• Conferencia sobre 1 Juan (26)

    [1Juan 3: 10- 11]

    16-10-2011 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [1Juan 3: 10- 11]
      "En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros".


      [Mensaje Principal]

      Esta es la 26a sesión de la Serie de Conferencias sobre 1 Juan.
      En la última sesión disertamos sobre, 'el que practica el pecado es del diablo'.
      También hablamos sobre, 'Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él'.
      La lectura de este día tiene el mismo contexto.
      1 Juan 3:10 dice, "En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios".
      ¿Quién es su padre?
      Aquellos de nosotros que hemos aceptado al Señor y hemos recibido salvación llamamos "Padre" a Dios.
      Si dicen a un incrédulo, "Tú eres un hijo del diablo", él se sentirá muy ofendido.
      Podrán enojarse mucho diciendo que han insultado a sus padres.
      Pero la lectura de este día está hablando sobre los padres, no en un sentido físico, sino en un sentido espiritual.
      Aquellos que han aceptado a Jesucristo y han recibido al Espíritu Santo, llaman Padre a Dios.
      Pero aquellos incrédulos que no pertenecen a Dios, pertenecen al poder de las tinieblas ya sea que lo deseen o no.
      Esto se debe, a que están siendo controlados por el enemigo el diablo y Satanás, quien tiene autoridad sobre este mundo, ellos viven en las tinieblas.
      Pero no son solamente los incrédulos que no asisten a la iglesia los que son hijos del diablo.
      Algunos que llaman a Dios 'Padre', y dicen que creen en el Señor son de hecho, hijos del diablo.
      Incluso pastores y ancianos de la iglesia pueden pertenecer a esta categoría.
      En el Evangelio de Juan, vemos que los judíos no quisieron reconocer a Jesús.
      Los judíos estaban llenos de orgullo.
      Ellos pensaban que eran el pueblo escogido de Dios y estaban orgullosos porque eran los 'hijos de Abraham'.
      Pero Jesús les dijo que lo que ellos creían era erróneo.
      Juan 8:39-41 dice, "Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios".
      Esto significa que el padre de alguien es determinado de acuerdo a qué clase de comportamiento tiene la persona.
      Pero los Judíos no comprendieron y respondieron, "Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios".
      Así que, Jesús les explicó una vez más.
      Juan 8:44 dice, "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer".
      En la genealogía física, su padre es realmente Abraham. Pero los verdaderos hijos de Abraham no son hijos físicos sino hijos espirituales.
      Es decir, en este sentido todo aquel que sigue la fe de Abraham y obedece la palabra de Dios es un hijo de Abraham.
      Aun cuando ellos sean descendientes biológicos de Abraham, ellos continúan siendo hijos espirituales del diablo si hacen las obras del diablo.
      Aun cuando llaman 'Padre' a Dios, Dios no los escuchará.
      La lectura de este día nos da dos criterios para discernir entre los hijos de Dios y los hijos del diablo.
      Primero, es la 'práctica de la justicia', y segundo es 'amar a los hermanos'.
      Primero, practicar la justicia es guardar y practicar la palabra de Dios.
      Si practican la palabra que es benéfica para ustedes pero no practican la que no les beneficia, y si obedecen la palabra que ustedes comprenden pero no obedecen aquella que no comprenden, entonces esto no es justicia.
      La verdadera justicia es creer en los 66 libros de la Biblia como un todo y obedecerlos.
      Incluso si ustedes asisten a la iglesia diligentemente, no son justos si están llenos con pecados y maldad así como la gente del mundo.
      Entonces no pueden ser reconocidos por tener fe.
      Además, aquellos que una vez fueron fieles pero se han apartado de la palabra de Dios con su amor por el mundo no pueden ser considerados por tener fe.
      Por supuesto, aquellos que recién empiezan su vida en fe no pueden guardar toda la palabra de Dios inmediatamente.
      Así que, Dios los evalúa de acuerdo a la medida de su fe.
      Si ustedes han sido cristianos solamente por poco tiempo y no tienen la fuerza para practicar la palabra, Dios los reconoce como justos cuando hacen su mejor esfuerzo de acuerdo a su medida de fe.
      Como se dice que ustedes son justificados por la fe, Dios les llama justos aun cuando no han alcanzado la justicia, porque están tratando dentro de la fe que poseen.
      Es el deber de los hijos de Dios tratar y eventualmente cultivar la justicia perfecta.
      El segundo criterio para discernir a los hijos de Dios es el amor que ellos tienen por los hermanos.
      Hermanos aquí no se refiere a los hermanos biológicos sino a todos los parientes, vecinos y hermanos en la fe.
      Mateo 22:37-39 dice, "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
      Jesús dijo que el más grande mandamiento es amar a Dios y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
      Como se ha dicho, nosotros tenemos que amar a nuestros hermanos, y tenemos que amarlos como a nosotros mismos.
      ¿Cómo se aman las personas a sí mismas?
      Ellos comen buena comida, y se abrigan en el clima frío y se refrescan en el calor. Se adornan, suplen sus necesidades, y tratan de cubrir sus faltas.
      Amor es hacer también lo mismo por los hermanos.
      Cuando su hermano tiene frío y está hambriento, si ustedes simplemente dicen 'Qué lástima', esto no es amor.
      Ustedes tienen que proporcionarle lo que necesita con sus obras y con veracidad.
      Si no ayudan a aquellos que están en necesidad, y si revelan las faltas de sus hermanos y las dicen a otros, esto tampoco es amor.
      Por supuesto, ustedes deben enseñar la verdad a aquellos que practican el pecado y van por el camino de la muerte, y tienen que aconsejarles que se arrepientan.
      Pero sin un corazón apasionado y ardiente por salvar esa alma, si ustedes simplemente lo critican y difaman según su propia justicia y esquemas de pensamientos, esto es una demostración que odian a ese hermano.
      Si se enojan, se ponen celosos, buscan su propio beneficio, esto significa que no tienen amor, y no pueden decir confiadamente que son hijos de Dios.
      El siguiente versículo, 1 Juan 3:11, enfatiza el amor de nuevo.
      Este dice, "Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros".
      ¿Cuál es el mensaje que oímos desde el principio?
      Es el evangelio de Jesucristo.
      Son las nuevas que Dios el Creador amó a los pecadores al punto que entregó a Su único Hijo para la crucifixión.
      Son las nuevas que Jesús vino a este mundo hecho hombre y cumplió la Ley con amor al ser crucificado.
      Hermanos y hermanas, cuando Jesús nos redimió de nuestros pecados, no fue que Él simplemente tomó la cruz en el último momento.
      Él dejó Su gloria celestial, y por 33 años de Su vida sobre esta tierra, mostró Su amor por nosotros con todo Su cuerpo, corazón y mente.
      Él no usó ropa hermosa. Él no comió buena comida. Él vivió en pobreza para redimirnos de la pobreza.
      Justo desde el principio de Su vida pública, Él predicó el evangelio del reino de los cielos y sanó a los enfermos para entregar el amor de Dios.
      Él fue azotado y derramó sangre con Su amor para redimirnos del dolor de las enfermedades.
      Usó la corona de espinas para redimirnos de los pecados que cometemos de pensamiento, y fue clavado en Sus manos y pies para redimirnos de los pecados que cometemos con nuestras manos y pies.
      Él fue colgado de un madero para redimir a toda la humanidad de sus maldiciones de acuerdo a la ley espiritual. Derramó toda Su sangre y murió para darnos vida, cuando íbamos camino a la muerte.
      Cuando habló con Sus discípulos y permaneció con ellos, enseñó a la multitud, sanó a los enfermos, cuidó de los niños, e incluso mientras respiraba, Él hizo todo por mostrar el amor del Padre hacia nosotros.
      Si los padres aman a sus hijos, ellos desean permanecer con ellos, hablar más con ellos y expresarles su amor.
      Ellos desean alimentarlos con comida deliciosa y sostener sus manos o sus rostros.
      Similarmente, Jesús permaneció con la gente con Su cálido amor por 33 años.
      Cuando Él estaba a punto de tomar la cruz, no estaba asustado del horrible castigo de la cruz. Él no se sintió aliviado pensando, "Les enseñé lo suficiente para salvarlos, y lo hice todo al sacrificarme mucho. Estoy feliz porque voy a regresar a la gloria del Cielo y al seno del Padre".
      Él tenía la gran carga por los discípulos que estaban quedando en el mundo controlado por el enemigo el diablo y Satanás.
      Él pensaba así, "Enseñé y protegí a los discípulos con Mi amor, pero después que me vaya, ¿qué van a hacer?". Él subió al Gólgota teniendo esta clase de preocupación en Su corazón.
      Él no estaba pensando en Su propio dolor o felicidad, sino que solamente pensaba en las almas. Él permaneció con la humanidad con esta clase de amor hasta Su último momento.
      Y debido a que los discípulos habían recibido esta clase de amor, ellos también pudieron amarase unos con otros.
      Como Jesús les mostró amor, ellos amaron a Dios y a las almas con toda su vida. Tuvieron compasión por la debilidad de los otros. Se sacrificaron y se consagraron a sí mismos en el servicio por las almas.
      Una vez hemos escuchado el evangelio, también tenemos que amarnos unos con otros.
      De esta forma podemos ser reconocidos como hijos de Dios y no como hijos del diablo.
      Hermanos y hermanas, en ocasiones la gente podrá pretender que tienen fe y engañar a otros.
      Sus corazones están llenos de injusticia, pero ellos pretenden estar llenos del Espíritu y alaban a Dios u oran con lágrimas.
      Ellos podrán incluso engañarse a ellos mismos pensando que tienen buena fe.
      Pero el reino espiritual es muy preciso.
      Dios es espíritu, y nosotros nunca podremos engañarlo. Tampoco podemos engañar al enemigo el diablo y Satanás.
      Si ustedes son hijos de Dios y realmente practican la justicia y el amor por los hermanos, Dios los conocerá y el enemigo el diablo y Satanás también los conocerá y les temerá.
      Por el contrario, sin importar cuánto digan que creen, Satanás no les temerá mientras ustedes no tengan verdadera fe en su corazón.
      Cuando el apóstol Pablo ordenaba en el nombre de Jesucristo, los demonios temblaban mientras salían de las personas.
      Pañuelos o delantales de su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban y los espíritus malignos salían de ellos.
      Viendo estas sorprendentes obras, algunas personas que ni siquiera creían en el Señor, imitaron a Pablo pero ellos estaban siguiendo su codicia.
      Hechos 19:13-15 dice, "Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
      Aquellos que experimentaron las obras de Dios tomando los pañuelos y los delantales de Pablo tenían fe.
      Aun cuando ellos no tenían una fe tan perfecta como la de Pablo, ellos reconocieron al Señor y le dieron la gloria a Dios cuando experimentaban el poder de Dios.
      Pero los hijos de Esceva no tenían ninguna intención de reconocer al Señor.
      Como ganaban dinero engañando a las personas con magia, ellos buscaban alguna ganancia de ello si algunas obras se llevaban a cabo, echando fuera demonios en el nombre de Jesucristo así como lo hacía Pablo.
      Los demonios conocían exactamente ese corazón injusto y no le tenían miedo. Sino más bien saltaron sobre ellos y les vencieron.
      Es igual hoy en día.
      Los verdaderos hijos de Dios pueden disfrutar la autoridad como hijos de Dios.
      Pero aun cuando ustedes dicen que creen en el Señor, no pueden disfrutar de esa autoridad si no tienen la prueba de su verdadera fe.
      Es decir, si no tratan de cultivar la justicia en su corazón y si no aman a sus hermanos, no tienen la 'prueba' que son hijos de Dios.
      Así que, cuando el enemigo el diablo y Satanás trata de llevarles pruebas y dificultades insistiendo que ustedes son hijos del diablo, Dios no puede protegerlos. No pueden recibir ninguna bendición ni pueden obtener respuestas a sus oraciones.
      Incluso si tienen un gran título en la iglesia, o incluso si están ensañando a los miembros de la iglesia la Palabra de Dios, lo que es más importante es si ustedes tienen o no la prueba de su verdadera fe.
      Como se mencionó antes, los judíos en los tiempos de Jesús pensaban que eran los Elegidos y vivían por la Ley de Dios.
      Pero Jesús los reprendió diciendo que ellos abandonaron la justicia, la misericordia, y la fidelidad, y que no tenían nada que ver con Dios.
      Con sus propios esquemas de pensamiento, ellos distorsionaron la justicia de Dios y juzgaron y condenaron a otros. Esto es solamente hipocresía y no tiene valor a la vista de Dios.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo, aquellos que están escuchando este mensaje alrededor del mundo. Permítanme hacerles esta pregunta de nuevo:

      ¿QUIEN ES SU PADRE?
      ¿Pueden ustedes decir confiadamente, "Yo soy un hijo de Dios. Mi padre es Dios quien es luz y yo practico la justicia y el amor a los hermanos?".
      Yo espero que todos ustedes puedan responder de esta forma.
      Oro en el nombre del Señor para que ustedes sean irreprensibles y perfectos como hijos de Dios, para que puedan echar fuera el poder de las tinieblas con autoridad espiritual y que más adelante moren en la inmensa gloria del reino del los cielos.


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