• El Infierno (10)

    [Lucas 16: 22 -26]

    09-08-2009 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [Lucas 16: 22 -26]
      "Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá."

      Éste es el décimo sermón de la serie sobre el Infierno.
      Mientras un pastor de ovejas cuida de su rebaño, algunas de las ovejas vagan fuera del rebano, por ejemplo, buscando comida en otro lugar.
      Cuando el pastor se da cuenta que una oveja está faltando, la buscara con desesperación.
      A pesar de que la oveja no tiene consciencia de cuán peligroso es todo, el pastor sí conoce los peligros que corre una oveja que se extravía del rebaño.
      Yo, como pastor que cuida de sus preciadas almas, el rebaño del Señor, puedo sentir lo mismo que un pastor de ovejas cuando está buscando a una que se perdió.
      Cuando veo las almas que se desvían de la verdad, que se van al mundo y viven en pecado, siento como si el corazón se me rompiera.
      Eso se debe a que sé muy bien que aquellos que se desvían de la verdad acabarán yendo al Infierno, a la muerte eternal, y sé cuán espantoso es el Infierno.
      No le temo a nada en este mundo. ¿Debería hacerlo frente a hombres fuertes, o demonios, aún la muerte misma?
      No tengo miedo de nada pues creo en Dios.
      Pero existe algo a lo que sí le temo, y es el castigo del Infierno.
      Es por eso que cuando veo las almas que se van al Infierno, y lucho con todas mis fuerzas, y no puedo dormir a causa de orar a favor de ellos.
      Es porque siento tanto dolor cuando pienso que esas almas que me fueron confiadas recibirán semejantes castigos en el Infierno.
      Es verdad cada palabra que les estoy predicando en este momento.
      Si el Infierno fuese un mero producto de la imaginación, entonces yo no tendría razón alguna para tomar el camino angosto.
      Por lo tanto, cuando les predico sobre el Infierno, yo anhelo que ustedes crean completamente, sin dejar lugar a la duda.
      Los exhorto a que crean en el Señor Jesús, quien aceptó el cruel castigo de la crucifixión: y en Dios Padre que nos ha amado de tal manera que ha dado a Su Hijo Unigénito por nosotros.
      Les pido de todo corazón y en el nombre del Señor Jesucristo que permanezcan dentro de la valla de la verdad todo el tiempo, teniendo una fe firme.

      Principal

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, en el sermón anterior les hablé sobre el primero y segundo nivel de castigos en el Sepulcro Inferior.
      En el caso de los adultos mayores, tras pasar la adolescencia, reciben los castigos conforme los pecados de cada uno, y los castigos, por lo general, están categorizados en cuatro diferentes niveles.
      El primer nivel de castigo es el menos gravoso, y a medida de que se asciende, los castigos se tornan cada vez más espantosos y severos.
      Aquellos que han cometido pecados relativamente menos graves recibirán castigos de primer y segundo nivel.
      Por ejemplo, hay algunas personas que mueren sin aceptar al Señor porque no habían escuchado nunca el evangelio.
      Y si esas personas no pasan el juicio de consciencia, se van al Infierno.
      También entre esas personas se encuentran los que han llevado una vida relativamente Buena. Ellos recibirán los castigos del primer y segundo nivel.
      Claro está, si es que han llevado una vida Buena, sólo lo ha sido según estándares humanos.
      Si ellos verdaderamente han vivido una vida buena ante los ojos de Dios, y nunca han escuchado sobre el evangelio, serán salvos mediante su juicio de consciencia.
      El hombre rico del pasaje de hoy pertenece a esa categoría de "personas buenas" que no son salvas.
      Mientras él estaba sufriendo los horrores del fuego, se preocupó por sus hermanos que no eran salvos.
      En Lucas 16:27 y 28, el hombre rico le suplica lo siguiente a Abraham:
      "Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento."
      Había en el hombre rico esa clase de bondad. Pero al final, él cayó en el Infierno porque a pesar de conocer de Dios, no creyó en Él ni vivió conforme su Palabra.
      Marcos 16:16 dice, "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado." Tal como está escrito, el mayor de los pecados es no creer en Dios ni en el Señor.
      Les expliqué que los castigos del primer nivel en el Sepulcro Inferior son infligidos por cosas no vivientes tales como piedras o arena que son calentadas, agua hirviendo o hielo.
      En el segundo nivel de castigos, encontramos que son infligidos por seres vivos, tales como animales o insectos.
      Los castigos en el primer y Segundo nivel son relativamente más livianos que castigos en el tercero y cuarto nivel, lo cual tampoco significa que sea fácil soportar el dolor.
      Por medio de la inspiración del Espíritu Santo, Dios una vez me permitió escuchar la confesión de un alma que se hallaba en el Sepulcro Inferior.
      Es por medio de Su gracia especial que Dios me permite difundir la espantosa realidad del Infierno a muchas personas.
      Tal como el hombre rico del pasaje de hoy, esta alma imploraba a causa del dolor en el Sepulcro Inferior.
      Es mi anhelo que al contarles esta confesión, ustedes puedan darse cuenta de muchas cosas.
      "Doy gracias que por un momento puedo descansar. (Eso significa que las torturas habían cesado por un momento así que podía hablar.)
      Ellos me arrastran, me arrastran tanto, y yo corro y corro pero nunca acaba. No importa cuánto pueda correr, esto nunca se acaba.
      En este lugar abominable, lleno de animales inmundos e insectos y olor nauseabundo, cada vez que arrancan mi piel y yo sangro, vienen esos insectos y se comen mi carne.
      Yo corro y corro para evitar esos insectos, pero no salgo de este lugar.
      Aunque permanezca corriendo y huyendo, aún así ellos vienen y me pican. Se comen mi carne y beben mi sangre.
      Estoy temblando y tan aterrorizado. ¿Qué debería hacer? Tengo tanto miedo y no sé que hacer.
      Continúo corriendo y corriendo, esforzándome por hallar algún lugar para esconderme. Pero sólo hay oscuridad.
      Me arañan la espalda. Me pican los brazos. Me arrancan la piel, se comen mis tendones y succionan mi sangre.
      Estoy en este dolor y tormento por ahora, pero despues sere arrojado al lago de fuego.
      ¿Qué debería hacer? ¿Qué tengo que hacer?
      Aunque yo no creí en el Señor, sí llevé una vida, por así decirlo, buena mientras estuve en la tierra.
      Logré a darme cuenta de cuán grande era mi maldad recién cuando llegué a este lugar. Me lamento una y otra vez a causa de los castigos que estoy recibiendo.
      Espero que no haya nadie como yo.
      A pesar de que las personas piensen que son buenas y hasta que quizás piensen que están viviendo la voluntad de Dios, hay muchas de esas personas que han venido a este lugar.
      Hay tantas personas que decían creer en Dios pero no vivían de acuerdo con Su Palabra. Y al final, ellos están sufriendo mucho más dolor que yo aquí.
      El dolor es insoportable. Aún si quiero desmayarme para olvidar el dolor por un momento, no puedo. Y hasta si cierro los ojos para olvidar este dolor, me es imposible descansar porque todo es tan real.
      Y si abro mis ojos, veo que no tiene fin. Aunque trate de mantenerme corriendo todo el tiempo para evitar los castigos, siempre me encuentro en el mismo lugar.
      ¿Qué puedo hacer con esto?
      Que no haya nadie como yo. De verdad, que no le pase a nadie lo que a mí."
      Incluso en este preciso momento, esta alma se está lamentando y suspirando. Él está padeciendo los animales inmundos y los insectos.
      ¡Qué triste!
      Por medio de esta confesión, podemos entender que hay muchas personas que decían creer en Dios e incluso pensaban que llevaban una buena vida que se han ido al Infierno.
      Cuando podemos discernir entre lo bueno y lo malo, los estándares de Dios y los de los hombres son diferentes.
      Espero que ustedes comprenden esto con claridad para que de ese modo, ante los ojos de Dios sean buenos y llenos de fe.
      Esta alma no tiene ya ninguna otra oportunidad para elegir entre el Cielo y el Infierno.
      No hay solución ni escapatoria del Infierno para él.
      Sin embargo, para aquellos que todavía están en este mundo, aún tiene una oportunidad.
      Aunque estén llevando una vida totalmente contraria al camino de la salvación, todavía tiene la posibilidad de cambiar sus horribles futuros.
      Para aquellos que ya han elegido la Verdad, el camino de la salvación, el camino angosto, ellos tienen la oportunidad de tomar moradas más bellas en el Cielo.
      Anhelo que estén agradecidos de que todavía ustedes cuentan con esa preciosa oportunidad, y que se aferren a ella para que no la pierdan.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo, ahora les hablaré sobre los castigos de tercer y cuarto nivel en el Sepulcro Inferior.
      Los castigos de tercer nivel son infligidos directamente por los mensajeros del Infierno.
      Los castigos de tercer y cuarto nivel son para aquellas almas que han cometido mucho mas obras de maldad que los que se hallan recibiendo los de primer y segundo nivel.
      Las almas aquí son aquellas que han recibido el Espíritu Santo y experimentado la gracia sorprendente de Dios pero aún así se opusieron a Dios, persiguieron a Sus siervos, blasfemaron contra el Espíritu Santo e hicieron muchas cosas malvadas.
      Por ejemplo, allí encontramos al Rey Saúl que se le opuso a David a quien Dios amaba tanto. También Pilatos, quien condenó con la muerte a Jesús, en quien no había pecado. Ellos están recibiendo los castigos de tercer nivel.
      Luego les daré mas detalles sobre el tipo de torturas que están sufriendo.
      Los castigos de tercer y cuarto nivel se hallan en una dimensión diferente a la de los dos anteriores. ¿Cuál será la razón?
      Eso se debe a que los encargados de estos castigos son directamente los mensajeros del Infierno, quienes no tienen misericordia alguna.
      Si bien los castigos de los niveles anteriores son terribles, los del tercer nivel, las torturas en este caso por parte de los mensajeros del Infierno son mucho peor.
      A diferencia de los animales u otras formas vivas, los mensajeros del Infierno tienen forma humana.
      También pueden pensar, actuar y hablar como hombres.
      Pero mucho más inteligentes y con técnicas que los seres humanos no pueden ni imaginar. Estos torturan las almas para que sufran un dolor inimaginable.
      Mientras más sufra el alma, mayor placer sienten ellos. Es por eso que siempre están pensando nuevas manera de causar mayor dolor.
      El objetivo es infligir torturas más crueles y brutales a las almas, empleando diferentes métodos e instrumentos.
      Ese es el único propósito de su existencia.
      ¿Pueden imaginarse la crueldad que tienen?
      Para que puedan comprender mejor, les comentaré sobre algunos métodos y herramientas de tortura empleados durante la Edad Media.
      En la Edad Media, no se tenía el concepto de los derechos humanos como hoy en día, y existía un orden estricto en la jerarquía social.
      Por consiguiente, muchas veces los gobernantes torturaban a las personas con métodos horribles y los ejecutaban.
      Ellos inventaban tantos métodos e instrumentos de tortura diferentes, y las formas de ejecutarlos para causar mayor dolor en las personas.
      Hubo algunos autócratas violentos, quienes si no les gustaba alguien, ejecutaban de forma brutal a la persona.
      Por ejemplo, clavaban a la persona en un poste de madera afilado y la dejaban allí hasta que muriera.
      También hubo algunos autócratas crueles que disfrutaban de las torturas como cierta clase de entretenimiento. Y además ellos inventaban diferentes métodos de tortura para aumentar su placer.
      Por ejemplo, les arrancaban los ojos a algunos criminales. Calentaban botas de metal y forzaban a la persona a ponerse esas botas, y luego ponían una cuña junto a un gran martillo para romperle los huesos.
      Esos autócratas disfrutaban mirando a la gente sufriendo esos dolores insoportables.
      Asimismo, durante la Edad Media en Europa, ellos celebraban ante la corte un juicio religiosos de mala fama llamado "cacería de brujas".
      El propósito real de ese juicio era distinguir las ideas heréticas que no estaban bien según la doctrina cristiana ortodoxa.
      Esta "cacería" se convirtió en una herramienta para torturar indiscriminadamente incluso a personas inocentes.
      Ellos torturaban a gente inocente de varias maneras para que de ese modo confesaran que eran brujas.
      Por ejemplo, colocaban piedras pesadas o piezas de metal alrededor de los cuellos de las personas y luego los metían al agua.
      Y si flotaban en el agua, las personas eran condenadas como brujas y las ejecutaban. Pero si eran "inocentes" y se hundan, allí las dejaban.
      Si trataban de salir a la superficie para respirar, entonces se las ejecutaba como brujas, y si permanecían en el agua, naturalmente se ahogaban.
      Algunas personas astutas de la nobleza torturaban a personas inocentes para hacerles decir que habían cometido pecado, para poder quedarse de esa manera con sus posesiones.
      Cuando torturaban a alguien, primero los llevaban a las salas de tortura en los sótanos que eran oscuras y húmedas.
      El piso de la sala de tortura estaba manchado de sangre, y allí había muchos instrumentos de tortura que se veían espantosos.
      Y la persona podía escuchar los gritos de otras personas que también estaban siendo torturadas.
      Así que la persona que es llevada a ese cuarto de tortura es capturada por el terror mucho antes de que los torturadores realmente comiencen.
      Uno de los métodos de tortura más comunes en esa época eran los anillos que apretaban.
      Le ponían los dedos del pie o el pulgar en anillos de metal, y los apretaban hasta que los huesos se quebraban.
      Mientras iban apretando, les arrancaban las uñas de los pies o de las manos.
      Luego, le doblaban el brazo por la espalda, les ataban las manos y los colgaban.
      Después, a medida que el tiempo pasaba, la persona podía sentir un dolor atroz en todo su cuerpo como si lo estuvieran retorciendo.
      Para ese entonces, no sólo colgaban a la persona.
      Sino que lo subían y luego lo bajaban al piso, variando la velocidad en eso y aumentando el dolor.
      En algunos casos, le ponían ciertas piezas de metal que pesaban cientos de kilos alrededor de los tobillos.
      De ese modo, los músculos y las articulaciones se estirarían en todo el cuerpo, y la persona sentía que todo el cuerpo se desagarraba.
      Y si aún así la persona no confesaba, lo ponían en una silla de tortura.
      La silla de tortura no es una simple silla.
      No sólo en el asiento, sino también en el respaldar, en los apoya brazos y en las patas donde se colocaban las piernas había pequeñas puntas de metal esparcidas por toda la superficie.
      La persona se asustaba con solo ver la silla, y luchaba por no sentarse.
      Entonces, algunos hombres fuertes la sujetaban, la levantaban y la sentaban con firmeza en la silla.
      Luego las puntas filosas penetraban en cada parte de su cuerpo.
      También había ciertos sarcófagos con forma de ser humano. Estos tenían largas agujas en todo su interior, incluyendo en su puerta interna.
      Ponían a la persona allí dentro y cerraban la puerta de un golpe. Entonces, ¿qué creen que le pasaba a esa persona?
      Las largas agujas penetrarían los ojos, el pecho, la espalda, y todo el resto del cuerpo.
      Finalmente, el sarcófago completo se llenaba de sangre.
      Esa persona moría lentamente a causa del continuo sangrado.
      Asimismo, cuando interrogaban a alguien, iban quemando lentamente las partes más sensibles del cuerpo de la persona, como la axila o la planta del pie.
      Al quemar la axila, el dolor era mayor. Y al quemar la planta del pie, el dolor era interminable.
      Ese era un método muy común, ya que era simple pero causaba gran dolor.
      En realidad, había un sinnúmero de métodos de tortura, tales como pellizcar la piel con pinzas calientes, cortar la lengua con un cuchillo y quemar dentro de la boca con un hierro caliente.
      Finalmente, tanta gente inocente confesó ser pecadora por no poder soportar semejantes torturas. Y luego fueron ejecutadas.
      Aunque insistían en su inocencia, se los torturaba peor y por último, morían.
      Algunos ejemplos de ejecuciones ponían al condenado dentro un marco como si fuese una rueda, y lo hacían girar. De ese modo, la persona era desagarrada.
      También colgaban a la persona cabeza abajo, y comenzaban a serruchar desde la ingle todo el cuerpo.
      También verían plomo derretido en los oídos y nariz del condenado.
      En la próxima sesión, les hablare sobre los castigos del tercer nivel en el Sepulcro Inferior.

      Conclusión

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, antes de hablarles sobre los castigos del tercer nivel, les hablé sobre las torturas y ejecuciones que verdaderamente existieron en la historia del ser humano.
      Todas ellas fueron ideadas por la maldad del ser humano.
      Resulta increíble pensar que seres humanos inventaron esas formas de torturas para otros seres humanos, pero es la verdad.
      Aún así, no importa cuán cruel puede ser una persona, nunca pueden comparase con los mensajeros del Infierno.
      Los mensajeros del Infierno jamás sintieron ni el más mínimo pesar por ninguna persona.
      Consideran cada alma que está en el Infierno como basura o como sus juguetes.
      ¡Qué espantoso es que las personas se vuelvan como basura!
      Es más, si pensamos en ser atrapados y torturados por los mensajeros del Infierno, eso es algo atroz.
      Por lo tanto, nunca debemos convertirnos en personas sin valor al ser arrojadas al Infierno.
      No sólo en esta tierra, sino también en el reino de los cielos, debemos ser personas preciadas y amadas.
      Ahora bien, ¿qué significa "personas preciadas"?
      Son aquellas que cumplen con su propósito como seres humanos.
      Eclesiastés 12:13 dice, "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre."
      Podemos convertirnos en personas preciadas que reflejamos a Dios si le tememos y guardamos Sus mandamientos.
      Oro en el nombre del Señor para que cada uno de ustedes cumpla con su propósito y entren en la Nueva Jerusalén, y sean considerados nobles.

      [Amén y Amén]


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