• Conferencia sobre 1 Juan (36)

    [1 Juan 3: 23-4:1]

    08-07-2012 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [1 Juan 3: 23-4:1]
      "Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado".

      [4:1]
      "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo".


      Esta es la 36a conferencia sobre el libro 1 Juan.
      En la última sesión, les expliqué hasta la primera parte del versículo 23, capítulo 3.
      Si nosotros guardamos los mandamientos de Dios, nos sentimos confiados delante de Él, y podemos luego, recibir cualquier cosa que pidamos en oración.
      El principal de los mandamientos de Dios es creer en el nombre del Hijo de Dios Jesucristo.
      Nosotros somos salvos cuando creemos en el hecho que Jesucristo es el Salvador quien nos redimió de todo pecado.
      También podemos recibir cualquier cosa que pidamos con fe si oramos en el nombre de Jesucristo.
      Pero tenemos que mantener en mente que tienen que haber obras que evidencien que guardamos los mandamientos, para que nuestra fe sea verdadera.
      En la segunda parte del versículo 23 dice, "...y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado".
      El primero de todos los mandamientos que tenemos que guardar es creer en el nombre del Señor, y el segundo es que tenemos que amarnos unos con otros.
      Si realmente creemos que Jesús sufrió por nosotros, no podemos odiar a nuestros hermanos.
      Jesús tomó la miserable cruz a causa de nuestros pecados y para perdonar y salvar a los pecadores como nosotros, y ¿cómo nos atrevemos a odiar a otros?
      Juan 13:34 también dice, "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros".
      Tenemos que amarnos los unos a los otros así como nuestro Señor nos amó.
      Por ejemplo, cuando hay muchos hermanos, si ellos pelean y riñen unos con otros, ¡cuán quebrantados estarán los padres!
      Aquellos hijos que aman a sus padres, también amarán a sus hermanos y hermanas.
      Ellos saben cómo lastima el corazón de sus padres si pelean entre ellos o se fastidian entre sí, especialmente frente a sus padres, así que no lo harán.
      Los padres amarán a todos sus hijos.
      Ya sean inteligentes o no, ellos aman a todos sus hijos.
      Cuando uno de los hijos es un problemático y si el otro hermano lo odia, los padres se sentirán quebrantados.
      Por otro lado, si otros hijos aman y cuidan al hermano problemático, los padres se sentirán consolados y motivados.
      Esto es igual con el Señor.
      Nosotros sabemos que el Señor ama a nuestros hermanos así como nos ama a nosotros, así que nosotros también amamos a nuestros hermanos.
      No condenamos ni juzgamos a otros, no nos volvemos celosos, ni nos enojamos con ellos.
      Buscaremos el beneficio de los demás sacrificándonos nosotros mismos.
      Si amamos a nuestros hermanos y buscamos primero su beneficio, naturalmente guardaremos los mandamientos de Dios.
      Es por eso que Romanos 13:8-10 también dice, "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor".
      Así como Jesús cumplió la Ley con amor, nosotros podemos también cumplir la Ley con amor amando a nuestros hermanos.
      Este es el nuevo mandamiento dado en el Nuevo Testamento, y un camino apropiado que los creyentes en el nombre de Jesucristo tienen que guardar.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo, el versículo 24 dice, "Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado".
      Si guardamos los mandamientos, el Señor permanece en nosotros, y nosotros permanecemos en Él.
      Esto significa que nosotros y el Señor nos convertimos en uno.
      Y si nos convertimos en uno con el Señor al creer en el nombre de Jesucristo y al guardar Sus mandamientos, Dios nos da la promesa de una gran bendición.
      Juan 15:7 dice, "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho".
      Cuando la rama se injerta al árbol y se vuelve una con el árbol, esta puede recibir agua y nutrientes, y produce abundantes frutos en el tiempo de su cosecha.
      Pero, si la rama es cortada del árbol, no puede seguir produciendo frutos y pronto se marchitará.
      En Juan 15 dice que el Señor es nuestra vid verdadera y que nosotros somos los pámpanos.
      Los pámpanos que están en la vid producirán muchos frutos.
      Es decir, aquellos que se vuelven uno con el Señor al guardar los mandamientos, producirán abundante frutos de santidad y bendición.
      Si moramos completamente en la verdad y agradamos a Dios, Él responderá todos nuestros deseos y reconciliará a todos nuestros enemigos con nosotros.
      Dios será glorificado a través de esto.
      Hermanos y hermanas en Cristo, la parte final de la escritura de este día en el versículo 24 dice, "...Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado".
      1 Juan 4:13 también dice, "En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu".
      Dios envía al Espíritu Santo a aquellos hijos que aceptan a Jesucristo.
      Si los hijos que han recibido al Espíritu Santo cometen pecados, quebrantan los mandamientos, y se vuelven amigos con el mundo, el Espíritu Santo en el corazón de cada uno se contrista.
      Así que, ellos pierden el gozo de su corazón y se sienten afligidos.
      Por otro lado, si nosotros guardamos los mandamientos del Señor, es decir, si el Señor mora en nosotros, el Espíritu Santo también se regocija.
      Entonces, podemos tener paz y gozo descendiendo de lo alto.
      El Espíritu Santo nos guía delicadamente, para que así podamos escoger la verdad con mayor agrado.
      Con estas obras del Espíritu Santo, aquellos que solían odiar, ahora pueden perdonar, amar y sacrificarse ellos mismos por otros.
      Aquellos que solían quejarse y quebrantar la paz, pueden ahora estar agradecidos y complacidos con lo que tienen, y pueden buscar la paz.
      Ellos tendrán misericordia y orarán incluso por quienes los persiguen y maldicen sin causa alguna.
      Podemos estar seguros que el Señor mora en nosotros cuando nos vemos transformados de esta forma por las obras del Espíritu Santo.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo, la esencia de la Ley puede ser resumida en dos cosas.
      Es decir, amar a Dios con todo nuestro corazón, mente, alma, fuerza y voluntad; y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
      No es difícil guardar los mandamientos si tenemos amor.
      La primera parte de 1 Juan 3:1 dice, "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios". Como dije, yo espero que ustedes siempre recuerden el amor de Dios Padre quien nos ha dado a Su único Hijo y al Espíritu Santo. Él también nos hizo Sus hijos y responde incluso a los deseos pequeños de nuestro corazón.
      Al dar gracias por ese amor y al guardar Sus mandamientos, puedan ustedes cada día estar llenos del el Espíritu Santo, recibiendo respuestas y bendiciones al grado más alto, ¡yo oro en el nombre del Señor!


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