• Amor Espiritual 20

    20-10-2008 | Rev. Jaerock Lee

    • 1 Corintios 13:11-13
      (11) Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
      (12) Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
      (13) Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

      Amados Hermanos en Cristo y Estimado Público:
      Esta es la prédica número 20 de la serie Amor Espiritual. Con esta prédica finaliza esta serie de mensajes. Sin embargo, ahora que llegan a su fin, es cuando resultan ser más importantes. Debemos recordar cada una de estas prédicas y poner en práctica lo que hemos aprendido para alcanzar este perfecto amor lo antes posible.
      En la última prédica, vimos que el amor es eterno; es decir, nunca deja de ser. Cuando seamos transformados en cuerpos espirituales y vayamos al reino de los cielos, todo este mundo físico desaparecerá. El cielo y la tierra, las riquezas y la fama: Todo este mundo material desaparecerá.
      Y aun lo espiritual, incluso la profecía, las lenguas y toda la ciencia al final también desaparecerán. Porque todo eso es necesario sólo en el mundo físico. Aun, los objetos más valiosos en esta tierra no son eternos.
      No hay nada perfecto en este mundo. Lo único eterno es el amor; y lo único perfecto es el reino de los cielos. Espero que, a través de este mensaje, el único objetivo en su vida sea cultivar este amor espiritual.
      Oro en el nombre del Señor para que lleguen a la Nueva Jerusalén, el lugar más hermoso y perfecto, en el reino de los cielos.
      Hermanos:
      En el texto de hoy, a partir del versículo 11 en adelante, se explica la diferencia entre la vida que vivimos en este mundo con este cuerpo físico y la que llevaremos en el mundo espiritual. Y cita la Escritura: "Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño."
      Hermanos: La mayoría de ustedes ya son adultos. Ya no son niños. Ya han dejado de hacer lo que hacían de niños. Han crecido y ya no se quejan como un niño. ¿Verdad? En esta cita al decir "Cuando yo era niño,..." se refiere al tiempo que vivimos en esta tierra con nuestros cuerpos físicos.
      Y cuando venga lo perfecto; es decir, cuando lleguemos al reino de los cielos, no habrá límite para nada. Comparado con ese mundo espiritual, el actual mundo físico tiene muchas restricciones y limitaciones. Y esa etapa es similar a cuando éramos niños.
      Un niño habla, entiende, y piensa como niño. Si un pequeño se comportara como un adulto, ¿No sería eso algo raro? Un bebé que recién está aprendiendo a hablar y que tan solo puede pronunciar un par de palabras como "papá y mamá", no podrá expresarse en forma correcta.
      Además, los niños no pueden entender cosas muy complicadas. Por ello, no comprenden el mundo de los adultos. Los niños-repito- hablan, comprenden y piensan dentro de su capacidad de niños. Es lo mismo mientras vivimos en esta tierra.
      Por ejemplo: Las joyas en la Nueva Jerusalén son extremadamente bellas. Y es difícil expresar en palabras su brillo y resplandor. Hermanos: El 3er reino de los cielos y la Nueva Jerusalén son muy diferentes. Aun cuando en ambos lugares hay casas que están decoradas con joyas preciosas y oro, la calidad del material es diferente.
      Es porque en este mundo físico no hay nada que se pueda comparar con la belleza de esas joyas. Ni hay tampoco palabras para expresar esa belleza. Sin embargo, en el reino de los cielos, que es perfecto, no hay límite. Podremos expresar esa belleza en su total dimensión.
      Entonces, entenderemos lo infinito y misterioso del reino espiritual; y los principios que lo rigen. Tendremos cuerpos espirituales y viviremos en el reino espiritual, por eso, la profundidad de nuestro discernimiento y entendimiento espiritual será completamente diferente a la que tenemos aquí.
      Oiremos y comprenderemos toda palabra espiritual. Por ejemplo: Las prédicas sobre amor espiritual es palabra espiritual. Nos describe detalladamente este amor espiritual. Pero como estamos viviendo en este mundo con cuerpos físicos, esta clase de amor la tenemos que explicar tomando como ejemplo algo que conocemos en este mundo.
      Y aun cuando el hombre carnal pueda escuchar este mensaje varias veces, no podrá comprender lo que es el amor espiritual. Tal vez, llegue a tener un vago entendimiento. Pero en la mayoría de los casos, lo comprenderá literalmente como simple conocimiento. No obstante, la palabra espiritual debe ser entendida en el espíritu; es decir, con el corazón, no con el cerebro ni con la mente.
      Por ejemplo: Si tanto el esposo como la esposa se tienen amor espiritual, podrán entenderse. Como han sido transformados por la verdad, aun si antes han sentido amor carnal, ahora podrán comprender lo vano y pasajero que es esa clase de amor. Como el amor espiritual es puro, no podrá compararlo con el amor carnal que antes ha sentido.
      Desde luego, aun si tenemos cuerpos físicos, en la medida en que hemos cultivado el espíritu en nuestro corazón podremos entender la palabra espiritual. Sin embargo, comparado con lo infinito del reino espiritual, la profundidad de este entendimiento es completamente diferente.
      Hermanos: Hay 4 niveles de bondad. Los que están en el primer nivel de bondad no podrán entender a aquellos que están en el 4to nivel. Los del primer nivel sólo podrán comprender la bondad de los que se encuentran en su mismo nivel. No podrán comprender el corazón ni la bondad de los que están en el cuarto nivel. El hombre carnal jamás podrá entender el corazón de un hombre de espíritu. Y el hombre de espíritu no podrá comprender al hombre de espíritu perfecto.
      Les doy un ejemplo: Usted ayuda a alguien que está atravesando por un gran problema. Sin embargo, esa misma persona después lo engaña. Usted actuó bien, pero lo engañaron y traicionaron. ¿Cómo reaccionaría si estuviera en el primer nivel de bondad? Se sentiría incómodo. Se preguntaría: Lo ayude en un momento difícil. ¿Cómo puede pagarme así?
      No obstante, si está en el 4to nivel de bondad, procurará ayudarlo otra vez. Aun cuando sabe que lo ha engañado, intentará comprenderlo. No pensará en lo que le hizo. Ni por qué lo hizo. Únicamente tratará de entender su situación con bondad. Tampoco, le guardará rencor. Más bien, pensará en la forma de ayudarlo. No tendrá ningún resentimiento. Por eso, los que están en el primer nivel de bondad, no podrán comprender a los que están en el cuarto nivel. El hombre carnal –repito- no podrá entender al hombre de espíritu ni al de espíritu perfecto. Su nivel de amor también será diferente. Al igual que su nivel de discernimiento del mundo espiritual.
      Lo que experimentamos en este mundo en nuestro cuerpo físico; y lo que luego sentiremos en el mundo espiritual será totalmente diferente. Por ejemplo: En el reino de los cielos, no hay pecado, maldad, mentira, engaño, preocupaciones ni ansiedades. No habrá nada carnal. Todo será amor y bondad.
      Les comento algo: Una familia vino a verme. El esposo tiene un buen trabajo y gana bien. Sin embargo, su esposa nunca estaba satisfecha. La mayor parte del tiempo estaba amargada y no era agradecida. Ella nos confesó por qué era así. Dijo que siempre estaba preocupada y afanada. Y que se había dado cuenta que todo eso era debido a su egoísmo y su codicia. Como era codiciosa, vivía preocupada. Una vez que reconoció esto, pudo entender que no había nada que justificara su ansiedad. Su esposo tiene un buen trabajo y gana un buen sueldo. Además es gentil con ella y la ama. Le da todo lo que quiere. Y aun así, ella no era feliz. Vivía llena de preocupaciones. Entonces, me contó su niñez.
      Ella tenía varias hermanas. Cuando su padre volvía a casa borracho, siempre se quejaba porque no tenía un hijo varón. Ella creció en ese ambiente. No recibió amor, sino creció en medio de preocupaciones y quejas. Un día, se dio cuenta que era codiciosa y que por eso nada la podía satisfacer. Vivía preocupada por cosas por las que no tenía por qué preocuparse. Una vez que ella entendió esto, pudo empezar a cambiar. Ahora vive una vida feliz. Es feliz orando y da gracias en toda circunstancia.
      Hermanos: Una vez que el reino de los cielos esté en su corazón, no tendrá preocupaciones. No tendrá maldad, falsedad ni ansiedades. Todo eso desaparecerá. Y su corazón estará lleno de gozo y felicidad.
      En el cielo, podremos expresar nuestro amor con un lenguaje celestial y serviremos a los demás de todo corazón. Sólo entonces, podremos entender lo que es en verdad el amor espiritual. En el cielo el nivel de comprensión, sentimiento y de expresión de este amor espiritual, será totalmente diferente al que tenemos en esta tierra.
      El amor en este mundo físico y el amor en el mundo espiritual son totalmente diferentes. El corazón de un hombre carnal es completamente diferente al corazón de un hombre de espíritu. El hombre carnal es feliz sólo por estímulo externo. Da gracias sólo cuando hay razón para darlas. Incluso, luego que alguien le ha hecho un favor, si la situación no le conviene; el hombre carnal se olvida del favor recibido y puede llegar incluso a enemistarse con esa persona. Siempre está preocupado. No obstante, el hombre de espíritu jamás estará afanado. No se afanará por el día de mañana, porque todo lo encomienda a las manos de Dios.
      En una ocasión, un hermano me dijo que siempre se sentía inseguro cuando iba en carro porque no sabía en qué momento le podía sobrevenir un accidente. Le reproche esa actitud porque no era un nuevo creyente. Le dije: "Hermano: ¿Cómo puede hablar como un incrédulo? Usted está sirviendo al Dios Altísimo. Al TODOPODEROSO. ¿Por qué, entonces, se preocupa por esas cosas? Si deja todo en las manos de Dios, Él lo protegerá y usted tendrá paz. Si está afanado y preocupado, Satanás lo acusará. Eso pasó con Job. Si hubiera creído y confiado en Dios, Satanás no lo hubiera acusado.
      Volviendo al mensaje: Incluso en este mundo, en la medida en que ha cultivado su corazón en el espíritu; es decir, de acuerdo a su medida de fe, la forma de expresarse, de discernir y de pensar de cada uno será totalmente diferente. Algunos serán como niños mientras que otros serán como adultos.
      Esto es porque la fe también debe crecer. En 1 Juan 2:12-14, cada nivel de fe se compara con el crecimiento de un bebé, de un niño, de un joven y de un adulto. Los que tiene la fe de un bebé o de un niño, son como niños espirituales.
      Cuando hablan, no expresan ni explican bien las cosas espirituales. Igualmente, su comprensión será la de un niño. Por ello, no pueden realmente entender lo profundo del espíritu. Además, su capacidad también estará limitada a la de un niño pequeño.
      No tendrán la suficiente fortaleza para practicar la Palabra. Pero cuando llegan a ser jóvenes o adultos, sus palabras, su forma de pensar y sus acciones serán diferentes. Desde luego, la fe de los padres o adultos es muy diferente a la de los jóvenes. Los adultos hablarán y discernirán más en el espíritu.
      El grado de amor a Dios y de compresión de lo espiritual también será diferente. Tendrán mayor fortaleza para vivir conforme a la Palabra de Dios y saldrán victoriosos en la confrontación contra el poder de las tinieblas. Sin embargo, aun cuando alcancemos la fe de un adulto en este mundo, seremos todavía como niños comparados a lo que seremos cuando lleguemos a tener cuerpos espirituales y a entrar al reino de los cielos.
      Es porque en esta tierra tenemos limitaciones físicas. Y aun cuando cultivemos el espíritu perfecto y demostremos sabiduría y poder espirituales, todo ello es insignificante comparado a la autoridad y a la sabiduría que tendremos en el perfecto reino espiritual. En el reino de los cielos, no habrá límite para nuestra sabiduría y capacidad.
      Volviendo a la prédica: Cuando llegamos a ser adultos, no tenemos las mismas restricciones que cuando éramos niños. Cuando crecemos, dejamos de hacer las cosas que hace un niño. Es precisamente lo que Pablo dice en la cita de hoy: "...mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño."
      Cuando vivamos una vida perfecta en el cielo, nuestras palabras, nuestros pensamientos y entendimiento del mundo espiritual serán también perfectos. Es decir, empezaremos una nueva vida. La niñez es una etapa en nuestra vida que nos prepara para ser adultos. De la misma forma, la vida en esta tierra es un tiempo de preparación para la vida eterna.
      Tal como los niños crecen y llegan a ser adultos, la vida en este mundo pasará muy rápidamente y vendrá la vida eterna. La etapa de la niñez pasa muy rápido. Y este mundo es como una sombra comparada con la vida eterna en el reino de los cielos.
      Una sombra desparece tan pronto como el sol se pone. Sólo existe en tanto el sol está en el cielo. El mundo y la vida en esta tierra son justamente como una sombra.
      En 1 Crónicas 29:15 David cita lo siguiente: "Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura."
      La sombra de una persona no sólo es algo temporal, tampoco es real. No importa lo mucho que golpee su sombra: ¿Acaso le dolerá? No. No le dolerá porque no es real. Si fuera real le dolería. Ahora bien: Pregúntese: ¿Una sombra permanece para siempre? La sombra cambia dependiendo de la posición del sol.
      La sombra es solo una imagen que se parece al objeto real. Cuando vemos la sombra de algo, podemos percibir la forma general de ese objeto. Este mundo físico es como una sombra que nos da una ligera idea del mundo eterno.
      Pasará tan rápido como pasa una sombra. Todas las cosas de este mundo pasarán y desaparecerán. Cuando Dios llame su espíritu, no podrá llevarse nada de este mundo. Los que son sabios acumularán tesoros en el cielo. No sabemos el futuro por eso debemos acumular tesoros en el cielo y recibiremos recompensas en el reino de los cielos.
      Oro en el nombre del Señor para que no pongan sus ojos en esta vida temporal y pasajera, sino que siempre miren al eterno y perfecto reino de los cielos.
      Estimado Público:
      Cuando la sombra; es decir, la vida en este mundo, se termine; entonces, lo real será claramente revelado. El pasaje de hoy, en 1 Corintios 13:12-13 cita: "Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor."
      Ahora conocemos el mundo espiritual en forma vaga y borrosa, como cuando nos vemos en un espejo empañado. Pero cuando vayamos al cielo, entenderemos todo claramente como si lo viéramos cara a cara. Tal vez algunos se pregunten ¿Cómo es posible que alguien no se vea claramente en un espejo?
      El apóstol Pablo escribió este capítulo sobre el amor hace más de dos mil años. En esa época, los espejos no eran como los de ahora. No eran hechos de vidrio. Se molía la plata, el bronce o el acero y se pulía el metal hasta que reflejara la luz.
      Por eso el apóstol Pablo dice: "Ahora vemos por espejo, oscuramente;..." Una pregunta hermanos: ¿Cómo podemos ver ahora el reino de los cielos? No lo vemos con nuestros ojos físicos, sino con los ojos de la fe. Creemos lo que escuchamos del cielo y esa imagen se forma en nuestro corazón.
      Por cierto, algunos de ustedes ven el reino de los cielos más vívidamente que otros. Aun así, es sólo una imagen comparada con lo que en realidad veremos cuando estemos en el cielo. En un espejo borroso, únicamente distinguimos la forma y los colores de manera vaga.
      De la misma forma, ahora podemos sentir sólo en forma general la belleza y la felicidad en el cielo. Cuando el reino eterno, el mundo perfecto, venga, experimentaremos directamente el reino de los cielos en el mismo cielo. Veremos claramente cada detalle del reino y los sentiremos claramente, por eso nuestra vivencia será completamente diferente.
      Sentiremos realmente la belleza y el gozo del reino celestial. Por ello, el pasaje de hoy en el versículo 12 señala: "Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido."
      En ese momento, podremos entender todo lo espiritual en la misma medida en que el Señor nos ha conocido. El Señor nos conoce muy bien. Conoce nuestro corazón, pensamientos e incluso lo más recóndito que hay en nosotros. De lo que ni aun nosotros estamos concientes.
      En el primer capítulo del Evangelio de Juan, Jesús elogia a un israelita llamado Natanael.
      Juan 1:47 cita: "Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño." Natanael se quedo muy sorprendido porque se dio cuenta que Jesús conocía lo que había en su corazón sin haber hablado nunca con él.
      Hermanos: Dios conoce perfectamente nuestro corazón, y Su palabra es más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
      La primera parte de Lucas 12:7 señala: "Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados..."

      Tal vez se pregunte: ¿Cómo es que Dios nos conoce tan bien? El Salmo 33:15 dice: "El formó el corazón de todos ellos; atento está a todas sus obras." Es porque Dios hizo nuestro corazón. Así como el Señor nos conoce a la perfección, cuando vayamos al cielo, nosotros conoceremos realmente a Dios.
      Comprenderemos perfectamente lo grande e inmenso del amor de Dios y de su indescriptible belleza.
      Queridos Hermanos:
      Aun cuando ahora hagamos un esfuerzo sobre humano de imaginación, no alcanzaremos a comprender la belleza del reino de los cielos.
      Y es porque el cielo es un lugar perfecto. En este mundo aun cuando podamos saber mucho del reino espiritual y experimentarlo a través de los diversos dones, no podremos jamás entender en forma completa el gozo del reino de los cielos.
      Lo llegaremos a comprender plenamente cuando estemos allí. Y lo más importante es que en el reino de los cielos lo más preciado será el amor. Únicamente el amor nunca dejará de ser. El último versículo del capítulo; el verso 13 cita: "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor."
      El capítulo del amor concluye enfatizando que el amor es el mayor de todos los dones. Siempre debemos tener fe y esperanza. Ambos son dones muy valiosos. Solo por fe somos salvos y vamos al reino de los cielos. Solo por fe llegamos a ser hijos de Dios. Por eso, la fe vale más que el oro y es el tesoro de todos los tesoros. Sólo con fe agradamos a Dios. Y si agradamos a Dios, nuestras oraciones serán respondidas. La fe es la llave para toda respuesta.
      La esperanza también es muy valiosa. Podemos tener una mejor morada en el cielo si tenemos esperanza. Es la esperanza la que nos impulsa y sostiene en nuestra carrera hacia la Nueva Jerusalén.
      Ahora bien: Si tenemos fe, tendremos esperanza. Si creemos en Dios, en el cielo y en el infierno, tendremos la esperanza de ir al cielo. Igualmente, mientras más grande sea nuestra fe, no sólo nos conformaremos con ir al cielo, desearemos ir a la mejor morada posible y obtener las mayores recompensas.
      Si tiene fe, no dejará de amar a Dios y al Señor y estará lleno de una sobreabundante esperanza por la Nueva Jerusalén. Y debido a esa esperanza, se esforzará por santificarse y servir más fielmente al reino de Dios
      La fe y la esperanza son algo imprescindible hasta que lleguemos al reino de los cielos. Pero: ¿Por qué el amor es el mayor de todos? Es porque si cultivamos amor, llegaremos a ser verdaderos hijos de Dios. Con fe, somos salvos y vamos al cielo. Con esperanza, podremos tener una mejor morada en el reino de los cielos.
      No obstante, no todos van a la Nueva Jerusalén sólo por tener fe y esperanza. Podremos ir al Paraíso, al primer reino, al segundo o al tercer reino de los cielos de acuerdo a nuestra medida de fe y a lo que hemos alcanzado con esperanza.
      Entonces: ¿Quiénes podrán ir a la Nueva Jerusalén? Sólo aquellos que están calificados para entrar a la santa ciudad. En la Nueva Jerusalén, la ciudad de Dios, sólo los verdaderos hijos e hijas de Dios serán dignos de entrar.
      Tal vez me diga: Todos somos hijos de Dios hechos a Su imagen y semejanza. Sin embargo, Mateo 5:9 señala: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios."
      Debe saber lo importante que es seguir la paz. Dice la escritura: "Bienaventurados los pacificadores." ¿Por qué son bienaventurados? Porque serán llamados hijos de Dios. ¿Acaso se puede llamar "Hijos de Dios" a los que causan problemas en la familia; a los esposos que discuten o a los que se pelean con los vecinos o hermanos? CLARO QUE NO. Esos no son "Hijos de Dios." La Biblia lo dice así.
      ¿Cuál es significado espiritual de este pasaje? La Biblia se refiere a los hijos de Dios que son perfectos; y que Él acepta y reconoce como tales. Esos hijos han alcanzado el espíritu perfecto; es decir, el 4to y 5to nivel de fe. Esos son llamados hijos de Dios. Hebreos 12:14 cita: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor." Así es. No verá a Dios si no sigue la paz.
      Los que vayan al Paraíso o al primer o segundo reino no podrán ver al Señor ni a Dios cara a cara. Tampoco podrán conversar con el Señor ni con Dios. Estarán muy avergonzados para estar mirar Su rostro. Si el Señor estuviera frente a ellos, no podrían ni alzar la vista para verlo.
      No lo podrían hacer porque Dios es santo, perfecto y puro. Y porque les enseñó a ser perfectos, santos y a no pecar. Pero no obedecieron y por eso han ido al Paraíso o al primer o segundo reino de los cielos. Por ello, la Biblia dice que no verán al Señor.
      Repito la cita: Mateo 5:9 dice "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios." Les pido algo Hermanos: Examinen su vida cristiana a ver si en algún momento han roto la paz con otros hermanos o hermanas; con sus padres; con su esposo o esposa, o con sus hijos. Por favor: Les ruego. Examínense y vean si son o no verdaderos hijos e hijas de Dios.
      Un verdadero hijo de Dios, es un hijo totalmente santificado y que refleja a su Padre. Esos hijos siempre están en paz con todos, siguiendo el ejemplo de Jesús- el primer Hijo de Dios y Su perfecto reflejo.
      Retomando el mensaje: En el cielo veremos todo directamente, por eso será natural creer todo. Además ya habremos recibido nuestras recompensas y moradas, y ya habremos visto a Dios y al Señor. Por eso, no necesitaremos más tener esperanza. Porque lo que ha esperado ya lo ha alcanzado.
      Lo único que aún necesitaremos es AMOR. Dios considera el amor como lo mayor de todo. La fe y la esperanza son de bendición. Las necesitamos para ser salvos, ir al cielo y tener una mejor morada y mejores recompensas.
      No obstante, el amor será lo más valioso, porque será lo que compartiremos con Dios. La razón por la que Dios cultiva al ser humano es el AMOR. El camino más corto para alcanzar este amor y llegar a ser verdadero hijo de Dios es imitar a Jesús, quien es el perfecto modelo de un verdadero hijo de Dios.
      Ahora bien: ¿Quién es el Señor, Jesucristo? Él es la Palabra, el Verbo y la Verdad. Por eso, para reflejar al Señor, deberá llevar la Palabra en su corazón. Hermanos: Entre todos los mensajes que he predicado, les pido que presten especial atención a: Las Bienaventuranzas, Amor Espiritual, Los 9 Frutos del Espíritu Santo que son el modelo o la norma que nos van a decir el nivel espiritual que hemos alcanzado.
      En la medida en que llevemos el fruto de estas prédicas en nuestro corazón, habremos también cultivado el perfecto amor. Por ello, como obreros diligentes, espero que, día a día, cultiven estos mensajes en su corazón y lleven abundante fruto.
      Amados Hermanos y Estimado Público:
      Hasta hoy, hemos compartido el capítulo del amor espiritual. Literalmente, sólo hemos visto un capítulo de la Biblia. No obstante, espiritualmente, es como si hubiéramos visto el "Mapa del Tesoro" que nos dice dónde está escondido el mayor de todos los tesoros.
      Estas prédicas sobre el amor espiritual son como el mapa que nos muestra detalladamente el camino a la Nueva Jerusalén. Sin embargo, aun cuando tengamos el mapa y podamos saber el camino, no nos servirá de nada si no emprendemos la marcha.
      Demos gracias a Dios porque haber tenido la bendición de escuchar estos mensajes y porque ahora pueden iniciar el trayecto. Una vez que hayan alcanzado el completo y perfecto amor: ¿Por cuántas puertas tendrán que pasar en el cielo?
      Ya está en el paraíso. Significa que ya paso por esa puerta. Ya es salvo. Ahora, debe entrar al primer reino. Ya paso por esa puerta. También ha atravesado la tercera puerta para entrar al segundo reino. Ha hecho lo mismo con la cuarta puerta para entrar al tercer reino. Y ahora: Hay una puerta delante suyo. Si. Es la puerta de entrada a la Nueva Jerusalén y está resguardada por ángeles. Esa puerta está hecha de perlas. Hay 12 puertas de perlas en la Nueva Jerusalén. Tiene que pasar por una de ellas para entrar a la ciudad. Y esta es la quinta y última puerta.
      Por eso, para llegar a la Nueva Jerusalén tiene que atravesar las 5 puertas. Para entrar a la santa ciudad, deberá lavar sus vestiduras. Eso significa que deberá santificarse. Cuando haya alcanzado a tener este amor que detalla el capítulo del amor espiritual, eso querrá decir, que está cerca de la Nueva Jerusalén.
      Ahora: Para finalizar hagamos un breve repaso del camino que describe este capítulo del amor espiritual para llegar a la Nueva Jerusalén. El amor puede dividirse en amor carnal y amor espiritual. El amor que trata este capítulo del amor espiritual es el verdadero amor, que nunca cambia.
      Sin amor espiritual todo lo que haga no servirá de nada. Incluso si habla palabras angelicales, o profecías o si tuviera la fe para mover una montaña, si no tiene amor de nada sirve. El capítulo del amor espiritual menciona específicamente lo que no es el amor.
      La envidia, el orgullo, la arrogancia y la amargura no son muestras de amor. El amor es paciente o sufrido, es benigno o amable, no es jactancioso o arrogante y no guarda rencor. Si nos esforzamos en cultivar estas virtudes que son producto del amor y las practicamos, nuestro corazón estará cada vez más lleno de amor espiritual.
      La Escritura dice también que este amor nunca deja de ser. Aun en el reino de los cielos, este amor será eterno. El amor es la razón y el propósito del cultivo del ser humano.
      Es el requisito imprescindible para ir a la Nueva Jerusalén como verdaderos hijos e hijas de Dios. Aún hasta el día de hoy, Dios Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta con tal de hacer de todos ustedes Sus verdaderos hijos.
      Espero que todos confíen en este amor y se esfuercen para llegar a ser verdaderos hijos de Dios.
      Oro en el nombre del Señor Jesucristo para que todos lleguen a compartir este verdadero amor con Dios en la Nueva Jerusalén.

      [Amen]


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