• Conferencia sobre 1 Juan (32)

    [1 Juan 3: 17-19]

    11-03-2012 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [1 Juan 3: 17-19]
      "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él".


      Esta es la 32a sesión de las Conferencias sobre 1 Juan.
      En la última sesión, les hablé sobre el capítulo 3 versículo 16, el cual habla del amor perfecto.
      El amor que Jesús nos dio es amor perfecto. Este es el amor de entregar Su vida por nosotros.
      Les expliqué que desde que nosotros hemos recibido y reconocido este amor, con este amor también debemos entregar nuestra vida por nuestros hermanos.
      Dar la vida por otros no significa solamente la entrega física de nuestra vida. Sino más bien significa que tenemos que morir en todas las cosas.
      Tenemos que renunciar a nuestro orgullo y a nuestros motivos egoístas, y en lugar de eso sacrificarnos y entregarnos por otras almas.
      Para tener esa clase de amor, primero tenemos que desechar los pecados y la maldad de nuestro corazón.
      En este momento, dos personas pueden confesar su amor mutuo, pero con el paso del tiempo, podrán cambiar su forma de pensar y buscar ventajas personales.
      Ellos dicen que se aman, pero se enojan entre sí, uno puede ver de menos al otro, volverse celoso, o incluso traicionar al otro.
      Después de todo, si nosotros no desechamos la maldad de nuestro corazón, no podemos tener verdadero amor.
      A fin de cultivar amor perfecto para entregar nuestra vida, tenemos que desechar diligentemente la maldad de nuestro corazón recordando el amor que hemos recibido de Jesús.
      Entonces tenemos que cultivar la sinceridad que nunca cambia, y luego un corazón amplio y generoso, un corazón con el cual podamos entregar todo por los demás.
      Hasta este versículo vemos la explicación sobre el hecho que tenemos que cultivar el amor perfecto.
      El siguiente versículo, 1 Juan 3:17 explica cómo estamos supuestos a mostrar este amor con hechos reales.
      "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?".
      A fin de cultivar amor espiritual, nosotros no tenemos simplemente que desechar la maldad de nuestro corazón sino también tenemos que mostrar las obras sustanciales del amor.
      Santiago 2:15-17 también habla sobre algo similar.
      "Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma".
      Esta es una explicación sobre la fe, pero no solamente la fe. Se trata también sobre el amor que no tiene valor sin obras que le acompañen.
      Así como el amor es perfeccionado por las obras, el amor también puede ser reconocido solamente por las obras que le acompañan.
      Un famoso misionero en China durante el siglo 19, fue a visitar a una madre enferma y a su niño pequeño.
      Viendo su desafortunada situación, el misionero se llenó de simpatía, pero no tenía mucho con él.
      Él solamente tenía un poco de dinero, cerca de 10 Dólares, lo cual estaba destinado para sus gastos personales.
      Así que, realmente no podía darle nada pero pensó, "Si tuviera 20 Dólares, podría darle 10".
      Él simplemente la consoló con palabras diciendo, "No se desanime. Crea y dependa de Dios Padre quien está lleno de misericordia y amor". Pero él no se sentía cómodo.
      Y escuchó la voz de su conciencia diciéndole, "¡Qué hipócrita soy al llevar el amor de Dios mientras no estoy ayudando a esta pobre mujer y sigo aferrándome a mi dinero!".
      Finalmente, entregó todo lo que tenía a la mujer y regresó con tranquilidad.
      Él no tenía nada que comer en el momento, pero se sentía feliz.
      La siguiente mañana algo inesperado sucedió a este misionero que no tenía nada para comer.
      Una ofrenda misionera de 40 Dólares le fue entregada, la cual era totalmente inesperada.
      Él estaba agradecido con Dios por darle su pan diario, y estaba aún más feliz porque experimentó que sus buenas obras eran recompensadas por Dios.
      Si nosotros no ayudamos a nuestros hermanos aun cuando el Espíritu Santo nos está impulsando en el corazón, entonces no podemos decir que tenemos amor en nuestro corazón.
      Algunos de ustedes podrán pensar que no tienen nada y que no tienen ninguna fortaleza para ayudar a los hermanos.
      Pero si tienen suficiente alimento para una comida, y toman una porción de esta y la comparten con una persona que está hambrienta, entonces esto significa que ustedes son personas bendecidas.
      Sin importar cuán difícil sea su situación, si sus hijos están pasando hambre y están sufriendo, ustedes les darán alimento reduciendo el suministro para sus propios alimentos y necesidades.
      De esta forma, aquel que comprende las situaciones de otras personas y les da lo que es necesario, es el que tiene el amor de Dios en él.
      Si ustedes piensan así, "yo tengo tantas cosas que necesito comprar, y ayudaré a otros cuando yo esté en mejores condiciones", entonces, incluso si ustedes ganan más, continuarán necesitando comprar más cosas y continuarán sin ver ningún cambio por ayudar a otros.
      Aun cuando no están en tan buenas condiciones, si obedecen la guía del Espíritu Santo para ayudar a sus hermanos, entonces Dios con seguridad suplirá sus necesidades.
      2 Corintios 9:6 dice, "Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará".
      2 Corintios 9:9-10 dice, "como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia".
      Si ustedes muestran su amor como acción, Dios los llenará más abundantemente, y podrán ayudar más a otros.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo, la ley más importante que tenemos que guardar es el "amor".
      Entre las obras del amor, la Biblia con frecuencia menciona las obras de caridad.
      Por supuesto, si ustedes preguntan cuál es más importante, el más importante y el mayor acto de amor es predicar el evangelio y sembrar la fe en las almas para su salvación.
      Pero debido a que estamos viviendo con cuerpos físicos en esta tierra, definitivamente también necesitamos satisfacer las necesidades físicas de las personas.
      Además, cuando los creyentes con fe débil experimentan el amor de Dios al recibir obras de caridad, pueden ser más fieles en sus vidas como cristianos.
      Cuando los hijos de Israel se dirigían a la tierra de Canaán, Dios les aconsejó repetidamente que cuidaran de los pobres en la tierra.
      Deuteronomio 15:10-11 dice, "Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra".
      Dios les dijo que recordaran al pobre y que le dieran generosamente cuando celebraran alguna fiesta después de la cosecha o en otros tiempos de gozo y de compartir.
      Cuando ellos estaban ayunando para recibir una respuesta de Dios, debían continuar teniendo misericordia por el pobre.
      Cuando los profetas estaban profetizando calamidades venideras sobre Israel a causa de su corrupción, Dios los reprendía con severidad por olvidar al pobre junto a sus otras obras de maldad.
      Lo mismo sucedía en los tiempos del Nuevo Testamento.
      En la Iglesia Primitiva, los creyentes vendían sus posesiones y compartían con todos para que no hubiera nadie que fuera pobre o estuviera hambriento en la iglesia.
      Apóstoles como Pedro y Pablo se mantenían diciendo que estaban pensando en los pobres todo el tiempo, y motivaban a los creyentes para que ayudaran a los necesitados.
      Les digo hermanos y hermanas una vez más, es un deber para los creyentes ayudar a los que están en necesidad.
      Es por eso que en todo tiempo una petición de oración en nuestra iglesia incluye las obras de caridad junto con el evangelismo nacional y mundial.
      Cuando yo era un nuevo creyente, oraba para convertirme en un rico anciano de la iglesia y ayudar a todos para que así nadie estuviera en necesidad dentro de la iglesia.
      Me he convertido en pastor ahora, pero mi esperanza continua siendo que nadie en nuestra iglesia esté hambriento o pasando frío, y que ninguno de nuestros estudiantes deje de estudiar debido a que no pueden mantener los pagos de las colegiaturas.
      Es por eso que he estado haciendo mi mejor esfuerzo para ayudar a los necesitados, ajustando mi cinturón.
      Dios entonces me ha bendecido abundantemente, y me ha permitido hacer trabajos misioneros y obras de caridad a mayor escala.
      Este también fue el caso de nuestra iglesia.
      Hemos estado ayudando a otras iglesias que han pedido nuestra ayuda, justo desde la apertura de nuestra iglesia.
      Nosotros nunca pensamos que no podíamos ayudar a otros porque no teníamos suficiente para nuestra propia iglesia y es difícil ayudar a los necesitados en nuestra iglesia solamente. Más bien, simplemente nos esforzamos por ayudar a otras iglesias.
      Entonces Dios nos bendijo más y más así que pudimos hacer más trabajos misioneros y más obras de caridad. En la actualidad, estamos sosteniendo muchas iglesias y obras misioneras alrededor del mundo con todas nuestras fuerzas.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo, cuando ustedes ayudan a aquellos que están en necesidad, deben recordar un par de cosas.
      Dios puede recompensarle con bendiciones solamente cuando ayudan a otros dentro de la verdad.
      Primero, no deben ayudar a los que están sufriendo una dificultad como un castigo por sus pecados delante de Dios.
      Nosotros podemos aprender esto de aquellos marineros que ayudaron a Jonás.
      Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive, pero él no quiso obedecer. Así que tomó un barco que se dirigía a Tarsis, lugar que estaba en la dirección opuesta.
      Este barco se encontró con una tormenta en el medio del mar, y ellos tuvieron que arrojar todo el equipaje.
      Los marineros llegaron a comprender que la tormenta era a causa de Jonás y que se calmaría solamente echando a Jonás al mar, pero ellos no pudieron hacer eso inmediatamente debido a la simpatía humana.
      Así que tuvieron que luchar en contra de la tormenta por un buen rato, y solamente cuando sus propias vidas estuvieron en peligro echaron fuera a Jonás.
      Como en el caso anterior, si alguien está en problemas debido a sus actos pecaminosos, nosotros debemos primero ayudarle a que se aparte de sus pecados.
      Si continuamos ayudando financieramente aun cuando él continúa cometiendo pecados, los ayudadores también pueden sufrir junto con el pecador.
      Además, ser perezoso no es un pecado delante de Dios, pero no es correcto ayudar incondicionalmente a los que son demasiado perezosos para trabajar.
      Esto es en esencia hacer que esta persona sea más holgazana e incluso más incapaz.
      Así que, nosotros debemos tener discernimiento con respecto a lo que es correcto delante de Dios para ayudar a los necesitados en cada caso.
      Una cosa más tenemos que recordar es que no podemos recibir ninguna recompensa de Dios si ayudamos a los pobres para hacer que nuestros nombres sean reconocidos y para vanagloriarnos.
      Mateo 6:2 dice, "Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa".
      Esta clase de obras de caridad no son verdadera caridad.
      Cuando los hijos de Dios ayudan a otros, ellos no tienen que presumir por esto sino más bien llevar el amor de Dios y salvar las almas.


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