[Apocalipsis 20:11-15]
19-12-2008 | Rev. Jaerock Lee
Título: Sermón sobre Apocalipsis <85>
Escritura: Apocalipsis 20:11-21:1
Apocalipsis 20:11-15
[11] Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
[12] Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
[13] Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
[14] Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
[15] Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
Apocalipsis 21:1
[1] Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
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En el mensaje anterior hablé acerca del Juicio del Gran Trono Blanco basándome en las Escrituras, así que, para complementar lo que está escrito, voy a darles explicaciones más detalladas para que ustedes puedan tener un mejor entendimiento general al respecto.
Vamos a estudiar la escena del Juicio, con el trono de la Trinidad de Dios en el centro y la existencia de un juez quien ayuda en el juicio. Frente al libro se encuentran los libros y el Libro de la Vida, así como un amplio mar de cristal.
Todas las acciones de aquellos a ser juzgados están registradas en los libros, y los nombres de las almas que han alcanzado salvación están escritos en el Libro de la Vida. Originalmente, el mar de cristal es el mar del cielo, el cual está lleno del agua del Río de Vida, y es tan limpio y transparente que se puede ver inclusive a los peces hermosos jugando.
Sin embargo, ésta sección aparece ante el Trono en el primer cielo como una herramienta para el Juicio. Éste juega el papel de pantalla donde se despliegan las acciones de los toda la humanidad.
Ante el Trono de Dios estarán innumerables almas quienes han sido cultivadas en la tierra desde que Adán cometió pecado y estarán esperando el Juicio. Mateo 25:33 explica este Juicio Final diciendo: “Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.”
Al hablar de “ovejas” se refiere a los justos que han alcanzado salvación, y los “cabritos” constituyen quienes no son salvos. Por lo tanto, las almas salvas estarán a la derecha del Trono de Dios, y las almas sin salvación estarán a la izquierda.
Por supuesto, como les expliqué en el sermón anterior, no todas las almas a ser juzgadas estarán ante el Trono en el primer cielo. La mayor parte de las almas salvas estarán en el primer cielo, pero las almas que se encuentran en el Sepulcro Superior, en el Hades, y en el segundo cielo, permanecerán en esos lugares.
Les expliqué que simplemente será como si todas las almas estuviesen en el mismo espacio porque Dios abrirá varias de ellas y serán como un solo. Cuando se abra el espacio espiritual, aquellas almas en el Hades sentirán también la majestad y autoridad del Trono de Dios como si estuviesen delante del Trono mismo de Dios en el primer cielo. Las almas en el Huerto del Edén, así como algunas almas que ya estarán recibiendo el castigo en el Infierno podrán observar el Juicio ya que todas los espacios estarán abiertos.
Aquellos que se acerquen al Trono para recibir el Juicio estarán vistiendo cierto tipo de cuerpo; las almas salvas vestirán un cuerpo resucitado, las almas sin salvación vestirán en cierto modo su propio cuerpo.
Para que lo entiendan mejor, permítanme explicarles brevemente acerca de los diferentes tipos de cuerpos en los diferentes espacios.
Cuando un hombre se cultiva en la tierra, éste viste el cuerpo del primer cielo, que es el mismo para usted y para todos los hombres. Y cuando termina el período de vida de una persona en este mundo, su espíritu sale de su cuerpo físico como si se despojase de una prenda de vestir.
Por lo tanto, mientras permanece en el Sepulcro Superior, o en el lugar de espera en el Paraíso, tomará la forma de un espíritu. El espíritu de una persona se pondrá el cuerpo resucitado cuando empiece el Banquete de las Bodas.
Este cuerpo resucitado es adecuado para el espacio del segundo cielo, pero la gente continuará vistiéndolo en el primer cielo durante el Reino Milenario. A pesar de que el cuerpo resucitado es un cuerpo espiritual, no es un cuerpo celestial, por lo tanto la gente en la carne podrá verlo y tocarlo.
Finalmente, luego del Juicio Final, la persona podrá vestir el cuerpo celestial que será el apropiado para el cielo. Este cuerpo celestial será aquel que exhibirá los galardones; la luz, aroma y gloria son diferentes en cada cuerpo.
Cuando muere un hombre que no ha sido salvo y se dirige hacia el Hades (Sepulcro Inferior), permanecerá ahí en la forma de espíritu, sin el cuerpo físico. No obstante, cuando descienda al infierno luego del Juicio, vestirá el cuerpo que será el adecuado para el espacio del infierno. Este cuerpo será imperecedero y no se desvanecerá ni desaparecerá; mientras se queme en el fuego y el azufre sufrirá y sentirá la tortura del infierno.
El Dios Trino quien se sienta en el Trono para juzgar también adquirirá una forma; pues, el Juicio Final no será ejecutado por Dios el Padre solamente. Por supuesto que el Juez es Dios el Padre, pero el Señor y el Espíritu Santo también tendrán autoridad para juzgar.
En Juan 5:27 dice: “y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.” De esta manera, está diciéndonos que el Señor tiene autoridad para ejecutar juicio. Adicionalmente, Juan 16:8 dice: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” Esto indica que también al Espíritu Santo se le ha dado autoridad para juzgar.
El Padre y el Espíritu Santo garantizarán, desde la perspectiva de las almas, que el juicio de Dios el Padre sea recto. El Señor vino a este mundo en forma de hombre, y Él mismo experimentó todo aquello que experimenta cada individuo. Asimismo el Espíritu Santo conoce bien el corazón de las personas, por lo que intercede por ellas con gran misericordia y bondad.
Primeramente, las almas salvas se evaluarán de acuerdo a los estándares de los nueve frutos del Espíritu Santo, las Beatitudes, y el Capítulo del Amor; luego Dios el Padre pasará juicio y proclamará el lugar de morada eterna de la persona y cuán grande será su recompensa.
Seguidamente, el Señor y el Espíritu Santo garantizarán que el juicio sea recto desde la perspectiva de aquellos quienes han sido cultivados. No obstante, este no es el fin del Juicio ya que existe un proceso de confirmación.
Abraham, Elías, Enoc, y Moisés, quienes son los individuos de rango más alto entre los habitantes del cielo, asesorarán a Dios en el Juicio Final. Según lo que les expliqué en la serie de estudios titulada “Cielo”, estos cuatro estarán exentos de Juicio. Su santidad y perfección ya es reconocida, y sus moradas celestiales así como sus recompensas les serán dadas antes del Juicio Final; ellos ya visten el cuerpo celestial.
Entre estos cuatro, Elías y Enoc no hablarán mucho sino que llegarán a ser los estándares del Juicio por ser los mejores frutos de la cultivación humana. Por otro lado Abraham, el Padre de la Fe, será asesor en el Juicio en el campo de la fe, asimismo Moisés, quien será asesor en el campo de la Ley.
Aparte de estos cuatro, existirán miembros de un jurado. Los 24 Ancianos del cielo serán el jurado del Juicio del Gran Trono Blanco. Yo ya les expliqué quiénes son estos 24 ancianos durante el estudio del 4to Capítulo de Apocalipsis.
Brevemente, entre aquellos que entrarán a la Nueva Jerusalén, estarán los que han sobresalido en cierta área, por tanto podrán llegar a ser estándares del Juicio. Estos serán quienes hayan logrado tener el mejor corazón, al igual que una joya, en las áreas de fe, esperanza, amor, fidelidad, bondad, verdad, honestidad e integridad.
Estos serán juzgados antes de posesionarse en la silla del jurado, aún antes de todos los demás. El primero en ser juzgado será el apóstol Pablo quien es el mayor de los 24 Ancianos. El momento que Pablo reciba el Juicio, su vida será revelada de manera minuciosa ante los ojos de todas las almas.
Se revelará la manera en la que amó al Señor así como la forma en la que venció las numerosas persecuciones, su fidelidad y todo lo que alcanzó en su vida. Entonces, las Tres personas de Dios y los 4 profetas garantizarán que todo sea verdadero para que de ese modo se ofrezca la gloria y recompensas debidas.
Los demás Ancianos se presentarán ante el Juicio según su turno y recibirán sus propios galardones. Adicionalmente a esto, existen unas pocas personas más quienes recibirán el Juicio de Recompensa antes del Juicio del Gran Trono Blanco.
Entre estas se encuentran María Magdalena y la Virgen María quienes son las mayores entre las mujeres. Cuando estas se presenten ante el Juicio, todo será revelado, incluyendo su amor perfecto y sincero por el Señor.
El hecho mismo de que se presenten ante el Juicio será placentero para Dios quien desarrolló la cultivación humana, y recibirán galardones aún mayores a los que ya les han sido asignados.
Ahora pregunto: “¿Qué tipo de tarea como jurado desempeñarán los 24 Ancianos?
En este mundo, la culpabilidad del acusado se define de acuerdo a la reglamentación mayoritaria del jurado, pero en el caso del Juicio del Gran Trono Blanco las cosas no serán así. Los 24 Ancianos llegarán a ser los estándares del Juicio y garantizarán el Juicio perfecto de Dios.
Por ejemplo, cuando se presente un hombre quien haya sido fiel en su amor y con un corazón apasionado por Dios, éste será juzgado frente al Apóstol Pablo. Luego de evaluar cuán valiosa y preciosa ha sido su fidelidad se le darán las recompensas correspondientes.
Por el contrario, digamos que había un hombre quien solía creer en Dios pero que se apartó de Él por causa de las persecuciones, viviendo luego según la vida de la gente del mundo. Éste hombre posiblemente trate de defender su situación en el Juicio alegando que no pudo mantener su fe debido a las persecuciones.
Entonces, el Apóstol Pablo, quien murió bajo la persucucion grande, o Daniel, quien no cedió sino que aceptó el foso de los leones, saldrá al frente. Cuando uno de estos explique la situación que logró vencer y se refiera a la fe, aquel hombre no podrá hacer nada más que permanecer callado y no podrá dar ninguna excusa por el hecho de haber traicionado al Señor.
De esta manera el Juicio del Gran Trono Blanco será organizado por la Trinidad de Dios, quien es el Juez, junto con los profetas y con los 24 Ancianos. Aún si Dios tuviese que gobernar solo, el Juicio sería perfecto y preciso, sin duda alguna. Sin embargo, al permitir que todas estas personas confirmen Su juicio, se juzga a cada alma de manera más cuidadosa.
Ahora, mientras inicia el Juicio Final propiamente dicho, las almas que no han recibido salvación serán juzgadas primero. Los pecadores no podrán presentarse frente al Santo Dios y mirarlo directamente a Sus ojos.
Por lo tanto, aquellos recibiendo el castigo en el Hades, la antesala al infierno, permanecerán ahí para ser juzgados. Aquellos cuyo pecado sea mayor serán juzgados primero, y se decidirá el castigo, ya sea en el Lago de Fuego o en el Lago de Azufre.
Una vez que las almas sin salvación hayan sido juzgadas, las almas salvas recibirán su juicio. No obstante, el juicio para aquellos que han sido salvos por fe NO será para castigo sino para decidir su cuál será su morada y sus galardones, este es el “Juicio de Recompensa.”
Con este juicio se dará cumplimiento a lo que dice la Biblia en Apocalipsis 22:12 donde leemos: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” Este Juicio de Recompensa tendrá lugar en un ambiente de tranquilidad.
En el caso de las almas salvas, el juicio se dará primero para aquellos cuya medida de fe y sus recompensas son mayores. Cuando haya terminado el juicio, todos se dirigirán a una a sus moradas.
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
El Apóstol Juan, en su visión observó los 7 años miserables de la Gran Tribulación, así como el Juicio Final en el cual culmina la cultivación del hombre; y finalmente él vio el cielo.
Apocalipsis 21:1 dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.”
Al decir que “el primer cielo y la primera tierra pasaron” se está refiriendo a que el espacio del primer cielo ya no será necesaria. Como lo expliqué en el sermón anterior, el primer cielo es el espacio creado para la cultivación humana, y debido a que esta ha culminado, este será eliminado.
Esto significa que ya no será dirigido por el poder de Dios y que ninguna forma de vida prosperará a pesar de que el espacio no desaparecerá. Al terminar el Juicio Final se determinará una morada para cada alma donde vivirá por siempre.
Observemos brevemente cada esfera después del Juicio Final:
En el tercer cielo se encuentra el Cielo al cual entran las almas salvas. No obstante, entre las almas salvas, aquellos quienes murieron en el vientre de su madre no vivirán en el Cielo sino en el Sepulcro Superior.
En el segundo cielo está el Huerto del Edén donde vivirán los descendientes de Adán que no han sido cultivados hasta que lleguen a serlo. En el segundo cielo originalmente existía un área de luz y un área de oscuridad en la que gobernaban los espíritus malignos. Después del juicio estos espíritus serán confinados al Abismo, por lo que el área de oscuridad desaparecerá, y solamente permanecerá el área de luz.
En el primer cielo, como expliqué anteriormente, Dios cierra la puerta y permanece como un lugar sin uso.
Existe también el espacio del infierno, la cual difiere de algún modo al primero, segundo y tercer cielos. Entre las almas cultivadas existirán algunas que permanecerán en el Lago de Fuego o en el Lago de Azufre por siempre.
Sin embargo existe una excepción; los fetos o niños que no son salvos permanecerán en el Hades. Se explicará más acerca del Hades después del Juicio Final en el sermón sobre el Infierno.
Y por último tenemos al Abismo, el lugar más profundo en el infierno, en el cual están confinados los espíritus malignos.
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Una vez que se definan las moradas, casi no habrá intercambio entre los diferentes espacios. Las personas del tercer cielo, los ciudadanos del cielo, no tienen ninguna razón para ir hasta el primer cielo, así como tampoco aquellos en el segundo cielo tienen razón para ir al tercer cielo.
¡Por supuesto que existen excepciones! Por ejemplo, en una ocasión especial Dios posiblemente envíe a algunos del segundo cielo a presentarse ante los del tercer cielo. Entonces algunos de los líderes del segundo cielo podrán venir al tercer cielo. No obstante, la diferencia entre cada espacio será tan grande que esto no podrá ocurrir con frecuencia.
Ahora, antes de profundizarnos en el estudio del cielo, observemos la vida en el Sepulcro Superior y en el Huerto del Edén.
La gente ha vivido pacíficamente en el Huerto del Edén desde el tiempo de Adán, el primer hombre. Luego de que Adán fue desterrado y durante el tiempo en que la cultivación humana progresaba en el primer cielo, los descendientes de Adán vivieron de la manera que conocían.
Ellos no necesitan vestir ropas para cubrirse de la vergüenza de la desnudez porque el pecado no entró en ellos. No obstante, aunque no utilizan vestimenta, no significa que viven una vida primitiva.
Como les enseñé durante el estudio de Génesis, ellos disfrutan de una civilización altamente desarrollada que no se puede comparar a aquella en este mundo; disfrutan de un hermoso ambiente natural y tienen una civilización que han desarrollado con su sabiduría, además han procreado descendientes y han prosperado. Aún después del Juicio Final, ellos continuarán viviendo de esta manera sin cambio alguno.
Si comparamos la vida en el Sepulcro Superior ya sea con el Cielo o con el Huerto del Edén, observaremos que tendrá muchas restricciones, tanto en espacio como en tiempo. Los santos en el Cielo, especialmente aquellos en la Nueva Jerusalén, podrán disfrutar de esa vida al máximo.
Ellos podrán ir al lugar que deseen, desde el Paraíso hasta la Nueva Jerusalén, y podrán hacer lo que anhelen según la ley de justicia. Podrán organizar y disfrutar de una celebración invitando a sus seres amados. Podrán hablar con los profetas que aman y disfrutarán de felicidad, paz y prosperidad a plenitud.
Ahora, mientras más inferior sea la morada en el cielo, más restricciones se aplicarán a la libertad. Por ejemplo, las personas que se encuentran en el segundo Reino de los Cielos podrán ir libremente desde el Paraíso hasta el primero o segundo Reino Celestial, pero podrán ir al tercer cielo o a la Nueva Jerusalén solamente obteniendo permiso.
Los habitantes del Paraíso podrán disfrutar de lo que se les conceda en el espacio del Paraíso. Los habitantes del Huerto del Edén y del Segundo cielo vivirán de la manera que deseen vivir; dormirán y descansarán cuando deseen. Si desean tener un hijo, lo tendrán; pero si no desean niños, ningún niño nacerá.
Al comparar el Sepulcro Superior con el Huerto del Edén o con el Cielo, vemos que este tiene la mayoría de restricciones. Como les dije anteriormente, las almas que se encuentran en el Sepulcro Superior son las de aquellos que murieron en el vientre de su madre.
Estas almas permanecen en el Sepulcro Superior en el cuerpo en el que murieron, y se pondrán un cuerpo cuando los santos resuciten. A diferencia del cuerpo resucitado, su cuerpo crece instantáneamente hasta su muerte, y cuando alcanza cierta edad, este deja de crecer.
A pesar de que su cuerpo crece hasta tener la forma de un hombre adulto, su estado mental será el de un feto. Por lo tanto, una vez que el cuerpo haya crecido, deben adquirir el conocimiento del espíritu como si se pintara un cuadro sobre un papel blanco muy nuevo.
Ellos conocerán acerca de la Trinidad de Dios, la historia de los seres humanos, la cultivación humana, el cielo y otros espacios, y mucho más. Todos juntos aprenden estas cosas y también descansan; hacen todas las cosas en grupo.
Diferentemente de las almas en el tercer cielo, estas no viajan a ningún lado, ni tampoco disfrutan de un tiempo personal, sino que viven de acuerdo al fluir del tiempo establecido. Por ejemplo, cuando un estudiante universitario se inscribe para tomar clases, puede escoger su propio horario.
Este decide libremente las clases que va a tomar y las que no desea tomar; en cambio a los estudiantes de primaria se les entrega un horario establecido por la escuela, el cual deben cumplir asistiendo a las clases establecidas.
Sucede lo mismo en el Sepulcro Superior, pues se vivirá de acuerdo a un horario establecido, y no tendrán tanta libertad como en el cielo; sin embargo esto no significa que su vida es difícil o desdichada. Ellos viven una vida pacífica y fácil a su manera, pero no pueden disfrutar de algo más.
En el siguiente mensaje abriremos las puertas de los Cielos, ¡entraremos y daremos un paseo por ahí!!
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Las almas que han muerto antes que nosotros se encuentran en el Lugar de Espera del Cielo, esperando el día en el que podrán ir a su propia morada.
Aquellos que entren en la Nueva Jerusalén estarán esperando en el lugar de espera de la Nueva Jerusalén, y otros en el lugar de espera del Paraíso. No obstante, esto no significa que ellos estarán aburridos mientras esperan sino que adquirirán conocimientos de lo espiritual y harán muchas actividades.
Entre sus parientes o familiares, aquellos que mueran antes que usted tendrán curiosidad acerca de su familia o de sus hermanos en la fe mientras esperan ahí. Al escuchar las buenas nuevas se regocijarán, celebrarán y orarán por nosotros.
Cuando llegue el día, aquellos que esperan en el lugar de espera así como usted y yo, nos presentaremos delante del Trono de Dios.
¡Cuán esplendoroso será el momento en que se junten el glorioso Trono de Dios el Creador, aquellos que formarán el majestuoso jurado y aquellos quienes han nacido desde la creación!
En aquel día en el que usted se presente delante del Trono de Dios, ¿qué tipo de corazón anhela tener? Anhelo que usted se presente ante el Trono con un corazón anhelante de entrar pronto en el cielo, con gozo y paz, sin temor ni remordimiento.
La morada y el galardón que se decidan en el Juicio del Gran Trono Blanco nunca cambiarán. Además, una vez que usted entra en el cielo, ya no habrá más oportunidades para colectar galardones.
Anhelo que ustedes utilicen su tiempo que se les concede en esta tierra de la mejor forma para que logren llegar hasta la mejor morada así como amontar muchos galardones. Siendo así, usted podrá disfrutar de la mayor felicidad en la Nueva Jerusalén por siempre.
¡Yo ruego esto en el nombre del Señor Jesucristo!
[Amén]