07-03-2009 | Rev. Jaerock Lee
Capítulo 16
Adoración
1. Significado de la Adoración
La definición de “adoración” en el diccionario indica: “Mostrar su respeto a Dios, por ejemplo al repetir sus oraciones. Esto significa dar honor, alabanza, y gloria a Dios. Los creyentes dan gracias a Dios y lo exaltan.”
Actualmente muchas personas adoran diferentes tipos de criaturas y lo hacen en vano, pues hay solamente un Dios Creador quien debe ser adorado. Hoy en día Dios está buscando adoradores en espíritu y en verdad, tal como lo hizo durante los días del Antiguo Testamento, y les concede bendiciones. Por lo tanto, deberíamos saber que hemos sido llamados para adorar a Dios, y para hacerlo “en espíritu y en verdad.”
Dios creó los cielos y la tierra, y todas las demás cosas, y se las dio al hombre. También entregó a su unigénito hijo, Jesucristo, para salvar a la humanidad de sus pecados. Por consecuencia, el enfoque de nuestra vida debe ser la adoración, y deberíamos tener un corazón que rinde adoración a Dios en cada momento, de modo que nuestra existencia y vida misma le den gloria a Él.
Pero debemos saber lo siguiente: ¡Dios no recibe todo tipo de adoración! Hay un tipo de adoración que Él acepta, y otro tipo que no acepta. Es por eso que el Apóstol Pablo dice en Romanos 12:1: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”
En Génesis 4:3-5 vemos que Dios aceptó la ofrenda de sangre de Abel, pero no aceptó la ofrenda del fruto de la tierra de Caín. ¿Cuál es la razón? Como está escrito en Hebreos 11:4: “Dios consideró la ofrenda de Abel mejor que la de Caín porque Abel obedeció con fe.” Levítico 10:1-2 describe una escena dónde Nadab y Abiú ofrecieron fuego extraño, que no era el que Dios había ordenado, y fueron devorados por el fuego de Dios. 1 Samuel 13:8-14 nos dice que Saúl fue desechado por Dios porque él, con su autoridad, transgredió el deber del sacerdote Samuel. En Malaquías 1:6-7, Dios reprende al pueblo de Israel porque ofrecieron a Dios lo más bajo y deshonroso, en lugar de ofrecer las mejores cosas. Dios dice que Él no aceptará la adoración en la que no haya reverencia apropiada, aunque ésta posea todas las formalidades religiosas. Incluso los fariseos y escribas en los tiempos de Jesús guardaron la tradición de los Ancianos estrictamente, pero debido a que no adoraron a Dios con sinceridad de corazón, Jesús los reprendió fuertemente (Mateo 15:7-9, 23:13-18).
Dios no acepta la adoración que se ofrece de manera errónea o según nuestra conveniencia. Por consiguiente, dentro del cristianismo, el rendir adoración debe darse según la regla que Dios ha proporcionado y no según el deseo del adorador. Desde este punto de vista, el cristianismo es muy diferente a las religiones gentiles, en las que crean su propia adoración para satisfacer sus corazones.
Salomón, el hijo de David, ofreció mil sacrificios, junto a todo su pueblo, cuando tomó el trono. Entonces, Dios se le apareció en un sueño y le dijo: “¡Pide lo que quieras que yo te dé! Salomón respondió: "Ahora, Oh SEÑOR mi Dios, Tu has hecho a Tu siervo rey en lugar de mi padre David, pero yo soy un niño pequeño; yo no sé cómo salir o entrar. Y Tu siervo está en medio de Tu pueblo al cual Tú has escogido, un pueblo grande, demasiado numeroso para ser numerado o contado. Por lo tanto dé a Su siervo un corazón comprensivo para juzgar a Tu pueblo, para que yo pueda discernir entre lo bueno y lo malo. ¿Por qué quién está capacitado para juzgar a este gran pueblo Tuyo? Él pidió conocimiento y sabiduría para gobernar a las personas de una manera buena. Así que Dios le dio a Salomón, no sólo sabiduría y conocimiento, sino también las riquezas y honra que él no pidió, para que no hubiese antes de él alguien como él, ni para que se levantara otro como él después de él (1 Reyes 3:3-15, 2 Crónicas 1:1-13).
Del mismo modo, si nosotros ofrecemos la adoración con la cual Dios se complace, Él cumplirá los deseos de nuestro corazón y nos recompensará con bendiciones abundantes. Dios no recibe adoración sin sentido ofrecida simplemente por asistir al servicio de adoración en la iglesia, mas si los creyentes que aman a Dios participan del servicio en espíritu y verdad, y le adoran a Él, Dios recibirá aquello con alegría e incluso cumplirá los deseos de su corazón.
2. La Adoración Espiritual que Agrada a Dios
El tipo de adoración que Dios quiere no se realiza simplemente asistiendo al servicio de adoración del domingo, después de vivir una vida mundana según nuestros deseos de lunes a sábado. La asistencia al servicio de adoración en la iglesia es una extensión de nuestra vida de adoración. Por tanto, la adoración que está separada de nuestra vida, no es el tipo de adoración que Dios anhela de verdad. Consecuentemente, según lo que está escrito en Lucas 10:27, nosotros debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas, y con toda nuestra mente para entonces vivir la vida de adoración que agrada a Dios.
Levítico 1:1 dice: “Llamó JEHOVÁ a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo…” Lo que nosotros podemos comprender a través de este verso es que el sacrificio durante los días del Antiguo Testamento no fue inventado por las personas, sino que Dios mismo le enseñó a su pueblo mediante revelación. Para recuperar la comunión entre Dios y los seres humanos, la cual había sido desconectada por el pecado de Adán, Él nos proporcionó un sistema que, en los días del Antiguo Testamento, consistía en un sacrificio.
Los sacrificios y ofrendas en el Antiguo Testamento se dividen en: ofrenda ardiente, ofrenda de grano, ofrenda de paz, ofrenda por la culpa, y ofrenda por el pecado según su gravedad. Estas podían ofrecerse con un toro, cordero, cabra, paloma, o harina según el tipo y riqueza de las personas. Las ofrendas en el Antiguo Testamento constituían rituales exteriores con formalidades y procesos complicados y estrictos. Cuando las personas cometían un pecado, ellos tenían que matar un animal y debían levantar una ofrenda por el pecado con la sangre de aquellos animales para ser perdonados. Pero debido a que la sangre de cordero o de cabra no podía limpiar completamente el pecado del hombre, Jesucristo, el Cordero de Dios, fue ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos (Hebreos 9:28), para que las ofrendas complicadas del Antiguo Testamento ya no fueran necesarias. Hebreos 9:11-12 dice: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” Como está escrito, a través del Cristo que logró el perdón eterno de pecados, nosotros ya no tenemos que ofrecer a Dios el sacrificio de sangre, mas ahora podemos presentarnos ante Él para adorarle en espíritu. ¡Éste es el tipo de adoración en el Nuevo Testamento!
Durante los días del Antiguo Testamento, antes de que Jesús viniera a este mundo, se mataban animales y se ofrecían sacrificios de sangre. Pero después de que Jesucristo viniera a este mundo, debido a que Él mismo ofreció el sacrificio definitivo al ser crucificado y al derramar su sangre (Hebreos 10:11-12), sólo si nosotros creemos esto en nuestro corazón y aceptamos a Jesucristo, podremos ser perdonados de nuestros pecados.
Igualmente, Dios se complace con nosotros cuando ofrecemos en forma de acción lo que creemos en el corazón. Esto es un sacrificio santo y vivo, y adoración espiritual (Romanos 12:1). En conclusión, durante los días del Antiguo Testamento se ofrecían sacrificios, mientras nosotros ofrecemos el servicio de adoración según el Nuevo Testamento. También, así como una ofrenda que estaba limpia y sin mancha era aceptada por Dios, la adoración en el Nuevo Testamento debe ofrecerse en espíritu y en verdad para que sea aceptada por Dios.
3. Adoración en Espíritu y en Verdad
Juan 4:23-24 dice: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Estos versos nos dicen que lo más importante es el corazón del adorador, no el lugar de adoración, como el Templo de Jerusalén o el Monte Gerizim. Este verso expresa las palabras que Jesús le dijo a la mujer Samaritana cuando la encontró en el pozo del pueblo llamado Sicar. Él estaba permitiéndole saber que Él era el Mesías, y que por su venida el concepto sobre la adoración también tuvo que ser renovado.
¿Cuál es el tipo de adoración que constituye “adoración en espíritu y en verdad” la cual el Señor anhela?
Adoración en espíritu se refiere a entregar nuestro verdadero corazón con el Espíritu Santo habitando en nosotros, entendiendo la Palabra de Dios en los 66 libros de la Biblia, con la llenura del Espíritu Santo.
Adoración en verdad es entregar a Dios el gozo, gracias, oraciones, alabanzas, hechos y ofrendas con todo nuestro cuerpo, corazón, mente, y alma enamorados de Dios, comprendiéndolo a Él de una manera apropiada.
Aunque a menudo decimos que amamos a Dios, podemos encontrar algunas cosas dudosas acerca de la veracidad de nuestra confesión cuando analizamos nuestras actitudes en los servicios de adoración que ofrecemos simplemente un par de veces por semana. 1 Corintios 13:5 dice que el amor no hace nada indebido. Así que debemos amar a Dios, quien es nuestro Creador y quien gobierna todo en el universo, y nunca debemos hacer nada indebido, sobre todo cuando le adoramos.
Nosotros debemos tener mucho cuidado con lo siguiente:
- Primero: No debemos llegar tarde al tiempo de adoración
Adorar es reconocer la autoridad espiritual de Dios quien es invisible, y debemos hacerlo según las reglas y formalidades puestas por Dios. Esto significa reconocer a Dios en lo profundo de nuestro corazón. El tiempo de la adoración es una cita que debemos concederle a Dios, por tanto debemos ser puntuales. Debemos llegar antes del inicio y preparar nuestro corazón para adorar.
Imagine que usted tiene una cita con el Presidente de su país. Por supuesto, usted irá antes del tiempo de la cita y esperará. Entonces, cuánto más tenemos que prepararnos nosotros cuando nos reunimos con Dios quien es mucho más importante que el Presidente… ¡sin duda alguna!
- Segundo: Debemos concentrarnos en el mensaje del servicio
El pastor es un siervo ungido de Dios y es como el sacerdote en el Antiguo Testamento. Por consiguiente, el ha sido designado para predicar la Palabra en el altar en representación de Dios y es el guía que lleva al rebaño de ovejas al Reino de los Cielos. Por eso, si nosotros nos comportamos mal con el pastor, Dios nos juzgará como si estuviésemos comportándonos mal con Él, y si desobedecemos a nuestro pastor, Dios nos juzgará como si estuviésemos desobedeciéndole directamente a Él.
Éxodo 16:8-21 nos dice que cuando el pueblo de Israel se quejaba y se ponía en contra de Moisés, era igual a quejarse y estar en contra de Dios. 1 Samuel 8:4-9 dice que cuando las personas desobedecieron a Samuel, estaban desobedeciendo a Dios. Por lo tanto, cuando el pastor está predicando la Palabra de Dios en el altar y nosotros no adoramos en espíritu y en verdad sino que caemos en pensamientos ociosos, conversamos con las personas a nuestro lado, nos preocupamos de la familia, del lugar de trabajo, o de los negocios, estamos siendo irreverentes ante Dios. Asimismo, si nosotros nos dormimos durante el servicio de adoración, estamos siendo irreverentes, del mismo modo que lo somos si nos quedamos dormidos cuando el Presidente está dirigiendo un discurso, pues al quedarnos dormimos durante los servicios de adoración somos irreverentes ante Dios y ante el pastor, e incluso ante los hermanos en la fe. Además, agitar a una persona que está orando a Dios durante los servicios de adoración también es irreverente. Nosotros no podemos interrumpir a alguien que está hablando con una persona mayor. De la misma manera, agitar a alguien e interrumpir cuando está orando a Dios representa una actitud irreverente.
- Tercero: No debemos asistir al servicio de adoración después de haber bebido o fumando
Dios no culpa a un nuevo creyente cuando este no puede dejar de beber o fumar inmediatamente, pero incluso en ese caso, ellos no deben beber ni fumar, por lo menos cuando asisten al servicio de adoración. Pero si un creyente que ha sido bautizado y ha recibido un cargo en la iglesia bebe y fuma, eso es muy irreverente ante Dios, ante el pastor, y ante los hermanos en la fe debido a que ya confesó en el momento de su bautismo que no bebería ni fumaría. Incluso las personas del mundo piensan que los creyentes no fuman ni beben, por eso, si un creyente con un cargo en la iglesia todavía fuma y bebe, está avergonzando y deshonrando a Dios, y eso representa una acción irreverente. Antes de que uno reciba un cargo en la iglesia se tiene una fe pequeña, por lo tanto Dios no lo condenaría aunque no se pueda dejar de fumar ni beber. Pero para un creyente que se supone que tiene cierta cantidad de fe y un cargo en la iglesia, es algo muy irreverente.
- Cuarto: No debemos destruir la atmósfera de adoración
El santuario de Dios es un lugar santo dónde nosotros le rendimos adoración, le damos la alabanza, y oramos a Él. Si nosotros permitimos que nuestros hijos pequeños lloren ruidosamente y corran alrededor del santuario asiendo ruido, perturbaremos a muchas personas y no podrán concentrarse en la adoración. Así que eso también es irreverente ante Dios.
También es irreverente enfadarse, gritar, o hablar sobre cosas del mundo en el santuario. Masticar chicle, hablar y reírse con las personas a nuestro lado, o retirarse del santuario durante la adoración, todas son acciones irreverentes ante Él y ante los hermanos en la fe. Es asimismo irreverente ponerse una gorra o zapatillas, o asistir al servicio en camiseta o ropa deportiva; eso no es cortés y hace que Dios se sienta avergonzado. Por supuesto que la apariencia no es lo más importante, pero ya que el corazón de uno se expresa en la apariencia, debemos preparar todo con reverencia para Dios.
Antes de que Jesucristo viniera, había tantas regulaciones y reglas acerca del lugar y tiempo de la adoración, y acerca de cómo dar ofrendas y sacrificios. Haciendo una comparación, piense solamente en cuánta gracia nosotros estamos disfrutando ahora desde que Jesucristo vino y se ofreció de una vez por todas como un sacrificio perfecto. No obstante, ¿cómo están nuestra actitud, corazón, y ofrenda con respecto a nuestra adoración?
Dios no mira nuestra apariencia o cuánta ofrenda nosotros le damos a Él, sino mira con qué tipo de corazón damos y en qué circunstancias lo hacemos. Dios recibe con gozo la ofrenda que damos con todo nuestro corazón, pero no el tipo de adoración que ofrecemos con irreverencia ni la ofrenda que le damos solo por simpatía. Por lo tanto, debemos parecernos a Jesucristo quien nos ha amado y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante (Efesios 5:2). Debemos ofrecer nuestra adoración, ofrenda, y vidas como adoración en espíritu y en verdad con aroma agradable.
Entonces, amemos a Dios con todo nuestro corazón, mente, y alma (Lucas 10:27), y vivamos una vida de adoración espiritual que agrade a Dios.