• Estudio basado en Génesis (87)

    [Génesis 4:12-13]

    15-06-2012 | Rev. Jaerock Lee

    • Escritura

      Génesis 4:12-13
      [12] Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
      [13] Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado.


      Este es el 87.° estudio de Génesis.
      Caín cometió un homicidio, pero Dios le ofreció más de una oportunidad para que se arrepintiera.
      Sin embargo, Caín las rechazó hasta el final.
      En consecuencia recibió dos maldiciones en acuerdo a la justicia.
      La primera consistía en que al cultivar la tierra, esta no le daría su fuerza.
      Esto significa que no podía vivir una vida abundante ya que la gracia de Dios fue cortada de su medio de vida.
      A pesar de que Dios está lleno de amor y es el Todopoderoso, no puede otorgar Su gracia y bendiciones a aquellos que cometen pecado y que pertenecen a la oscuridad.
      No obstante, cualquiera que obedece a la Palabra de Dios y vive de acuerdo a la luz, puede recibir la protección y dirección de Dios.
      Esto incluye la capacidad de poder cosechar de modo abundante en nuestro medio de vida.
      Permítanme presentar un ejemplo de la Biblia.
      En Génesis 26 vemos que Isaac movilizó su lugar de vivienda a fin de evitar el hambre.
      En los versos 2 al 4, leemos: "Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente".
      Dios deseaba que Isaac se mudara hasta la tierra prometida que le había dado a Abraham para que ahí viviera.
      Si hubiese abandonado la tierra que Dios le había dado solo a causa de la hambruna, quedaba demostrado que él no creía en la promesa de Dios.
      Pero Isaac creía en Dios y obedecía Su Palabra.
      Por su obediencia, él recibió bendiciones sorprendentes.
      Génesis 26:12-13 dice: "Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso".
      Asimismo, si uno obedece la Palabra de Dios, la tierra le dará su fuerza.
      En otras palabras, Dios le dará bendiciones sorprendentes en su medio de vida.
      Dios estableció la ley de acuerdo a esto y se la dio a los israelitas.
      Según Levítico 25:3-4, esta es la ley concerniente al año sabático, es decir, el séptimo año.
      Dios dice: "Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña".

      Esta fue la Palabra que Dios les dio a los israelitas cuando estuvieron en el desierto y fue una de las leyes que debían guardar después de entrar a la tierra de Canaán.
      Canaán es la 'tierra donde fluye leche y miel'.
      Dios les dijo que, una vez que se establecieran en la tierra, cultivaran la tierra por seis años y que le dieran descanso durante el séptimo año.
      Pero aquellos que tienen pensamientos carnales no pueden obedecer esto con facilidad.
      Por ende, en Levítico 25:20-22, Dios dice:
      "Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de recoger nuestros frutos; entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto por tres años. Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo".
      Esto significa que Dios les iba a dar una buena cosecha en el sexto año para que tuvieran suficiente los siguientes tres años.
      ¿Por qué necesitaban cosechas con lo suficiente para tres años?
      Ciertamente necesitaban alimentos para el séptimo año y también para el octavo ya que no trabajaban en el séptimo.
      Además, si sembraban semillas de cebada o trigo en el octavo año, se las podía cosechar en el noveno año.

      Por eso Dios les dijo: "...y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo".
      Tal como Dios lo dijo, Él asume la responsabilidad plena por Sus hijos que le obedecen.
      Hoy ustedes pueden recibir aquellas bendiciones de Dios al dar sus diezmos.
      En Malaquías 3:10-12 leemos: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos".
      Como está escrito, si dan a Dios 'todos los diezmos', Él protegerá sus negocios o trabajo y les dará bendiciones.
      Él no permitirá que haya gastos innecesarios y abrirá las ventanas de los cielos para derramar Su bendición.
      Pero si se guarda los diezmos en lugar de darlos, Él no podrá protegerlos.
      Incluso si son engañados por un estafador, Él no podrá ponerlos sobre aviso ni tampoco los protegerá de accidentes o enfermedades.
      Eventualmente enfrentarán una pérdida cuyo monto será mucho mayor al del diezmo.
      Esto también implica que 'la tierra no dará su fuerza'.
      Esta fue la primera maldición sobre Caín.
      La segunda maldición decía: "...errante y extranjero serás en la tierra".
      Esto significaba que iba a perder todo lo que heredara de su padre y que dejaría su medio de vida.
      Grave castigo es el convertirse en un vagabundo debido a una situación inevitable o por la fuerza de alguien.
      Por lo general, cuando las personas se convierten en refugiados de guerra o son tomados cautivos, llegan a ser vagabundos.
      Se tornan verdaderamente miserables.
      Por eso, 2 Reyes 21:8 dice: "y no volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que di a sus padres, con tal que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les mandó".
      Los versos a continuación describen los actos de maldad de Manasés, rey de Judá.
      Manasés practicó la idolatría de manera muy fuerte; incluso ofreció a sus propios hijos en holocausto.
      El país entero cayó en la idolatría cuando el rey hizo esto.
      2 Crónicas 33:9 dice al respecto: "Manasés, pues, hizo extraviarse a Judá y a los moradores de Jerusalén, para hacer más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel".
      Es más, él derramó mucha sangre de gente inocente.
      Es decir, persiguió y mató a los profetas enviados por Dios.
      Según lo que dice la gente, este rey, Manasés, mató a Isaías el profeta al cortarlo con una sierra.
      Más adelante, Dios juzgó a Manasés.
      Pues en 2 Crónicas 33:11 leemos: "Por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia".
      El ejército de Asiria que destruyó el norte de Israel invadió Judá.
      Ya que Dios retiró por completo Su protección, Jerusalén fue conquistada con facilidad; Manasés fue atado en cadenas y llevado a Babilonia.
      El rey de un país fue tomado cautivo a un país hostil. ¡Qué insulto tan vergonzoso debe haber sido!
      Al final Manasés recuperó el sentido.
      Y en 2 Crónicas 33:12-13 se expresa: "Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios".
      Luego Manasés llegó a ser un hombre diferente.
      Él dio la orden de quitar todos los ídolos de Jerusalén y levantar un altar para Dios.
      Amados hermanos y hermanas:
      Hasta ahora les he explicado los dos castigos que Dios le dio a Caín.
      La ley del reino espiritual que dicta que uno debe cosechar lo que siembra, es precisa.
      Por consiguiente, si ustedes siembran fe, bondad, amor y justicia, ciertamente recibirán bendiciones.
      Por el contrario, si siembran maldad y pecado, encontrarán aflicciones tales como accidentes o desastres.
      En Gálatas 6:8 leemos: "Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna".
      Por ende, si enfrentan problemas o dificultades, ¿en dónde deben encontrar la causa?
      Primeramente deben reflexionar en sí mismos para descubrir si han sembrado maldad o pecado ante Dios.
      ¿Acaso alguno de ustedes dice: "No veo fruto alguno a pesar de haber sembrado bondad y amor"?
      Ejemplo de esto es pensar que se ha sembrado una cantidad sustancial de ofrendas y no se recibe bendiciones o pensar que se es fiel a Dios pero aun así las cosas no salen bien.
      Si este es el caso de ustedes, deben examinar sus vidas para descubrir si existe un muro de pecado entre ustedes y Dios.
      Mientras exista un muro de pecado, las bendiciones no podrán alcanzarlos.
      En el caso de una grave obra de la carne, aunque se arrepientan, todavía tendrán que dar su retribución.
      Ya que se encontrarán dando su retribución, la bendición se retrasará.
      Es decir, incluso al sembrar con diligencia, no se cosechará tanto como se siembre. Incluso al recibir la oración de bendición, la bendición no llegará.
      En estos casos, si enmiendan sus pecados, Dios quizás tenga misericordia de ustedes.
      Levítico 26 trata con esto:
      Dios les dijo que recordaran esta palabra incluso tras la destrucción de Israel y después de que los israelitas se convirtieran en extranjeros y vagabundos en todos los reinos.
      En Levítico 26:40-42 encontramos: "Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición, yo también habré andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su pecado. Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra".
      Y en Levítico 26:44 leemos: "Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios".
      Sin importar cuán grave sea el pecado cometido, si se arrepienten de corazón y enmiendan su pecado, Dios no dejará de amarlos ni los aborrecerá.
      Él dice que nos los destruirá.
      Como les explicaré más adelante, Dios también le otorgó la misericordia de la salvación a Caín.
      Nuestro Padre Dios es amor.
      Él no desea que ni una persona sea destruida, sino que anhela que todos alcancen la salvación.
      Con este tipo de amor, Él continuó dándole a Caín una oportunidad para que se arrepintiera.
      Cuando Dios reveló su acto de maldad y mencionó su castigo, él sintió temor.
      Pero al final Caín asumió una postura de arrepentimiento.
      En Génesis 4:13 dice: "Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado".
      No obstante, este no era un arrepentimiento desde el fondo del corazón.
      Él admitió su pecado únicamente porque sentía temor del castigo.
      Dios no quiere este tipo de arrepentimiento.
      Él desea el arrepentimiento sincero, desde el fondo del corazón.
      Él anhela el arrepentimiento por amor.
      ¿Qué es el arrepentimiento por amor?
      Déjenme ponerlo de este modo:
      Digamos que ustedes aman tanto a sus padres y los respetan desde el fondo del corazón.
      Pero un día hacen aquello que sus padres más aborrecen.
      Sus padres llegan a saberlo.
      Si son hijos que aman de verdad a sus padres, ciertamente se acercarán a ellos y pedirán perdón con toda sinceridad.
      Desgarrarán su corazón porque lamentarán haber lastimado el corazón de sus padres y se arrepentirán por completo ante ellos.
      En este caso, el dolor que sientan será igual al amor que sientan por sus padres.
      Por el contrario, algunos hijos se arrepienten a la ligera, únicamente porque no quieren perder el favor de sus padres por causa de sus faltas.
      Lo más probable es que se arrodillen por temor a verse en desventaja durante la distribución de la propiedad si no cuentan con el favor de sus padres.
      El arrepentimiento que nuestro Padre Dios desea en verdad de parte de Sus hijos de fe es este: que se aparten (del pecado) con toda sinceridad por causa de su amor al Padre.
      Si se arrepienten porque temen el castigo inmediato, no será un arrepentimiento verdadero.
      Ya que no es un arrepentimiento desde el fondo del corazón, podrán cometer el mismo pecado en cualquier momento.
      Si desaparece la condición que causa el temor en ellos, la forma de maldad que no han eliminado volverá a surgir.
      En 1 Juan 4:18 leemos: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor".
      Si alguien guarda los mandamientos en contra de su voluntad, solo por temor al castigo, no ama a Dios en verdad.
      Será amor verdadero solamente cuando guarde los mandamientos por amor a Dios.
      Respecto a esto, en Juan 14:15, Jesús dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos".
      Aquellos que se sumergen a lo espiritual y aman a Dios no cometen pecado.
      Incluso si es antes de entrar al espíritu, si aman a Dios, al cometer pecado lo admitirán y se arrepentirán de manera inmediata.
      "¿Por qué herí el corazón de Dios el Padre?", lo lamentarán una y otra vez y se comportarán de manera que no caigan en tentación otra vez.
      David fue el hombre que dio ejemplo respecto al arrepentimiento por amor.
      Después de que David tomó a Betsabé y mató a su esposo, Urías, usando un plan malvado, fue severamente reprendido por Dios.
      Pero David no presentó ninguna excusa al momento, sino que se arrepintió de modo inmediato.
      El corazón de David en ese preciso momento se describe en Salmos 51.
      Observemos esto brevemente:
      Salmos 51:1-3 dice: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí".
      Él admitió su pecado con honestidad y pidió perdón.
      Luego, en Salmos 51:11-12 dice: "No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente".
      David no se distanció de Dios por su temor, sino que, al contrario, suplicó por la gracia de Dios como un pequeño niño que corre al seno de su madre.
      Finalmente, en Salmos 51:17, leemos: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios".
      Ya que David mismo mostró el arrepentimiento por amor desde el fondo de su corazón, tuvo la confianza de que Dios lo escucharía.
      El arrepentimiento que Dios el Padre desea es este tipo de arrepentimiento: el arrepentimiento por amor.
      No es un arrepentimiento verdadero si no se arrepienten de verdad sino que únicamente dicen con sus labios que lo lamentan para salir de la situación.
      Ustedes pueden engañar a la gente, pero no a Dios.
      Aun el enemigo diablo y Satanás conoce todos los detalles del tipo de pecados que cometen las personas carnales.
      Si Satanás acusa de pecados que no han sido perdonados, Dios no va a poder evitar permitir las pruebas sobre las personas.
      En consecuencia, la gente paga el precio de acuerdo a la justicia que dicta que se debe cosechar lo que se ha sembrado.
      Ya que Caín no se arrepintió de verdad, tuvo que pagar el precio por el pecado cometido.
      Continuaré con más de esto en el siguiente estudio.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo:
      En este estudio he explicado las dos maldiciones que Dios pronunció sobre Caín y la reacción de Caín al respecto.
      Nuestro Padre Dios es amor.
      La justicia de Dios que recompensa al hombre según sus obras también proviene de Su amor.
      El amor sin justicia no es perfecto porque puede ser parcial.
      Por consiguiente, anhelo que ustedes puedan sujetarse del cordón del amor de Dios ante cualquier situación.
      Salmos 73:28 dice: "Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras".
      Aunque se encuentren enfrentando una prueba o ante una dificultad, anhelo que puedan acercarse más a Dios.
      Y que puedan hacer de nuestro buen Padre Dios su refugio.
      Ruego en el nombre del Señor Jesucristo que superen todas las pruebas con el amor de Dios el Padre y que posean la fe que es como el oro.


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