• Cultivar la tierra del corazón (2)

    [Mateo 13: 3-9]

    31-01-2010 | Rev. Jaerock Lee

    • [Pasaje]

      [Mateo 13: 3-9]
      [3] Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
      [4] Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
      [5] Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
      [6] pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
      [7] Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
      [8] Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
      [9] El que tiene oídos para oír, oiga.

      Algunos terrenos en los campos son tan fértiles que cualquier cultivo que se siembra crece muy bien.
      Vegetales como el rábano, la col y las lechugas crecen bien; si se plantan árboles frutales estos también crecen muy bien.
      La comida para la familiar es siempre suficiente ya que el terreno siempre produce abundantes frutas y verduras, cada uno en su estación.
      El agricultor envía cierta cantidad de la cosecha a sus niños que viven en otros pueblos, o comparte algunos de los frutos de la tierra con sus vecinos.
      Sin embargo algunos terrenos no son fértiles, y nada puede crecer bien en los mismos.
      Los árboles frutales mueren antes de dar el fruto. Los vegetales crecen un poco y pronto se marchitan.
      Un terreno fértil y otro que es infértil son tan diferentes el uno al otro.
      Lo mismo sucede con la tierra del corazón del hombre.
      Algunas tierras del corazón producen abundantes frutos de la verdad cuando la Palabra de Dios es sembrada, y hay beneficios que también reciben las demás personas.
      Sin embargo, en otras tierras del corazón, no importa cuán abundantemente la Palabra de Dios haya sido sembrada, simplemente no hay diferencia.
      ¿Qué tipo de corazón a ustedes les gustaría tener?
      Por supuesto, a ustedes les gustaría tener la tierra que produce abundante cosecha.
      Por medio de este mensaje, oro en el nombre del Señor que ustedes cultiven sus corazones para que sean terrenos fértiles.

      Mensaje

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, Jesús explicó acerca de los corazones de las personas que reciben la Palabra de Dios al clasificarlos en cuatro categorías diferentes.
      Él comparó el corazón del hombre con estos cuatro tipos de tierra: tierra junto al camino, entre pedregales, entre espinos, y buena tierra.
      Espiritualmente, mientras más fértil sea la tierra del corazón más rápido la Palabra de verdad brotará, crecerá y producirá abundante fruto, tanto en el espíritu como en la carne.
      Si tenemos que cultivar los sembríos, deberíamos cosechar 30, 60, o 100 veces más fruto.
      Para hacer esto, tenemos que cultivar la tierra de nuestro corazón y convertirlo en buena tierra.
      Para cultivar el terreno en tierra buena y fértil primeramente nosotros tenemos que conocer que clase de tierra es.
      Sólo así podemos saber qué clase de herramientas y qué clase de métodos tenemos que usar.
      Por lo tanto, me gustaría que ustedes examinen cuidadosamente qué tipo de tierra tienen de entre las categorías mencionadas previamente: tierra junto al camino, entre pedregales, entre espinos, y buena tierra.
      Hablando acerca de cuál es buena o mala entre las categorías del corazón, la tierra que está junto al camino es la peor comparada con la que es buena tierra.
      Un poco mejor que la tierra junto al camino es la de pedregales, y mejor que la tierra con pedregales es la que tiene espinos.
      Pero estos cuatro tipos de tierra no pueden realmente representar todos los diferentes tipos de corazón que tienen las personas.
      Estos cuatro tipos son los modelos más representativos de las tierras del corazón de las personas.
      La mayoría de los corazones de las personas tienen algunos de los atributos de los cuatros tipos de corazón.
      Por lo tanto, en vez de concluir que ustedes no tienen tal tipo de corazón, les animo a examinar cuidadosamente qué tipo de tierra sí tienen.
      Primero voy a hablar acerca de la tierra junto al camino.
      Mateo 13:3-4 dice: "... He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron".
      Cuando el granjero siembra la semilla, algunas caen junto al camino que está adyacente al terreno.
      En la antigüedad, las vías no estaban pavimentadas tan bien como lo están en la actualidad, muchas veces no había distinción entre el terreno y el camino.
      Cuando las personas caminaban sobre el lado del terreno, pronto se volvía igual que el camino.
      También, la mayoría de agricultores estaban acostumbrados a esparcir las semillas con sus manos.
      Entonces, como esparcían las semillas alrededor, algunas de ellas inevitablemente caían junto al camino, fuera del terreno.
      El camino siempre es muy duro, a diferencia del terreno, porque las personas constantemente caminan sobre él.
      Si las semillas caen junto al camino, no pueden tener raíz.
      Ya que no pueden estar enterradas en la tierra, no pueden germinar.
      Las aves vienen y se comen esas semillas.
      Lo que está junto al camino simboliza la dureza de los corazones.
      Es el tipo de corazón que no puede comprender la Palabra de Dios o creerla cuando la escuchan.
      Apocalipsis 3:20 dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo".
      El Señor está llamando a la puerta de los corazones de cada individuo con la Palabra de Dios.
      Él nos permite darnos cuenta que Dios está vivo y que Él es nuestro Padre.
      También, nos permite saber cuánto nos ama a través de la providencia de la salvación en la cruz. Nos habla acerca del Cielo y el Infierno.
      Él llama a nuestros corazones a través de las cosas en la naturaleza o la predicación de los pastores.
      Aquellos que tienen el corazón como la tierra junto al camino no abrirán sus corazones aún cuando el Señor los llame.
      Por ejemplo, cuando le predicamos a los miembros de la familia o parientes, encontramos a personas que ni siquiera quieren comenzar a escuchar.
      Sin embargo, esta tierra que es como la que está junto al camino no es el corazón de un incrédulo que no cree en Dios en absoluto.
      Hace referencia a la situación del corazón de alguien que dice ser un creyente y creer en Dios.
      Entonces, ¿qué tipo de creyente tiene la tierra del corazón semejante a la que está junto al camino?
      Estos se sientan los domingos en la iglesia, pero no aceptan la palabra predicada guardándola en sus corazones.
      El hecho de que Jesús haya venido a este mundo es un hecho histórico, y aún cuando se prueba que la Biblia es verdadera, realmente no reconocen a Dios.
      No importa cuántas veces escuchen los mensajes, no pueden o no quieren comprenderlos espiritualmente.
      Tienen razones para no creer lo uno y lo otro del sermón predicado. Con tales pensamientos propios, no pueden aceptar el mensaje en sus corazones.
      En lugar de eso tienen dudas o juzgan.
      Aunque haya evidencias que prueban la Palabra de Dios, ellos aún así rehúsan creerla.
      Incluso aunque ellos ven las señales y los prodigios y tantas obras de poder que sólo pueden ser realizadas por Dios, siguen dudando.
      Además, aunque sus propios familiares hayan sido sanados de enfermedades incurables o traídos de regreso a la vida estando en el umbral de la muerte, aun así no creen.
      En la Biblia podemos encontrar este tipo de persona, que tuvo este tipo de corazón duro.
      Este fue Faraón. Él no creyó en Dios incluso luego de experimentar las Diez Plagas.
      Cada vez que Egipto era golpeado con una plaga, el Faraón hacía una promesa con Moisés.
      Pero cada vez que la plaga se alejaba, él rompía su promesa.
      Sólo quería solucionar el problema al momento. Él no quería reconocer a Dios, ¡qué lamentable es esto!
      ¿Aún más lamentable es que aquellos que tienen la tierra del corazón semejante a la que está junto al camino, tienen que esforzarse mucho más que los demás, pero en la mayoría de los casos, no lo hacen.
      Tienen que intentar acercarse a Dios, tienen que intentar escuchar Su palabra, y deben poner en práctica la Palabra.
      Pero se quedan dormidos en los servicios de adoración o tienen dudas y juzgan, o se entretienen con pensamientos sin valor.
      Entonces, aunque van a la iglesia por largos años o incluso décadas, ellos no experimentan la gracia de Dios ni hacen cambios en sus vidas.
      Cuando nosotros escuchamos el Evangelio, abrimos nuestros corazones y aceptamos al Señor como nuestro Salvador, recibimos el Espíritu Santo.
      Las personas que son como la tierra junto al camino, vienen a la iglesia y se van sin experimentar el Espíritu Santo.
      Aunque la semilla, la cual es la Palabra de Dios, es sembrada en sus corazones, esta no brota.
      Finalmente, las aves vienen y se la comen.
      ¿Qué significa que las aves vienen y se la comen? Significa que Satanás arrebata la Palabra de Dios.
      Mateo 13:19 nos dice: "Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino".
      Si ellos escuchan la Palabra del Reino de los Cielos, la cual es la Palabra de Dios, y no la entienden, el maligno, llamado el diablo enemigo y Satanás viene y arrebata la Palabra.
      Permítanme darles una ilustración de cómo Satanás arrebata la Palabra.
      Aunque hay personas que no tienen fe espiritual, estas vienen a la iglesia el domingo empujados por los miembros de su familia.
      Cuando escuchan el mensaje, recuerdan algunas de las palabras que escucharon.
      Un día estas personas escuchan que nosotros recibimos bendiciones cuando guardamos el Día del Señor santo.
      Pero cuando regresa a su casa luego de asistir a la iglesia, se encuentra con los miembros de su familia, parientes, amigos o vecinos que no son creyentes, quienes se acercan a él.
      Y le dicen: "¿Para qué estás yendo a la iglesia? ¿Sacas algún provecho de eso? Yo preferiría dormir un poco más".
      O, "¿por qué no me acompañas a una caminata en la montaña la próxima semana? Podemos incluso ir a ver algunos juegos deportivos. Deberías tomarte un descanso el domingo". En la mayoría de casos, se sentirá tentado con esas propuestas.
      Cuando escuchan el mensaje, quizás piensen, "bien, quizás intente guardar el domingo como un día santo", pero al enfrentarse con las tentaciones inmediatamente cierran sus corazones.
      Por lo tanto, no le dan a la fe una oportunidad para convertirse en una realidad.
      Satanás instiga a esas personas que él piensa que son confiables, o a aquellos que están cerca de él, para impedirles creer la Palabra.
      Pero no sólo son los incrédulos quienes desempeñan el papel de las aves.
      Algunas veces, aún los creyentes son seducidos por Satanás y actúan como las aves.
      Ellos dicen: "No tienes que asistir a la iglesia cada domingo. Quizás puedas faltar a la iglesia si tienes otros compromisos. Las practicas de esa iglesia son más bien extremas".
      Tales personas dicen ser creyentes, pero de esta manera corrompen la verdad y distorsionan el desarrollo de la fe de los demás.
      Si todavía van a la iglesia a pesar de esta clase de tentaciones, podemos tener esperanza que algún día ganarán fe.
      Pero el problema es que usualmente dejan de asistir a la iglesia.
      Además, algunas veces comienzan a darles problemas a los miembros de la familia que son creyentes.
      Por supuesto, no todos las tierras junto al camino son tan exagerados como es este caso.
      Algunos de los que parecen llevar una buena vida en la fe, en ciertas ocasiones tienen la tierra del corazón semejante a la que está junto al camino.
      Son aquellos que van a la iglesia para recibir beneficios personales.
      ¿Cuál es el propósito de llevar una vida en fe? Es tener fe espiritual y recibir salvación.
      Pero algunas personas vienen a la iglesia para hacer contactos de negocios, o sólo para socializar con los demás.
      Algunas personas van a la iglesia para obtener autosatisfacción en haber hecho algún trabajo voluntario; algunos vienen para tener una vida moral; hay otros que son personas muy conocidas que vienen para aumentar una buena imagen de ellos mismos.
      ¡En estos casos, si bien oyen la Palabra de Dios por tantos años, es difícil que ellos tengan algo de fe!
      No obedecen la Palabra de Dios sino que hacen lo que ellos piensan que es lo correcto y lo que quieren.
      Aunque escuchan que las personas son sanadas o reciben solución a sus problemas por el poder de Dios, piensan que no es en realidad su problema.
      Están cerrando sus ojos y oídos espirituales.
      No tienen una verdadera esperanza por el Reino de los Cielos.
      Los sacerdotes, los fariseos, los escribas y los líderes religiosos en el tiempo de Jesús tenían este tipo de corazón.
      En las apariencias externas, ellos eran los mejores y los creyentes más entusiastas que los demás creyentes.
      Si hubieran tenido fe verdadera, habrían reconocido a Jesús, el Hijo de Dios.
      Pero ya que tienen la tierra del corazón como la que está junto al camino, la cual ha sido endurecida por la carnalidad, no pueden darse cuenta de nada, incluso al escuchar la Palabra espiritual y ver cosas del espíritu.
      Entonces, ¿cómo podemos cultivar esta tierra del corazón que es semejante a la que está junto al camino?
      Debemos arar la tierra endurecida y hacerla lo más suave posible.
      Para poder hacer esto, debemos romperla. Esto significa que debemos romper nuestra justicia propia y nuestros patrones de pensamiento.
      En 2 Corintios 10:5 leemos: "...derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo".
      Existen muchas teorías y conocimiento en este mundo que produce que la gente se levante contra Dios.
      Un buen ejemplo de esto es el Darwinismo.
      Las personas podrán abrir la puerta de sus pensamientos y posteriormente la de corazón solamente una vez que hayan demolido estas teorías y conocimiento.
      Solamente así podrán aceptar la Palabra de Dios.
      El sistema de conocimiento y valores de aquellos que tienen tierra del corazón semejante a la que está junto al camino está tan endurecido que les es difícil aceptar la Palabra.
      Estos creen firmemente que están en lo correcto, pero es necesario que derriben esos pensamientos.
      Pero para poder romper la justicia propia y los patrones de pensamiento, primeramente debemos romper la maldad en nuestro corazón.
      Si tenemos arrogancia, orgullo, terquedad, y falsedad, nos será difícil romper con la justicia propia y los patrones de pensamiento.
      La maldad en los corazones de las personas motivará los pensamientos humanos y les impedirá creer en la Palabra.
      Por ejemplo, aquellos que han acumulado mucha maldad en sus corazones constantemente tendrán dudas, aunque los demás estén diciendo la verdad.
      Romanos 8:7 dice: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden".
      Por supuesto que no es fácil destruir este tipo de maldad, ni nuestros pensamientos de estar en lo correcto.
      El terreno junto al camino se endurece cada vez más mientras se camina sobre él durante un buen período de tiempo.
      Lo mismo sucede con el corazón endurecido, que está junto al camino. Este se ha endurecido durante un lapso de tiempo con falsedad y maldad.
      Algunas personas parecen ser muy obstinadas, pero una vez que reciben la gracia de Dios, estas cambian por completo y viven una vida cristiana muy ferviente.
      Este es el caso de aquellos que en lo externo tienen una mente endurecida, pero que su corazón es suave.
      Pero el terreno junto al camino es diferente a este tipo de corazón. El corazón con tierra semejante a la que está junto al camino es un corazón endurecido hasta el fondo.
      Digamos que el tipo de corazón cuya superficie parece dura pero su interior es suave es semejante a una capa fina de hielo, entonces podemos decir que la tierra junto al camino es semejante al hielo que está congelado por completo.
      Por lo tanto, no es tan fácil quebrar completamente el corazón que es semejante a la tierra junto al camino.
      Debemos mantenernos rompiéndolo constantemente a fin de cultivarlo.
      A pesar de que una roca es muy dura, si nosotros hacemos un hoyo en ella continuamente, finalmente se partirá. Lo mismo sucede con este tipo de corazón.
      Debido a que está endurecido, primeramente debemos hacer un hoyo y permitir que se rompa cuando empecemos a trabajar en ella.
      Por ejemplo, si el mensaje predicado no está de acuerdo con nuestros pensamientos, debemos pensar profundamente si nuestros pensamientos son los correctos en verdad.
      Además, debemos almacenar buenas obras de modo que Dios nos de Su gracia.
      Algunas personas me piden que ore por ellas para que puedan tener más fe.
      Aunque dicen que no pueden tener fe aún después de ver obras poderosas y de escuchar tantos mensajes, su situación aún tiene esperanza.
      Es mejor que no intentarlo del todo. En el caso del corazón semejante a la tierra junto al camino, es importante su esfuerzo, y también es importante para los miembros de su familia, al igual que para los líderes de la iglesia, orar y guiar a esta persona.
      Entonces, en algún momento, la semilla de la Palabra brotará en ellos.

      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Independientemente de si podemos o no producir fruto abundante con las semillas sembradas, el recibir la salvación es algo digno de gratitud.
      Como ustedes han visto muchas veces, muchas personas que parecen no tener la posibilidad de cambiar, llegan a la salvación una vez que entran a esta iglesia.
      Vemos estos casos a menudo al ver a las familias siendo evangelizadas.
      Las sorprendentes obras del poder de Dios en esta iglesia, rompen toda teoría y conocimiento humano como si fuesen un martillo.
      Sobre todo, el amor de Dios el Padre, quien nos muestra Su compasión mediante el Espíritu Santo, cambia muchas almas.
      Al igual que el calor abrazador que derrite el acero, el ardiente amor de Dios el Padre derrite los corazones que han sido tan duros como el acero.
      No es difícil reconocer a Dios y vivir de acuerdo a Su Palabra.
      ¡Se hace difícil porque no intentamos hacerlo!
      Estas personas asisten a la iglesia por la razón equivocada, y siempre condenan y tiene dudas. Es por eso que les es difícil.
      No obstante, si nosotros amamos a Dios y somos amados por Él, ¡cuán dichosos somos!
      Ya que creemos y confiamos en Dios en todo asunto, somos prósperos y bendecidos, por lo tanto, somos felices.
      La mayor bendición es que somos y que vamos al Cielo, esto por sobre todas las cosas.
      Mientras más se acerca el día de la venida del Señor, mayor será el número de personas que tendrán el corazón semejante a la tierra junto al camino.
      Esto es así porque mientras la corriente espiritual fluye más rápido, la corriente natural también lo hará.
      Dios el Padre nos ha enviado el Espíritu Santo para romper aquellos corazones endurecidos de las personas de estos días, y para salvarlos.
      Mediante esta iglesia, Dios ha preparado el Evangelio de la Santidad y las obras de Su poder.
      ¡Les insto a permanecer en el fluir del Espíritu!
      Ruego en el nombre del Señor que ustedes se conviertan en obreros poderosos que puedan derretir los corazones semejantes a la tierra junto al camino.


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