[Apocalipsis 21:19-21]
20-02-2009 | Rev. Jaerock Lee
Apocalipsis 21:19-21
[19] Y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
[20] el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
[21] Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Acabo de regresar de mi Noveno Viaje Misionero a Israel.
Agradezco a todos quienes apoyaron este viaje misionero con sus oraciones, ayuno y ofrendas. Una vez más, este viaje fue muy próspero según la voluntad de Dios. Yo les hablaré de los detalles del viaje en el momento adecuado.
Apocalipsis 21:19 habla acerca de los 12 Cimientos de la ciudad de la Nueva Jerusalén. Cada uno de estos 12 cimientos es una de las 12 piedras, y cada una simboliza un corazón espiritual especial.
El significado espiritual de las “Bienaventuranzas,” así como del “Amor” en el Capítulo del Amor (en Corintios), y el significado espiritual de “Los Nueve Frutos del Espíritu Santo” se encuentran dentro de estos 12 cimientos.
Cuando consolidamos los corazones simbolizados por estos 12 cimientos, estos forman el “Perfecto Amor.” Se trata del corazón de Dios el Padre, y el corazón del Señor. La razón por la que existen 12 cimientos es porque estos representan a los corazones de aquellos que entrarán en la Nueva Jerusalén.
En otras palabras, aquellos son quienes han logrado tener los corazones representados por cada uno de los 12 cimientos durante su cultivación en el mundo, y por tanto ellos se asemejan a Dios el Padre y al Señor.
Solamente aquellos quienes no tengan falta de ninguno de estos corazones, aquellos que alcancen el Amor Perfecto, podrán entrar en la Nueva Jerusalén.
Recientemente estudiamos el significado espiritual de estas piedras en la serie de sermones titulados “El Cielo,” por lo cual esta noche solamente expondré una breve descripción.
El primer cimiento es de jaspe; el jaspe simboliza la “Fe.” El muro de la Nueva Jerusalén también está hecho de jaspe, y este representa el quinto nivel de fe, que constituye el nivel de fe que agrada a Dios. La fe que está representada por un cimiento de jaspe es la “Fe Espiritual,” la cual significa el hecho de creer en cada palabra de parte de Dios desde el fondo del corazón.
Significa creer en lo que se ha creído sin fluctuar, y es una fe seguida por obras de obediencia debido a que se ha creído la palabra de Dios sin cambiar. Por el contrario, aquellos con fe carnal solamente creen cuando algo está de acuerdo con sus propios pensamientos, ideas y conocimiento.
En un principio quizás confiesen que creen, pero dudan cuando están frente a las dificultades de la realidad. Se rinden y abandonan sus oraciones a medio camino, y aunque confiesan obedecer la Palabra de Dios, ellos dejan de ser obedientes tan sólo luego de pocos intentos.
¡La fe espiritual jamás es así! Al igual que Abraham al ofrecer a Isaac, esta es la fe que hace que uno crea y obedezca la Palabra de Dios al 100%, incluso cuando no concuerde con nuestro conocimiento o manera de pensar.
Con esta fe usted puede actuar de manera incondicional según la Palabra, aún cuando no parezca ser algo de beneficio personal.
El segundo cimiento es de “zafiro” y representa “honestidad e integridad justa y sincera.” Constituye el corazón de la verdad en sí con el cual usted no se somete a cualquier tentación o amenaza del mundo una vez que usted se ha decidido por la Verdad.
Este es el corazón que tuvieron los tres amigos de Daniel, quienes no se inclinaron ante los ídolos a pesar de la amenaza de ser lanzados al horno de fuego ardiente. Daniel también llegó a tener este corazón y no cometió el pecado de dejar de orar ni siquiera en el momento en que iba a ser lanzado al foso de los leones.
El color azul oscuro del zafiro representa este corazón sublime y noble que nunca abandona la verdad incluso ante amenazas que atentan contra la vida.
El tercer cimiento es de “Ágata” y representa “pureza y amor sacrificante.” Es un corazón puro y sin mancha, con el cual usted lo sacrifica todo por el Reino y la Justicia de Dios sin esperar nada a cambio. Rut, la mujer Moabita quien siguió y sirvió hasta el final a su suegra desesperada, tenía este tipo de corazón.
Ya que Rut amaba con sinceridad a su suegra, ella estaba muy satisfecha simplemente dando de sí misma. Aunque no recibiría nada a cambio de parte de su suegra, ella pudo entregarlo todo. Por el contrario, aquellos que poseen amor carnal desean algo a cambio por su sacrificio hecho por los demás.
Si no reciben lo que esperan, se sienten disgustados y desilusionados, y abrigan sentimientos adversos contra los demás. No obstante, si usted alcanza el amor verdadero no esperará nada a cambio luego de sacrificar y entregar todas sus posesiones según la Verdad.
¡Podríamos entrar a la Nueva Jerusalén solamente si llegamos a tener este amor que se sacrifica con un corazón puro y limpio!
El cuarto cimiento es de “Esmeralda” y representa “justicia y transparencia, rectitud y pureza.” Su luz es semejante a la luz de los frutos mencionados en Efesios 5:9; en otras palabras, la armonía de “toda bondad, justicia y verdad” es la misma luz de la esmeralda.
La justicia verdadera que Dios reconoce es la combinación de toda bondad, justicia y verdad. Las personas con bondad solamente, pero que tienen falta de justicia, quizás sean inestables, o quizás se comprometen con la injusticia; mientras que las personas con justicia solamente, pero que tienen falta de bondad, quizás insistan en su auto-suficiencia y marco de pensamiento, lo cual puede estar muy lejos de la voluntad de Dios.
Estos quizás juzguen y condenen, e incluso quizás sean inflexibles en sus actos. Posiblemente se enfoquen demasiado en discernir lo bueno de lo malo, lo cual da como resultado la pérdida de las almas.
Por lo tanto, la bondad y la justicia deben ir de la mano, y se puede decir que producirán el verdadero fruto de luz cuando permanezcan en la verdad por la eternidad.
“Ónice,” el quinto cimiento, simboliza “fidelidad diligente.” Si usted hace simplemente lo que se le ha asignado, no será llamado “fiel.” Si usted es un empleado que se limita a hacer bien su trabajo, ¿se podrá decir que usted es fiel? ¡Usted está haciendo simplemente lo que se supone que debe hacer!
Usted no solamente debe hacer aquello que se le ha asignado. Cuando pueda hacer con todo su corazón y mente las cosas que no se le han confiado directamente, entonces se lo podrá calificar como “fiel.”
El tipo de fidelidad diligente que Dios reconoce consiste en cumplir su labor con todo su corazón, mente, alma y vida; y cuando usted es fiel en todas las áreas tales como la iglesia, el lugar de trabajo, y la familia, entonces se dice que es fiel en toda la Casa de Dios.
Para ser fiel en las aéreas a las que pertenecemos, debemos poseer tanto un corazón justo como un corazón de sacrificio. En lugar de buscar nuestro propio beneficio, debemos ser justos con y para todos, y para cumplir con la justicia debemos sacrificarnos a nosotros mismos.
No obstante, para ser “fiel en toda la Casa de Dios” debemos también agregar un corazón de bondad. Esto debe ser así ya que solamente podremos mirar a nuestro alrededor sin tener preferencias hacia cierta área a la medida de la bondad de nuestro corazón.
Cuando a usted se le encargan varias responsabilidades posiblemente establece como prioridad a cada una de ellas a su manera. Muchas personas llegan a ser diligentes en su trabajo hacia los objetivos dados de una misión como prioridades principales, pero son fieles de manera relativa en el cumplimiento de otras responsabilidades.
Aunque los demás no se sientan a gusto con aquello en lo que usted no está siendo fiel, usted quizás diga: “Esta tarea es más importante que aquella. Lamento mucho su insatisfacción.” No obstante, usted intentará ser fiel en más áreas y ensanchará su vasija a la medida en que usted llegue a tener más bondad.
Cuando los demás sientan que su corazón es así, no sentirán disgusto hacia usted aunque no puedan invertir mucho tiempo con usted, sino que dirán: “Solamente quiero darle gracias por haberse hecho cargo de esta tarea a pesar de su ocupada agenda.”
Asimismo, si usted logra tener un corazón de bondad, nunca descuidará ninguna área. Incluso cuando nadie lo reprenda su corazón se sentirá angustiado cuando usted no practique la bondad, y de este modo llegará a ser fiel de manera natural en toda la Casa de Dios.
Si usted piensa que no está tan apasionado como solía ser, y si su progreso espiritual parece haberse retrasado aunque piense que está manejando su vida cristiana con diligencia, yo espero que usted pueda examinar esta área (de la bondad).
Examínese a sí mismo para ver cuánto se ha sacrificado por el Reino y la justicia de Dios, y si está siendo fiel en toda la Casa de Dios con un corazón de bondad. Solamente si llega a tener un corazón que es fiel en toda la Casa de Dios, su vasija estará lista para las bendiciones en este mundo, y usted podrá estar calificado para entrar en la Nueva Jerusalén.
“Cornalina,” el sexto cimiento, encierra el significado de “esfuerzo y pasión,” con un amor apasionado para alcanzar el Reino y la Justicia de Dios. La cornalina del Cielo es muy roja, como la sangre, y muy transparente.
El Apóstol Pablo es quien tiene aquel tipo de amor apasionado como cornalina. Una vez que conoció al Señor, él dedicó su vida entera al Reino de Dios. Su pasión no se apagó ni siquiera bajo las persecuciones y aflicciones que una persona normal no podría resistir.
Él estaba más preocupado por las almas débiles y por las iglesias sin importar cuán terribles fueran sus sufrimientos. Él ni siquiera consideró su propia vida, sino que corrió el riesgo de enfrentar cualquier dificultad o sacrificio con tal de cumplir con el Reino de Dios.
Para poder entrar en la Nueva Jerusalén, usted debe tener este amor apasionado (representado por) la cornalina.
El séptimo cimiento es de “Crisólito,” y representa la “misericordia.” Esto es entender y perdonar en verdad a alguien quien no podría ser entendido y perdonado en lo absoluto. Si usted tiene aquel corazón de misericordia, no tendrá ningún prejuicio.
No habrá nadie que a usted le disguste o a quien odie, y tampoco tendrá enemistad con ninguna persona debido a que pensará en todas las cosas con bondad. El corazón que entiende y abraza todas las cosas es el corazón de misericordia.
No importa cuán cruel sea un delincuente, usted no lo odiará, aunque quizás odie su pecado. Aunque Jesús sabía que Judas Iscariote lo traicionaría, Él lo abrazó y le dio la oportunidad de arrepentirse; y el Diácono Esteban también pidió por el perdón de aquellos que lo estaban apedreando hasta la muerte.
Solamente aquellos que logran tener este corazón de misericordia podrán entrar en la Nueva Jerusalén.
El corazón constituido por el octavo cimiento, “Berilo”, representa “perseverancia y paciencia” en todas las cosas a fin de alcanzar el Reino y la Justicia de Dios.
No obstante, no se trata de soportar algo con gran constreñimiento, sino se trata de la paciencia en la que nada requiere ser pacientes. Significa ser llenos de bondad sin maldad. No importa cuán grande sea la dificultad y el tiempo que ésta dure, si usted lo soporta con paciencia hasta el final, la promesa de Dios producirá sus frutos.
Cuando predica el evangelio a alguna persona, usted cree que eventualmente habrá un cambio en ella y persevera con paciencia hasta el final. Cuando usted circuncida su corazón, también persevera con paciencia hasta el final cuando se cosecha el fruto de santificación.
Aunque el proceso parezca muy lento, usted no se desalienta sino que confía en Dios, le agradece y continúa la cultivación de su persona hasta el fin. Una vez que usted haya perseverado con paciencia, el fruto que cosechará es la Gloria de la Nueva Jerusalén.
El noveno cimiento, “Topacio,” representa la “bondad espiritual.” Esto significa la búsqueda de la bondad dentro del Espíritu Santo. Es algo similar a lo que es la “conciencia” para el mundo. La conciencia es la norma de cada individuo para juzgar entre lo correcto y lo incorrecto, o entre lo bueno y lo malo.
El concepto de conciencia difiere según las diversas épocas, países, y pueblos. Sin embargo, en el caso de la bondad espiritual, la norma para juzgar entre lo bueno y lo malo es la inmutable Palabra de Dios. Esto es buscar solamente la bondad a los ojos de Dios.
No obstante, no se trata de “buscar la bondad en el corazón” solamente. Pues únicamente cuando la bondad se revela exteriormente podemos decir que hemos alcanzado la bondad espiritual, y nuestras palabras y obras serán llenas de virtud y gracia de modo que logremos emitir el grato olor del Señor Jesucristo a la medida en que anhelemos aquella bondad.
Usted hará las obras que hizo el Buen Samaritano y mostrará gracia a aquellos que necesitan de su ayuda. No llorará ni tendrá disgustos con nadie, aunque existan personas que reaccionen contra usted con maldad, no los ignora, no los lastima, y no los rechaza.
Usted trata con aquellas personas con bondad, con el corazón de Jesús quien tuvo misericordia incluso estando en la condición de caña cascada y pábilo que humeare. Solamente cuando lleguemos a tener este tipo de corazón con bondad espiritual podremos entrar en la Nueva Jerusalén.
El décimo cimiento, “Crisopraso,” simboliza el “dominio propio.” Sin importar cuán buena sea una comida, si uno come demasiado, causará problemas. Asimismo, el ejercicio es bueno para la salud, pero cuando no se ejerce un control apropiado, puede ser perjudicial.
Todo esto se aplica no solo en sentido físico sino también en un sentido espiritual. Sin importar cuán buena sea alguna cosa, usted debe controlarse de acuerdo al orden y a las leyes naturales. Incluso se debe tener el gozo y el amor bajo control.
Inclusive cuando usted haga algo bajo la inspiración del Espíritu Santo, no debe ser impulsivo, sino que debe supervisar aquello con el tiempo y métodos exactos para hacerlo. Aun aquellos que se han adentrado en lo espiritual harán que todo funcione en armonía a través del dominio propio.
Si usted todavía no se ha adentrado en lo espiritual, usted debe desechar por completo la codicia de la carne, y seguir solamente los deseos del Espíritu Santo.
El “Jacinto” constituye el undécimo cimiento, el cual representa la “pureza.” Esto significa no tener pecado en el corazón; en otras palabras, es el corazón sin reproche, mancha, o defecto.
De la manera que uno lava el cuerpo con agua, debemos lavar el corazón con agua espiritual y purificarlo con la Palabra de Dios.
En Hebreos 10:22 dice: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” Por ejemplo, cuando usted obedece la Palabra de Dios que dice: “Desecha esto” o “No hagas aquello,” la falsedad y la maldad desaparecerán de su corazón.
Asimismo, si usted obedece cuando Dios dice: “Haz esto” y “Guarda aquello” usted no será manchado por los pecados y la maldad del mundo sino que será constantemente lavado con agua pura.
Mirar en los ojos puros de un pequeño niño es algo que refresca el corazón de las personas. Dios el Padre siente lo mismo cuando mira el corazón puro de sus hijos, Él quiere permanecer mirándolos y quedarse más tiempo con ellos.
Debido a que Él quiere estar con sus hijos de este modo, Él los guía hacia la Nueva Jerusalén, cerca de Su Trono.
El duodécimo cimiento, “Amatista” representa la “mansedumbre.” Este es un corazón de benevolencia y docilidad, lo suficientemente amplio para tolerar a todo tipo de persona. Es el corazón que es suave y cómodo como el algodón, y que es capaz de aceptar a todo tipo de persona; es un corazón lleno de la generosidad que entiende todas las cosas con bondad y las acepta con amor.
Sin importar cuán cálido y suave sea su corazón para aceptar a alguien, si los atributos están encerrados dentro de él, no tendrán relevancia alguna. Usted debe estar capacitado para exhibirlos mediante las obras.
Cuando los demás se sientan motivados y a gusto mediante sus palabras y obras de mansedumbre, entonces todo esto se convertirá en “virtud.” Un hombre con virtud posee autoridad espiritual. Éste puede ganarse el corazón de muchas personas, y puede guiarlos hacia la verdad y la vida.
¡Moisés tuvo aquel tipo de corazón, por eso él pudo guiar a millones de Israelitas!
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Hasta ahora he descrito brevemente los corazones espirituales a los cuales representan los 12 cimientos.
Les dije que, cuando consolidemos todos los corazones espirituales, esto es fe, honestidad e integridad justa y sincera, sacrificio, justicia, fidelidad, pasión, misericordia, paciencia, dominio propio, pureza y mansedumbre, nuestro corazón llegará a tener el Amor Perfecto.
Tanto para los cimientos de la Nueva Jerusalén como para las piedras que decoran sus moradas, Dios no utiliza ninguna piedra por el sólo hecho de ser preciosas y brillantes, sino que cada una de estas piedras contiene la providencia de Dios.
Además, lo que usted debe recordar es que las piedras de la Nueva Jerusalén son diferentes a las del mundo, no solamente en sus colores y brillo, sino también de nombre. Cuando Dios creó cada piedra, Él puso un significado espiritual en cada una y les dio un color y un brillo únicos de acuerdo a su significado.
Por ejemplo, para simbolizar el “apasionado amor por el Reino de Dios” Él creó una piedra transparente que es roja como la sangre. Tan sólo una mirada fugaz a esta piedra nos recuerda la ardiente pasión por Dios, y aquella pasión nos recuerda las obras de fidelidad majestuosa, las cuales conmueven el corazón.
¿En qué lugar del mundo podemos encontrar una piedra similar que emita aquel brillo y color tan gloriosos?
Dios le dio a cada piedra un nombre en lenguaje celestial. Cuando el nombre se combina con su brillo, se obtiene la dignidad y orgullo de cada piedra en particular. No obstante, es difícil explicar la belleza de las piedras del Cielo en el lenguaje de este mundo, y aunque Dios nos dijese los nombres celestiales de aquellas piedras, no lograríamos entenderlos.
Por lo tanto, el Apóstol Juan escogió los nombres de las piedras de este mundo que más se asemejan a las piedras del Cielo para ayudarnos a entender mejor.
Yo les animo a recordar el significado de los 12 cimientos y a examinar cuánto han logrado ustedes en base a los corazones representados por aquellas piedras. Al hacer esto, quizás usted se de cuenta cuán cerca está de la Nueva Jerusalén.
Apocalipsis 21:21 dice: “Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.”
Existen 3 puertas en cada uno de los 4 lados de la Nueva Jerusalén. Están colocadas a 800 kilómetros de distancia entre sí. Así como el muro es alto y ancho, estas 12 puertas también son inmensas; ¡cuando ustedes estén cerca quizás tengan que mirarlas por mucho tiempo!
La puerta entera en forma de arco está hecha de una perla reluciente gigante, y tiene un asidero hecho de oro puro. Ustedes posiblemente ya conocen cómo se forman las perlas; pues, cuando una substancia extraña invade el caparazón de una ostra y penetra su cuerpo, ésta soporta el dolor y secreta nácar para cubrir la irritación. El resultado de la repetición de este proceso es una perla reluciente.
Asimismo, para que los hijos de Dios sean calificados para entrar en la Nueva Jerusalén, ellos tienen que soportar mucho. Dios permite que sus hijos sean sometidos a prueba para que puedan descubrir cualquier falsedad en ellos.
Dios les da la oportunidad de descubrir sus pecados y maldad en diferentes medios y situaciones. Cuando se reconoce el pecado y la maldad, también se siente dolor e incluso desaliento de vez en cuando tomando en cuenta nuestra debilidad.
Pero cuando se ora y se ayuna con todas las fuerzas, y si se depende en Dios, Él provee de su Gracia y Fortaleza, llegando a alcanzar el amor a la medida en que nos despojemos del odio, y llegando a alcanzar la mansedumbre a la medida en que nos despojemos del mal temperamento y de los sentimientos adversos.
Cuando usted se esfuerza de muchas maneras para desechar sus pecados y maldad, eventualmente alcanzará el corazón santificado del espíritu. Cuando los hijos de Dios pasan y sufren por las pruebas, es Dios mismo quien siente ese dolor en su corazón.
No obstante, Dios permite este procedimiento para sus hijos debido a que los ama mucho. Él sabe que sus hijos necesitan pasar por el proceso de descubrir y desechar su ego para poder entrar en la Nueva Jerusalén.
Es por esto que Dios permite que sus hijos pasen por pruebas mientras Él nerviosamente observa el proceso a través del que sus hijos alcanzan la santificación. Él no solamente los observa, sino que también les da gracia y fortaleza, y además los guía hasta que lleguen a la Nueva Jerusalén.
Aquellos que entienden aquel amor de Dios no se quejan ni se lamentan de sus pruebas difíciles, y tampoco pronuncian palabras con la actitud de darse por vencidos. Sin importar la dificultad de su situación, ellos simplemente oran y hacen esta confesión: “Yo puedo ser vencedor por la Gracia de Dios el Padre. Definitivamente voy a producir el fruto de santificación y voy a agradar a Dios.”
Adicionalmente, aquellos que obedecen rigiéndose a la Verdad nunca pierden la plenitud de sus corazones, sin importar el tipo de dificultad que atraviesen. Debido a que se regocijan y agradecen desde el fondo de sus corazones, ellos no consideran la dificultad como prueba, y más bien resultan vencedores.
Cuando venzan y pasen todas las pruebas, ellos pasarán a través de la puerta de perla en gloria similar a la de un victorioso general regresando a casa.
¡Dios hizo cada puerta de una sola perla asignándole este significado!
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Aunque los días en este mundo sean tan difíciles, éstos son solamente momentáneos comparados con los días en el Cielo eterno.
Aquellas pruebas de fuego o las cosas buenas de este mundo serán todas momentáneas dentro de un corto tiempo. Si usted puede verdaderamente darse cuenta de esto en su corazón, verá que no hay prueba que usted no pueda vencer.
Usted ha escuchado muchos mensajes acerca del Cielo, y conoce bien acerca de la Nueva Jerusalén; por eso le animo a tornar todo ese conocimiento en esperanza y a que lo almacene en su corazón.
Hebreos 6:19 dice: “(Esperanza) La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo.”
Incluso en la tempestad de las pruebas y aflicciones, es esta esperanza la que sostendrá su espíritu y alma, y la que lo guiará a anclar su vida en el puerto de la Nueva Jerusalén.
Yo animo a cada uno de ustedes a sostenerse de la Palabra de esperanza y obtener la victoria al final al pasar por la puerta de perla.
¡Yo ruego en el nombre del Señor Jesucristo que usted disfrute de conforte y gozo sin fin en su morada preparada por Dios en la Nueva Jerusalén!
[Amén]