• Cultivar la tierra del corazón (4)

    [Mateo 13:3-9]

    07-03-2010 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje bíblico

      Mateo 13:3-9
      [3] Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. [4] Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
      [5] Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
      [6] pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
      [7] Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
      [8] Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
      [9] El que tiene oídos para oír, oiga.

      [Introducción]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,

      Algunas persona reciben una gran cantidad de dinero por una herencia de parte de sus padres, y algunos tienen envidia de eso.
      Pero yo creo que ustedes quienes son hijos de Dios no tienen envidia de ese tipo de personas. ¿Quién es nuestro Padre celestial?
      La riquezas de las personas más apoderadas del mundo, ni siquiera puede empezar a compararse con las riquezas de Dios.
      Todas las cosas en el universo le pertenecen a Dios el Padre.
      Él es el maestro no sólo de este mundo físico sino también del vasto mundo espiritual.
      Lo que ustedes deben comprender es que Dios los hizo a ustedes y a mí como Sus herederos.
      Pero debido al pecado de Adán y Eva, los primeros seres humanos, todos nosotros perdimos ese derecho.
      Pasamos de ser hijos de Dios, y nos convertimos en esclavos del diablo enemigo.
      Pero Dios el Padre sacrificó a Su Hijo Unigénito Jesús y nos arrebató de las garras del diablo enemigo y Satanás.
      El nos redimió con la sangre del Señor. Él nos hizo herederos del reino de Dios una vez más.
      Gálatas 4:6-7 dice: "Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios".
      ¿Cuál es la herencia de Dios? Es el reino de Dios, el Cielo eterno.
      Pero para que nosotros nos convirtamos en sus herederos, primeramente debemos aprender las cosas necesarias.
      Algunos propietarios de grandes compañías en el mundo entrenan a sus hijos, o a los herederos, por cierto período de tiempo.
      Les dan ciertas tareas y les permiten lograrlas para que puedan desarrollar las capacidades para dirigir la compañía.
      Asimismo, Dios nos ha dado la tarea de cultivar nuestros corazones.
      Si nosotros cumplimos bien con nuestras tareas, heredaremos el reino de los Cielos y moraremos allí por siempre en gloria.
      También, de la misma manera en la tierra, podemos gobernar y controlar este mundo como hijos de Dios.
      La herencia de este mundo tiene opciones limitadas, duración de tiempo, o el volumen. Pero la herencia del Cielo es ilimitada.
      Todos la pueden recibir, no obstante, lo harán sólo si alcanzan los requisitos.
      También, porque tenemos el Ayudador, el Espíritu Santo, cualquiera puede alcanzar esos requisitos al cultivar su tierra.
      Manteniendo esto en mente, espero que ustedes tengan mayor esperanza mientras escuchan este mensaje y que cultiven sus corazones haciéndolos buena tierra.
      Al hacer esto, ruego en el nombre del Señor que ustedes puedan heredar la brillante gloria de la Nueva Jerusalén, en el reino de los cielos.

      [Mensaje principal]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, en el estudio anterior les hablé acerca de las características del terreno pedregoso.
      Cuando las semillas caen en pedregales, estas florecen pero la tierra no es profunda y por lo tanto no pueden tener raíz. Por tanto en poco tiempo se queman con la luz del sol.
      Este es el tipo de persona que recibe la gracia cuando escucha la palabra, pero pronto cae en tentaciones y pruebas.
      Es decir, ya que no tienen fe espiritual, sino sólo fe como conocimiento, ellos no tienen las obras que siguen a su fe.
      Las "piedras" se refieren a su amor por las cosas de este mundo.
      En un sentido más amplio, es la mentira que les impide creer y amar a Dios.
      Especialmente, se refiere a los elementos falsos que toman su lugar firmemente como las piedras, y las que previenen que la Palabra haga raíz.
      También, de acuerdo al tamaño de las piedras y la profundidad en la que se encuentran, cada tierra del corazón de las personas es diferente la una de la otra.
      Por ejemplo, algunas personas se apartan de Dios y regresan al mundo aún incuso después de experimentar la gracia de Dios.
      También, algunas personas asisten a la iglesia, pero no cultivan la tierra de sus corazones.
      Incluso algunos tienen en parte tierra pedregosa. Por lo tanto, dan frutos en algunas áreas mientras que en otras no producen ningún fruto.
      Esto es lo que yo expliqué en el último estudio.
      Ahora, ¿qué tenemos que hacer para cultivar el terreno pedregoso?
      Primero, tenemos que seguir diligentemente la Palabra.
      Tenemos que hacer las cosas que Dios nos dice que hagamos, que no hagamos, que guardemos y desechemos.
      Debemos leer, escuchar, y aprender la Palabra, pero lo más importante es poner en práctica lo que leemos, escuchamos y aprendemos.
      No hay palabras que alcancen para enfatizar la importancia de la práctica de la Palabra.
      Entre los cuatro mandatos que nos dicen qué hacer, qué no hacer, qué guardar y qué desechar, los mandamientos referentes a "no hacer" y "desechar" son los procesos de cultivación de la tierra de nuestro corazón.
      El seguir los mandamientos que nos dicen qué hacer y guardar, es el proceso de siembra de las semillas.
      Hay alguien que piensa: "Nosotros no hemos terminado de cultivar, así que, ¿todavía tenemos que sembrar las semillas?"
      Sí, debemos hacerlo. Debemos sembrar las semillas mientras cultivamos la tierra.
      Es porque podemos terminar de cultivar más rápidamente cuando sembramos las semillas al mismo tiempo. Veamos por qué es así.
      Mientras intentamos mantener los mandamientos que nos dicen qué hacer y guardar, podemos comprender qué clases de rocas de falsedades tenemos en la tierra de nuestro corazón. Es decir, podemos comprender lo que le impide a la semilla de la Palabra hacer raíz.
      Podemos comprender qué nos impide poner en práctica la Palabra de Dios en verdad.
      Podemos reconocer las falsedades en el corazón mientras leemos, escuchamos, y aprendemos la Palabra y mientras oramos, pero las encontramos con mayor facilidad cuando intentamos poner en práctica la Palabra de Dios.
      Podemos darnos cuenta más claramente cuán grande y dura es la piedra de la falsedad, y cuán profunda está.
      Por ejemplo, suponga que un creyente ha escuchado acerca del hermoso reino celestial.
      Él ha escuchado que debe intentar salvar otras almas mientras cumple con sus responsabilidades, para ir a un lugar más hermoso en el Cielo.
      Ha sido tocado por el mensaje y ha llegado a anhelar el reino celestial. Por lo tanto, él comienza a involucrarse voluntariamente y comienza a hacer la obra e Dios.
      Pero mientras intenta cumplir con sus responsabilidades se da cuenta de que no es tan fácil como él pensaba.
      Cuando era sólo un miembro laico de la iglesia quien no tenía ningún título, otros miembros le servían.
      Pero ahora, él mismo tiene que servir a otros miembros laicos.
      Ahora, él se está esforzando al máximo, pero siente rencor hacia alguien quien no está de acuerdo realmente con él.
      Los malos sentimientos tales como el resentimiento y el mal temperamento florecen en su corazón.
      Gradualmente pierde la llenura del Espíritu, e incluso piensa en dejar sus responsabilidades.
      Luego esos malos sentimientos son las piedras que él tiene que desechar de la tierra de su corazón.
      Estos malos sentimientos se derivan de la gran piedra llamada "odio".
      Como ya les expliqué, cuando intenta obedecer la palabra que dice "se fiel", ahora él se enfrenta a la piedra llamada "odio".
      Cuando él descubre esto, tiene que atacar a esta piedra del "odio" y sacarla.
      Sólo así él puede obedecer a la palabra que nos dice que debemos amar y tener paz.
      El atacar a la piedra significa que usted se esfuerza al máximo para sacar esa piedra de la tierra de su corazón.
      Por ejemplo, ustedes oran que la puedan desechar cada vez que están orando, o cuando dan ofrendas a Dios; le piden a Dios que responda su súplica en ciertos asuntos.
      También, ustedes no simplemente se rinden porque sea difícil, sino que se mantienen en sus responsabilidades aún más firmemente y las cumplen más apasionadamente. De esta manera ustedes se convierten en obreros apacibles.
      En este proceso, ustedes naturalmente desecharán las piedras de falsedad tales como los resentimientos y el enojo.
      Así, al sembrar las semillas, podemos darnos cuenta qué tipo de piedras tenemos.
      Permítanme darles otro ejemplo.
      Cierto creyente fue tocado por el mensaje titulado "La ley de la siembra y la cosecha".
      Especialmente fue desafiado por la parte que dice: "cosecharemos bendiciones cuando sembremos mucho en oración, fidelidad y ofrendas".
      Su corazón se ha apasionado, y hace un voto para orar y darle ofrendas a Dios en cierta medida.
      Pero él cambia de idea a mitad de camino, y quebranta ese voto ante Dios.
      Es porque esa persona tiene la piedra llamada 'astucia' en la tierra de su corazón.
      Esta astucia es la que se deriva de la búsqueda de su propio beneficio y conveniencia, es decir la avaricia y de un corazón de falsedad.
      Por lo tanto, esta persona tiene que sacar la piedra llamada "astucia" de su corazón.
      Más específicamente, tiene que remover la gran piedra llamada "avaricia" y la "hipocresía".
      Por supuesto, es mejor no hacer una promesa que hacerla y luego no cumplir, pero si es que hacemos una y la mantenemos, es una bendición.
      El Salmo 15:4 dice: "en cuyos ojos el perverso es menospreciado, pero honra a los que temen al SEÑOR; el que aun jurando en perjuicio propio, no cambia", debemos mantener nuestras promesas aunque nos perjudiquen.
      Por lo tanto, es mucho mejor hacer metas que podemos seguramente alcanzar y mantener la promesa, y poco a poco incrementar la medida.
      Entonces, podemos también lograr un corazón invariable.
      Así las semillas de la Palabra tendrán una raíz más profunda. Brotarán más rápidamente y darán fruto más pronto.

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Para poder cultivar la tierra con pedregales, en segundo lugar, debemos orar sinceramente.
      Cuando encontramos las piedras en la tierra de nuestro corazón mientras ponemos en práctica la Palabra de Dios, tenemos que orar acerca de ello sinceramente.
      Cuando la lluvia cae en n la tierra, se mojara y se ablandará. Este es un buen momento para sacar las piedras.
      De la misma manera, cuando nosotros oramos, estaremos llenos del Espíritu, y nuestro corazón estará suave.
      Ezequiel 36:26 dice: "Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne".
      Aquí, el espíritu nuevo se refiere al Espíritu Santo.
      Mientras nos llenamos con el Espíritu Santo por medio de la oración, no debemos perder esa oportunidad. Debemos rápidamente sacar las piedras.
      Es decir, debemos inmediatamente poner las cosas en práctica que no podíamos realmente obedecer antes.
      Mientras seguimos poniendo esto en práctica una y otra vez, aún las piedras grandes que se encuentran muy profundas pueden ser sacudidas y removidas.
      La tierra pedregosa puede recibir gracia y la llenura del Espíritu Santo, por lo tanto todo este proceso sí es posible.
      La falsedad en nuestros corazones nunca puede ser desechada tan sólo con nuestras propias fuerzas.
      Nuestro esfuerzo de seguir intentando es muy importante, pero sólo podemos despojarnos de ellas con la gracia y la fortaleza de Dios que viene de lo alto, y con la llenura del Espíritu Santo.
      Este es especialmente el caso con las cosas que han acontecido en lo profundo de nuestro corazón como piedras profundamente enterradas.
      Creo que las han experimentado personalmente en oportunidades de bendiciones como la Fiesta de la Bendición o el Año Nuevo Lunar.
      Ya que Dios derrama una gracia especial y fortaleza, ustedes están capacitados para desechar los pecados y la maldad que no podrían hacerlo por su propia voluntad.
      De la misma manera que una piedra dura se rompe, las piedras que se encuentran muy dentro de sus corazones serán sacadas y desechadas.
      Algunas personas alegremente testifican que el odio que llevaban por mucho tiempo se desvaneció y pudieron perdonar a aquellos que anteriormente no podían hacerlo.
      Muchos estudiantes también testificaron que ellos llegaron a sentir que las cosas de este mundo ya no eran divertidas, y que pudieron concentrarse es sus estudios.
      Si la gracia de Dios desciende sobre nosotros, podemos llegar a cultivar incluso los pedregales y cambiarlos en buena tierra.
      Nuestra iglesia nunca ha permitido que el fuego de la oración se extinga desde su apertura, y por esta razón el Espíritu Santo siempre se está moviendo a través de esta iglesia.
      Por lo tanto, si ustedes oran con determinación, pueden ser llenos con el Espíritu Santo.
      También, ya que tenemos las Reuniones de Oración de Daniel, es fácil para ustedes recibir el poder de la oración que cuando oran solos.
      Hermanos y hermanas, cualquiera puede orar. No es que sólo algunos siervos poderosos o aquellos que se han santificado pueden orar.
      Mientras más defectos tengan y mientras más cosas necesiten, Dios quiere que ellos le pidan.
      Salmos 103:14 dice: "Porque El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos sólo polvo". Dios el Padre conoce lo que tenemos que desechar de la tierra de nuestro corazón.
      Él también conoce lo que queremos desechar.
      Zacarías 10:1 también nos dice: "Pedid lluvia al SEÑOR en el tiempo de la lluvia tardía, al SEÑOR que hace los nubarrones; El les dará aguaceros, y hierba en el campo a cada uno".
      Como está escrito, Dios siempre quiere darnos algo más de lo que le hemos pedido.
      Si le pedimos a Dios que nos de gracia, Él nos dará abundante gracia como aguaceros de lluvia.
      Yo anhelo que ustedes oren pidiéndole a Dios que les de la gracia para que estén capacitados para desechar las piedras en sus corazones.

      Hermanos y hermanas en Cristo, en tercer lugar, para poder cultivar el terreno pedregoso, deben mantener la llenura del Espíritu Santo.
      Podemos sacar las piedras que están profundamente arraigadas a la tierra sólo cuando la tierra se ablanda luego de la lluvia.
      Si la tierra se endurece una vez más, es difícil sacar las piedras.
      Algunas personas intentan cultivar sus corazones con ayuno y oración pero luego se van al mundo a mitad del camino.
      Entonces, es difícil recuperar el celo que tenían anteriormente.
      Es decir, si la tierra se seca, las piedras incluso pueden ir más profundamente en el terreno, por lo tanto siempre es importante mantener la tierra suave.
      Y para mantener la tierra blanda, no debemos perder la llenura del Espíritu Santo.
      Algunas personas pierden la llenura del Espíritu Santo y dejan de cultivar sus corazones. Pero jamás deberíamos dejar de cultivar nuestros corazones.
      Si nos detenemos en la mitad, será incluso más difícil.
      Por ejemplo, una vez que dejamos de cultivar, no seremos tocados en nuestros corazones aunque escuchemos muchas palabras de verdad o veamos muchas señales y prodigios.
      Aunque escuchemos mensajes espirituales, no tratamos de tenerlos presentes pensado que ya los habíamos escuchado y que ya los sabíamos.
      Aunque veamos increíbles señales y prodigios, no seremos tocados en nuestros corazones pensando que ya los habíamos visto anteriormente.
      El corazón se va tornando más y más duro.
      Si el corazón se va endureciendo de esta manera, será mucho más difícil recibir la gracia.
      Pero en vez de eso, podemos acoger la verdad dentro de nuestra maldad y hacer un nuevo marco de pensamientos de la verdad.
      Debemos encontrar nuestra "personalidad" y "ego" a través de la Palabra, pero hacemos un marco de pensamiento de la verdad y sentenciamos a otros con él.
      Ahora, ¿qué tenemos que hacer para mantener la llenura del Espíritu Santo?
      Tenemos que obedecer diligentemente el mensaje que escuchamos y la palabra que el Espíritu Santo nos hable. Esto no es difícil en lo absoluto.
      Dios mueve el corazón de cada persona de acuerdo a la medida de fe de cada uno. Él nunca nos dice que hagamos algo que en realidad no podemos hacer.
      Por supuesto, algunas veces él motiva nuestro corazón a hacer algo que va más allá de la medida de fe.
      Este es un caso muy especial, y es para gran bendición.
      Pero usualmente Él mueve nuestro corazón a hacer cosas que podemos hacer, tales como la lectura de la Biblia y la meditación en ella a diario, además de la oración, las buenas obras, y el hablar palabras de gracia.
      Estas cosas pueden parecer triviales, pero Dios nos da gracia y nos llena con el Espíritu cuando las obedecemos.
      La diferencia entre aquellos que están siempre llenos del Espíritu y felices, y aquellos que no lo son, no proviene de algo grande.
      En muchos casos proviene de cosas pequeñas tales como la actitud o palabras de los labios de momento a momento.
      Pero mientras intentamos obedecer la Palabra de este modo, puede ser que nos resulte difícil obedecerla.
      Pero no debemos desalentarnos en esta situación.
      Es muy importante no desanimarse al mantener la llenura del Espíritu.
      Aunque vacilemos a medio camino, no debemos desalentarnos sino seguir adelante.
      Si creemos que ciertamente podemos cultivar nuestro corazón por el poder de Dios sin rendirnos, ciertamente será hecho de acuerdo a nuestra fe.
      Eventualmente llegaremos a ser buena tierra.

      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Dios dio esta "tierra del corazón" solamente a los seres humanos.
      Existen muchos tipos de animales en esta tierra, pero ningún animal tiene el corazón como el del hombre.
      El hecho de tener tierra del corazón para cultivar demuestra que somos hijos de Dios. Significa que somos los herederos del reino de los Cielos.
      Pero de acuerdo a cuán fértil sea la tierra de cada uno, y a cuánto fruto produzca, la herencia en el Cielo será diferente.
      En Lucas 22:28-30, Jesús dijo a sus discípulos:
      "Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; y así como mi Padre me ha otorgado un reino, yo os otorgo que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino; y os sentaréis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel".
      Les desafío a hacer de la tierra de su corazón la tierra de mejor calidad de modo que muestren frutos abundantes al estar frente al Trono del Juicio en el Juicio de Galardones.
      Yo ruego en el nombre del Señor que ustedes lleguen a ser los mejores herederos e hijos verdaderos de Dios, quien siempre mora cerca del Trono del Padre en la Nueva Jerusalén.

      [AMÉN]


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