• Apocalipsis 93

    [Apocalipsis 22:2-5]

    27-03-2009 | Rev. Jaerock Lee

    • Escritura

      Apocalipsis 22:2-5
      [2] En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
      [3] Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,
      [4] y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
      [5] No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      El Río de Agua de Vida que se origina del Trono de Dios en el Cielo fluye hasta cada rincón del Cielo, desde la Nueva Jerusalén hasta el Paraíso y a cada lado del Río de Agua de Vida se encuentra el Árbol de Vida del cual existen 12 tipos diferentes y cada uno produce un fruto distinto.
      ¿Cuál es la razón por la que Dios puso el Árbol de Vida a cada lado del Río de Agua de Vida?
      Primero: el Árbol de Vida simboliza espiritualmente a los hijos de Dios que entran al Cielo.
      El Salmo 1:2-3 dice: "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará".
      En este verso la palabra "árbol" hace referencia a los hijos de Dios quienes viven según Su Palabra. El Árbol de Vida que está plantado a cada lado del Río de Agua de Vida también simboliza a los hijos de Dios quienes llegan al Cielo por haber hecho de la Palabra de Dios su pan.
      La Escritura dice que el árbol produce 12 tipos de frutos. El número 12 simboliza a "todas las naciones" ya que, de acuerdo a la Biblia las 12 tribus de Israel se originaron de los 12 hijos de Jacob. Jesús vino a través de este Israel y estableció el Reino de Dios en todas las naciones.
      Además simboliza a los 12 discípulos del Señor quienes predicaron el Evangelio a todas las naciones. Cualquier habitante de todas las naciones quien escucha el Evangelio, cree en Jesucristo, y hace de la Palabra de Dios su pan puede llegar a ser un ciudadano del Cielo.
      Para representar esto Dios ha puesto 12 tipos de Árbol de Vida a cada lado del Río de Agua de Vida.
      Segundo: El número 12 es el número de luz. Significa que Dios concede vida eternal a las almas que llegan a ser hijos de luz al vivir de acuerdo a la Palabra de Dios QUIEN es Luz.
      Las diferentes formas y brillo de los frutos que producen los 12 Árboles de Vida son los frutos que producen las almas mientras viven en la luz. El fruto simboliza el Fruto de Luz, del Espíritu Santo, y de Justicia.
      La Escritura añade también que "las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones". Estas hojas son de color verde oscuro; tienen un brillo delicado, y son grandes. Las hojas del Cielo no se marchitan sin importar el número de años que transcurran.
      ¿Qué tipo de significado espiritual encierra la confesión bíblica sobre las hojas que son para la sanidad de las naciones? Pues para que un árbol produzca frutos, éste necesita pasar por el proceso de crecimiento, el brote de sus ramas, y el brote de sus flores.
      Mientras crece el árbol debe absorber nutrientes y agua a través de sus raíces, y para que un árbol crecido produzca frutos es necesario que tenga hojas ya que éstas reciben la luz y pasan por la fotosíntesis con el fin de que el árbol reciba los nutrientes para producir sus frutos.
      Inicialmente todas las almas estaban destinadas a enfrentar la muerte debido al pecado. Éstas quizás tengan vida en su cuerpo físico durante un corto tiempo, pero eventualmente mueren, pues no superan a la muerte. Sin embargo, aquellos que creen en Jesucristo y viven según la Palabra de Dios pueden ser libres de la maldición de la ley que dicta que "la paga del pecado es la muerte".
      Incluso un alma al borde de la muerte puede recibir vida eterna y sanidad, no obstante, creer en Jesucristo no es lo mismo que confesar su fe de labios solamente sino que es necesario vivir de acuerdo a la Palabra de Dios. La Biblia compara la Palabra de Dios con el agua. Dios es luz y la Palabra de Dios también es luz.
      Tal como un árbol necesita absorber el agua para sobrevivir y necesita recibir la luz para producir frutos, ustedes también deben comer y beber en la Palabra de Dios. En otras palabras, cuando usted aprende las palabras de la Biblia no debe entenderlas solamente sino también practicarlas.
      Solamente al hacer esto la maldición será eliminada de nuestras vidas y en su lugar vendrá la bendición, esto constituye el significado de "las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones". Cuando las almas reciben la Palabra de Dios quien es la Luz y hacen de ella su alimento logran escapar de toda muerte y maldición para entrar en vida y bendición.
      Apocalipsis 22:3 dice: "Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella". Como les expliqué anteriormente, a raíz del pecado de Adán todos los seres humanos debían vivir una vida de sufrimiento bajo la maldición de la ley.
      Debían sufrir aquello que no experimentaron en el Huerto del Edén, cosas tales como las enfermedades, los desastres naturales, la pobreza, la muerte, y las guerras. Por supuesto que aquellos que creen en Jesucristo han sido liberados de la maldición de la ley, pero siguen siendo cultivados en la Tierra.
      Aunque estas almas hayan llegado a ser salvas es necesario el proceso que implica pasar por pruebas y vencerlas porque si no creen en la Palabra de Dios, aunque confiesen hacerlo, puede ser que enfrenten enfermedades, accidentes, o desastres.
      Si los padres o ancestros han sido personas que han adorado con seriedad a ídolos, o si han sido de aquellos que se levantaron en contra de Dios y practicaron el mal, sus descendientes pueden estar bajo maldición, y aunque estos acepten al Señor y crean en Él, sufrirán en lo espiritual así como en lo físico hasta liberarse totalmente de aquella maldición.
      Adicionalmente aquellos que obedecen de acuerdo a la Palabra de Dios pueden pasar por pruebas permitidas por Él las cuales ayudarán a fortalecer su fe. Quizás sufran persecuciones por causa del Reino de Dios, o quizás sufran injusticias, no obstante quienes cambian diligentemente sus vidas hacia lo espiritual están siempre gozosos y agradecidos de corazón.
      Sin embargo, es necesario que se refine su corazón de vez en cuando pero siempre derraman lágrimas y clamor por el Reino de Dios y por las almas. Ellos podrán disfrutar de la fe perfecta y la felicidad verdadera solamente cuando lleguen al Cielo.
      En el Cielo podrán disfrutar de felicidad y gozo eternos sin importar cualquier tipo de maldiciones. Además, ¿cuánta felicidad y éxtasis causará el entrar a la Nueva Jerusalén y vivir junto al Trono de Dios y al Cordero? Dios enjugará todo dolor y lágrima de Sus hijos quienes han vencido todas las pruebas y logren entrar en la Nueva Jerusalén.
      Aquellos entre ustedes quienes tienen hijos pueden entender bien el corazón del Dios Padre. Por ejemplo, quizás usted tenga que obligar a sus hijos a hacer algo que no les agrada, a veces les tiene que hablar de manera estricta o tiene que reprenderlos, pero en cambio se ven tan preciosos cuando le obedecen bien.
      Usted quizás diga: "¡Buen trabajo hijo! ¡Muchas gracias!" y quizás le de un abrazo, o quizás le compre algo para premiarlo. Asimismo, cuando usted disciplina a sus hijos, no es porque usted los odia, pues cuando ellos ya no necesitan arrepentirse o ser disciplinados, usted los abraza y los consuela.
      Esto es lo que pasó en los días de la inundación de Noé. Él advirtió al pueblo acerca del juicio, pero ellos no se arrepintieron y al final solamente Noé y su familia sobrevivieron al diluvio que sirvió como juicio a toda la humanidad.
      Pero a pesar de haber sobrevivido ellos tuvieron que ser testigos del juicio estricto que destruyó el mundo entero, ¿cuán atemorizado estaría su corazón? Sus vecinos, parientes y amigos que solían vivir cerca de ellos de repente desaparecieron.
      Al ver que eran los únicos quienes habían sobrevivido a la gran inundación que destruyó toda la tierra no podían describir con palabras lo que su corazón sentía. Luego Dios les mostró un arcoíris en el cielo para consolarlos y fue como una señal de pacto que indicaba que nunca jamás habría otra inundación.
      Cuando Noé y su familia vieron el hermoso arcoíris en el cielo, ¿cuánto se habrá conmovido su corazón? El temor, el lamento, y la preocupación por el juicio mediante la inundación desaparecieron y lograron sentir paz en el amor de Dios.
      En la Escritura de esta noche podemos sentir aquel corazón generoso de Dios diciendo "no habrá más maldición". Dios enjuga toda lágrima que derraman las personas mientras son refinados en esta tierra bajo maldición, y dice: "Bien hecho mis hijos, desde ahora en adelante solamente habrá felicidad".
      Cuando las almas vean la gloria del cielo que se abre ante sus ojos, ellos serán felices, y cuando se den cuenta de que no habrá más maldición, el consuelo y la paz serán mayores.
      Apocalipsis 22:3 habla acerca del Trono de Dios y del Cordero que están en el centro mismo de la Nueva Jerusalén. Ustedes podrán recordar por lo estudiado en la serie de sermones titulados "Cielo" que la Nueva Jerusalén está dividida en tres áreas: el área de Dios el Padre, de Dios el Hijo, y de Dios el Espíritu Santo, y en la cúspide de estas áreas, al igual que en el ápice de un triángulo, se encuentra el Trono de la Trinidad de Dios.
      Marcos 16:19 dice: "Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios". Como está escrito, el Trono del Cordero, nuestro Señor, está a la diestra de Dios y el Trono del Espíritu Santo está al lado izquierdo, el lado opuesto al del Trono del Señor.
      Apocalipsis 22:3-4 dice lo siguiente: "...y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes". En este verso la palabra "siervos" no se refiere a los siervos de Dios en la tierra sino a aquellos que han cumplido su tarea como verdaderos siervos de Dios.
      Un siervo no puede imponer su propia opinión, pues su obligación es la de obedecer a su amo. En Filipenses 2:5-8 leemos: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz".
      Asimismo en 2 Corintios 1:19 leemos: "Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él". Tal como lo dice Jesús, un verdadero siervo de Dios es aquel que obedece la voluntad de Dios solamente con "Sí y Amén" hasta la muerte.
      ¿Cuál es la voluntad de Dios? Es la que se expresa en 1 Tesalonicenses 4:3: "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación". ¡Lo más importante es la santificación! Si uno es un siervo verdadero quien obedece a Dios, desechará el pecado y la maldad al punto de derramar sangre y lograr la santificación para así cumplir la tarea que le ha sido asignada con su vida en esta tierra.
      Estos verdaderos siervos de Dios no solamente entrarán en la Nueva Jerusalén sino que también sirven a Dios estando muy cerca de Él y pueden ver Su rostro y el rostro del Señor.


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