[Filipenses 2: 6 -8]
05-04-2009 | Rev. Jaerock Lee
Pasaje
[Filipenses 2: 6 -8]
"el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."
Hoy es Domingo de Ramos. Imaginemos que estamos en Jerusalén, hace aproximadamente unos 2.000 años con Jesús.
Jesús y Sus discípulos se estaban acercando a Jerusalén. Y llegando a Betfagé y a Betania, Jesús envió a dos de Sus discípulos a la aldea que quedaba en frente.
Los dos discípulos trajeron el burrito conforme a lo que Jesús les había pedido.
Jesús hizo su entrada a la ciudad de Jerusalén sobre ese burrito, y la gente caminaba delante de Él y también lo seguían por detrás, como si lo estuviesen escoltando.
Muchas personas tendían sus mantos en el camino, mientras otros colocaban ramas también para que Él pasara.
Personas de todas las edades, se acercaban con palmas en sus manos gritando, "¡Hosanna, Bendito el que viene en el nombre del Señor!"
El Domingo de Ramos es el día en que se conmemora precisamente esa entrada. Sin embargo, Jesús, quien entrara a Jerusalén con toda la alabanza de la gente, luego sería allí mismo crucificado cinco días después. Pero al tercer día de su muerte, Él resucitó.
Es por eso que el domingo siguiente al Domingo de Ramos es Pascua, y toda esa semana entre uno y otro domingo es la Semana de la Pasión.
Ahora bien, permítanme mencionarles brevemente los pasos de Jesús durante la Semana de la Pasión.
Es mi anhelo que ustedes puedan meditar sobre los sufrimientos de Jesús, y así puedan pasar esta semana con mayor devoción.
Aquí, es importante que ustedes tengan algo en mente que es importante; cabe decir, el concepto de tiempo en Israel en aquel entonces era algo diferente al de hoy. En Israel, Un nuevo día comenzaba con la puesta del sol.
Pero permítanme explicárselo, para su mejor comprensión, en el concepto de nuestro tiempo.
Tal como se los mencioné, en el primer día que era domingo, Jesús entra a Jerusalén acompañado de los gritos y júbilo de la gente. Al día siguiente, el lunes, Jesús purifica el Templo de Jerusalén.
Jesús dijo, "Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones"; y echó fuera a todos los que mercaderes y cambistas que estaban dentro del Templo.
El día martes, los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo se acercaron a Jesús y le preguntaron, "¿con qué autoridad haces estas cosas?".
Le hacían muchas preguntas a Jesús para ver si lo podían hallar culpable de algo.
Pero nadie podía prenderlo en nada pues Él respondía con palabras de sabiduría y autoridad.
Tras este incidente, los sacerdotes y todos aquellos que se le oponían, buscaban con mayor denuedo matarle.
El miércoles, Jesús enseñó la Palabra en el Templo, y por la noche, se fue a descansar a Betania.
Aquí, María vino con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
Esa María no era María Magdalena, sino la hermana del resucitado Lázaro.
En ese momento, Judas Iscariote reprendió a María diciendo, "Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres".
En Marcos 14:8, encontramos que luego Jesús dijo, "Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura", y que se contaría sobre ella dondequiera que se predicara el Evangelio.
Después de esto, Judas se dirigió a los principales sacerdotes y prometió que se los entregaría.
El jueves por la noche, Jesús comió la Pascua en la ciudad de Jerusalén con Sus discípulos. Fue allí, donde Él lavó los pies de Sus discípulos.
Del mismo modo, fue allí donde Jesús les dijo que alguno de ellos, que sería Judas, lo iba a entregar. Luego de celebrar la cena de la Pascua, se dirigió a Getsemaní, al Monte de los Olivos para orar.
Él oró con tanta vehemencia y con todas Sus fuerzas para llevar adelante Su misión y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
En ese momento, los discípulos que estaban cerca de Él orando, se quedaron dormidos.
Jesús los despertó y les dijo dos veces, "Orad que no entréis en tentación".
Sin embargo, los discípulos no pudieron sobreponerse al cansancio y se quedaron dormidos.
Cuando Jesús se acercó a ellos y los despertó por tercera vez, ya era cerca de medianoche de aquel jueves.
Fue entonces cuando Judas Iscariote se acercó con los principales sacerdotes, los jefes de la guardia del templo y los ancianos.
Finalmente, cuando Jesús fue arrestado, todos Sus discípulos dejándole, huyeron.
En ese momento, Jesús fue arrestado y llevado por los hombres a la casa Anás ante el sumo sacerdote Caifás; y así llegó la medianoche, y fue el día viernes.
Jesús fue interrogado en el patio de aquella casa.
Cuando se hizo de día, los sumos sacerdotes y los escribas lo llevaron ante el concilio.
En el concilio, se discutía asuntos legales, religiosos y civiles. Era como la Corte Suprema de ese entonces.
Aquellos que querían matar a Jesús levantaron muchos testigos falsos para tener así de que acusarle.
Pero los testigos se contradecían entre ellos, y no hallaron de qué acusarle.
Aún así, condenaron a Jesús como si fuese un criminal y debía ser crucificado.
Igualmente, lo acusaron de profanar el nombre de Dios y el Templo.
Lo ataron y lo llevaron ante Pilato, el gobernador. No obstante, ni aún Pilato puedo hallarle culpable.
Entonces, Pilato envió a Jesús a Herodes, quien gobernaba sobre Galilea que era la ciudad natal.
Pero Herodes volvió a mandar a Jesús nuevamente con Pilato.
Por último, Pilato cedió ante las fuertes demandas de la gente y dio la orden de crucificar a Jesús.
Todas esas cosas pasaron en tan poco tiempo, desde el amanecer hasta la mañana del viernes.
Jesús fue crucificado en el Gólgota aproximadamente a las 9 Am, y alrededor de las 3 pm dio Su último aliento.
Al tercer día de muerto, Él destruyó a quien tenía el imperio de la muerte y resucitó.
En base a lo que han estado escuchando hasta ahora, les sugiero que lean los Cuatro Evangelios durante esta semana de la Pasión.
Creo que podrán vivir los pasos de Jesús de manera más viva.
Sólo tengan presente que en ocasiones la biblia no relata las cosas siguiendo un orden cronológico.
Es mi anhelo que puedan sentir la gracia y el amor del Señor Jesús mientras siguen Sus pasos durante esta semana.
Principal
Amados hermanos y hermanas en Cristo, en los versículos 6 y 7 del pasaje de hoy, leemos, "el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres..."
Jesús, siendo por naturaleza Dios y el Hijo de Dios, vino a este mundo i se hizo semejante a los hombres. Él fue crucificado a pesar de no haber en Él pecado alguno.
A través de este sacrificio, un sinnúmero de almas que estaban destinadas a la muerte, recibieron salvación. Y esto ha sido posible únicamente porque Jesús fue obediente.
En cuanto a Su obediencia hasta la muerte, Filipenses 2:8 dice, "y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."
Hoy en día, Dios está buscando verdaderos hombres y mujeres de Dios que puedan obedecer de la misma manera que Jesús lo hizo. Él lleva a cabo Su providencia a través de estas personas.
Hoy, bajo el título "Verdadera Obediencia", les estoy hablando precisamente de cómo convertirse en personas de Dios que cumplen con Su providencia.
La verdadera obediencia significa obedecer a Dios Padre de la manera que Él quiere que lo hagamos; en otras palabras, es obedecer conforme la voluntad de Dios.
Por ejemplo, no importa cuánto trabaje el siervo, no servirá de nada si no es lo que su amo quería que hiciera.
La verdadera obediencia yace en hacer solamente la voluntad de nuestro Señor.
Y para obedecer verdaderamente a Dios, debemos entender, en primer lugar, con claridad qué quiere Dios Padre.
Para poder lograrlo, debemos estar unidos en un solo corazón con Dios; únicamente de esa manera, lograremos obedecer verdaderamente.
En otras palabras, podemos obedecer verdaderamente cuando andamos en el Espíritu completo.
Entonces, ¿será posible obedecer verdaderamente si no andamos en el Espíritu completo? Claro que no.
Anhelo que al escuchar este mensaje con atención, puedan entender en qué deben obedecer verdaderamente a Dios.
Hermanos y hermanas, la verdadera obediencia viene de amar a Dios y obedecerlo desde lo profundo de sus corazones.
Si ustedes obedecen por sentirse presionados o agobiados por alguien, o por obligación o por justicia propia, eso no es verdadera obediencia.
Jesús nos mostró verdadera obediencia. No sólo lo hizo porque era Su misión.
El camino de Jesús fue uno de penurias y privaciones. Tuvo que pasar por sufrimientos inimaginables. Sin embargo, Él se regocijó porque amaba a Dios sin reservas.
¿Quieren obedecer como Jesús lo hizo? Pero habrá ocasiones en las cuales se encontrarán no siendo obedientes.
Ustedes tienen el deseo de obedecer con gozo y voluntad de corazón, pero a veces, no sienten el gozo aún cuando obedecen. En ocasiones, obedecen sintiéndose reaciones.
A veces, obedecen con gozo, pero más tarde, se dan cuenta de que en realidad desobedecieron.
Ese tipo de situación puede ser muy frustrante.
Pero ustedes no pueden demostrar realmente verdadera obediencia únicamente con el deseo de obedecer.
En primer lugar, deben cambiar sus corazones por el tipo de corazón que Dios anhela. Sólo entonces, ustedes podrán cumplir con la voluntad de Dios.
Ahora bien, ¿de qué manera podemos mostrar verdadera obediencia?
Para poder obedecer verdaderamente, ante todo, Dios debe estar en nosotros y no nuestro propio ego.
Todos aquellos que aman a Dios desearán obedecerle. Pero cuando vemos el resultado de las situaciones, nos damos cuenta que hemos desobedecido.
Eso se debe a que su propio ego los guio. Eso significa que cuando hacen algo, lo hacen usando sus propios pensamientos, sabiduría y métodos.
Estas personas insisten en que lo que piensan es lo correcto.
Entonces, creen que están obedeciendo la Palabra de Dios, pero en realidad, sólo están haciendo lo que ellos quieren.
Pero después, ellos aseguran que hacían la voluntad de Dios, y dan una y mil escusas por lo que han hecho.
Ellos creen que hicieron esas cosas en obediencia a la Palabra de Dios, pero están equivocados.
Simplemente por no entender o conocer el corazón de Dios Padre, siguen asegurando que hicieron conforme el corazón y propósito de Dios, a pesar de que las cosas no salieron como debían.
Y si los resultados no son satisfactorios o no son reconocidos, comienzan a culpar a otros.
Ahora bien, han escuchado tantos sermones y saben que deben despojarse de su ego y de su propia justicia, pero ¿por qué no pueden darse cuenta?
La razón de eso es que ellos quieren conformarse con su pensamiento, "Tengo fe, soy miembro de esta iglesia amada por Dios y estoy cumpliendo con mi servicio. Estoy obedeciendo la voluntad de Dios Padre."
Pero esa clase de obediencia es egocentrista. A los ojos de Dios, no es verdadera obediencia.
No obstante, Jesús no se dejó dominar por su propio "yo". Fue lleno de Dios, y así puedo seguir la voluntad del Padre y no la Suya propia.
Siempre oró y buscó la voluntad del Padre durante Su ministerio público. Obedeció en absolutamente todo a Dios, y todo lo hizo conforme a la Palabra de Dios.
Por ejemplo, Zacarías en el capitulo 9:9 profetiza a cerca de la entrada de Jesús a Jerusalén.
El versículo dice, "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna."
Jesús actuó exactamente conforme la profecía para cuidar que se cumpliese.
Mateo 21: 2-3 dice, "diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará."
Y en el mismo pasaje, más adelante, los versículos 6 y 7 dicen, "Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima."
Pero ¿qué hubiese pasado si los discípulos habrían pensado?, "¿por qué el dueño nos lo daría sin más, sin cobrárnoslo?
O, si hubiesen usado sus propios pensamientos, "¿cómo podemos permitir que nuestro Maestro entre en un burro?
También, pueden haber dicho, "Maestro, le podemos conseguir un buen caballo para Ud. "
Pero entonces, no se hubiesen cumplido la providencia y voluntad de Dios.
Jesús no vino a este mundo para ser exaltado como lo hacen con los reyes de esta tierra.
Él, el Rey de Reyes, vino a servir en obediencia a la voluntad de Dios. Y lo demostró entrando en un burro.
A Jesús le hubiera complacido en gran manera que Sus discípulos hubiesen entendido eso, pero de todos modos, ellos obedecieron tal como Él les había pedido.
Ahora vemos en Mateo 21:4 el por qué Jesús actuó de esa manera, el versículo dice, "Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta..."
Como les expliqué anteriormente, Jesús obedeció solamente la voluntad de Dios y así cumplió con la providencia de la salvación mediante la cruz, sin error alguno.
Hermanos y hermanas, para poder ser llenos de Dios y andar en el Espíritu, debemos negarnos a nosotros mismos y morir a nuestra carne.
La verdadera obediencia no es difícil de alcanzar si de verdad queremos morir a nuestro "Yo".
En segundo lugar, para obedecer verdaderamente, no debemos pensar en las condiciones.
Aquellos que piensan en las condiciones siempre van a estar dando excusas, "bueno esto parece posible, pero eso otro no". Entonces, sólo obedecen cuando les es provechoso, y no lo hacen cuando no lo es.
Ellos eligen lo que les parece mejor conforme sus propios deseos y motivos egoístas. Sus actitudes son cambiantes.
Mas la verdadera obediencia no se trata de condiciones. No se piensa en las circunstancias, en la realidad de los hechos, ni se dan excusas.
Sólo se piensa en la voluntad de Dios. Ustedes dirán "Sí" y "Amén" ante cualquier situación, si es la voluntad de Dios.
En el capítulo 19 del libro de Mateo, leemos sobre el joven rico. Éste se acercó a Jesús y le preguntó, "Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?"
"Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme."
Y luego dice, "Oyendo el joven esta palabra, se fue triste..." Ese joven se acercó a Jesús con buenas intenciones, pero sólo estaba dispuesto hasta cierto punto.
Por lo tanto, el joven finalmente fue tras su propio interés cuando tuvo que ir más allá de sus propios límites. No pudo mostrar verdadera obediencia.
Si él hubiera querido obedecer, lo habría hecho hasta el final con gozo, inclusive si la respuesta era diferente a los esperaba.
Ahora bien, espero que ustedes puedan meditar sobre esto. "¿Por qué obedecen, por reconocimiento, autoridad o para obtener resultados egoístas?" "¿Son capaces de obedecer hasta el fin sin importar la situación si esa es la voluntad de Dios?" "¿Será que están diciendo Sí sólo a lo que concuerda con sus ideas o lo que puede ser provechoso para ustedes?"
Jesús no buscó Su propia gloria; Sólo obedeció para la gloria de Dios Padre.
Es por eso que renunció a Su glorioso trono celestial, y vino al mundo a morir en esa cruz, y fue tratado como un criminal.
Jesús, el Hijo de Dios, obedeció de esa manera, ¿cómo puede ser que nosotros, criaturas, pongamos excusas? ¿Cómo puede ser que no obedezcamos?
Tercero, para mostrar verdadera obediencia, debemos tener el fruto del amor espiritual.
En otras palabras, debemos amar con amor espiritual.
Aún en este mundo, una madre sacrifica su propia vida para salvar la de su hijo si éste está en peligro.
Ella se puede arrojar al fuego o al agua para salvar a su hijo.
¿Cómo puede ella hacer tal cosa? Es porque ama a su hijo. Del mismo modo, si verdaderamente amamos a Dios, ni fuego ni agua nos importaría. Estaríamos dispuestos a sacrificar sencillamente nuestras vidas.
Cuando Jesús fue colgado en la cruz, Sus discípulos tuvieron miedo y huyeron, pero las mujeres, incluyendo a María Magdalena, se quedaron junto a Él hasta el final porque le amaban profundamente.
Eso es verdadero amor espiritual. Supongamos que ustedes aman al Padre y al Señor de esa manera.
Pero si este tipo de amor espiritual está en ustedes, podrán alcanzar el primer y segundo punto que mencioné el sermón de hoy.
Dios anhela de ustedes el tipo de obediencia que viene del amor espiritual.
No podemos tener fe sin amor. Y sin amor, no podemos tener esperanza de hacer la voluntad de Dios. Jesús amó en gran manera al Padre.
Y creía en el Padre y esperó esos días gloriosos en los que disfrutaría en reino celestial junto al Padre.
Si ustedes también aman a Dios de verdad, creerán el Dios Padre.
Pondrán su esperanza en los días por venir en el reino celestial. De ese modo, podrán obedecer cualquier cosa. Y hasta dar sus propias vidas.
El Apóstol Pablo tuvo esa clase de amor por el Señor, y dijo en Romanos 8:35-39,
"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Simplemente, imagínense que en ustedes hay esa clase de amor.
Entonces, serían capaces de obedecer cualquier cosa.
La verdadera obediencia proviene del profundo amor espiritual.
Conclusión
Amados hermanos y hermanas en Cristo, la cruz para los hijos de Dios puede significar muchas cosas, incluyendo fe, perdón, amor, sacrificio y salvación.
Más aún, la cruz es un símbolo de obediencia.
El ministerio de Jesús, esto es la redención de la humanidad, se perfeccionó mediante la obediencia de Jesús hacia a la voluntad de Dios.
Fue por la verdadera obediencia de Jesús, que la puerta de la salvación se abrió y se cumplió la providencia de Dios.
Dios aún está buscando aquellos que de verdad puedan obedecer para llevar a cabo Su providencia.
Ahora, ¿quién de ustedes está dispuesto y será capaz de levantar a su mano?
Oro en el nombre del Señor Jesucristo, quien nos mostró el ejemplo de verdadera obediencia, para que ustedes sean capaces de responder "Amén, Heme aquí"