• El Infierno (11)

    [Lucas 16: 22 -26]

    16-08-2009 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [Lucas 16: 22 -26]
      "Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá."

      Éste es el sermón 11vo de la serie sobre el Infierno.
      Hasta aquí, ustedes ya han escuchado diez sermones sobre el Infierno.
      Y en este día, escucharán el 11vo sermón.
      ¿Cómo se sienten al escuchar sobre las realidades del Infierno?
      La mayoría de ustedes deberían estar agradecidos y llenos de gozo. Aún así, ¿hay alguien que le resulta difícil tener que escuchar sobre el Infierno nuevamente?
      Si alguien se siente de ese modo, espero que puedan cambiar de parecer al respecto.
      Durante las últimas semanas, ustedes han estado escuchando sobre los castigos en el Sepulcro Inferior, y también sobre la clase de lugar que es el Sepulcro Inferior.
      Es un lugar donde se infligen crueles castigos continuamente.
      Aquellos que han caído en el Sepulcro Inferior, a diferencia de ustedes, no escucharon nada sobre estos castigos en el Sepulcro Inferior.
      Y hoy sus cuerpos están sufriendo esos castigos atroces.
      Ellos han recibido tales castigos una y otra vez, repetidamente y sin fin por la eternidad.
      Dios está abriendo nuestros ojos con respecto a las realidades del Infierno reiteradamente para que de ese modo nosotros nunca vayamos a parar al Sepulcro Inferior, donde los castigos nunca cesan.
      Pero cuando predicamos sobre el Infierno hoy, ¿cómo reacciona la gente?
      La mayoría de la gente ni siquiera quiere escuchar sobre el tema.
      Cuando el pueblo del Reino de Judá fueron llevados cautivos a Babilonia, Dios envió a Ezequiel con el siguiente mensaje:
      Ezequiel 3:11 dice, "Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar."
      Lo mismo sucede hoy, sea que las personas escuchen o no, Dios les está hablando sobre el Cielo y el Infierno a numerosas almas alrededor del mundo.
      Es por la gracia de Dios que ustedes estén escuchando este mensaje en esta época.
      Esto también prueba que ustedes son hijos amados de Dios.
      Ustedes son verdaderamente bendecidos porque no sólo escuchan la Palabra, sino que también tratan de vivir conforme a ella.
      Muchos de ustedes deben estar sintiendo que han llegado a ejercitar mayor dominio propio y disciplina como resultado de estos mensajes sobre el Infierno.
      Incluso aquellos de fe débil, si se esfuerzan por vivir conforme la Palabra de Dios por temor al Infierno, entonces podrán tener vida y paz en sus corazones.
      En realidad, muchas personas afirman que están felices y agradecidos ahora porque tratan de vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, tal como lo expresan las alabanzas dadas por Dios.
      Si alguno de ustedes le tiene miedo al Infierno o si sienten que les es difícil vivir conforme Su Palabra, entonces me gustaría que puedan cambiar de pensar en esta hora.
      Es mi anhelo que ustedes se sientan más seguros del amor de Dios y traten aún más de practicar la Verdad.
      Oro en el nombre del Señor para que todos ustedes puedan profesar que son felices.

      Principal

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, retomando el último sermón, hoy hablaremos sobre los castigos de tercer nivel en el Sepulcro Inferior.
      Antes de entrar en ejemplos específicos sobre los castigos de tercer nivel, repasemos brevemente los castigos del primer y segundo nivel.
      Los castigos del primer nivel en el Sepulcro Inferior son infligidos por cosas sin vida tales como piedras calientes y arena, agua hirviendo o hielo.
      En el segundo nivel de castigos encontramos que son criaturas vivas tales como animales e insectos los que dan los castigos.
      Y en el tercer nivel de castigos, hallamos directamente a los mensajeros del Infierno proporcionando las torturas.
      Existen muchas formas de castigos en el tercer nivel. En este sermón, les hablaré sobre cómo se rebana la carne empleando diversos tipos de objetos cortantes.
      Rebanar significa que se corta algo en muchas rebanas finas.
      Quizás les resulte más fácil si piensan en las fetas de jamón.
      Mientras yo describo este tipo de tortura, quiero que ustedes puedan imaginarse semejante escena atroz.
      Una alama es atada a un árbol.
      No se puede mover en absoluto pues todo su cuerpo está atado.
      A su lado, un mensajero del Infierno. Este mensajero tiene un cuerpo obeso y en su rostro lleva una máscara de cerdo. Y está preparando diferentes tipos de instrumentos de tortura.
      Esta alma atada al árbol puede ver con claridad lo que el mensajero del Infierno está haciendo.
      Este mensajero afila diversos tipos de instrumentos de tortura, desde dagas pequeñas y filosas hasta una gran hacha.
      En el Sepulcro Inferior, el cual es un reino espiritual, los cuchillos no se desafilarán como en este mundo físico simplemente porque no
      son inertes
      Sin embargo, la razón por la cual el mensajero afila las herramientas de tortura antes de comenzar de verdad es para causar mucho más miedo.
      Es por esa misma razón por la que el mensajero prepara lentamente la tortura.
      Tanto el sonido de los instrumentos de tortura al golpearse entere sí, como la mirada de maldad del mensajero hacia esa alma, aumentan continuamente el temor que sufre esa alma.
      Va a ahogarse en el miedo pensando: "Este mensajero va a cortar mi carne a hachazos. Va a rebanarme con ese cuchillo, y yo ¿qué puedo hacer? ¿Cómo voy a soportar semejante dolor?
      En ese momento, automáticamente comienza a gritar y a luchar por liberarse de lo que lo tiene atado al árbol.
      Pero las sogas que lo atan sólo lo lastiman cada vez que intenta escaparse. No tiene salida.
      Aún cuando intenta desesperadamente de escapar, ve con claridad que ya no tiene otra salida.
      Finalmente, el mensajero del Infierno que ahora ha acabado los preparativos, se acerca lentamente al alma, sosteniendo en sus manos los instrumentos.
      El mensajero del Infierno, primeramente, arrancará un dedo y comenzará a rebanar la carne.
      Como si estuviera sacándole punta a un lápiz, el mensajero sostiene con firmeza el dedo y luego comienza a arrancarle la yema de los dedos.
      Trozos de carne bañados en sangre caen al piso.
      Cuando arranca las yemas de los dedos, los pedazos flotaran por el aire de aquí para allá.
      Pronto, solo quedan de los diez dedos, los huesos pelados.
      Luego, el mensajero toma una herramienta más grande para rebanar las muñecas, brazos y hombros.
      Del mismo modo y casi al momento, de los brazos enteros sólo quedan los huesos.
      Entonces, así también lo hace con los pies, pantorrillas y muslos, uno por uno.
      Luego, le cortará el abdomen, dejando a la vista todos los intestinos.
      Entonces, irá arrancando uno por uno y los tirará.
      Como si los intestinos fuesen un estorbo, los levanta con violencia y los abandona a un costado.
      Del mismo modo que un cocinero puede manejar un trozo de carne, sin titubeos, el mensajero rebana lentamente los trozos de carne.
      El mensajero se ríe como si le causara diversión ver y escuchar gritar de dolor y sufrimiento a las almas.
      Entonces, comienza a rebanar la carne pensando de qué otras maneras más malvadas puede hacerlo.
      Hasta ese momento, el alma que está siendo torturada ha visto su propia carne ser rebanada y sus intestinos tirados a un costado.
      ¿Pueden imaginarse semejante escena atroz?
      Si una persona se corta la piel, o por un accidente pierde un dedo, un brazo o una pierna, pueden reconstruirse por medio de la cirugía.
      Dependiendo de la magnitud de la lesión, la persona recibirá anestesia total o sólo local.
      Luego, quizás tendrá que ver cómo los médicos amputan parte de su cuerpo o cosen su carne y piel con una aguja.
      Esta persona no siente el dolor porque está anestesiada, pero observa la escena y escucha cuando cortan y cosen. Y eso es algo bastante espantoso.
      No obstante, en el Sepulcro Inferior, se rebana la carne sin anestesia alguna, y el dolor es realmente inimaginable.
      Asimismo, como ha podido ver cómo brotaba la sangre de las partes rebanadas y caían los pedazos de carne al piso. ¡Cuánto lo tiene que haber sufrido esa alma!
      Aún así, allí no acaba la tortura.
      Después de que el mensajero del Infierno corta en rebanadas el cuerpo entero, deja el cuchillo y toma un punzón afilado.
      ¿Qué va a hacer con ese punzón?
      El alma ya sabe lo que va a pasar.
      Eso es porque ha sufrido la misma tortura miles y miles de veces desde que cayó en el Sepulcro Inferior. Sabe con certeza lo que sigue.
      Esa es la razón por la cual le da más miedo todavía.
      El mensajero del Infierno sostiene el punzón y lo acerca a los ojos. Finalmente, se lo clava en los ojos, yendo bien profundo con el punzón.
      Deja clavado el punzón y comienza a cortar en rebanadas el rostro.
      Como todo el cuerpo ya ha sido cortado en rebanadas, esta alma es sólo un esqueleto cubierto en sangre con rostro.
      Ahora el mensajero del Infierno rebana las mejillas, la nariz y la frente. Por último, también las orejas y los labios.
      También va a cortar en rebanadas el cuello hasta que se ven los huesos.
      Cuando acaba con el cuello, simplemente se ha acabado otro ciclo de tortura.
      Pero allí no termina la tortura en el Sepulcro Inferior.
      Es tan sólo el comienzo de un nuevo ciclo entero de tortura.
      Tan pronto como un ciclo finaliza, toda la carne que ha sido cortada se recupera como nueva. El cuerpo y sus extremidades recuperan su forma original.
      Todo el cuerpo se reconstruye.
      Entonces, el alma se prepara para sufrir otra vuelta de tortura.
      Un ciclo nuevo de tortura comienza inclusive antes de que el dolor por el anterior desaparezca.
      El alma verá al mensajero del Infierno con forma de cerdo asqueroso y escuchará el sonido de las herramientas al ser afiladas.
      Todo el cuerpo será cortado en rebanadas, parte por parte, y en sus ojos se clavará el punzón.
      Hasta tanto sea arrojada el lago de azufre tras el Gran Juicio, el alma no podrá escapar de estas torturas constantes.
      Se dice que cuando una persona sufre un accidente y pierde alguna parte de su cuerpo, la persona no puede borrar por completo la imagen mental del daño.
      Y esta alma que ha padecido ese dolor no sólo una o dos veces, sino que cientos de veces, no puede ni rogar o tener algo de esperanza de ser rescatado de semejante tormento.
      En un principio, puede que intente gritar, luchar o aguantar el dolor, pero no pasará mucho para que se rinda vencido por el dolor y el terror.
      ¿Hay alguien que no pueda imaginarse cómo debe ser eso?
      Ahora bien, permítanme narrarles un acontecimiento en la historia que es similar a esto.
      Durante la Segunda Guerra Mundial, verdaderamente hubo algunos países que llevaron a cabo experimentos con seres humanos, en los cuerpos de los prisioneros de guerra o de las personas del país ocupado.
      En otras palabras, usaban personas vivas como objetos de experimentos del mismo modo que lo hacían con conejos o ratas de laboratorio.
      Dichos experimentos se llevaron a cabo con el objetivo de crear armas químicas, tales como gérmenes o virus que sean capaces de matar a muchas personas en un corto periodo de tiempo.
      Si bien se hacía en secreto, estas cosas salieron a la luz gracias a los testimonios de victimas y otros medios.
      Déjenme darles algunos ejemplos de tales experimentos. Se inyectaba células cancerígenas o algunos virus en personas sanas, y entonces se observaba qué síntomas presentaban.
      Claro está, no usaban anestesia.
      Se afirma que en muchos casos, no se hacían estos experimentos siguiendo un plan detallado; sino más bien, como se les antojaba.
      Lo que sigue es uno de esos casos.
      Ponían a una persona que permaneciera por 12 horas a 30º Celsius bajo cero.
      Luego vertían agua fría en sus brazos desnudos.
      Cuando tenía los brazos completamente congelados, llevaban la persona al laboratorio y le echaban agua hirviendo.
      Entonces, la piel y los músculos estirados prácticamente se derretían, dejando a la vista sólo los huesos.
      Tras llevar a cabo experimentos sin un plan previo, dejaban a las personas morir de dolor porque ya no les servían como material para otros experimentos.
      Siendo seres humanos, ¿cómo es posible que cometieran semejantes atrocidades sin el más mínimo cago de consciencia?
      Para esas personas, las demás no eran también seres humanos con vida.
      Simplemente eran material de experimento que tenían menos valor que una rata o un ratón. Eran considerados menos que un ser humano.
      No les interesaba el sufrimiento o el valor de esas vidas que usaban en sus experimentos.
      Se puede hallar todavía algo de información sobre estos experimentos en diversos lugares.
      Algunas de esas personas eran atadas a la mesa de experimentos y tenían que ver cómo se abrían sus estómagos, se sacaban sus intestinos y la sangre salía a chorros.
      No podían ni siquiera evitar ser testigos de cómo sus cuerpos se iban descomponiendo a causa de los gérmenes.
      ¡Qué espantoso es eso!
      Tal como se los expliqué anteriormente, estos mensajeros hacen pelotas con las almas de los niños, las patean y se divierten con ellas.
      Tomarían cualquier alma y la inflarían de aire.
      Cuando estuviese toda inflada, se divertirían como si estuviesen jugando al futbol con ella.
      ¿Qué creen que pasaría si a una persona se la infla como si fuese un globo o una pelota?
      Los intestinos y los pulmones se hincharían, y la caja torácica y la columna se quebrarían.
      La piel se estiraría hasta casi reventarse, y la persona sufriría un dolor como si le estuviesen arrancando la piel.
      Luego que los mensajeros del Infierno disfrutaran pateando esa alma inflada, la pincharían con un arpón en el estómago para que reventara.
      Si ustedes revientan un globo que tiene agua dentro, los pedazos de goma y agua volarían por todos lados.
      Del mismo modo, cuando el alma inflada revienta, todo el cuerpo se parte en pedazos. Toda su carne y sangre vuelan por todas partes.
      Pero pronto, todo el cuerpo se regenera como nuevo, y esa alma tiene que padecer la misma tortura una y otra vez desde el principio.

      Conclusión

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, hemos podido ver la crueldad de los mensajeros del Infierno, incluso de personas que viven en este mundo también.
      Algunas personas sostiene que los seres humanos son peores que los demonios.
      Por ejemplo, existen estas personas llamadas "sicópatas".
      Estos cometen tales atrocidades que en ocasiones, pareciera que su maldad no tiene límite.
      Estas personas sufren desordenes en sus personalidades. No sienten remordimiento o empatía alguna. No sienten nada ni siquiera al ver el dolor y la tristeza en las otras personas.
      Sólo sienten rabia, no pueden tener otros sentimientos tales como alegría, lástima o pesar.
      Por eso, no sienten nada cuando otros sufren.
      Roban, golpean o asesinan sin sentir ningún cargo de consciencia.
      Es más, quizás sientan cierta clase de placer al lastimar a otros, así que cometen habitualmente tales delitos, cada vez que sienten el impulso.
      Para nuestra sorpresa, recientemente en Corea fue arrestada una persona que mató a más de 20 personas.
      Mataba a esas personas de una manera espantosa, y luego se deshacía de los cuerpos después de cortarlos en pedazos.
      No poseía ninguna razón en particular para matarlas, sino que tal como él lo expresara, "sólo quería matar".
      Quizás no todos lleguen a tal extreme, pero hay muchos sicópatas en nuestra sociedad.
      Algunos de ellos, profesionales con muy buenos trabajos también, evaden el orden público. Estafan y despojan a las personas e su dinero o usan a los demás para su placer de una manera muy sutil, saliéndose con la suya dentro de la ley del país.
      Un famoso doctor en este campo afirma en su libro que una de cada 100 personas es un "sicópata".
      Eso es algo muy impactante.
      Hay una película acerca de este sicópata, pero un sicólogo criminalista sostiene que la realidad es peor que la película.
      En la película, el héroe de alguna manera destruye al sicópata, pero en la realidad ni siquiera el orden público o los sicólogos pueden hacer algo con esas personas.
      Es por la pura gracia de Dios que vivimos a salvo en un mundo tan peligroso como este.
      En el Salmo 121, encontramos una alabanza que el pueblo de Israel ofrecía a Dios cuando subía al Templo.
      Los versículos 5-7 dicen, "Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma."
      Yo creo que todos los miembros de Manmin podrían confesar lo mismo. Pero deben tener algo en cuenta.
      Para ser guardados por Dios siempre, ustedes deben morar en Dios, en la luz.
      Hermanos y hermanas, así como semejante maldad es real en este mundo que vivimos; de la misma manera, el Infierno es un lugar real.
      No se trata de ficción, una simple historia o un guion de película.
      Por lo tanto, recapacitando sobre el Infierno, los exhorto a que se despojen de toda forma de maldad.
      Tampoco quiero decir que deben vivir de continuo con miedo al Infierno.
      Deben despojarse de la maldad al sentir el corazón de Dios Padre.
      Sólo que en ocasiones, ustedes tienen que pensar lo real y espantoso que es el Infierno, y con firmeza huir de toda tentación al pecado.
      Mediante estos mensajes sobre el Infierno, es mi anhelo que ustedes se conviertan en mensajeros de luz y brillen en este mundo de tinieblas.
      Y al hacerlo, oro en el nombre del Señor para que ustedes sean hechos ciudadanos de la Nueva Jerusalén, donde mora Dios Padre que es bueno.

      [¡AMÉN!]


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