• Dios mide nuestra fe (14)

    [Ezequiel 47:3-5, Gálatas 5:19-21]

    17-06-2012 | Rev. Jaerock Lee

    • [Pasaje]

      [Ezequiel 47:3-5]
      "[3] Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. [4] Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. [5] Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado".

      [Gálatas 5:19-21]
      "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios".


      Este es el 14.o estudio de la serie 'Dios mide nuestra fe'.
      La mayoría de personas tienen miedo al agua cuando aprenden por primera vez a nadar.
      Sin embargo, mientras se acostumbran a estar en el agua y sus destrezas aumentan, pueden disfrutar de lo divertido que es nadar. Pueden incluso nadar en aguas profundas.
      Lo mismo sucede al estar inmerso en el agua de la Palabra de Dios.
      Si una persona tiene poca fe, está más familiarizada fuera del agua de la Palabra de Dios, es decir, para esta persona estar en este mundo es más confortable. Se sentirá incómodo si se sumerge en el agua de la Palabra de Dios e incluso quizás sienta miedo.
      Pero si pone en práctica la Palabra de Dios y se acostumbra a vivir de acuerdo a ella hasta cierto punto, podrá tener la libertad de la verdad.
      ¿Cuán profundamente están inmersos en el agua de la Palabra de Dios?
      Algunos de ustedes solo tienen sus pies inmersos, mientras que otros pudieran sumergir todo su cuerpo si simplemente se esfuerzan un poco más.
      Hebreos 12:1 dice: "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante".
      Ahora, no solo yo, pero muchos más han llegado a lo espiritual y al espíritu completo y ellos testifican del gozo de nadar en el océano de la verdad.
      ¿Hay algunos de ustedes que aún están encadenados al pecado y viven en el dolor y el miedo de no poder colocar sus pies en el agua de la Palabra de Dios?
      Continuando con el último estudio, hoy profundizaremos en las obras evidentes de la carne.
      Estas son los pecados que despojan de la salvación.
      A partir de ahora, espero que se despojen de todo estorbo y del pecado que nos asedia, y que disfruten de la verdadera libertad y la paz en la verdad, como peces en el agua.
      Ruego en el nombre del Señor que puedan marchar vigorosamente en su carrera de la fe con esperanza de paz y recompensas que recibiremos en la Nueva Jerusalén.


      [Mensaje principal]

      Amados hermanos, hermanas y televidentes en Cristo, permítanme hoy continuar hablando de las obras evidentes de la carne; nos encontramos en el sexto pecado que despoja de la salvación.
      En el último estudio, por medio de Saúl y Absalón, quienes se pusieron en contra de David, aprendimos acerca de la enemistad, celos, iras y contiendas.
      En la última parte de estas obras de la carne se encuentra el odio, que es matar espiritualmente.
      También encontramos la codicia.
      Lo mismo sucede con las disensiones y las herejías, las cuales explicaré a continuación.
      La disensión es separarse de un grupo u organización para seguir sus deseos personales.
      Aquellos que se separan de esta manera, normalmente crean una herejía o disensión menor al conflicto.
      Por lo tanto, crear una herejía es también una obra evidente de la carne.
      La herejía es hacer un grupo dentro de otro grupo debido a las diferencias en las ideas.
      Esto no se trata sólo de tener una comunión más íntima entre los que tienen puntos de vista similares.
      Se trata de emitir juicio y condenación para calumniar y chismear sobre el líder de una organización grande.
      Esto no solo sucede entre los creyentes.
      Esto puede también suceder dentro de la iglesia.
      Por ejemplo: algunas personas levantan herejías por el simple hecho de tener diferentes ideas del pastor o diferentes opiniones entre los miembros de la iglesia.
      En algunos casos se crean las herejías para acusar sin fundamento al pastor de la iglesia solo para cubrir sus propias faltas.
      Estos grupos son sinagoga de Satanás; son el acto de maldad de crear herejías.
      La iglesia es el cuerpo del Señor y los miembros son parte de ese cuerpo.
      Por consiguiente, separarse y crear herejías en busca de sus propios beneficios es desmembrar y dividir la iglesia, la cual es el cuerpo de Señor.
      ¡Este es un acto de mucha maldad!
      Por supuesto, quizás la cabeza o los líderes de la iglesia hayan puesto en práctica claramente la falsedad.
      Pero si los creyentes verdaderamente se preocupan por la iglesia del Señor y los miembros, ¿qué deberían hacer?
      Antes de juzgar algo o crear una división, primeramente se arrodillarán delante de Dios para orar.
      Esperarán con humildad el juicio de Dios y Sus obras.
      Si un obrero en particular no está en lo correcto ante los ojos de Dios, Él mismo se hará cargo de ese asunto.
      Absalón se reveló en contra de su padre por seguir su propia maldad y beneficios.
      Sin embargo, desde su punto de vista él tenía razones que eran aceptables.
      Absalón pensó que no había sido correcto que su padre, el Rey David, no hubiera castigado a Amnón, quien había cometido un pecado grave.
      Amnón violó a la hermosa hermana de Absalón y luego la abandonó.
      Además del resentimiento causado por este incidente, Absalón tuvo arrogancia en su corazón.
      Y pensó que era apropiado que él sea el rey porque era digno de ser amado por el pueblo.
      Claro está que él también tenía sed de poder.
      No obstante, Dios levantó las manos de David.
      Él no dijo que Absalón estaba en lo correcto.
      Absalón buscó su propia justicia personal y beneficios, y no la justicia de Dios.
      Se olvidó de su posición de príncipe y se separó de su padre, el Rey David.
      En ese entonces, muchas personas incluyendo Ahitofel que era consejero de David, se apartaron de él y siguieron a Absalón.
      Como podemos observar aquí, las divisiones y las herejías son causadas por actos de maldad tales como el odio y la soberbia, criterios morales individuales y la codicia.
      Si ustedes no desechan ese tipo de maldad en sus mentes, sino que la ponen en acción, y si especialmente se ponen en contra del líder que Dios ama, ¿cómo esperan recibir salvación?
      Hermanos y hermanas, además de esto, las herejías se encuentran entre las obras evidentes de la carne que despojan de la salvación.
      En otras palabras, la herejía es negar a Jesucristo nuestro Salvador.
      En 2 Pedro 2:1 leemos: "Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina".
      La Biblia dice que son herejes aquellos que niegan al Señor Jesucristo quien nos compró con Su sangre, y que además acarrean destrucción repentina sobre sí mismos.
      A través de este verso podemos entender que las creencias heréticas conducirán a una persona a la destrucción.
      Junto con esto, hay otro asunto que debemos tener presente.
      Este es que, desconocer la definición correcta de herejía en la Biblia es también un gran pecado, ya que puede condenar imprudentemente a los demás como heréticos.
      Aquellos que cometen este tipo de pecado fácilmente juzgan y condenan algunas de las iglesias y creyentes como heréticos, con otras normas de la Biblia, es decir, con sus normas subjetivas.
      Esto también es ponerse en contra del Señor.
      Especialmente, si condenan de manera imprudente a una iglesia que muestra las obras del Espíritu Santo como herética, añadirán el pecado de la blasfemia del Espíritu Santo sobre la condenación.
      Por consiguiente, debemos discernir la herejía basándonos en la Biblia.
      1 Juan 2:22-23 claramente nos da el estándar para discernir entre cristianos verdaderos o falsos.
      El pasaje dice: "¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre".
      Esto significa que no debemos condenar a una iglesia que cree en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es decir, Dios la Trinidad, y que admite y confiesa que Jesús es nuestro único Salvador.
      No obstante, en la actualidad existen muchas personas que juzgan y condenan otras iglesias con estándares subjetivos.
      Además, ya que el mundo está tan corrompido en lo espiritual, y como se desarrollan las ideas y filosofías de las personas, algunos niegan la verdad y son engañados por ideas heréticas.
      Nosotros debemos discernir tales herejías con la Palabra de Dios.
      1 Juan 4:2-3 dice: "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo".
      En este caso, confesar a Jesús no es sólo de palabra diciendo: "yo creo".
      Es tener las obras en nuestras vidas que siguen de acuerdo a las enseñanzas de Jesús.
      Por ejemplo: los miembros de nuestra iglesia viven por medio de las palabras del Señor, y Dios como resultado nos ha dado de Su poder.
      Ustedes siempre intentan vivir mediante la Palabra de Dios en todas las cosas y experimentan de Su poder.
      Además, ustedes mismos muestran el poder de Dios mediante el pañuelo y el agua dulce que contienen el poder.
      Salmos 62:11 dice: "Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder".
      Por consiguiente, ruego en el nombre del Señor que aquellos que tengan la verdadera evidencia se paren firmemente en la roca de la fe y que no sean engañados por falsedades en ningún caso.


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