[Juan 20:17-18]
08-04-2007 | Rev. Jaerock Lee
Pasaje
Juan 20:17-18
“Jesús le dijo: ‘No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.’ [18] Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de ‘que había visto al Señor’, y que él le había dicho estas cosas.”
Introducción
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, miembros de las más de 5,600 iglesias de la familia manmin en Corea y por todo el mundo incluyendo los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Honduras, Perú, Bolivia, El Salvador, Argentina, Alemania, Francia, Rusia, Belarús, Ucrania, Estonia, Bélgica, Países Bajos, China, Japón, Pakistán, Nepal, Indonesia, Filipinas, Taiwán, India, Mongolia, Egipto, Israel, Kenia, Uganda, República Democrática del Congo, Burundi, Rwanda, Tanzania, Nigeria, Swazilandia, Sudáfrica, Botswana, Cote d’Ivoire, Gabón, y miembros del santuario local, aquellos que asisten a este servicio por la Internet y la Televisión en todo el mundo.
Hoy es el Domingo de Resurrección, lo que nos da una gran alegría y felicidad a nosotros que hemos llegado a ser hijos de Dios en la fe.
Nuestro Señor Jesús fue colgado en la cruz, fue crucificado, y resucitó rompiendo el poder de la muerte, y así llegó a ser nuestro Salvador. Demos la gloria y las gracias a nuestro Señor con un gran aplauso.
Nuestro Dios Padre nos ha dado, en este significativo Domingo de Resurrección, el mensaje titulado “El amor”.
Ustedes han oído ya muchos mensajes sobre “El amor”. Espero que cuando les hable sobre el verdadero significado del amor en esta Pascua, examinen cuan sincero y verdadero es su amor para nuestro Padre Dios, para el Señor y para el pastor que los guía en espíritu.
A través de este mensaje, deseo que cultiven y dejen que su amor por el Señor continúe creciendo más hermosamente hasta que nuestro Señor venga otra vez para que puedan expresar su amor a Dios y mover su corazón.
Dios ha completado seis mil años de cultivo del ser humano con gemidos que las palabras no pueden expresar y se ha esforzado mucho y ha trabajado duro. Oro en el nombre del Señor, que lleguen a ser para este Dios, verdaderos hijos y le den consuelo, alegría y honor.
Cuerpo
Queridos hermanos y hermanas en Cristo.
Entonces, ¿Como podemos lograr un amor tan verdadero y sincero que pueda mover el corazón de nuestro Dios?
En primer lugar, tenemos que amar a nuestro Señor con un corazón inmutable como el de María Magdalena.
La esencia del verdadero amor que nuestro Dios Padre quiere recibir de sus hijos es el corazón inmutable.
Este corazón inmutable puede ser categorizado en tres campos. El primer campo del corazón inmutable es el corazón interno de uno.
Si su corazón interno es inmutable, no importa que tipo de cosas inesperadas le puedan pasar, nunca será sacudido en su amor a nuestro Dios y a nuestro Señor.
Cuando se encuentran inesperadamente con accidentes e incidentes, podríamos decir que es como un relámpago de un claro cielo azul.
Cuando ustedes nunca tambalean en su amor por el Señor y por nuestro Dios Padre en ninguna circunstancia aunque venga como un relámpago que sale en el cielo azul, entonces se puede decir que poseen un amor inmutable en su corazón interno.
Así fue con María Magdalena. Desde el momento que ella obtuvo una nueva vida a través de Jesús, María Magdalena llegó a amarlo con un corazón verdadero. Ella le siguió y le sirvió con todo lo que tenía de modo que llegó a ser fuerza para él.
María, sabía que Jesús solo hacía lo bueno y que había realizado obras asombrosas del Poder de Dios, pero ella oyó que había sido arrestado por los soldados Judíos.
Justo unas pocas horas antes, Jesús había comido la Última Cena con sus discípulos y compartió la palabra de Dios con ellos. Luego ellos subieron como de costumbre al Monte de los Olivos con él. Pero de repente fue arrestado y llevado por los soldados Judíos.
Esto es como un relámpago en el claro cielo azul para María Magdalena.
María Magdalena de inmediato se levantó y corrió para el patio del sumo sacerdote y encontró que Jesús estaba allí amarrado.
Los principales sacerdotes, los ancianos, y los escribas llevaron falso testimonio y trajeron acusaciones contra Jesús por varias razones. Finalmente, lo condenaron a muerte.
Ellos escupieron a Jesús, le golpearon en la cabeza y el rostro, le vendaron los ojos y ridiculizaron al inocente Jesús en varias formas.
Cuando María Magdalena vio que el precioso Jesús había sido golpeado y ridiculizado por gente malvada, ¿Qué clase de corazón tuvo ella?
¿Ella pensó “Me equivoqué al creer en Jesús, de modo que si permanezco así, sufriré daño”? ¡Nada!
María nunca fue sacudida en su confianza y amor hacia Jesús en absoluto. Cuando Jesús era golpeado por la gente malvada, ella sentía el dolor como si ella misma estuviese siendo golpeada.
Aquello no era el fin de sus sufrimientos. Jesús fue llevado a Poncio Pilato desde la corte del sumo sacerdote, y Pilato ordenó a sus hombres que azoten y luego crucifiquen a Jesús.
En esta situación, Jesús nunca intentó escapar de la crucifixión y la muerte.
María sabía muy bien este hecho, pero debido a que ella ya había albergado su amor inmutable por Jesús dentro de ella, ella no siguió ningún pensamiento carnal y no tuvo temor ni dudó.
Cuando a Jesús le pasaron continuamente cosas inesperadas y espantosas incluyendo su arresto y crucifixión, María no retrocedió ni temió en absoluto. En cambio, su amor fuerte por Jesús fue infundido en su corazón y ella siguió a Jesús, que tomó la cruz y fue al Gólgota. Ella permaneció bajo la cruz hasta el último momento.
Cuando ustedes y yo vemos la Pasión de Jesús en películas o en una obra, sentimos dolores desgarradores y pena. ¿Pueden imaginarse como se sentía María Magdalena cuando ella atestiguó su crucifixión de primera mano?
Ella sintió todos los mismos dolores que Jesús sufrió en la cruz, y permaneció bajo la cruz hasta que Jesús dio su último aliento. Ella sentía que no podía permitirle irse.
Esta es la forma de ser de una persona que tiene amor inmutable en su corazón interno.
Ha habido muchos padres de la fe que tenían corazón inmutable.
Pensemos en Abraham. Dios mandó a Abraham, el Padre de la fe, que sacrificará a su único hijo Isaac a quien había engendrado a los 100 años, en ofrenda quemada.
Este mandamiento de Dios parece ser inaceptable para el sentido común, sabiendo que Dios realmente le había prometido que la descendencia innumerable vendría a través de este único hijo.
Abraham obedeció inmediatamente este mandato de Dios sin ningún forma de disconformidad o sentimientos malos.
Eso fue porque él amaba más a Dios que a su único Hijo Isaac, y creía que Dios podía levantar a Isaac de la muerte cuando él lo ofreciera como en holocausto.
Fue lo mismo con Daniel y sus tres amigos. Como poseían un amor inmutable en sus corazones internos, ellos no se sacudieron en lo absoluto cuando fueron echados en el horno ardiente o cuando Daniel fue lanzado a foso de los leones.
Ellos ni se lamentaron ni se quejaron pensando, “tengo temor a Dios y he guardado sus mandamientos con un corazón inocente, pero ¿Por qué Dios no me protege?”
En cambio, firmemente confesaron que no cambiarían aún si Dios no los rescataba de aquellas peligrosas pruebas. Ellos aceptaron las pruebas con acción de gracias.
Como resultado, la Gloria de Dios fue grandemente revelada a través de Daniel y sus tres amigos.
¿Su amor por nuestro Padre Dios y nuestro Señor cambia cuando están en pruebas y dificultades?
Aquellos que no aman a Dios desde lo profundo de su corazón sino sólo exteriormente puede encontrar que su corazón se sacude un poco o aún bastante cuando enfrentan dificultades o cargas.
Por ejemplo, mucho de ustedes profesan su amor por el Señor, pero cuando enfrentan pruebas o penalidades, podrían tener sentimientos malos o se descorazonan pensando porque Dios les permite esas dificultades.
Alguno de ustedes puede pensar que Dios no lo ama debido a que han cometido muchos errores, y tienen manchas y se sienten defraudados de sí mismos.
De hecho, nuestro Dios Padre es amor y su amor es firme, pero cuando tienen esa clase de mente y pensamiento, demuestra que su corazón ya se ha sacudido.
Su amor para Dios ha cambiado, pero ustedes no lo comprenden y sienten que el amor de Dios se ha hecho diferente.
El amor de nuestro Dios Padre nunca se acaba y su corazón nunca cambia.
La Biblia dice que es debido a su amor por nosotros que a veces nos disciplina y nos reprocha en su justicia.
Así, hebreos 12:6 dice, “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”
En primer lugar, Dios demostró su amor para con nosotros a través de su único Hijo Jesús, como lo dice Romanos 5:8
Hasta este día he amado a nuestro Padre Dios firmemente sin ningún cambio de corazón, de modo que cuando he sufrido en cualquier clase de prueba, nunca encontré difícil el creer y confiar en Dios.
No importa cuanta gente del mundo entienda mal y traiga falsas acusaciones contra mí, no me importa porque Dios Padre conoce mi corazón y me ama.
Les insto a lograr el amor inmutable para el Señor dentro de su corazón interno.
¡Y oro en el nombre del Señor para que superen toda clase de dificultades con la fuerza de su amor por el Señor y sea una gran alegría y un honor para nuestro Dios Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo oro!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
El verdadero Dios de amor quiere que poseamos un amor inmutable, y ahora permítanme investigar el segundo aspecto, el de la veracidad.
Nuestro Señor Jesús dijo en Marcos 12:30, “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.”
Ahora permítannos examinar lo que es ser firme e inmutable en amar a Dios con todo nuestro corazón y con toda nuestra fuerza.
Primero, es si hemos sido inmutables amando a Dios con todo nuestro corazón.
Cuando eran principiantes en la fe, tenían un conocimiento pequeño de la verdad pero su corazón ardía con el primer amor para Dios y lo amó con todo su corazón tanto como usted aprendía la verdad.
En otras palabras, ustedes guardaban el Día del Señor cuando fueron enseñados a hacerlo, y daban sus diezmos completos cuando fueron enseñados a hacerlo.
En ese momento la medida de verdad que habían logrado en su corazón sólo era pequeña, pero amaban fervientemente a Dios con aquella medida de verdad.
Si han dado todo su corazón amando a Dios sin ningún cambio de corazón y han aumentado la medida de verdad en su corazón dos o tres veces mejorando su fe, la medida de su consagración a nuestro Dios Padre debe haber aumentado dos o tres veces más también.
Esta es la prueba de que ustedes aman a Dios con todo su corazón, sin ningún cambio en su amor, y que albergan el verdadero amor en ustedes.
Pero algunos de ustedes han crecido en su fe, pero encuentran que dan a Dios sólo la misma medida de su corazón que dieron al inicio de su fe.
Y equivocadamente sienten Consuelo pensando que han amado a Dios con la misma medida de su corazón sin cambiar.
Permítanme darles otro ejemplo. Digamos que su fe ha crecido tres veces de lo que era inicialmente cuando ustedes eran nuevos en su fe, pero la medida de su corazón dada a Dios ha crecido una y media veces.
Por el valor numérico de la medida de su corazón parece haber aumentado, pero el valor relativo es sólo la mitad de su fe.
Algunos pueden encontrar estos casos aplicables y piensan que realmente han amado a Dios sin cambiar debido a que han dado más de su corazón que nunca antes.
Pero, si medimos los dos casos comparados con el estándar de veracidad, los dos valores son insuficientes.
Ustedes pueden pensar que tienen amor a Dios con un sincero e inmutable corazón, pero en algún punto en el tiempo han fallado al dar todo su corazón y sinceridad buscando sus deseos, beneficio propio y su propia comodidad que han quebrado su corazón.
Nuestro Señor nos enseñó en Mateo 6:21 “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”
Pensemos en nuestras ofrendas como un caso de consagración de nuestro corazón a Dios.
He aumentado la medida de mis ofrendas continuamente. Durante los últimos diez años, he aumentado la medida de mis ofrendas diez veces más que hace diez años.
Cuando yo era un creyente nuevo, daba mis ofrendas con todo mi corazón porque agradecía la gracia del Señor. Este corazón ha sido firme e inmutable, tanto que ahora la cantidad de mis ofrendas ocupa el primer lugar en esta iglesia que tiene tantos creyentes.
He ilustrado la medida de la ofrendas para un mejor entendimiento. Deseo que a través de esta ilustración ustedes comprendan que es dar de todo corazón sin ningún cambio.
Luego, tienen que examinar con cuanta fuerza ha amado a Dios y la medida de veracidad de su amor hacia Dios.
Permítanme darles una ilustración. Un muchacho de 10 años puede tomar una carga de 5 Kilos y llevarla en lugar de su madre; un muchacho de 15 años puede tomar una carga más pesada, y finalmente un hombre de 20 años puede llevar una carga mucho más pesada.
Si el muchacho de 15 años o el hombre de 20 años sólo toman la carga de 5 kilos, pero dicen que aman a su madre inmutablemente, ¿Es verdad?
En la misma manera, ustedes tienen que dar sus “fuerzas” en muchos campos para llevar a cabo sus deberes que Dios le ha dado.
Si su fe crece y los años de su fe son largos, pero se sienten agobiados al recibir los deberes dados por Dios, no piensen nunca que aman a Dios.
Esto es igual para aquellos que han recibido deberes, pero que no ponen lo mejor de sí para cumplir sus deberes.
Aún si ustedes tienen la fuerza para llevar la carga más pesada y aunque puedan traer más beneficios para el reino de Dios, si dicen, “No tengo fuerza para tomar esa pesada carga” o “No quiero llevar esa pesada carga” no pueden considerarse verdaderos hombres de Dios.
Hasta este día nunca he pensado que mi ministerio fuera demasiado. No he querido descansar con la alegría de mi ministerio, sino que cada vez he logrado más obras difíciles y pesadas incesantemente.
En realidad nuestro Dios Padre me ha garantizado con gran poder, así que ¿Cómo me atrevería a descansar en este nivel de trabajo?
Estimados hermanos y hermanas en Cristo,
En tercer lugar, alguien que es inmutable y ama con un corazón sincero está acompañado con hechos de obediencia.
Sus hechos rendirán frutos.
Después de que ella encontró al Señor resucitado, todos los dolores y aflicciones desaparecieron de María Magdalena y un gozo pleno la llenó.
Su amor por el Señor era tan verdadero e inmutable, de modo que su amor pudo llevar fruto aún después de la ascensión del Señor.
Ella podría hacer la última comisión del Señor, para dar testimonio de la resurrección del Señor y extender el evangelio con toda su fuerza.
Ella nunca perdió su fuerza en los dolores profundos cuando el Señor no estaba a su lado, tampoco perdió la alegría porque ella creyó la promesa de ver al Señor otra vez.
Ella a veces tuvo que pasar hambre debido a la falta de comida, y otras veces estuvo en situaciones peligrosas debido a la persecución que vino de los judíos. Pero, ella no se rindió, sino que extendió el amor y la palabra de la resurrección del Señor hasta que ella fue llevada cerca de él.
Aquellos que realmente aman al Señor y son de amor inmutable para con el Señor pueden llevar los frutos de sus hechos.
En otro términos, pondrán en práctica las obras de evangelizar, llegar a santificarse, orar, amar las almas y al pastor que los guía en espíritu.
Muchos de ustedes están alegres y agradecidos cuando están llenos del primer amor y la gracia del Padre.
Pero ¿Por qué algunos de ustedes han perdido su primer amor hacia él?
Apocalipsis 2:4 nos explica que perdemos nuestro primer amor porque los hechos que teníamos al principio se han caído en algún punto de nuestra fe.
Se debe a que confesaban su amor a Dios, pero no actuaron como Dios quiso, sino como usted quiso.
Cuando las dificultades que no estaban de acuerdo con sus beneficios y pensamientos los alcanzaron pensaron intentar hacer las cosas sabiamente según su situación, pero ello fue de hecho, ocultar su corazón que no quisieron dar a Dios e intentar lo mejor.
Si retroceden en su mente, y escoge los camino que son aceptables para el Señor en todo, y se esfuerzan con todo su corazón y sus fuerzas, pueden restaurar su primer amor y hacerlo mayor.
Deseo que todos ustedes recuperen su verdadero y sincero amor por el Señor desde este Domingo de Resurrección y logren amarlo profunda y grandemente hasta su retorno.
Conclusion
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
María Magdalena amó al Señor inmutablemente y reveló el verdadero amor con verdaderas obras. Es por eso que ella fue escogida como una testigo para ver por primera vez al Señor resucitado.
¿Quieren ustedes llegar a ser las novias queridas del Señor que puedan recibirlo con alegría y confianza cuan él venga otra vez en el aire?
Espero que puedan cumplir las condiciones de tener amor verdadero en su mente y hagan de este su pan espiritual.
La esencia del verdadero amor para el Señor es amar inmutablemente.
Les he explicado tres aspectos del amor inmutable - primero, viendo el corazón interno; segundo, viendo la veracidad; y tercero, viendo los hechos.
¡Oro en el nombre de Jesucristo, el Señor de amor, que hagan de este mensaje su fuerza y su gracia, que muevan el corazón de nuestro Dios Padre con corazón verdadero y reciban su asombroso amor!
[Amen]