• Grabar el amor del Padre

    [Juan 6:53- 55]

    24-04-2011 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [Juan 6:53- 55]
      Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.


      [Introducción]

      Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, los Aliados se abrieron camino hacia un campo de concentración alemán que aprisionaba judíos. Ellos buscaron a los sobrevivientes, pero todas las personas del lugar estaban muertas en las cámaras de gas.
      Uno de los soldados que estaban revisando el campo encontró unos escritos en la esquina de un muro y esto se volvió algo solemne.
      El escrito decía: El amor de Dios es mucho más grande de lo que la lengua o una pluma pueden describir. Nosotros no podemos grabar el amor de Dios aun si los océanos fueran de tinta, y los cielos fueran un pergamino.
      Nosotros no sabemos quién lo escribió.
      Probablemente fue uno de los internos que estaban sufriendo a causa del trabajo forzado y de la hambruna.
      Mientras sus amigos estaban muriendo y él estaba atravesando por días brutales y sin esperanza, no escribió ninguna queja ni resentimiento, sino solamente agradecimiento por el amor de Dios.
      ¿Pueden ustedes también hacer una confesión de amor semejante a esta? ¿Pueden estar seguros del amor de Dios en cualquier momento y en cualquier situación?
      Si realmente comprenden el inmenso amor de Dios, son más que capaces de hacer eso.
      Yo espero que ustedes comprendan Su amor y lo graben en su corazón una vez más por medio de este mensaje.
      Oro en el nombre del Señor para que puedan cantar con todo su corazón expresando que no pueden grabar todo el amor de Dios aún si tuvieran océanos de tinta y pergaminos en el cielo.


      [Mensaje Principal]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Para grabar el amor de Dios en su corazón, ustedes siempre tienen que recordar el amor de Dios al haber entregado a Su único Hijo.
      Juan 3:16 dice, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
      ¿Han meditado profundamente en el significado de este versículo?
      Dios el Creador, el más glorioso Dios, amó tanto al mundo.
      Él tuvo misericordia de aquellas almas que estaban cayendo en pecados e injusticias, y finalmente entregó a Su único Hijo.
      Los padres que han criado hijos podrán haber sentido hasta cierto grado esa clase de dolor.
      Hay un dicho coreano que dice, "aun si colocaran a su hijo en su ojo, esto no le lastimaría".
      Entonces, si su hijo es tan precioso, ¿cómo podrían permitir que ese niño fuera enviado a la muerte?
      Imagínense que alguien les dice que les dará riqueza y honor o cualquier cosa que deseen, si ustedes crucifican a su hijo. ¿Lo harían?
      Si aman a su hijo, nunca podrían hacer algo semejante. Más bien dirían, "¡Yo no puedo entregar a mi hijo aun si yo tengo que morir!".
      Ahora, si ustedes estuvieran supuestos a entregar a su hijo para beneficiar a un convicto sentenciado a muerte, quien cometió robos y asesinatos, ¿Qué dirían?
      La mayoría de ustedes probablemente dirían, "¡Eso es absurdo!".
      Sin embargo Dios hizo lo que parece estar en este nivel de irracionalidad.
      Él entregó a Su Hijo unigénito por los pecadores que estaban adorando ídolos, asesinando, robando y afrentando a Dios.
      Entregó a Su hijo para que fuera brutalmente ejecutado en lugar de nosotros que estábamos manchados con pecados tales como odio, ira, adulterio, envidia, juicio, condenación y codicia.
      En el momento de la crucifixión, el dolor que Dios Padre sufrió fue tan grande que incluso el sol perdió su fuerza. Hubo terremotos y las rocas se partieron.
      Él entregó a Su hijo soportando tanto dolor, para darnos vida a los que éramos pecadores.
      A causa de este amor, nosotros podemos ahora llamar a Dios el Creador, Padre nuestro.
      Nosotros no tenemos que olvidar nunca este amor.
      Yo espero que ustedes graben esto en su corazón una y otra vez y que siempre ofrezcan a Él alabanzas de agradecimiento.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      En segundo lugar, tenemos que recordar el amor del Señor quien sacrificó Su vida por nosotros.
      Aun cuando Dios deseaba salvar al mundo, nosotros no podríamos haber recibido salvación a menos que el Señor obedeciera a Dios.
      Ustedes disfrutaron de la puesta en escena bíblica de la crucifixión en la vigilia del viernes.
      Jesús tomó ese despiadado dolor que no puede ser descrito con palabras.
      El glorioso Hijo de Dios el Creador abandonó toda la gloria celestial y vino a esta tierra reducido a una forma humana. Esto en sí mismo es un enorme sacrificio.
      Y sus criaturas lo escupieron, se burlaron de Él, lo flagelaron, y finalmente lo desnudaron y lo crucificaron.
      Si el Señor no hubiera amado a las almas que estaban manchadas de pecados, él podía haberlas destruido en cualquier momento. Pudo haber hecho caer fuego del cielo o las hubiera destruido con un ejército celestial.
      Pero Jesús no hizo eso.
      Él se convirtió en el sacrificio expiatorio, tomando todos los pecados del mundo, porque conocía el corazón de Dios quien amaba a todas las almas.
      Voluntariamente tomó todos los sufrimientos.
      Jesús nos hizo ricos viviendo Él una vida de pobreza.
      Nosotros fuimos liberados de enfermedades por Sus llagas.
      Podemos recibir coronas celestiales porque Jesús usó la corona de espinas. Él fue clavado en Sus manos y Sus pies, derramó Su sangre y nosotros recibimos perdón.
      Espero que ustedes siempre recuerden este amor del Señor.
      Yo les insto a que pongan en su corazón el rostro de Jesús cubierto de sangre y Sus ojos llenos de amor viendo a las almas desde la cruz.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      En tercer lugar, tenemos que recordar el amor del Padre quien ha preparado un lugar para nosotros en el Cielo.
      Nosotros tenemos que estar muy agradecidos porque Él nos rescató del Infierno, y es más, Dios está preparando un glorioso lugar de morada para nosotros en el Cielo.
      Cuando nosotros creemos en el amor de Dios y del Señor y caminamos en la verdad, nuestro lugar de morada celestial será construido de acuerdo a nuestras obras.
      Ahora, ¿De qué se trata creer en este amor y caminar en la verdad?
      Esto se refiere a comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre así como lo dice la lectura de este día.
      El pasaje de este día en Juan 6:54 dice, "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero".
      A menos que comamos la carne y bebamos la sangre del Hijo del Hombre, nosotros no tenemos vida ni esperanza de resurrección.
      Espiritualmente, comer la carne del Hijo del Hombre es tomar la palabra de Dios como el pan espiritual.
      Juan 1:1 dice, "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios".
      Juan 1:14 dice que Dios, quien es el Verbo vino a este mundo, y Él es Jesús.
      Así que, comer la carne del Hijo del Hombre, en otras palabras, es tomar la palabra de Dios.
      Tomar la palabra de Dios no es solamente poner la palabra de la Biblia como conocimiento. Sino más bien cambiar nuestro corazón con esa palabra. Se trata de desechar la maldad de nuestro corazón y reemplazarla con bondad y amor.
      Para comer la carne del Hijo del Hombre de esta forma, tenemos que beber Su sangre al mismo tiempo.
      Esto significa que cuando nosotros aprendemos la palaba de Dios, esta tiene que estar acompañada por obras de obediencia a la palabra.
      Figurativamente hablando, cuando las personas consumen comida sólida, también tienen que ingerir líquidos. Si ellos continúan consumiendo comida sólida sin líquido, no podrán digerirla aun cuando esta sea nutritiva.
      Nuestro cuerpo puede absorber los nutrientes y desechar lo que no le sirve solamente cuando se toma líquido.
      De la misma forma, una vez que aprendemos la palabra de Dios como la verdad, tenemos que tratar de practicar lo que hemos aprendido.
      Tenemos que obedecer los mandamientos que nos dicen haz, no hagas, guarda, o desecha ciertas cosas.
      Solamente entonces, la palabra de Dios que aprendemos se convertirá realmente en vida y fortaleza para nosotros.
      Las falsedades que estaban en nuestro corazón saldrán y la verdad las reemplazará.
      El odio se irá y el corazón será llenado con amor.
      La arrogancia se irá y será reemplazada con humildad, y la ira se saldrá, y la mansedumbre la reemplazará.
      En 1 Juan 1:7, podemos comprender que tenemos vida en nosotros no solamente cuando comemos la carne sino cuando también bebemos la sangre del Hijo del Hombre.
      La escritura dice, "...pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado".
      Aquí, caminar en la Luz significa obedecer y practicar la palabra de Dios.
      Jesús nos perdonó de nuestros pecados derramando Su preciosa sangre. Pero para que nosotros seamos perdonados por Su sangre, tenemos que caminar en la luz.


      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      Algunas personas enfrentan desastres a causa de sus faltas, pero se resienten contra Dios por lo sucedido.
      Ellos dicen, "Si Dios es amor, ¿Por qué permite que esas cosas pasen?".
      Cuando no reciben respuesta a lo que quieren, o si están siendo perseguidos por su fe, ellos se quejan diciendo, "Dios no me ama".
      Pero yo espero que ninguno de ustedes aquí presentes, pronuncien palabras insensatas como esas.
      Dios sacrificó a Su hijo unigénito para hacer que nosotros nos convirtiéramos en Sus hijos.
      Cuando Sus hijos, a quienes Él compró con el precio de la sangre de Su Hijo, caminan en la verdad, entonces a cualquier cosa que ellos le pidan en el nombre del Señor, Él responde.
      Así como prosperan sus almas, Dios hace que todas las cosas les vayan bien y que tengan salud.
      El Señor sacrificó su vida comprendiendo el amor del Padre, y Él está construyendo para nosotros un lugar de morada en el Cielo.
      Cada día, Él espera con ansias el día cuando pueda compartir amor eterno con Sus verdaderos hijos en el Cielo.
      ¿Están ustedes esperando con ansias por ese día?
      1 Juan 3:3 dice, "Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro".
      Aquellos que verdaderamente comprenden el amor del Padre no miran hacia el mundo.
      Jesús fue crucificado por nuestros pecados, y ¿cómo podemos pecar de nuevo?
      Si nosotros creemos en la gloria del Cielo, ¿cómo podemos desear las cosas mundanas y tener apego por la carne?
      Recordando este inmenso amor de Dios, yo espero que ustedes amen a Dios con todo su corazón, mente, alma y vida.
      Yo oro en el nombre del Señor para que, al hacer esto, ustedes moren en el lugar más glorioso del Cielo la Nueva Jerusalén y compartan ese amor con Dios por la eternidad.


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