[Isaías 59:1-2]
06-12-2009 | Rev. Jaerock Lee
Pasaje
Isaías 59:1-2
"He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír."
Simplemente una de las razones por las cuales las personas se acercan a la iglesia y se encuentran con Dios es porque quieren recibir sanidad divina y respuestas a sus problemas.
Cuando vienen a la iglesia, ellos aceptan al Señor y reciben al Espiritu Santo. Entonces, luego ellos pueden acudir a Dios Padre para pedirle la sanidad divina o las respuestas a sus problemas. De esta manera, la fe de ellos se afirma.
Esa es la razón por la cual cuando el evangelio se predica, los miembros de nuestra iglesia, a menudo afirman que las personas pueden ser sanadas de cualquier enfermedad o dolencia por medio del poder de Dios.
Sería realmente maravilloso que cada persona que viene a la iglesia recibiese sanidad y respuestas; sin embargo, la realidad nos muestra que eso no sucede.
Lo mismo pasa cuando los creyentes se hallan pidiéndole a Dios en oración recibir sanidad de sus enfermedades y respuestas a sus problemas.
No todo el que ora pidiéndole a Dios una respuesta, experimenta Su obrar.
Por ejemplo, en el caso de la sanidad divina, algunas personas son sanadas de sus enfermedades tan pronto como llegan y se vuelven parte de la iglesia.
Otros reciben esa sanidad después de estar asistiendo a la iglesia por un tiempo.
Mientras que otros, jamás reciben su sanidad a pesar de estar viniendo a la iglesia ya por mucho tiempo.
Asimismo, hay algunas personas que reciben sanidad con solo orar una vez, mientras que otras deben hacerlo dos o tres veces.
Y también existen personas que jamás son sanadas.
Ahora bien, ¿por qué causa existen tantos casos diferentes? La respuesta se encuentra en la "Justicia de Dios"
Para poder recibir respuesta en cuanto a alguna enfermedad o problema, se debe cumplir con la justicia según corresponda.
En otras palabras, debemos estar calificados para recibir esas respuestas.
En este mensaje, les hablaré sobre la relación que existe entre la justicia y el que nosotros recibamos respuesta a nuestras oraciones.
El mensaje de hoy está principalmente enfocado en la sanidad divina, pero se lo puede aplicar del mismo modo en otras áreas también.
Por lo tanto, si ustedes todavía no han recibido la sanidad de su enfermedad o la respuesta a sus problemas, es mi anhelo que, a través de este mensaje, ustedes puedan hallar la causa de ello.
También oro en el nombre del Señor para que puedan aplicar este mensaje en sus vidas, y de ese modo, lleguen a experimentar al Dios que los sana y que les responde.
[Principal] Amados hermanos y hermanas en Cristo, Jeremías 32:27 dice, "He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?"
Así es. No hay nada que resulte demasiado difícil para Dios Todopoderoso.
Por consiguiente, ya sea un simple resfrío o un cáncer, para Dios no hay diferencia.
Para Dios, no existe algo como más fácil o más difícil de curar.
Dios puede sanar un resfrío o un cáncer en un instante por medio de Su poder.
Entonces, la llave que abre la puerta de la sanidad, la tiene la persona que quiere ser sanada. Mas bien, tiene que ver con que si la persona, según la justicia, está preparada para recibir esa sanidad o no.
En otras palabras, tiene que ver con que si la persona se ha dado cuenta de la causa de su enfermedad, ha resuelto el problema y se ha presentado ante Dios.
Dios puede curar nuestra enfermedad sólo después que hemos resuelto la causa del problema y nos hemos presentado ante Dios.
Pero el problema es, únicamente en el caso de una enfermedad, que la causa de esta no resulta ser tan simple.
Hermanos y hermanas, cada enfermedad que nos sobreviene debe tener alguna causa.
Y la causa principal de todas nuestras enfermedades es el pecado.
Entonces, para poder recibir esa sanidad, debemos resolver el problema del pecado. Solo que el inconveniente es que existen casos en los cuales ese problema de pecado resulta ser muy complejo.
Es decir, no sólo se trata de nuestro propio pecado, sino también de los pecados de otros que están relacionados con esa causa.
En tales casos, ustedes no pueden recibir sanidad con sólo resolver el problema de pecado de ustedes mismos. También deben resolver el de las otras personas al mismo tiempo.
En estos casos, las personas se hallan atadas juntas por medio de un "lazo espiritual".
Uno de los casos más comunes es estar atados por el pecado de nuestros padres o antepasados.
En Juan Capitulo 9, los discípulos de Jesús ven a un hombre que era ciego de nacimiento, y le hacen la siguiente pregunta al Maestro.
Juan 9:2 dice, "Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?"
Y luego Jesús les responde en Juan 9:3, "...no es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él."
Ese hombre no había nacido ciego a causa del pecado de sus padres ni el suyo propio, sino que había nacido así para que se manifestase la gloria de Dios.
Lo que podemos entender de esta conversación es que las enfermedades y dolencias no sólo vienen por causa de nuestros propios pecados, sino también por el de nuestros padres o antepasados.
Podemos encontrar numerosos pasajes en la Biblia que nos relatan de qué manera el pecado de los padres o antepasados puede afectar a los descendientes.
Éxodo 34:7 dice, "[Dios] que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación."
El decir, el pecado de los antepasados pueden afectar hasta su tercera y cuarta generación.
En el capítulo 21 del libro de 1 Reyes, podemos leer sobre el rey Acab. Él se destacó entre los reyes de Israel a causa de su maldad.
Acab cometió graves pecados ante Dios, y la maldición de Dios recayó sobre él.
1 Reyes 21:24 dice, "El que de Acab fuere muerto en la ciudad, los perros lo comerán, y el que fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo."
La espantosa maldición cayó no sólo sobre Acab, sino también sobre todos aquellos que le pertenecían.
Sin embargo, este Acab se humilló a sí mismo y se arrepintió ante Dios.
Entonces, Dios aceptó su arrepentimiento y no permitió que enfrentase los desastres que debía enfrentar.
Pero eso no fue todo.
1 Reyes 21:29 dice, "¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa."
Acab había sido absuelto de la maldición a causa de su arrepentimiento, pero todavía sus descendientes seguían atados a esa maldición que los pecados de Acab habían traído.
Y como en este caso, inclusive después de que el antepasado se arrepienta de sus pecados, la influencia de ese pecado puede todavía afectar a sus descendientes.
Y si el antepasado o padres cometieron graves pecados y todavía no se arrepienten, ciertamente eso afectara a sus descendientes.
Al escuchar esto, algunos pueden llegar a decir que eso no es justo. Pueden pensar que si no es la culpa de la persona, entonces es injusto que deba sufrir por culpa del pecado de sus padres o antepasados.
No obstante, esto se cumple conforme la justica, la cual se rige por reglas del reino espiritual.
No sólo han de afectar los pecados de los padres y antepasados sobre sus descendientes, sino que también las buenas obras de estos del mismo modo afectaran las generaciones de sus descendientes.
Los antepasados y descendientes están atados espiritualmente de esta manera, y es esta relación la que tiene influencia sobre las generaciones futuras.
Pero el estar atado en espiritu no significa que el destino de un descendiente depende exclusivamente de sus antepasados.
El resultado final dependerá del descendiente mismo.
Si la persona descendiente se santifica y se mantiene sin macha y pura ante Dios, los pecados e iniquidades de sus padres o antepasados no le afectarán.
En el caso del rey Acab, si su hijo Ocozías y sus descendientes hubiesen hecho lo bueno delante de Dios y hubiesen guardado Sus mandamientos, Dios no habría provocado sobre ellos los desastres que Él mencionó.
Mas el hijo del rey Acab y sus descendientes también cometieron graves pecados contra Dios, y esa fue la razón por la cual las calamidades que hubiesen alcanzado a Acab, cayeron sobre ellos.
Por lo tanto, incluso en los casos en los que los pecados de los padres o antepasados están afectando a sus descendientes a causa de los lazos espirituales, el resultado puede ser muy diferente, puesto que depende de las obras de los mismos descendientes.
Ezequiel 18:19-20 nos habla sobre esto.
Y nos dice, "Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él."
Inclusive en los casos en los que los padres o antepasados cometieron graves pecados, afectando así a sus descendientes; si estos últimos guardan las leyes y mandamientos del Señor, no se verán atados por el pecado de sus antepasados.
Así que, cuando aceptamos al Señor y nos convertimos en hijos de Dios, y vivimos conforme Su Palabra, en la mayoría de los casos somos hechos libres de la influencia de los pecados de nuestros padres o antepasados.
Pero existen casos en los cuales los pecados de los antepasados todavía afectan a las personas a través de ataduras espirituales. Eso se debe a que el pecado cometido por sus antepasados es muy grave ante Dios.
Un ejemplo de ello sería en el caso del pecado de idolatría. Si ellos han consagrado sus propios espíritus a espíritus malignos, o han adorado ídolos de maneras malvadas.
Otro ejemplo seria en el caso de que los antepasados hubiesen cometido grandes agravios contra otras personas, como asesinatos en masa o actos aberrantes de maldad contra otros. Puede que hayan acumulado tanto pecado que se hace difícil para una mente humana normal poder creerlo.
En tales casos, la paga por el pecado de esos antepasados puede recaer sobre sus descendientes a través de esa atadura espiritual que hay entre ellos.
Es más, si los descendientes de esos antepasados cometen ellos mismos pecado, la influencia de su pecado ira cada vez más en aumento.
Hermanos y hermanas, otro problema causado por las ataduras espirituales puede hallar su causa en las palabras que se dicen y en las promesas o pactos que los padres hacen con respecto a sus hijos.
Por ejemplo, los padres que oran por sus hijos declarando que entregan ese hijo a Dios como un siervo.
En especial, este caso se suele dar cuando los padres no pudiendo tener hijos, le prometen a Dios que si Él les concede un hijo, ellos se lo entregarán para que sea Su siervo.
A pesar de que esa es una oración de los padres, el hijo, por su parte, debe cumplir con esa promesa.
De otro modo, el hijo sufrirá la consecuencia de romper una promesa hecha a Dios.
Hermanos y hermanas, la atadura espiritual no sólo se da entre padres e hijos. También los esposos pueden estar atados el uno al otro.
En Mateo 19:5, Jesús dijo, "...Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne."
Es decir, cuando dos personas se casan, ya no son más dos, sino que se vuelven una sola carne.
Ya que una pareja casada son un solo cuerpo, uno puede verse afectado o afectada por el pecado del otro.
Claro está, generalmente, esto no se aplica de manera universal a todas las parejas.
Sino que se eso se debe a que nuestra fe está basada en la relación bilateral entre nosotros y Dios.
Sin embargo, existen ciertos casos donde las parejas están entrelazadas por medio de una atadura espiritual.
Ahora bien, ¿cómo es posible que una pareja pueda encontrarse ligada por medio de una atadura espiritual?
El primer caso, por ejemplo, es cuando ellos mismos se ligan a la otra persona por medio de una atadura espiritual.
Digamos que, en cada cosa, ella se ata a sí misma con la condición que su esposo sea salvo.
Cuando trabaja para Dios, ora, "Por favor, salva a mi esposo a través de mi fidelidad", o "por favor, salva a mi esposo aunque eso signifique que yo enferme."
Por medio de esas palabras, ella está atada a su esposo a través de una atadura espiritual, y se verá afectada por la condición de la fe de su esposo.
En tal caso, si la esposa enferma, la sanidad divina estará sujeta no sólo a la fe de ella y a sus obras, sino también a la fe y obras de su esposo.
Otro caso en el que la pareja puede estar atada es cuando ambos hacen una promesa o pacto ante Dios para recibir sanidad o alguna respuesta a sus oraciones.
Por ejemplo, supongamos que el esposo ama muchísimo a su esposa, pero ella enferma. Y para que Dios la sane, el esposo hace una promesa ante Dios.
En su oración, él dice, "Dios, si sanas a mi esposa de su enfermedad, te prometo ser diligente en cuanto a mi fe".
Y a causa de la oración, la esposa recibe sanidad, su esposo deberá entonces llevar una vida cristiana diligente, tal como lo prometiera en su oración.
Pero si no guarda su promesa, eso afectará directamente la sanidad que su esposa recibiera.
Pero si el esposo no cumple con su promesa a Dios y se aleja de Él, su esposa puede enfermarse nuevamente.
Cuando el esposo rompe con su promesa hecha a Dios, es como si su esposa también lo hiciera.
Por supuesto, que si el esposo verdaderamente ama a su esposa de forma espiritual, él guardará su promesa por el bien de su esposa.
Pero aunque él haga una promesa ante Dios debido al amor que siente por ella, si el amor de él es un amor carnal, lo más probable es que él acabe rompiendo su promesa ante Dios.
Es más, aún en esta clase de amor carnal, él ya se ha atado espiritualmente a su esposa, y ésta se verá afectada por la condición de la fe de su esposo.
Si el esposo se mantiene en la fe, ella gozará se salud. Pero si no es así, puede que el problema de salud de la esposa vuelva.
Pero como ya se los mencioné anteriormente, este principio no se aplica a todas las parejas de casados.
En ciertos casos, la pareja está atada mutuamente por un lazo espiritual, y en el caso anterior, un integrante de la pareja no podía recibir sanidad o respuesta por medio de la fe y obras de uno solo.
También, aunque no es común, en ocasiones los hermanos se atan espiritualmente.
Del mismo sucede cuando uno de los hermanos se ata a otro de sus hermanos.
Por ejemplo, si uno de los hermanos está enfermo, y otro ora deseando tomar su lugar, o bien pidiendo la sanidad y a cambio él será un buen creyente.
En este caso, lo probable es que ese hermano se enferme, tomando así el lugar del otro.
Al igual que en el caso de la pareja de esposos, el resultado final de la sanidad de su hermano se verá sujeto al estado de su propia fe.
Ustedes deben entender que pueden llegar a estar atados espiritualmente a sus familiares a causa de sus oraciones o palabras.
Entonces, no sólo entre esposos o hermanos, los padres pueden atarse ellos mismos por causa de sus hijos a través de sus oraciones o palabras que dicen para que sus hijos sean sanados.
Ellos oran confesando, "por favor, sana a mi hijo aunque eso signifique que yo enferme en su lugar", o "si sanas a mi hijo, te prometo haré esto".
Lo mismo sucede cuando los hijos oran por la sanidad de sus padres.
Por lo tanto, no deben atarse de manera inconsciente a sus parejas o hermanos y tener que sufrir a causa de ello.
En cambio, ustedes pueden infundir aliento y ayudar a ese familiar a recibir la sanidad o la respuesta a su problema, sin necesidad de tener que atarse espiritualmente a ellos.
Es decir, ustedes pueden orar con amor espiritual a favor de ellos.
De esa manera, ustedes les están ayudando a que ellos alcancen las condiciones necesarias de justicia para recibir la sanidad o la respuesta a sus problemas.