• Nueve Frutos del Espíritu Santo (9)

    [Gálatas 5:22-23]

    27-12-2009 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [Gálatas 5:22-23]
      [22] En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
      [23] humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas" (NVI).

      [Introducción]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,

      Dios es luz, bondad y amor. El corazón de Dios es la verdad en sí.
      Aquellos hijos de Dios que han creído en el Señor y han recibido el Espíritu Santo deben cultivar este corazón de verdad, el corazón de Dios.
      Pero suponga que mi deber fuera sólo decir que usted debe cultivar el corazón de Dios y ser luz porque Dios también es luz. ¿Entonces, podría usted en realidad lograr asemejarse a Dios?
      Usted quizás intente hacerlo, pero no será fácil.
      Por lo tanto, Dios el Padre tiene Su corazón categorizado en aspectos detallados para que nosotros podamos entender qué tipo de corazón tiene Dios en especial y que logremos asemejarnos a Su corazón.
      Para lograr esto, Él nos ha dado las Bienaventuranzas, el "Capítulo del Amor Espiritual", y los nueve frutos del Espíritu Santo.
      Este es el último mensaje de los nueve frutos del Espíritu Santo, y voy a compartirles acerca del dominio propio.
      El domino propio es un fruto de suma importancia, aunque sus características no salen a la vista tan evidentemente cuando son comparadas con otros frutos del Espíritu.
      Controla todas las cosas para hacer que todo se mantenga estable y firme.
      Todos los demás frutos se pueden perfeccionar sólo a través del domino propio, y es por eso que es mencionado como el último punto.
      A través de este mensaje, ruego en el nombre del Señor que ustedes produzcan no sólo el fruto del dominio propio, sino también todos los nueve frutos del Espíritu Santo en armonía.

      Mensaje

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      El diccionario dice que el dominio propio es la restricción ejercitada sobre los propios impulsos, emociones, o deseos.
      Podemos ver en este mundo que las personas que no tienen dominio propio hacen sus vidas complicadas y causan dificultades para sí mismos.
      Por ejemplo, si los padres dan mucho amor a su hijo solamente porque es único hijo, es muy probable que el niño sea consentido.
      También, aunque saben que tienen que dirigir y cuidar de sus familias, aquellos que son adictos a los juegos de azar u otras formas de placer arruinan a sus familias porque no pueden controlarse a sí mismos.
      Ellos dicen: "Esta será la última vez. Ya no lo haré más", pero esa "última vez" continua sucediendo una y otra vez.
      El dominio propio es muy importante no sólo para las personas del mundo sino también para los hijos de Dios.
      Más específicamente, necesitamos del domino propio para desechar el pecado.
      Mientras menos dominio propio tengamos, más dificultades tendremos para desechar el pecado.
      Cuando escuchamos la Palabra de Dios y recibimos la gracia de Dios, tomamos una decisión para no dar lugar ya más a la carne, pero todavía podemos ser tentados por el mundo.
      Podemos ver esto en las palabras que salen de nuestros labios.
      Muchas personas oran para hacer que sus labios sean santos y perfectos.
      Pero en sus vidas, se olvidan de lo que han orado, y hablan lo que quieren, siguiendo los viejos hábitos.
      Algunas personas pronto sacan quejas o resentimiento si se meten en algunas dificultades o ven algo que es duro de entender para ellos.
      Pueden arrepentirse después de quejarse, pero no pueden controlarse así mismos cuando sus emociones son conmovidas.
      También, a algunas personas les gusta hablar tanto que no pueden dejar de hablar una vez que comienzan a hacerlo.
      No tienen discernimiento entre las palabras de verdad y de mentira, y de cosas que deberían decir y no decir, por lo que cometen muchos errores.
      Podemos comprender cuán importante es el dominio propio al ver este aspecto referente a controlar nuestras palabras.

      Hermanos y hermanas, pero el fruto del dominio propio, como uno de los frutos del Espíritu Santo, no simplemente se refiere al hecho de controlar nuestro ser de cometer pecados.
      El domino propio como uno de los frutos del Espíritu Santo, controla otros de Sus frutos para hacerlos perfectos.
      Es como un centro de arbitraje que proporciona armonía y orden, cuando otros frutos del Espíritu nacen en el corazón y son mostrados externamente.
      Aún cuando tomamos algo bueno en el Señor, la mayoría no es siempre lo mejor.
      Decir algo en exceso es peor que algo deficiente.
      En el espíritu también, tenemos que hacer todo con moderación, siguiendo los deseos del Espíritu Santo.
      Por ejemplo, aunque tengamos el fruto de la alegría, no podemos expresar nuestra alegría en todo lugar y todo el tiempo.
      Cuando otras personas están de luto en un funeral, y si usted tiene una gran sonrisa en su rostro, ¿qué pensarían de usted?
      Ellos no podrán decir que usted es gracioso porque está produciendo el fruto de la alegría.
      Aunque el gozo de recibir la salvación es tan grande, necesitamos controlarlo de acuerdo a la situación. De esta manera podemos hacerlo un fruto verdadero del Espíritu Santo.
      También es importante tener dominio propio cuando somos fieles a Dios.
      Especialmente si usted tiene muchas responsabilidades, debe organizar su tiempo apropiadamente para que pueda estar donde tiene que estar, en el momento adecuado.
      Incluso cuando una reunión en particular es muy afable, debe terminarla cuando necesita ser terminada.
      De la misma manera, para ser fieles en todos los asuntos de la casa de Dios, necesitamos el fruto del domino propio.
      Sucede de la misma manera con el resto de los frutos del Espíritu Santo, incluyendo el amor, la misericordia, la bondad, etc.
      Cuando los frutos que nacen en el corazón se muestran en las obras, debemos seguir la guía y voz del Espíritu Santo para hacerlos más apropiadamente.
      Podemos priorizar el trabajo que debe hacerse primero y los que se pueden hacer más tarde. Podremos determinar si nosotros deberíamos seguir adelante o deberíamos dar un paso hacia atrás. Podemos tener esta clase de discernimiento a través del fruto del dominio propio.
      Hermanos y hermanas, si alguien ha producido completamente todos los frutos del Espíritu Santo, significa que está siguiendo los deseos del Espíritu Santo en todas las cosas.
      Para poder ir tras los deseos del Espíritu Santo y actuar en perfección, debemos tener el fruto del dominio propio.
      Es por eso que decimos que todos los demás frutos del Espíritu Santo se completan por medio de este último fruto del dominio propio.
      Ahora, permítanme explicarles cómo el fruto del domino propio puede demostrarse en detalle.
      Primero, si producimos el fruto del dominio propio, seguiremos un orden en todas las cosas.
      Entenderemos nuestra posición en el orden. Entenderemos cuándo actuar y cuándo no, y las palabras que deberíamos decir y las que no debemos decir.
      Así, no hacemos nada que sea inapropiado o cosas que vayan más allá de nuestra posición.
      Por ejemplo, supongamos que el líder de una misión le pide al administrador que realice cierto trabajo.
      Este administrador está lleno de pasión, y él piensa que su idea es mejor, por lo que él cambia algunas cosas a su discreción y realiza el trabajo respectivamente.
      Luego, aunque él haya trabajado con mucha pasión, significa que él no guardó la ordenanza debido a la falta de dominio propio.
      Segundo, si producimos el fruto del dominio propio, podemos considerar el contenido, el tiempo, y posición aún cuando hacemos algo bueno.
      Por ejemplo, clamar en oración es algo bueno, pero si clama sin discreción, esto quizás desagrade a Dios.
      También, cuando usted predica el evangelio o visita a los miembros para ser su guía espiritual, debe tener discernimiento de las palabras que predica.
      Tiene que compartir la verdad de acuerdo a la medida de fe del que escucha.
      Aunque usted reciba mucha gracia de algún mensaje espiritual, no puede simplemente compartirlo con cualquiera.
      Si usted comparte algo que no se ajusta a la medida de fe del que escucha, entonces puede causar que esa persona tropiece o pase por juicio y condenación.
      Usted puede encontrarse a una persona cuando está ocupada, y le cuenta un testimonio o le habla acerca de algo de lo que usted se dio cuenta a través de la Palabra con muchos detalles.
      Si bien el contenido es muy bueno, es difícil conmover a esa persona sin un debido dominio propio de acuerdo a las situaciones diferentes.
      Aunque la persona quizás lo escuche para no ser mal educada, probablemente usted está interrumpiendo porque está ocupado y su mente está en otro lado.
      Permítanme dar otro ejemplo: cuando toda una parroquia o un grupo de personas tienen una reunión de consejería conmigo, y si una persona continúa diciendo sus testimonios, ¿qué le ocurriría a esa reunión?
      Esa persona le está dando la gloria a Dios porque está lleno de gracia y del Espíritu.
      Pero como resultado, yo no podré decir todo lo que necesito decir al grupo debido a la falta de tiempo. Ese individuo está personalmente usando todo el tiempo destinado para todo el grupo. Esto es debido a la falta de dominio propio.
      Aunque usted esté haciendo algo muy bueno, debe considerar todos los tipos de situaciones y tener dominio propio.
      Hermanos y hermanas,
      Si ustedes tienen el fruto del dominio propio, en tercer lugar, no estarán apurados sino calmados, y reaccionarán a cada situación con discernimiento.
      Aquellos que no tienen dominio propio son impacientes y no tienen consideración por los demás.
      Mientras más apurados, tienen menos poder de discernimiento, y quizás pierdan de vista algunas cosas importantes.
      Precipitadamente juzgan y condenan causando incomodidad entre los demás.
      Especialmente, las personas que son impacientes cuando escuchan o le hablan a los demás, cometen muchos errores.
      No deberíamos impacientemente interrumpir mientras alguien está hablando. Deberíamos escuchar cuidadosamente hasta el final para evitar conclusiones precipitadas.
      Además, de esta manera podemos comprender la intención de esa persona y reaccionar adecuadamente.
      Antes de que Pedro recibiese al Espíritu Santo, él tuvo un carácter impaciente y extrovertido.
      Él intentó controlarse mucho delante de Jesús, pero aun así, algunas veces su carácter era revelado.
      Cuando Jesús le dijo a Pedro que él lo negaría antes de la crucifixión, Pedro inmediatamente rechazó lo que Jesús le estaba diciendo.
      Él dijo que jamás negaría al Señor.
      Si Pedro hubiera tenido el fruto del dominio propio, él no le hubiera llevado la contra a Jesús, sino que hubiera intentado buscar la respuesta adecuada.
      Él sabía que Jesús era el Hijo de Dios, y que Él nunca diría algo sin sentido, él debió haberse guardado las palabras de Jesús en su mente.
      Al hacer eso, él pudo haber sido lo suficientemente cuidadoso para que aquello no sucediera.
      El discernimiento apropiado que nos permite reaccionar adecuadamente proviene del dominio propio.
      Cuando hablamos con los demás, muchas veces sus palabras y sus corazones son diferentes.
      Algunos intentan revelar las faltas de otras personas para poder cubrir sus propias faltas.
      Pueden pedir algo para llenar su avaricia, pero lo hacen como si fuera la petición de otra persona.
      Parecen hacer una pregunta para comprender la voluntad de Dios, pero de hecho, están tratando de recibir la respuesta que ellos mismos quieren.
      Pero si ustedes serenamente hablan con ellos, podrán ver que sus verdaderas intenciones del corazón eventualmente salen a la luz.
      Aquellos que tiene dominio propio no serán fácilmente sacudidos por las palabras de los demás.
      Pueden calmadamente escuchar a los demás y discernir la verdad por las palabras del Espíritu Santo.
      Si disciernen con dominio propio y respuestas, pueden reducir muchos errores que pueden ser causados debido a las malas decisiones.
      Hasta tal punto, tendrán la autoridad y el peso de sus palabras, así es que sus palabras pueden tener un impacto más pesado en los demás.
      Apreciados hermanos y hermanas en Cristo, ahora, ¿cómo podemos producir este importante fruto del dominio propio?
      Primeramente, debemos tener corazones inalterables.
      Debemos cultivar corazones verdaderos que no tengan engaño o astucia.
      Luego podremos tener el poder para hacer lo que decidamos hacer.
      Por supuesto, no podemos cultivar este tipo de corazón de la noche a la mañana.
      Debemos continuar capacitándonos, comenzando con guardar nuestros corazones en cosas pequeñas.
      Una vez que tomamos una decisión, tenemos que mantenerla sin cambiarla por perseguir el beneficio personal.
      Al continuar con este esfuerzo, finalmente tendremos corazones invariables y el poder del dominio propio.
      Luego, debemos capacitarnos para escuchar los deseos del Espíritu Santo, sin permitir que nuestros deseos vayan primero.
      Antes de comenzar a hacer lo que parezca que sea urgente o bueno a nuestro parecer, primeramente debemos intentar escuchar la voz del Espíritu Santo.
      Entonces, cuando recibimos la voz y la guía del Espíritu, necesitamos obedecerla.
      Si siempre escuchamos los deseos del Espíritu Santo y le obedecemos todo el tiempo, entonces podremos discernir entre asuntos muy delicados incluso.
      Con este discernimiento, siempre podremos actuar en armonía y en orden.

      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Concluyo esta serie de estudios sobre los Nueve Frutos del Espíritu Santo con este último fruto, el dominio propio.
      Ahora, ¿siente usted en su corazón cómo es cada uno de los frutos del Espíritu Santo?
      Cada uno de estos frutos son tan preciosos, más preciosos que cualquier piedra preciosa de este mundo.
      Mientras ustedes producen estos frutos del Espíritu Santo, recibirán cualquier cosa que pidan de parte de Dios.
      Prosperarán en todas las cosas por medio de la ratificación de parte de Dios.
      Podrán obrar con la autoridad y poder de la luz para revelar la gloria de Dios en este mundo oscuro.
      Yo les animo a que mediten en las palabras que han escuchado, y que las cultiven a través de la oración.
      Anhelo que ustedes deseen los frutos del Espíritu Santo más que cualquier otro tesoro en el mundo, y que se apropien de ellos.
      Al hacer esto, ruego en el nombre del Señor que Dios el Padre los considere como joyas preciosas y que los guíe hacia la gloria del Reino celestial.

      [Amén]


    • Language
    • x