• Apocalipsis 86

    [Apocalipsis 21:1-7]

    09-01-2009 | Rev. Jaerock Lee

    • Título: Sermón sobre Apocalipsis <86>
      Escritura: Apocalipsis 21:1-7


      Apocalipsis 21:1-7
      [1] Vi un cielo nuevo y una tierra nueva\; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
      [2] Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
      [3] Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos\; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
      [4] Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos\; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor\; porque las primeras cosas pasaron.
      [5] Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe\; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
      [6] Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
      [7] El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.



      Amados hermanos y hermanas en Cristo,

      Después del Juicio Final, aquellas almas que son salvas irán a su propia morada en los cielos y disfrutarán de felicidad eterna.

      El Apóstol Juan vio el cielo, en especial la Nueva Jerusalén, donde las almas morarán luego del Juicio. Él escribió acerca de este lugar en la escritura de esta noche.

      Apocalipsis 21:1 dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva\; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.”

      El “primer cielo y la primera tierra” se refieren al cielo y a la tierra presentes donde experimentamos la cultivación humana. El “cielo nuevo y la tierra nueva” se refieren al cielo y tierra del tercer cielo.

      Ya que lo “nuevo” se menciona después del primer cielo y primera tierra, estos pueden haber sido llamados “segundo cielo y segunda tierra”, o el “otro cielo y otra tierra.” Sin embargo, se los llama “cielo nuevo y tierra nueva” debido a que el primer cielo y la primera tierra, los cuales fueron creados para la cultivación humana, ya no tendrán ningún uso luego de que culmine la cultivación.

      Es por eso que el verso dice: “el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.” No obstante, esto no significa que el mundo material dejará de existir por el hecho de dejar de ser útil.

      El primer cielo, el cual corresponde al mundo físico, no puede dejar de existir ya que se trata de un espacio que fue dividido del espacio propio de Dios en el principio. Por lo tanto, aunque no tendrá propósito alguno, permanecerá existente, pero Dios cerrará la puerta de este espacio.

      El cielo nuevo es el firmamento del tercer cielo, pero ¿qué tipo de cielo es este?

      Hebreos 8:5 dice: “los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales.” Como está escrito, en esta tierra hay muchas cosas que Dios nos concede con el fin de podamos tener una idea de lo que es el cielo\; así, el firmamento de este mundo es azul al igual que el firmamento del cielo, y en el cielo también hay nubes en el firmamento.

      Tal como la existencia física de algo es diferente a su sombra, el firmamento del cielo es mucho más hermoso que el de la tierra. A diferencia del firmamento de este mundo, el del cielo no es ni será jamás contaminado, pues es azul claro, cristalino y limpio.

      Es de un color azul que hace que todo se vea más profundo, alto y limpio. Mientras observamos este firmamento azul, obtenemos el deseo de tener un corazón limpio, de vivir una vida más recta y honesta, una vida que sea clara y cristalina como el azul del firmamento.

      ¿Qué pasaría si todo el firmamento fuese de color amarillo o quizás rojo?

      Por supuesto, cuando el cielo es iluminado con el resplandor del ocaso, muchas personas se maravillan de la belleza que observan. Cuando los santos en el cielo deseen ver un ocaso, Dios les mostrará un resplandor de un ocaso mucho más espectacular en el firmamento del cielo.

      En el firmamento del cielo existen nubes blancas resplandecientes, y Dios puede mostrarles a los santos un paisaje hermoso con aquellas nubes, como si éstas hubiesen sido salpicadas con los colores de la puesta del sol. Si el firmamento tuviese que llegar a ser rojo o amarillo de forma permanente en lugar de una excepción en este caso especial, causaría que el estado emocional de las personas sea inestable. Sus corazones podrían sentirse atribulados y aun podría causarles ansiedad mental.

      Cuando el cielo está cubierto con nubes oscuras, los corazones de las personas tienden a entristecerse y a inclinarse hacia lo negativo, y se deprimen por cosas muy insignificantes. Por otro lado, cuando termina la extensa estación de lluvia y las nubes desaparecen dejando relucir el firmamento azul, la gente se siente renovada.

      De manera similar Dios ha hecho el nuevo firmamento del cielo de un color azul que impacta nuestros corazones de forma positiva. Dios toma en cuenta a sus hijos que miran hacia el firmamento para que puedan vivir una vida feliz por siempre con un corazón que es claro y hermoso como el cristal.

      El firmamento del cielo es mucho más limpio y azul, y no existen el sol, la luna, ni las estrellas.

      Apocalipsis 22:5 dice: “No habrá allí más noche\; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará\; y reinarán por los siglos de los siglos.”

      En el cielo, la luz de la gloria de Dios resplandecerá brillantemente desde la Nueva Jerusalén hasta el borde del Paraíso. No habrá necesidad del sol ni de la luna, ¡y menos aún de la luz de una lámpara! Sin embargo, en el centro de la luz de la gloria de Dios hay un gran brillo, el cual se ajusta en cada una de las moradas del cielo.

      Si el mismo brillo de Su luz en la Nueva Jerusalén se demostrase en el Paraíso, las almas del Paraíso no podrían soportarlo. Para ellos aquella luz sería tan deslumbrante que no podrían abrir sus ojos y tampoco levantar sus cabezas. Solamente aquellos que se asemejan completamente a Dios el Padre y que han cultivado su corazón en la integridad del espíritu, es decir aquellos quienes califican para entrar en la Nueva Jerusalén, podrán soportar aquella luz.

      Por lo tanto, el brillo en el Paraíso está ajustado adecuadamente para las almas que están ahí. En el tercer reino de los cielos, el brillo es menos intenso que en la Nueva Jerusalén. El brillo llega a ser menos intenso según penetra en el segundo cielo, en el primer cielo, y finalmente en el Paraíso.

      Aquella luz de la gloria de Dios siempre brilla en el cielo, no hay obscuridad en lo absoluto, y por eso no existe la noche.

      Quizás alguien se pregunte: En la noche, dormimos y descansamos para recobrarnos de la fatiga del mundo. Entonces, ¿cómo descansaremos en el cielo si el brillo permanece todo el tiempo? ¿Cuándo dormiremos?” ¿Hay alguien a quien le preocupen estas cosas?

      ¡Pues no hay nada de qué preocuparse!

      Sin importar lo que usted haga en el cielo, siempre estará feliz y gozoso. No importa cuántos lugares visite, usted nunca se cansará, y por eso no necesitará el descanso para reponerse del cansancio.


      Además, el cuerpo celestial que vestiremos en los cielos es diferente al cuerpo material, pues no sentirá fatiga. Por otra parte, aunque la luz del cielo será tan intensa, no producirá cansancio a los ojos sino que éstos se llenarán de felicidad y la fatiga jamás interferirá con la recreación de las almas.

      Por supuesto que quizás anhelemos ver una hermosa noche estrellada, llena de estrellas tales como las de este mundo, aun estando en la Nueva Jerusalén. Entonces, Dios puede hacer que cierta parte del espacio se vea igual que el cielo de una noche.

      Ahora, ¿de qué está formada la “tierra nueva”, la cual es la tierra del cielo?

      La tierra de este mundo está compuesta por rocas, piedras y polvo. Pero los materiales que componen la tierra del cielo son el oro, la plata y piedras preciosas diversas. En muchas partes de la tierra del cielo existirán calles que serán pavimentadas con oro puro, o cubiertas con piedras preciosas.

      Las orillas de los ríos estarán delineadas con arena de oro y plata. El oro, la plata, y las joyas de la tierra celestial no tendrán forma de polvo sino que serán como pequeñas gotas, que no volarán con el viento como el polvo de la tierra ni tampoco ensuciarán su cuerpo.

      Si usted planta una semilla en oro o piedras preciosas, no podrá vivir, mas en el cielo esta semilla crecerá. Por otro lado, así como las piedras preciosas no perecen, las plantas que crezcan en ellas no perecerán tampoco. Las plantas sembradas y cultivadas por Dios nunca cambian.

      La tierra de este mundo, la cual está compuesta de polvo, nos enseña acerca de la inutilidad de esta vida. Todas las plantas que crecen en el polvo, así como los animales y seres humanos que comen aquello que se deriva del polvo, eventualmente perecen y regresan al polvo.

      Solamente observando esto deberíamos entender la inutilidad del mundo material. Deberíamos observar el cielo eterno, sin buscar la vanidad y las cosas inservibles que perecen y cambian.



      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Apocalipsis 21:2 dice lo siguiente: “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.”

      Cuando a algo se lo califica como “santo” significa que es limpio y sin mancha, así como verdadero, fiel, glorioso, y brillante. La ciudad que el Apóstol Juan estaba observando en ese momento está construida de la santidad de Dios y de Su luz, es por eso que él la llama “ciudad santa”.

      En esta ciudad santa no existe la oscuridad, la falsedad, ni ninguna cosa abominable. Dios ha dado el nombre de “Nueva Jerusalén” a esta ciudad.

      En este mundo la ciudad de Jerusalén estaba construida sobre la Ley. La razón por la cual Jesús entró en Jerusalén fue el cumplimiento de la Ley de Dios, y debido a que Él cumplió esta Ley con amor, la semilla del Evangelio se plantó en Jerusalén.

      Para conmemorar el hecho de la plantación del Evangelio en Jerusalén así como el cumplimiento de todas las cosas mediante este Evangelio, Dios dio el nombre de “Nueva Jerusalén” a la ciudad santa. Jesús profetizó acerca de Jerusalén diciendo: “No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.”

      Tal como Él lo profetizó, la ciudad de Jerusalén fue conquistada por el Imperio Romano en el año 70 D.C. y el Templo de Dios fue destruido por completo.

      Por cierto, la profecía de Jesucristo no solamente consolidó este evento histórico, sino que también conlleva un significado espiritual concerniente a la Ley del Antiguo Testamento, la cual sería cumplida por el amor del Señor. La caída de Jerusalén no anula la Ley de Dios en el Antiguo Testamento.

      Por ejemplo, el sacrificio de un animal vivo ofrecido en el Antiguo Testamento, es la ofrenda del servicio de adoración en el Nuevo Testamento. Los procedimientos de este servicio de adoración contienen los significados espirituales del sacrificio del Antiguo Testamento.

      El Santo Dios, el Señor, el Espíritu Santo, y aquellos que han llegado a cultivarse por completo de acuerdo a la Palabra podrán vivir en la Nueva Jerusalén, la cual se construyó según el cumplimiento de la Ley.

      La escritura de esta noche dice que esta Nueva Jerusalén “desciende del cielo, de Dios.” Esto no significa que está en realidad descendiendo del cielo, sino que significa que Dios es la fundación de todo.

      La Nueva Jerusalén es la ciudad que Dios mismo ha preparado para Sus hijos amados. Esta ciudad ha sido preparada con el gran amor y el corazón del Señor como si estuviese “dispuesta como una esposa ataviada para su marido.”

      En general, “la novia y el novio” en la Biblia se refieren a la relación entre el Señor y las almas que han alcanzado salvación. Mientras se cultiva su corazón, éstas diligentemente se adornan para encontrarse con el Señor, su novio.

      Pero en la escritura de esta noche vemos que las almas salvas son el novio, y la Nueva Jerusalén es la novia. Aun en este mundo material, ¿cuán bien se adorna una novia para su novio?

      En algunas ocasiones toma semanas o incluso meses el adornarse de modo que su novio las ame. Cada morada en la Nueva Jerusalén está adornada según el anhelo de cada persona. Aquellas almas que entran en la Nueva Jerusalén son la novia del Señor que están adornadas y sin mancha.

      Estas son aquellas quienes se han negado a sí mismas por completo, y han vivido totalmente según la Palabra, de modo que su novio las ame. Estas son las que han amado a Dios y al Señor a tal punto que han dado incluso sus vidas. En recompensa de esto, Dios les ha preparado las mejores moradas exactamente según su deseo.

      En otras palabras, para poder entrar en la Nueva Jerusalén, la cual es como una novia adornada, se debe cumplir ciertas condiciones. Una morada en la Nueva Jerusalén es concedida de acuerdo a justicia estricta.

      Veamos, en Apocalipsis 21:3-4 dice: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos\; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos\; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor\; porque las primeras cosas pasaron.”

      Originalmente, Dios ocupaba el cuarto cielo, el cual es el cielo original. También Él estableció asimismo Su morada en la Nueva Jerusalén para después del Juicio Final. Él permanecerá en la Nueva Jerusalén con Su pueblo y enjugará toda lágrima de sus ojos.

      Esto no significa solamente que Dios ciertamente enjugará toda lágrima, sino significa también que Dios resuelve todos los problemas fundamentales que les causaba el derramamiento de lágrimas. En el cielo no habrá muerte, aflicción, ni lamento\; tampoco habrá dolor de enfermedades ni desastres.

      Estas cosas fueron necesarias para la cultivación humana, y debido a que Dios ya ha tendrá a sus hijos verdaderos, Él no necesitará permitir que la muerte y el dolor sigan existiendo.

      Seguidamente, en Apocalipsis 21:5 leemos: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe\; porque estas palabras son fieles y verdaderas.”

      Al mencionar “el Trono de Dios” también se revela Su autoridad como Juez. Pero en la escritura de esta noche vemos que el Juicio ya ha concluido, y por tanto ya no está describiendo a Dios como Juez, sino que, a través del término “trono”, Dios confirma Su palabra como si Él la hubiese sellado.

      Del modo en que los Reyes sellan sus documentos para que no sean alterados, esto enfatiza la fidelidad y veracidad de la palabra que Dios ha hablado. Todas las cosas que perecen y se descomponen habrán desaparecido, y todas las cosas serán hechas nuevas según la voluntad y promesa de Dios.

      En Apocalipsis 21:6 dice: “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.” Cuando Jesús murió en la Cruz, Él dijo: “Consumado es.” Esto significa que Él culminó el proyecto de la redención.

      Cuando Dios dice: “Hecho está” en la escritura de esta noche, significa que Él ha culminado con todos los procedimientos de la cultivación humana, ha recuperado a Sus hijos verdaderos, y ha hecho un nuevo cielo y una nueva tierra, haciendo todas las cosas nuevas.

      Según la explicación en Apocalipsis 1:8, “Yo soy el Alfa y la Omega” significa que Dios es el principio y el final de la civilización. Asimismo, “el principio y el final” hace referencia a la promesa de salvación. Nuestro Señor es el primer fruto de resurrección, y Su Segunda Venida pondrá fin al proyecto de la redención.


      Por lo tanto, Jesucristo es originalmente el principio y el final de la salvación. No obstante, la escritura de hoy dice que Dios es el principio y el final. Eventualmente, esto demuestra que es Dios mismo quien ha llevado a cabo toda su promesa de salvación.

      La segunda parte de Apocalipsis 21:6 dice: “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” El agua es necesaria para la sobrevivencia del hombre. En lo espiritual el agua es la palabra de Dios y es necesaria para mantener la vida de nuestro espíritu.

      En Juan 4:14 el Señor dice: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás\; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

      Si usted no tiene de la palabra de Dios en su ser, siempre estará sediento y se sentirá vacío. Usted puede vanamente intentar obtener cosas materiales, pero se sentirá inseguro indiferentemente de la cantidad de riquezas que pueda almacenar.

      Es así también si usted conoce la verdad solamente como un conocimiento y si no vive una vida apropiada de creyente aunque usted asista a la iglesia. Si usted no llena su corazón con la palabra de verdad, estará siempre sediento así como la gente en lo material tiene sed de agua.

      Aquellos que verdaderamente beban el agua de vida que el Señor provee son los que cambian sus corazones con la verdad, y podremos satisfacer nuestra sed espiritual solamente si desechamos la falsedad en nuestros corazones para llenarlo con la verdad.

      Usted no podrá ser santificado con las fuerzas humanas, pero con certeza podrá llenar su corazón con la verdad en la gracia que Dios concede gratuitamente. La sed se saciará en la medida en que usted llene su corazón con la verdad, y usted sentirá verdadero gozo, paz, y satisfacción que emana desde su corazón.

      Usted podrá vencer a este mundo y vivir una vida victoriosa, y podrá finalmente entrar en los cielos. En los cielos usted heredará una morada celestial y recompensas que Dios ha preparado para usted, y será llamado un verdadero hijo o hija de Dios.

      Todo será de la manera que está escrito en Apocalipsis 21:7 que dice: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.” ¿Por qué este verso no dice: “yo seré su Padre” en lugar de “yo seré su Dios, y él será mi hijo”? ¿No le causaría un sentimiento de cercanía si Dios directamente dijese que llegará a ser nuestro Padre?

      Esto es para expresar que Dios el Padre crea, gobierna y administra todas las cosas. Asimismo, enfatiza una vez más la grandeza de Dios y que usted recibirá la bendición de ser llamado Hijo cuando cultive Su palabra por completo y venza a este mundo.

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Les he explicado que Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos y que por ende no existirán la muerte, el lamento ni el dolor. ¡Qué maravilloso sería si existiese algún lugar sin enfermedades!

      Aunque usted no esté sufriendo un dolor en lo personal, es natural que se sienta un dolor del corazón cuando un miembro de la familia sufre alguna enfermedad. Por ejemplo, digamos que algún niño tiene una enfermedad de la piel que le produce picazón toda la noche y cuyas heridas emiten pus.

      El corazón de la madre de aquel niño posiblemente debe estar adolorido por su hijo y las lágrimas le caerán al punto de secarse. Si esta enfermedad desaparece, ¿se imagina cuánta paz y descanso tendrá su corazón y cuán feliz sería?

      Por supuesto, no importa qué tipo de enfermedades existan en este mundo, usted no necesita preocuparse porque usted ya ha sido sanado por el poder de Dios.

      Los miembros de Manmin quienes viven de acuerdo a la palabra de Dios no temen a ninguna prueba o aflicción de ningún tipo. No hay nada que temer ya que Dios lo está protegiendo. Aunque usted pase por una prueba, si usted vence, usted recibirá mayores bendiciones, y usted podrá mostrar gratitud.



      Por lo tanto, ¿cuán feliz será usted en el cielo donde no existirá el dolor?

      Dice la Biblia además que la Nueva Jerusalén, la cual usted anhela, está adornada como una novia. Aparte de la inexistencia del lamento, esta también adornada con las mejores cosas de modo que usted pueda disfrutar de la mayor felicidad y gozo por siempre.

      Dios dice que no importa cuán grande sea nuestra imaginación, una vez que lleguemos al cielo y lo veamos con nuestros propios ojos, será más impresionante que cualquier cosa que hayamos imaginado.

      Por supuesto que ustedes han aprendido sobre cosas espirituales muy profundas y han escuchado la serie de mensajes sobre el Cielo\; no obstante, sin importar cuánto ha escuchado y ha aprendido, ¿cómo puede sentir que es felicidad y gozo en verdad?

      Cuando usted ponga su pie ahí por la primera vez, se le caerá la mandíbula y se quedará sin habla frente a la belleza del cielo. Sin embargo, lo más importante es que el cielo solamente se otorga según la Justicia.

      No importa cuánto lo anhele y llore por ella, si usted vive su vida cristiana de manera negligente, no podrá entrar en la Nueva Jerusalén. Solamente quienes hayan amado a Dios con toda su vida, y quienes se adornen perfectamente como una novia, podrán entrar en la Nueva Jerusalén, la cual es como una novia.

      ¡Es por esa razón que ustedes permanecen despiertos toda la noche y claman a Dios en sus oraciones diariamente!

      No han pasado muchos días desde que iniciamos el año 2009, el Año de Bendición.

      Yo incentivo a cada uno de ustedes a que pronto lleguen a ser calificados para entrar en la Nueva Jerusalén, ¡y no dejemos que ninguno se quede fuera!

      Ya que ustedes han escuchado innumerables mensajes espirituales, les pido que se analicen a sí mismos con la verdad, y que cambien ante Dios.

      Tal como dijo el Apóstol Pablo en 1 Corintios 15:31: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero.” Que ustedes reciban gloria perpetua en los cielos por morir diariamente en la tierra, ¡pues esa es mi oración en el nombre del Señor Jesucristo!


      [Amén]


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