanto dinero. Hubieran podido dar gran gloria a Dios.
      No importa cuanto escuchen la Palabra de Dios, debido a que no guardan Sus mandamientos y porque no lo aman de todo corazón, no pueden lograr tener la fe espiritual para ser sanados.
      Ustedes han recibido el derecho de ser hijos de Dios al recibir el Espíritu Santo. Ahora bien, si han salido de la oscuridad y ahora viven en la luz y en la justicia, el muro de pecado entre Dios y ustedes se ha derribado.
      En la medida en que ese muro ya no exista, tendrán fe para creer verdaderamente, y en el grado en que tengan esta clase de fe, podrán experimentar el obrar de Dios en todas las áreas de su vida.
      No se enfermarán, y aun cuando una enfermedad pueda afectarlos momentáneamente, ésta se irá si creen que ya han sido sanados.

      Amados Hermanos en Cristo:
      ¿Cuántos sufrimientos y penurias tienen que soportar para curarse de una grave enfermedad en este mundo?
      Les costará una fortuna, y tendrán que soportar el dolor del tratamiento. Además, no hay ninguna garantía de una completa curación. Por otra parte, aún si es sometido a una cirugía, algunas veces se presentan complicaciones. Pero si confían totalmente en Dios y muestran su fe en Él, serán perfectamente sanados sin dolor y sin efectos secundarios o posteriores.
      Además, su fe crecerá inmensamente a través de la experiencia de la sanidad, y darán gloria a Dios y así podrán salvar a muchas más almas. El impacto multiplicador de su fe será mucho mayor: el doble, triple, cuádruple o aun más.
      Por cierto, desde que se fundó nuestra Iglesia, nunca he enseñado a nadie que deje de tomar medicinas o que no acuda a los hospitales.
      Y es porque, cuando una persona o el mismo paciente no tienen fe, no será sanado por medio de la oración aún si otras personas lo animen a que así lo crea. Yo sólo predico la verdad y les dejo escoger de acuerdo a su propia fe.

      Amados Hermanos en Cristo:
      ¿Alguna vez les he enseñado que no deben tomar medicinas, o que no deben ir al hospital o que no se operen? Únicamente les he enseñado la verdad, y ustedes han decidido conforme a su fe.
      Tan sólo les he hecho saber que Jesús se llevó todas nuestras enfermedades y dolencias y que al ser azotado nos dio la sanidad, por lo que debemos depender de Dios. Sin embargo, podrán experimentar la obra de sanidad divina sólo cuando muestren por sí mismos su fe y actúen de acuerdo a ella.
      Debido a que muchos miembros de la Iglesia Manmin continuamente experimentan este obrar de sanidades, ahora la mayoría de ustedes están sanos. Sus hijos y familiares están también sanos sin ir a ningún hospital. ¡Qué bendición tan grande es esta!
      Porque sólo confían en Dios y porque son sanados por Dios, su fe crece día a día. Sus almas prosperan, y su fe crece, por lo que ninguna enfermedad ni germen puede afectarlos. Ustedes resuelven sus problemas con fe y por fe.
      Muchos de ustedes y de sus familiares no van al hospital por 1, 10, 15 o incluso 20 años.
      Espero que puedan creer totalmente en el amor del Señor quien nos ha redimido de todas las enfermedades, males y dolencias al ser azotado y derramar Su sangre. Por favor, les ruego, que nunca jamás confiesen ni declaren ninguna cosa negativa como, “Aun me encuentro débil. Todavía tengo dolor,” sino que declaren positivamente que ya están sanos, dependiendo de la preciosa sangre del Señor.
      Si dicen, “Estoy cansado. He trabajado todo el día, y tengo que ir a la vigilia y no dormir. Eso me va a cansar más.” Entonces, pasará 1 año, y usted todavía estará cansado. Pero, si declara, cree, y continúa declarando, “Me siento bien y lleno del Espíritu Santo desde que voy a las vigilias, alabando y orando a Dios. Y me sentiré mucho mejor aún, y no estaré cansado, y tendré buena salud,” entonces, mientras lo continúe confesando, después de algunos meses, tendrá salud y no se sentirá cansado.

      Oro en el nombre del Señor para que ustedes diligentemente cumplan con los mandamientos de Dios y confíen completamente en Él en toda situación y asunto, para que así puedan darle siempre gloria a Dios por Sus obras, para quien no hay nada imposible.


      AMEN


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