• ¿Por qué es Jesús nuestro único Salvador?

    [1 Corintios 2:6-9]

    06-11-2007 | Rev. Jaerock Lee

    • EL MENSAJE DE LA CRUZ 6
      ¿Por qué es Jesús nuestro único Salvador?

      La Escritura:
      1 Corintios 2:6-9 “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez\; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. (7) Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, (8) la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció, porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. (9) Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”

      Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
      Esta es la sexta prédica del Mensaje de la Cruz. En la última reunión, les explique por qué Dios puso el árbol de la ciencia del bien y del mal en el Huerto del Edén. Les dije que Dios lo hizo para que el hombre fuera verdaderamente feliz.
      Si el ser humano no conociera el infortunio y la desgracia, tampoco podría apreciar la felicidad. Solamente después de experimentar la tristeza, el dolor, y el infortunio, podrá darse cuenta en su corazón del verdadero valor de la felicidad y ser agradecido por ello.
      En una ocasión, una persona perdió la vista debido a cierta sustancia venenosa. No podía ver absolutamente nada, pero después que oré por él recuperó la vista. Me dijo que ahora podía entender lo asfixiante que es la vida para los ciegos.
      No estamos realmente agradecidos por poder ver debido a que podemos hacerlo desde que nacemos. Pero los que son ciegos, no pueden ver las cosas hermosas de este mundo, el arco iris, el sol, la luna, las nubes y todo lo demás. ¡Qué triste debe ser eso!
      Si usted es una de estas personas que no puede ver, espero que reciba la respuesta a su oración y en el transcurso de este año llegue a ver. Con este sentido de la relatividad, podemos estar agradecidos de poder ver.
      Dios hizo y puso el árbol de la ciencia del bien y del mal en el Jardín del Edén para permitir que el hombre experimente la relatividad, y lo puso junto al árbol de la vida.
      Dios ubicó estos dos árboles que contenían la noción de la relatividad y explicó a Adán el significado de cada uno de ellos.
      El árbol de la vida da vida eterna, pero el árbol de la ciencia del bien y del mal conduce a la muerte. Dios le explicó a Adán lo que era la muerte y el dolor que ella conllevaba, y le mandó que no comiera de ese árbol para que no sufriera esta clase de dolor.
      Pero el obedecer o no el mandamiento de Dios dependía del libre albedrío de Adán para que así pudiera escoger y decidir por su propia voluntad. Pero debido a que Adán no había conocido el pecado ni la muerte, no pudo guardar completamente la palabra de Dios en su corazón y finalmente fue engañado por Satanás y comió del árbol de la ciencia del bien y del mal.
      Algunos se preguntan, ¿Cómo pudo pecar Adán si no tenía ni conocía el pecado?\; ¿O Adán ya tenía maldad en su corazón y por eso comió del árbol?
      Pero Adán no comió del árbol porque tuviese maldad desde un principio. Él comió del árbol no porque tuviese maldad sino porque tenía la libertad y el libre albedrío de aceptar la maldad en su corazón.
      Y por su propia voluntad, desobedeció a Dios y comió del árbol. Al hacer esto, la maldad entro en su ser, y llegó a saber lo que es la maldad.
      Es decir, Adán que sólo sabía cosas buenas, llegó a conocer también lo que era la maldad y lo carnal. Hoy en día, cuando vemos el proceso de cómo el pecado mancha a las personas, podemos entender cómo entró la maldad en Adán. Por ejemplo, incluso el niño que frecuentemente golpea a otros niños no tuvo esa tendencia desde su nacimiento.
      Por supuesto, desde que nace con el pecado original, tiene una naturaleza pecaminosa, pero es necesario que haya un proceso de aceptación para que el golpear a otros se haga un hábito en él. Primero, ve a una persona golpear a otros, e imita lo que esa persona hace.
      Y cuando él mismo golpea a otro niño, el niño golpeado comienza a llorar. Siente que esto es divertido, y lo vuelve a repetir una y otra vez. Si continúa repitiéndolo, se le vuelve un hábito, y se acostumbrará a golpear a otros niños.
      Sucede lo mismo con los adultos cuando aprenden a beber licor o a fumar. No conocen el sabor de la bebida ni del cigarrillo cuando lo hacen por primera vez, pero como continúan haciéndolo, llegan a agarrarle el gusto.
      Y si continúan haciendo estas cosas, no podrán dejarlas y se volverán adictos a ellas. Pasa lo mismo con los que hablan malas palabras o con los que se enojan muy rápido. Estas personas continúan practicando esos pecados en sus vidas, y por eso se enraízan en sus corazones como algo propio.

      Amados Hermanos:
      ¿Cuál fue el resultado de que el hombre cediera a la tentación de la serpiente y comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal? Como lo declaró Dios, “Ciertamente morirás”, el hombre tuvo que enfrentar la muerte.
      Es decir, su espíritu murió, y la comunión con Dios se cortó, y se convirtió en esclavo del diablo y de Satanás.
      En Romanos 6:16 dice, “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”
      Como he dicho, Adán obedeció al pecado, por eso se convirtió en esclavo del diablo, el gobernante del poder de las tinieblas. Al hacer esto, Adán entregó toda su autoridad al enemigo.
      Génesis 1:28 cita, “Y los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos\;(hablándoles a Adán y a Eva) llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Como está escrito, el primer hombre, Adán tenía la autoridad para señorear y gobernar sobre todas las cosas.
      Pero desde que Adán se hizo esclavo del diablo, su autoridad y su gloria como señor de toda la creación fueron transferidas al enemigo, el diablo.
      Podemos encontrar este hecho en Lucas 4:6. El diablo le dijo a Jesús mientras le estaba mostrando todos los reinos de la tierra.
      “Y le dijo el diablo: A ti te daré (Es decir, el diablo daría a Jesús) toda esta potestad, y la gloria de ellos (Es decir, la autoridad del diablo)\; porque a mi me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.” En el principio, Dios no dio esta autoridad al diablo, sino que algún otro se la entregó.
      El diablo no tenía toda la autoridad ni la gloria de todos los reinos del mundo desde un principio, pero “le ha sido entregada a él”. Es decir,
      Adán se la transfirió. Dios le dio esa autoridad a Adán, y Adán la perdió en beneficio del diablo. El diablo, quien recibió la autoridad para gobernar sobre toda la creación, hizo que toda la humanidad se manchara más y más de pecado y de maldad ya que se hicieron esclavos del pecado luego de la desobediencia de Adán.
      Con el tiempo, el corazón de las personas se volvió cada vez más y más malo y el mundo se llenó más y más de pecado.
      Para aquellos que viven en pecado, el enemigo trae pobreza, desastres, llanto, tristeza y dolor. Y finalmente, se los lleva al infierno, a la muerte eterna. Con el transcurrir del tiempo, este mundo se está llenando más y más de pecado.

      Amados Hermanos en Cristo:
      Ahora bien\; ¿Qué es lo que debe hacer el hombre?\; ¿Tendrá que ser esclavo del diablo toda su vida y finalmente ir al infierno?
      Si Dios hubiese deseado que el hombre fuera al infierno, Él- sabiéndolo todo- en primer lugar, no lo hubiera creado. Además, no hubiera puesto el árbol de la ciencia del bien y del mal en el Jardín del Edén para que el hombre experimentara la relatividad en su vida.
      La voluntad de Dios al crear al hombre es guiarlo al eterno reino de los cielos luego de ser cultivado y de conocer la relatividad de las cosas en este mundo. Pero aun cuando experimentemos la relatividad, no podremos entrar al renio de los cielos siendo esclavos del pecado.
      Y Dios sabiendo, incluso antes que planeara el cultivo de la humanidad, que Adán comería del árbol de la ciencia del bien y del mal, desde el principio también preparó el camino para la salvación del ser humano que caería en el pecado.
      Ese camino es nuestro Señor Jesucristo. Espero que, a través de este mensaje, comprendan en forma clara que Jesucristo es el camino de la salvación. Oro en el nombre del Señor que puedan recibir a Jesucristo y alcanzar el reino celestial.

      Queridos Amigos y Hermanos en Cristo:
      ¿De qué forma el ser humano pecador puede recibir la salvación? Más aún, el hombre nace en pecado, come, vive, aprende, estudia, y crece y se desarrolla en pecado. Si Dios puede hacerlo todo ¿No puede acaso perdonar incondicionalmente a todos los pecadores, destruir al diablo, y salvarnos?
      Entonces, no habría necesidad del cultivo del ser humano. Dios es un Dios de amor, y al mismo tiempo, es un Dios de justicia. Hace todas las cosas de acuerdo a las leyes y normas del reino espiritual. Perdonar a los pecadores y salvarlos debe ser hecho correctamente de acuerdo a la justicia.
      Para salvar a la humanidad conforme a la justicia, Jesús tuvo que morir en la cruz. Al dejar que Jesús llevara por nosotros nuestros pecados, Dios nos permitió recibir perdón y entrar al reino de los cielos.
      Como está escrito, “La paga del pecado es muerte”, Jesús sufrió el castigo de la muerte al pagar en la cruz por el pecado de los pecadores.
      Cuando crean en este hecho y acepten a Jesús como su Salvador, serán justificados por fe. Podrán escapar del castigo de la muerte al recibir perdón por medio de la sangre de Jesús, y el diablo no podrá controlarlos más porque se habrán convertido en hijos de Dios al recibir al Señor.
      Entonces, ya no tendrán que vivir en problemas, pruebas y desgracias sino en bendiciones como hijos de Dios, Pero aquellos que no creen en este hecho, se preguntarán, “¿Por qué seremos salvos sólo creyendo en Jesucristo? Los que tengan esta clase de duda, por favor escuchen atentamente.
      Se dice que hay muchas religiones y se cuestiona por qué Jesús es el único Salvador, y por qué sólo se puede alcanzar la salvación por medio del cristianismo.
      Pero debemos saber claramente lo que Hechos 4:12 dice, “Y en ningún otro hay salvación\; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Dios dice que no nos ha dado otro nombre sino sólo el nombre de Jesús para ser salvos.
      Ningún otro sino Jesús puede ser el Salvador, y sin aceptar a Jesús como nuestro salvador, ninguno de nosotros puede recibir la salvación. Entonces, ¿Por qué Jesús es nuestro único salvador?
      Es debido a las leyes del reino espiritual. Tal y como hay leyes en este mundo, hay también leyes en el mundo espiritual.
      Sea que el hombre vaya por el camino de la muerte y la perdición o reciba perdón y salvación\; ambas cosas se cumplen por las leyes del mundo espiritual. La razón por la cual la humanidad fue destinada a la muerte luego de la caída de Adán es por las reglas del reino espiritual que determinan que, “La paga del pecado es muerte.”
      Adán se convirtió en esclavo del diablo cuando pecó porque hay una ley del reino espiritual que establece que, “si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis.” De la misma forma, la libertad del hombre del castigo de la muerte y su salvación debe efectuarse de acuerdo a la ley del mundo espiritual.
      Entonces, ¿Cómo puede el ser humano, que es pecador, recibir perdón y salvación? Podemos encontrar la respuesta en la Biblia. En la Biblia hay una ley llamada, “La ley de la redención de la tierra.”
      Levítico 25:23.25 dice, “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es(Es decir, es de Dios)\; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo (Nuestro verdadero hogar está en el reino de los cielos donde mora nuestro Padre. Somos extranjeros y forasteros en este mundo). Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra. Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces el pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiese vendido.”
      Esta es una ley relativa a la compra y venta de la tierra en Israel. No sólo se aplica de hecho a la tierra física, sino también al hombre, que fue hecho del polvo de la tierra.
      Dios dividió la tierra de Canaan entre el pueblo de Israel conforme a sus tribus y familias. Pero, en un principio, la tierra le pertenecía a Dios, por lo que el pueblo no podía vender a perpetuidad la tierra que había recibido.
      Y si debido a su pobreza debían vender la tierra, un pariente cercano podía pagar el precio de la tierra y redimirla.
      Normalmente, en este mundo, una vez que la tierra es vendida, todos los derechos se transfieren al nuevo propietario. Es algo afortunado, si el comprador devuelve la propiedad adquirida luego de aceptar alguna compensación, pero si no desea vender, no podemos hacer nada al respecto.
      Si el propietario no desea venderla ni siquiera al doble del precio, no podemos hacer nada. Pero la ley en Israel establece que aun si el propietario de la tierra no desea venderla, debe devolver el terreno cuando un pariente cercano al propietario original pague el precio de la propiedad.
      En esta ley de la redención de la tierra se nos muestra la manera cómo el ser humano pecador puede llegar a ser salvo. Es porque la ley de la tierra, que pertenece a Dios, está directamente relacionada con el hombre que fue hecho del polvo de la tierra.
      Génesis 3:19 dice, “Con el sudor de tu rostro (Dios hablándole a Adán) comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado\; pues polvo eres, y al polvo volverás.”
      Y Génesis 3:23 cita, “Y lo sacó Jehová del huerto del edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.” También, en Mateo 13 y Lucas 8, Jesús nos habla del corazón del hombre comparándolo con un campo\; es decir, con la tierra.
      Asimismo, estas 2 leyes tiene relación directa la una con la otra: La ley para el hombre, quien fue creado del polvo de la tierra, y que fue entregado al enemigo el diablo y que regresa de nuevo a Dios, y la ley de la redención de la tierra que una vez fue vendida.
      Exactamente como la tierra en Israel le pertenece a Dios, también toda la autoridad de Adán le pertenecía Dios, y por eso nunca podía ser vendida a perpetuidad.
      A pesar que Adán pecó y pasó a ser esclavo del diablo y entregó toda su autoridad, si hay alguien calificado de acuerdo a la ley de la redención de la tierra, el diablo tiene que devolver esa autoridad.
      Lo que es necesario aquí es una persona calificada para redimir la vida de Adán, quien fue vendido a precio de su pecado. Esa persona puede llegar a ser el Salvador de la humanidad.
      Dios, quien planeó el cultivo del ser humano para conseguir verdaderos hijos, creó un plan de un Salvador quien redimiría también a Adán.
      Puesto que sabía que Adán comería del árbol de la ciencia del bien y del mal y que debía haber un Salvador, Dios preparó y calificó a esta persona.
      ¿Por qué no comprobamos si ustedes están calificados para ser el Salvador? ¿Podría ser usted también? El Salvador es nuestro Señor Jesucristo. No usted. Jesús es el único calificado para salvar a la humanidad de acuerdo con la ley de la redención de la tierra. Él es el único desde la creación.
      ¿Cuáles son las condiciones del Salvador de acuerdo a la ley de la redención de la tierra?
      Son 4 las condiciones y vamos a verlas una por una. La primera condición del Salvador es que debe ser un ser humano.
      Tal vez pueda decir, “Yo cumplo con esta condición porque también soy humano”. Si, tiene razón. El Salvador debe ser un hombre. Usted es un ser humano, no un perro, ni un cerdo, ni ningún otro animal, por lo cual reúne esta primera condición de las 4 para llegar a ser el Salvador.
      Como lo establece la ley de la redención de la tierra, Levítico 25:25 dice, “Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces el pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiese vendido.”
      El que puede redimir la tierra vendida debe ser el pariente más próximo. De la misma manera, para redimir al hombre que debido a su pecado ha sido vendido al diablo y a Satanás, el redentor debe ser pariente de Adán.
      Ser pariente de Adán se refiere a un ser que tenga espíritu, alma y cuerpo tal como Adán tenía.
      Por eso en 1 Corintios 15:21.22 dice, “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.”
      Igualmente, para pagar el precio del pecado del hombre, el redentor debe ser un hombre, por eso Jesús el Salvador tuvo también que ser un hombre.
      Pero Él es el hijo de Dios, y proviene de Dios el Creador y tiene el poder, la autoridad y la gloria de la Deidad.
      Entonces, ¿Cómo pudo este Jesús llegar a ser pariente del hombre? La primera parte de Juan 1:14 nos narra acerca de Jesús, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” Y la segunda parte de Juan 1:1 cita, “Y el Verbo era Dios.”
      El Verbo se hizo carne y vivió entre nosotros, y ese Verbo es Dios. Quiere decir que Dios, quien es el Verbo, se puso un cuerpo físico de carne y huesos y vino a este mundo.
      Jesús nació del vientre de una mujer y creció como un ser humano para redimir a la humanidad de sus pecados.
      Y porque fue un ser humano, tuvo necesidad de dormir, sintió hambre y sed, gozo y tristeza. Lo podemos ver en la Biblia. Jesús se quedó dormido en la popa de una barca. Comió y también tuvo sed y pidió agua. Se alegró, se afligió y lloró en alguna ocasión.
      Asimismo, cuando fue azotado y colgado en la cruz, se desangró y sintió dolor.
      Históricamente, ¿Tenemos o no una clara evidencia que Jesús vino a esta tierra? Claro que sí la tenemos. Y ustedes la tienen en sus hogares. En sus dormitorios. Y es que la historia de la humanidad está generalmente dividida en dos partes, tomando como punto de partida el nacimiento de Jesús.
      Hoy en día, la historia del mundo está generalmente dividida en las siglas AC y DC. AC significa Antes de Cristo\; es decir antes que Jesús naciera. DC, que significa Después de Cristo, se refiere al tiempo después del nacimiento de Jesús. Cuando decimos que estamos en el año 2006 DC, queremos decir que hace 2006 años Jesús nació y vino a este mundo como hombre.
      El Salvador Jesús en quien creemos, quien es el Verbo, vino a esta tierra en carne y vivió entre nosotros. La historia confirma este hecho. Incluso los no creyentes tienen calendarios. El año 2006 significa que han pasado 2006 años desde que Jesús vino a esta tierra. ¿Lo creen? Pues no hay nada que creer. Esto es un hecho.
      Tan sólo viendo esa inmensa señal en la historia que es el nacimiento de Jesús, podemos concluir con toda seguridad que Jesús vino a este mundo como hombre.
      Jesús es el Hijo de Dios, pero como vino a esta tierra como hombre, cumple con la primera condición del Salvador. El segundo requisito del Salvador es que no debe ser descendiente de Adán.
      Todos los descendientes de Adán son pecadores. Siendo uno mismo un pecador, no puede quitar el pecado de otros.
      Por ejemplo, supongamos que hay 2 hermanos. El menor debe una gran suma de dinero y debe ir a prisión. En ese momento, si el hermano mayor pagara la deuda, el menor no tendría que ir a la cárcel.
      Pero si el hermano mayor tuviera también una gran deuda y tuviera igualmente que ir a prisión, no podría pagar la deuda del hermano menor. No importa lo mucho que desee pagar la deuda de su hermano menor, no podría.
      A pesar que alguien desee redimir la tierra vendida por su pariente, si él también es pobre y ha vendido igualmente su tierra, no está en condiciones de redimir la tierra del otro. De la misma manera, el Salvador, quien puede redimir al hombre de sus pecados debe ser un hombre, pero al mismo tiempo, no debe ser un pecador.
      Puesto que Adán pecó y escogió el camino de la perdición, un pecador no puede ser el Salvador que redima a otros de sus pecados. Por eso el Salvador, siendo un hombre, no debe ser descendiente de Adán porque todos los descendientes de Adán son pecadores.
      Así, los descendientes de Adán son todos pecadores quienes nacen con el pecado original, y ellos mismos están destinados a la muerte. Por tanto, no pueden redimir a otros de sus pecados. Todos los seres humanos son descendientes de Adán y, en consecuencia, son pecadores.
      No importa de que raza sean o de que país provengan, si van a sus ancestros, encontrarán que finalmente sólo hay un último ancestro, y este es Adán. Por eso, entre los seres humanos, no hay nadie que cumpla con esta segunda condición del Salvador.
      Sólo Jesús, quien vino a este mundo como hombre, no es descendiente de Adán a pesar de ser hombre. Por eso, cumple con la segunda condición del Salvador. Pero, ¿Por qué decimos que todos los descendientes de Adán son pecadores?
      Además, ¿Por qué Jesús, a pesar de ser hombre, no desciende de Adán? Sobre esto predicaré en el siguiente culto.

      Finalizó el mensaje: Amados Hermanos en Cristo:
      Apocalipsis 5:1-2 dice, “Y vi (relata el apóstol Juan) en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con 7 sellos. (2) Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?”

      El rollo en la mano de Dios es un libro que es como un contrato entre Dios y el enemigo el diablo y Satanás, hecho de acuerdo con la ley de la redención de la tierra.
      En Israel, luego que la tierra es vendida, escriben un contrato y lo sellan luego de imprimir o poner los sellos tanto del comprador como del vendedor. Uno de los contratos es guardado en el depósito del Templo, y cuando un pariente viene y redime la tierra, se saca el contrato, se rompe el sello, y se destruye el contrato.
      De igual forma, para redimir a la humanidad que fue vendida debido a sus pecados y poder romper el sello del contrato, debe haber una persona calificada para hacerlo y que sea pariente cercano de Adán.
      Los versículos subsiguientes 3-4 citan, “Y ninguno ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. (4) Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.”
      ¿Quién es el que habla? Es Juan, uno de los 12 discípulos de Jesús, quien escribió el libro de Apocalipsis. Lloraba mucho, dice el apóstol. En el cielo, sólo hay ángeles que son espíritus\; en la tierra, sólo hay animales y pecadores, y debajo de la tierra, sólo están el diablo, Satanás y espíritus malvados.
      Juan estaba llorando porque no podía ver a nadie quien pudiera salvar a los pecadores.
      En ese momento, uno de los ancianos en el reino de los cielos consoló a Juan diciéndole, “No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus 7 sellos.”
      La Raíz de David, el León de la tribu de Judá, se refiere a Jesús. Está diciendo que Jesús, de acuerdo a la ley de la redención de la tierra, puede redimir a la humanidad de sus pecados. Espero que, a través del mensaje de hoy y de los sucesivos, comprendan que sólo Jesucristo es nuestro único Salvador.
      No sólo cuando confiesen y digan, “Señor, yo creo” sino cuando verdaderamente entiendan y crean por qué sólo Jesús es el único calificado y capaz para ser el Salvador, podrán tener una fe espiritual.
      Y al comprender claramente por qué la salvación sólo se halla en el cristianismo y por medio de Jesús, podrán vivir una vida cristiana en victoria y en poder confiando en el nombre del Señor.
      Asimismo, es mi oración en el nombre del Señor, que conociendo a Jesucristo nuestro Salvador y creyendo firmemente en Él de corazón, puedan alcanzar el reino de los cielos como hijos salvos de Dios.

      AMEN


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