• Nueve Frutos del Espíritu Santo (3)

    [Gálatas 5:22-23]

    25-10-2009 | Rev. Jaerock Lee

    • [Pasaje bíblico]

      [Gálatas 5:22-23]
      "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley".

      Estamos listos para entrar a los últimos días del mes de octubre y consecuentemente al fin de año. ¿Qué tipo de actitud tienen ustedes mientras pasan por los últimos días del año?

      Los agricultores diligentes tienen mucha esperanza y expectativa mientras se acerca la cosecha.

      Es así ya que van a ser recompensados con descanso y gozo por su esfuerzo y trabajo duro.

      Pero los agricultores perezosos no tendrán el gozo de la cosecha. Estos solamente tendrán vergüenza mientras los demás los señalan con el dedo.

      Mientras nos acercamos al fin del año, también examinamos nuestros frutos al igual que los granjeros en el tiempo de la cosecha.

      Reflexionamos acerca de cuánto hemos orado y cuánto nos hemos esforzado por Dios, cómo hemos adorado y cómo hemos hecho nuestras ofrendas a Dios, y acerca de qué tipo de aroma de corazón le hemos ofrecido a Dios a fin de que sea aceptable ante Él.

      Pero lo más importante es analizar a qué extensión hemos seguido los deseos del Espíritu Santo y hemos circuncidado nuestros corazones.

      Aquellos que van tras los deseos del Espíritu Santo ciertamente producirán los frutos del Espíritu Santo.

      Juan 15:8 dice: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos".

      Yo anhelo que ustedes vayan diligentemente tras los deseos del Espíritu Santo, que cultiven sus corazones, que siembren semillas de verdad, y que cosechen fruto abundante.

      Yo ruego en el nombre de nuestro Señor que en este año ustedes disfruten del gozo de la cosecha de frutos abundantes, y que tengan mayores cosechas en los años venideros, de modo que reciban con valentía al Señor en Su regreso.

      [Mensaje]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Este es el tercer estudio acerca de los frutos del Espíritu Santo, y deseo hablarles acerca del fruto de paz.

      Romanos 12:18 dice: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres".

      Además, en Hebreos 12:14 leemos: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor".

      Los hijos de Dios que creen en Él deben buscar la paz con todos.

      No solamente con aquellos que nos aman, sino también con aquellos que nos aborrecen o que nos causan dificultades, ¡debemos estar en paz!

      Pues a pesar de ser creyentes, si es que nuestro ego es mayor, no podremos estar en paz.

      Si pensamos que nuestras ideas son mejores y correctas tendremos la tendencia a ignorar las opiniones de las demás personas y a ser groseros.

      Incluso cuando algún asunto se decida por la mayoría de personas, seguiremos quejándonos si no lo consideramos de beneficio para nosotros.

      Asimismo, es probable que veamos los puntos negativos de las demás personas o de otros asuntos, y que hablemos con palabras que maldicen sus nombres.

      Quizás hablemos de modo negativo causando que las personas se aparten unas a otras.

      Cuando estemos junto a aquellas personas sentiremos que estamos sentados sobre una cama de espinas y no tendremos paz.

      Además, donde hay personas que quebrantan la paz se levantan los problemas y se causan pruebas y dificultades.

      Ya sea en el campo, en la familia, en el lugar de trabajo, en la iglesia, o en cualquier otra organización, el pasaje a la bendición se bloquea y las dificultades se levantan si es que se quebranta la paz.

      En especial en la iglesia, es muy importante que mantengamos la paz.

      La paz no debe ser quebrantada cuando cumplimos con la obra de Dios.

      Dios no puede obrar si la paz ha sido quebrantada. Eso solamente significa que le damos a Satanás la oportunidad para acusarnos.

      De ese modo no podremos recibir bendiciones ni dar gloria a Dios.

      ¿Cómo podemos producir el fruto de paz?

      Primero: Debemos tener paz con Dios.

      Lo más importante respecto a nuestra paz con Dios es no tener barreras de pecado entre Él y nosotros.

      Cuando Adán comió del fruto de la ciencia no pudo ver a Dios, y por eso se escondió de Él.

      Antes de pecar él experimentó una relación de amistad muy íntima con Dios, pero después de pecar Adán tuvo temor de Dios y se distanció de Él.

      Esto significa que la paz entre Adán y Dios se quebrantó.

      Cuando se actúa en la verdad, se tiene paz con Dios y se camina confiadamente.

      Por supuesto que para tener paz perfecta sin barreras de pecado, debemos desechar todo pecado y llegar a ser santificados.

      Pero aunque aún no somos perfectos, podemos tener paz con Dios siempre y cuando practiquemos con diligencia la verdad en la medida de nuestra fe.

      Cuando intentamos tener paz con Dios, debemos hacerlo en la verdad, manteniendo la paz con Él.

      No debemos quebrantar la paz con Dios para tener paz con los hombres.

      Por ejemplo, ¿qué pasaría si tuviéramos que inclinarnos ante ídolos o infringir el Día del Señor para poder tener paz con miembros de la familia que no son creyentes?

      Quizás parezca que tenemos paz por un momento, pero en lo espiritual, estamos quebrantando la paz con Dios en gran manera y creando grandes muros de pecado ante Dios.

      Al final esto sólo causará dificultades y pruebas y tampoco tendremos paz verdadera con los miembros de la familia.

      Para tener paz verdadera entre los hombres, primeramente debemos agradar a Dios.

      Al hacerlo dejaremos que Dios proporcione paz.

      Es justamente lo que está escrito en Proverbios 16:7 que dice: "Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.

      Por supuesto que en algunas ocasiones otras personas quizás se mantengan quebrantando la paz con su maldad aunque nosotros nos esforcemos por la verdad.

      Pero incluso en esos casos, si los tratamos solamente con la verdad, Dios obrará por nosotros.

      Este fue el caso de David y Saúl.

      Saúl intentó asesinar a David, pero David buscó la paz hasta el final.

      Por último Dios obró de manera que pudo bendecir a David por sus buenas obras.

      Amados hermanos y hermanas,
      Segundo: Para producir el fruto de paz debemos tener paz con nosotros mismos.

      Para tener paz con nosotros mismos debemos desechar la maldad y llegar a ser santificados.

      Si tenemos maldad aún permaneciendo en nosotros, ésta se agitará dependiendo de la situación.

      ¡Cuán incómodo es que el odio, la ira, la envidia, la codicia, y cosas semejantes se levanten en nuestro corazón!

      Además, si el corazón de verdad y el corazón de falsedad tienen la misma fuerza dentro de nosotros, tendremos aún mayor aflicción ya que ambos corazones batallan entre sí.

      Como dijo Pablo: "¡Miserable de mí!". Lo mismo sucede con nosotros, pues también tenemos aflicción en el corazón.

      Mas si tenemos determinación firme y oramos fervientemente para escoger la verdad continuamente, finalmente podremos tener paz en el corazón.

      Algunas personas dicen que buscan la paz con Dios actuando en la verdad, pero ellos no tienen paz en su corazón consigo mismos.

      Esto se da debido a su ensoberbecimiento o a los patrones de pensamiento erróneos en la personalidad que han edificado en la verdad.

      Por ejemplo, hay personas quienes no tienen paz debido a que están ligados a los patrones de pensamiento del legalismo.

      Al igual que Job justo antes de vivir todas sus pruebas, aquellas personas oran mucho e intentan vivir de acuerdo a la Palabra, pero ellos no pueden hacerlo en realidad sólo a causa de su amor por Dios.

      En lugar de eso lo hacen con un corazón lleno de nervios a causa del temor al posible castigo que les puede sobrevenir si no practican la verdad.

      Por tanto, en algún momento dado, si no actúan en la verdad, se deprimen fácilmente pensando que van a ser castigados.

      Entonces aunque actúen diligentemente en la verdad, ¡cuán afligido estará su corazón! Significa que el crecimiento de su fe tampoco ocurre.

      En este caso, en lugar de tener simplemente las acciones y obras de la práctica de la Palabra, deberían tener un amor sincero por Dios.

      Ellos podrán disfrutar de paz verdadera a la medida de su amor por Dios desde el fondo del corazón, y al reconocer el amor de Dios.

      Permítanme darles otro ejemplo: Existen personas que no tienen paz consigo mismos debido a sus patrones negativos de pensamiento.

      Ellos intentan diligentemente vivir en la verdad, pero si no obtienen los resultados satisfactorios que esperan, se culpan a sí mismos y sufren en el corazón.

      Se sienten avergonzados ante Dios, y se desalientan y pierden fuerzas al pensar cosas tales como: "¿Por qué soy así?"

      También pierden la paz por el temor a que las personas se sientan decepcionadas de ellos, o a que los demás dejen de amarlos, y cosas por el estilo.

      Aquellas personas deben llegar a ser niños espirituales ya que los niños creen con mucha facilidad en el amor de sus padres.

      Aunque hagan algo malo, ellos no se esconden de sus padres, por el contrario, recurren a ellos.

      Si los niños dicen: "Lo lamento, no lo haré nuevamente", mostrando una sonrisa amorosa y encantadora en el rostro, los padres quizás respondan con una sonrisa.

      Esto no significa que debemos seguir diciendo que cambiaremos pero continuamos obrando mal.

      Si ustedes en realidad desean cambiar de sus malas acciones y empezar a hacer bien, Dios no los rechazará.

      Aquellos que se arrepienten en verdad no perderán las fuerzas culpándose a sí mismos ni se desanimarán pensando qué dirán los demás.

      Por supuesto que quizás deban recibir castigo de acuerdo a la justicia, o quizás deban ser mantenidos en baja estima temporalmente.

      No obstante, si tienen la certeza del amor de Dios, recibirán el castigo con gozo y no tendrán prejuicios en cuanto a la opinión de los demás.

      Por lo tanto, primeramente debemos creer que Dios nos ama verdaderamente y que nos hace perfectos aunque aún no lo somos. Esto en el caso de que intentemos cambiar en verdad.

      También debemos confiar que Dios nos exaltará cuando nos humillamos ante Él.

      No debemos estar nerviosos y deseosos del reconocimiento de los demás, sino que debemos mantenernos almacenando las obras de la verdad con corazones y obras veraces.

      De este modo podremos tener paz con nosotros mismos, además de confianza espiritual.

      Tercero: Debemos tener paz con todos los demás.

      Para tener paz con los demás debemos tener la capacidad para sacrificarnos a nosotros mismos.

      Para tener paz no debemos actuar indecorosamente, tratando de alardear o jactarnos de nosotros mismos.

      Debemos humillarnos sinceramente y exaltar a los demás.

      No debemos ser parciales, pero debemos aceptar al mismo tiempo las diferencias de los demás, esto si están dentro de la verdad.

      No debemos pensar con la medida de nuestra propia fe sino desde la perspectiva de los demás.

      Aunque nuestra opinión sea correcta o mejor, debemos respetar las opiniones de los demás, a menos que sean falsas.

      Para alcanzar aquella paz debemos sacrificarnos por los demás, incluso al punto de dar nuestras vidas mismas.

      Además, para tener paz con los demás no debemos insistir en nuestra arrogancia moral y patrón de pensamiento.

      Cada persona tiene personalidad diferente porque ha sido criado en un ambiente diferente. Cada uno ha recibido educación diferente y distinta medida de fe.

      Por lo tanto, cada uno tiene un estándar diferente para juzgar aquello que se considera como correcto o incorrecto, y como bueno o malo.

      Hablemos por ejemplo de la relación entre cónyuges.

      El esposo desea que la casa esté siempre bien arreglada, pero la esposa no lo hace.

      El esposo reacciona con amor al principio y hace la limpieza él mismo, pero mientras esto continúa, la frustración se apodera de él.

      Él empieza a pensar que su esposa no ha recibido una educación correcta en el hogar; se pregunta por qué ella no puede hacer algo que es tan sencillo y apropiado.

      Él cree que al aconsejar a su esposa, ella debe cambiar aunque jamás haya estado acostumbrada a hacerlo. Por tanto, a él no le agrada el hecho de que ella no lo escuche en lo absoluto.

      Pero por otro lado, la esposa también tiene algo que decir.

      Ella se siente decepcionada de su esposo y piensa: "Yo no nací sólo para limpiar. Además, si yo no logro hacer la limpieza en algún momento, él debe hacerlo. ¿Por qué se queja tanto al respecto? Él tiene mentalidad tan cerrada. Parecía que estaba dispuesto a hacerlo todo por mí, pero ahora se queja por las cosas más insignificantes, y hasta habla de la educación de mi familia".

      Si cada uno de ellos insiste en sus opiniones y deseos, no podrán tener paz.

      La paz se establecerá solamente cuando piensen desde el punto de vista del cónyuge y se sirvan el uno al otro, sin pensar en sus propias opiniones.

      Jesús nos dijo que cuando demos ofrendas debemos primeramente reconciliarnos con nuestros hermanos en el caso de que tengamos alguna ofensa contra ellos, y que luego nos acerquemos a Él.

      Dios acepta las ofrendas solamente cuando se las entrega después de la reconciliación.

      Aquellos que tienen paz con Dios y paz consigo mismos no quebrantarán la paz con los demás.

      No discutirán con cualquier persona debido a que ya se habrán despojado de su codicia, arrogancia, orgullo, arrogancia, y patrón de pensamiento.

      Incluso cuando los demás actúen con maldad y les causen dificultades, estas personas se sacrificarán para tener paz al fin.

      Ustedes, miembros de la iglesia, me comentan constante el siguiente tipo de testimonio:

      Cuando las ventas en su empresa se incrementaron por bendición de Dios y obtienen el favor de sus directores, sus colegas se sienten celosos de ustedes.

      Aún así ignoran aquello pensando que tienen maldad y que ustedes no pueden hacer nada al respecto.

      Aunque ustedes no hayan hecho nada malo, intentan ablandar el corazón de los demás.

      Ustedes los sirven con mayor humildad y se esfuerzan más.

      Finalmente el corazón de ellos es conmovido y tienen paz y amor hacia ustedes.

      Cuando esto con bondad según lo mencionado, reciben mayores bendiciones aún.

      Pero durante el proceso de alcanzar la paz de este modo, nos podemos dar cuenta de un par de cosas.

      Primeramente parece que estas personas quebrantan la paz con usted aunque usted no tiene sentimientos contrarios hacia ellos, pero es necesario examinar si en realidad es culpa de ellos.

      Algunas veces se hacen cosas que dan la razón a la otra persona para quebrantar la paz, pero uno no se da cuenta.

      Debido a las palabras, o quizás a un acto inconsiderado, se puede haber lastimado los sentimientos de los demás sin que uno lo sepa.

      Pero si ustedes piensan desde su punto de vista que no tienen ningún sentimiento contrario hacia los demás, entonces no se recobrará la paz.

      Ustedes no podrán darse cuenta de su culpa, y tampoco podrán cambiar.

      Ustedes deben tener la capacidad para discernir si los demás los consideran como pacificadores (o hacedores de paz).

      Además, en algunas ocasiones, aquellos que se encuentran en posiciones superiores quizás piensen que tienen paz, pero sus subordinados tienen muchas dificultades.

      Ellos no pueden expresarlo abiertamente, pero sus sentimientos están heridos. Lo mismo puede suceder entre compañeros de trabajo.

      Otra cosa en la que se debe pensar cuando se alcanza la paz es que la paz verdadera se debe obtener en el corazón.

      Incluso aquellos que no tienen paz con Dios o consigo mismo pueden tener paz con los demás hasta cierto nivel.

      De hecho, si ustedes escuchan el Evangelio de Santidad en esta iglesia por un par de años, y logran hacer obras en la iglesia, pocos de ustedes quebrantarán la paz.

      Además, debido a que han escuchado y han aprendido tantas veces que no deben quebrantar la paz al hacer la obra de Dios, ustedes no se enfrentarán a los demás, incluso en el caso de tener opiniones distintas.

      Pero no podemos decir que se ha producido el fruto de paz por el simple hecho de no actuar con maldad.

      El fruto del Espíritu Santo nace en el corazón dentro de nosotros, no solamente en lo externo.

      Por ejemplo, si la otra persona no lo sirve o reconoce, usted se resiente, pero quizás no lo exprese abiertamente.

      Usted posiblemente piense: "Debo tener tan sólo un poco más de paciencia". Pero suponga que lo mismo vuelve a suceder.

      Entonces, usted quizás acumule resentimiento.

      Usted posiblemente no exprese su resentimiento de forma directa pensando que eso afectaría a su orgullo, pero quizás critique a la otra persona.

      De algún modo usted quizás revele su sentimiento de ser perseguido.

      A veces, quizás no tenga paz en su entendimiento a los demás. Usted simplemente cierra sus labios por temor a tener una discusión si es que continúa hablando.

      Usted simplemente deja de hablar con aquella persona y la menosprecia pensando: "Él es tan malo e insistente, que yo no puedo hablarle".

      De este modo usted no irrumpe la paz en lo externo, pero no tendrá buenos sentimientos hacia aquella persona.

      No podrá estar de acuerdo con sus opiniones, e incluso posiblemente sienta que no desea estar cerca de aquel.

      Posiblemente se queje de esa persona hablando con los demás acerca de sus limitaciones.

      Usted mencionará sus sentimientos adversos diciendo: "Aquel es muy malo. Él hizo tal cosa y es algo inexplicable. Pero lo soporto actuando en bondad".

      Por supuesto que es mejor no romper la paz de este modo antes que hacerlo directamente.

      Pero para poder tener paz verdadera se debe servir a los demás con el corazón.

      Ustedes no deben suprimirla y continuar el deseo de ser servidos. Deben tener la disposición para servir y buscar el beneficio de los demás.

      No solamente deben sonreír en lo externo mientras emiten juicios por el otro lado. Deben entender a los demás desde su perspectiva.

      Solamente así podrá obrar el Espíritu Santo. Incluso cuando aquellos busquen su propio beneficio, su corazón será conmovido, y cambiarán.

      Cuando cada persona involucrada tiene limitaciones, cada uno puede asumir su culpa. Eventualmente, tendrán paz verdadera y podrán compartir un mismo corazón.

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Aquellos que tienen paz con Dios, consigo mismo, y con los demás, tienen la autoridad para expulsar la oscuridad.

      Por tanto, estos alcanzan la paz a su alrededor.

      Según lo escrito en Mateo 5:9, dice: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". Estos tienen la autoridad de los hijos de Dios, la autoridad de la Luz.

      Por ejemplo, si usted es un líder en la iglesia, puede ayudar a los creyentes a producir el fruto de paz.

      Es decir, ustedes pueden alimentarlos con la Palabra de Verdad teniendo autoridad y poder, de modo que ellos puedan apartarse del pecado y romper todo orgullo y patrón de pensamiento.

      Cuando se crean sinagogas de Satanás que apartan a unos de otros, las podrá destruir con el poder de sus palabras.

      De este modo usted puede causar que se restablezca la paz entre las diferentes personas.

      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      En Juan 12:24 leemos: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto".

      Jesús se sacrificó a Sí mismo y murió como un grano de trigo, y llevó abundante fruto.

      Él perdonó los pecados de innumerables almas moribundas y les permitió tener paz con Dios.

      Como resultado, el Señor mismo llegó a ser el Rey de reyes y Señor de señores recibiendo gran honra y gloria.

      Si nosotros nos sacrificamos a nosotros mismos, morimos, y buscamos el beneficio de los demás, esto no significa que sufriremos una pérdida.

      Ganaremos cosechas abundantes solamente cuando nos sacrifiquemos, pero no cuando tratemos de evitar el sacrificio propio.

      Dios el Padre desea que ustedes se sacrifiquen y mueran al igual que el trigo para que produzcan fruto abundante al igual que Jesús.

      Él desea que guíen numerosas almas hacia Dios y que sean reconocidos como verdaderos hijos de Dios para que disfruten de gran honra y gloria.

      Anhelo que ustedes obtengan rápidamente el corazón de verdad, de sacrificio propio, y de servicio a los demás en todo asunto, a fin de producir el fruto perfecto de paz.

      Al hacer esto, ruego en el nombre del Señor que ustedes disfruten de autoridad espiritual como hijos de Dios en este mundo, y que lleguen a ser personas hermosas en el Reino celestial.


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