• 3er Reino (4)

    [Santiago 1: 12]

    27-01-2008 | Rev. Jaerock Lee

    • Santiago 1: 12

      "Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman".

      Introducción

      Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
      Esta es la 39ª sesión de la serie sobre el 'Cielo'. Desde ahora, les hablaré sobre los casos de aquellos creyentes que fueron al tercer reino de los cielos.
      Para que podamos llegar al tercer reino de los cielos, tenemos que haber alcanzado el cuarto nivel de fe, esta es la fe para amar a Dios al más alto grado. Es la fe para amar a Dios por encima de todo. Cuando ponemos el amor hacia Dios antes del amor por nuestros padres o de nuestros hijos. Y que le amamos más que a nosotros mismos, al punto de sacrificar nuestras vidas por Él. Para las personas con esta clase de amor, habrá evidencias de ello. La evidencia de amar a Dios es guardar Sus mandamientos. Aquellos que le aman verdaderamente, guardarán Sus mandamientos no como un deber, sino con gozo y satisfacción. Entonces, como resultado serán santos, lo cual significa que se han convertido en verdaderos hijos de Dios.
      En nuestra iglesia, hay personas que obedecieron la palabra en la medida que la escucharon, y se santificaron en un corto período de tiempo. Además, una de ellas podría haber llegado a la Nueva Jerusalén, si hubiera tenido un año más de vida en la tierra. Pero debido a una ocasión en la que desobedeció, no pudo ir a la Nueva Jerusalén. Ella murió en el año 1987. Esto fue hace más de 20 años. Pero sigo recordando vívidamente sus acciones y el aroma de su bondad. Es una de las personas a las que realmente deseo ver.
      Cuando les explique sobre la fe de esta mujer, espero que obtengan mucho de ello. Yo oro en el nombre de nuestro Señor para que ustedes se aferren con una mayor esperanza al mejor lugar de morada celestial.

      Cuerpo

      Queridos hermanos y hermanas en Cristo, la persona de quien les hablaré ahora es la Diaconisa Ma. Ella estuvo con nosotros desde la apertura de la iglesia, sin embargo era una recién convertida. Estuvo con nosotros por 5 años, desde el inicio de la iglesia. Aunque el lapso de su vida Cristiana fue relativamente corto, pudo llegar al tercer reino de los cielos. Además, es una de las más importantes entre aquellos que están en el tercer cielo. Entonces, ¿Qué clase de fe tuvo ella para poder santificarse en tan corto tiempo? La respuesta es muy simple. Desde que se encontró con el Señor, vivió solamente por la palabra de Dios. Debido a que tenía poca experiencia en la fe, una vez que llegó a conocer la voluntad de Dios, simplemente la obedeció, aunque no entendía completamente lo profundo de la voluntad y del corazón de Dios, decía solamente 'Si' y 'Amén'. Tenía un buen corazón que no tenía maldad. Nunca tuvo conflictos ni problemas con los demás. Su rostro estaba siempre lleno de gozo. Así que, cuando la veía, yo tenía paz. Me sentía feliz y podía obtener gozo con sólo ver su rostro.
      Sin embargo, hay otras personas que son lo opuesto a esta situación. Y esto se debe a que me causan preocupación e inquietud. ¿Está usted siendo motivo de felicidad a otros cuando le ven o está causándoles preocupación y ansiedad? Nosotros podemos sentir cuando alguien ama y obedece a Dios, con solo ver su rostro. El Espíritu Santo se regocija cuando los ve y por eso nos causan felicidad y paz.
      La Diaconisa Ma tenía muy buen corazón. Yo no pude encontrar ninguna forma de maldad en ella. También era una trabajadora muy fiel. Se encargaba de los trabajos difíciles y no deseados, y nunca se quejaba. Trabajaba con gozo y agradecimiento, lo cual la convertía en una trabajadora muy valiosa.
      Imagínese que alguien hizo algo indebido, y que su líder pensó que había sido culpa de ella y le llamaba la atención duramente. Ella aceptaba el regaño como si hubiera sido su error. Se compadecía de ella misma y nunca daba ninguna clase de excusas tales como, "Yo no lo hice. No se nada de eso". Aun cuando no había hecho nada malo, simplemente aceptaba el reproche. Además, no guardaba ningún resentimiento. Y en lugar de eso, su corazón estaba agradecido por haber recibido el consejo.
      ¿Qué clase de corazón tiene usted cuando recibe el regaño de alguien? Si le regañaron por algo que no hizo, ¿Sería capaz de aceptarlo sin murmuraciones ni resentimientos? En la mayoría de los casos, aun siendo su propia falta, las personas ponen excusas. En lugar de aceptar sus errores, tratan de revelar las faltas de otros. E incluso, echan la culpa a las circunstancias. Además, puede que escuchen el regaño calladamente, pero guardan resentimiento en el corazón. Aunque el regaño sea apropiado, ellos piensan, "Esta persona no comprende mi situación". Entonces, su resentimiento se da a conocer mientras los colores de sus caras cambian por la tristeza. Aquellos de quienes se dice que tienen corazones relativamente buenos reaccionan de esta manera en muchas situaciones.
      Pero en el caso de la Diaconisa Ma, aun cuando era regañada sin motivo, ella lo aceptaba como si fuera su propia falta, lamentando realmente lo sucedido. No sentía ninguna clase de resentimientos o rencores. ¿Podemos ver la diferencia en la comparación? Esto refleja que no tenía ninguna forma de maldad en ella. Y debido a que tenía tan buen corazón, pudo llegar al tercer reino de los cielos a pesar de haber vivido una vida Cristiana relativamente corta. Si solamente hubiera vivido un año más de vida Cristiana, habría alcanzado la Nueva Jerusalén. Pero cometió una desobediencia y perdió la oportunidad de ir a la Nueva Jerusalén.
      Ella se encargaba con frecuencia del trabajo en mi residencia, y un día cuando yo la vi, puede observar que había perdido casi toda su energía, parecía realmente agotada. Dios le permitió que dejara de tomar alimentos para llevársela al cielo. Debido a que no había cometido pecados, no murió de una enfermedad. Ella perdió el deseo de comer y de manera natural toda su energía se agotó, y murió. Cuando ofrecemos oraciones de ayuno, Dios nos sustenta. Pero si simplemente dejamos de ingerir alimentos, la energía de nuestros cuerpos se agota rápidamente. La Diaconisa Ma estaba en tal situación, y había perdido ya casi toda su energía. Por lo cual, le dije que viniera a mi casa de oración la siguiente semana y que recibiera la oración. Yo no acostumbro llevar a nadie a mi casa de oración, pero le dije eso porque el Espíritu Santo movió mi corazón para hacerlo de esa manera. Y debido a que ella era una persona tan fiel y obediente, quise reanimarla orando especialmente por ella durante una semana. Quería orar por ella cada día y aferrarme a Dios para prolongar su vida. Pero ella pensó que interrumpiría mis oraciones, y no vino a la casa de oración. Fue con su esposo a descansar a otro lugar, pero no se recuperó.
      Cuando regresé de mi casa de oración, ella estaba en cama. Era el momento cuando su espíritu estaba a punto de partir. Dios estaba manteniendo su vida para que pudiera verme y recibir mi oración en el último momento. Oré por ella tan pronto la vi, y murió en paz mientras recibía la oración. Era una persona tan fiel y obediente, y fue muy doloroso que Dios se la llevara tan pronto. Así que le oré a Dios diciéndole, "Padre, ¿Por qué te la llevaste tan temprano? Y entonces, la respuesta fue, "Lo comprenderás después de una semana". Él continuó, "Esta hija es obediente y fiel y cumplió su tarea. Pero si la dejo por más tiempo, sufrirá mucho su corazón". Luego, así como dijo Dios, después de una semana, llegué a conocer el por qué. Y la razón estaba relacionada con los miembros de su familia, por eso no puedo explicarlo aquí.
      La Diaconisa Ma estaba santificada en ese momento, pero estaba un poco corta en el aspecto de ser fiel en toda la casa de Dios. Y es por eso que solamente pudo ir al tercer reino de los cielos y no a la Nueva Jerusalén. Como pastor, yo siempre tengo un sentido de pérdida y un sentimiento de tristeza pensando, "Ella pudo haber ido a la Nueva Jerusalén si solamente hubiera tenido un poco más de tiempo".
      Hermanos y hermanas, debido a que el Dios de amor conoce mi corazón, Él la recompensará con muchas recompensas celestiales.
      Ahora, les hablaré de la gloria que la Diaconisa ma disfrutará en el cielo. Ella tiene uno de los 10 rangos más altos en el tercer reino de los cielos. Y esto se debe a que obedeció muy bien las enseñanzas del pastor. Además, trabajó fielmente al lado de su pastor con un corazón realmente bueno y agradable. Su casa tiene muchas decoraciones especiales con joyas.
      Primero, la puerta de su casa es en forma de arco, y está decorada con perlas. Y esto se debe a que cuando ella estaba en esta tierra, ofreció oraciones llenas de lágrimas con mucho clamor y tolerancia. Y a causa de sus oraciones por el reino de Dios y su justicia, Dios la recompensó con esta clase de recompensa. Además, Dios nos ha permitido saber que ella tendría una recompensa muy especial.

      Más tarde, cuando nosotros vayamos al cielo, de entre nuestros miembros que no entren a la Nueva Jerusalén, ella será la primera a quien visitaré. En esa visita, llevaré una de las joyas que están en la sala de mi casa en la Nueva Jerusalén y la pondré en la puerta de su casa. De esta forma, Dios está compensando el sentido de pérdida que tuve cuando ella partió tempranamente. Al igual que en las películas de ciencia ficción donde las personas van al futuro por medio de máquinas del tiempo, Dios me ha permitido de una manera similar, conocer lo que pasará en el futuro. Y aún cuando una joya sea tomada de la sala de mi casa, no quedará ninguna marca o imperfección. Además, como les expliqué antes, las joyas en la Nueva Jerusalén son completamente diferentes de las que hay en el tercer reino de los cielos. Estas producen luces duplicadas o triplicadas, y la potencia de la luz es mucho más fuerte. Por lo cual, tener una joya de la Nueva Jerusalén en la puerta de su casa del tercer reino será un gran honor para ella. Ya que la Diaconisa Ma está en un alto rango en el tercer reino, todos allí le conocen. Y cuando la joya de la Nueva Jerusalén sea colocada en su casa, su gloria será mayor. Y esto es porque aquellos que están en el tercer reino sabrán de qué casa proviene la joya.
      Al escuchar esto, ustedes no deben decirme, "Pastor General, ¡regáleme a mi también una de sus joyas cuando estemos en el cielo! Todas las recompensas en el cielo son otorgadas por Dios Padre. Yo no puedo darle a nadie según mi voluntad. La razón por la cual puedo darle esta joya a la Diaconisa Ma es porque es correcto según la justicia. Y es porque Dios Padre también reconoce el hecho de que ella fue de gran fortaleza para su pastor. También es porque el Padre conoce el corazón del pastor con respecto a ella. Es decir que Dios conoce el corazón del pastor pensando, "¡ella podría haber disfrutado de la gloria de la Nueva Jerusalén si solamente hubiera sido un poquito más fiel!". Y no solamente se debe al amor del pastor, sino también a que de acuerdo a la justicia, la Diaconisa Ma reúne los requisitos para recibir tales recompensas.
      Por lo tanto, la joya que le entregaré será algo más que una joya. Esto es porque la joya será el símbolo que muestre cuánto es ella amada, a pesar de que está en el tercer reino de los cielos, y de cuanta fortaleza fue para su pastor.
      Ahora, permítanme presentarles lo que la Diaconisa Ma confesó.
      "Yo no hice nada. No entregué nada. No fui de ninguna fortaleza para el pastor. No fui de ningún gozo para el pastor. Pero la gloria que disfruto aquí es tan grande, más allá de cualquier expresión. Estoy tan avergonzada y solamente puedo dar las gracias".
      La Diaconisa Ma tenía esta clase de mentalidad en la tierra también. Si era alabada por lo que hacía bien, se sentía tan avergonzada que no sabía qué hacer. Les daba el crédito a otros.
      "Estoy tan agradecida por haberme salvado, y estoy mucho más agradecida porque Dios me haya entregado el tercer reino. ¡Cuan bella y estupenda es mi casa! No es tan grande como las casa de la Nueva Jerusalén, pero hay tantas cosas bellas y asombrosas que no puede ser comparada con ninguna casa en la tierra. Estoy muy agradecida por esta casa tan bella, y estoy mucho más agradecida por permitirme tener una posición tan deslumbrante y gloriosa en el tercer reino de los cielos. Cuando estaba en el mundo, era una persona insignificante. Pero he llegado a un lugar tan glorioso por haber conocido al pastor. En el mundo no pude tener ni un anillo de oro, y ahora, tengo tantas joyas aquí, y también es por haber conocido al pastor. Le estoy muy agradecida por haber hecho bello mi espíritu y por permitirme tener tantas cosas en mi casa eterna. No podría haber logrado ninguna de esas cosas con mi propia fortaleza; no podría haber llegado a este lugar con mi propio esfuerzo. Le doy gracias por darme estas cosas tan preciosas que no podía alcanzar por mí misma. Le agradezco y le agradezco de nuevo. Estoy anhelando ver a mi pastor más adelante, yo voy a orar por él".
      En la próxima sesión, les hablaré sobre un anciano que irá al tercer reino de los cielos. Su anheló por la santificación fue mucho más grande que aquel de otros miembros. Él oró mucho, y trató mucho en su perseverancia por santificarse. Pero comparado con su esfuerzo, la velocidad para alcanzar el espíritu fue lenta. La razón principal fue el marco de su personalidad. Sobre el marco de su personalidad y el por qué obstaculizó su crecimiento espiritual, les hablaré en más detalle la próxima sesión.

      Conclusión

      Queridos hermanos y hermanas en Cristo, en esta sesión, les hablé sobre la fe de un creyente que va hacia el tercer reino de los cielos.
      Físicamente, ella parecía de poco valor, pero espiritualmente, se convirtió en una persona muy valiosa. Siempre estaba sirviendo a otros en una posición inferior y Dios la levantó en alto. Es así como dijo Jesús, "...el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor". Sin embargo debido a que estaba un poco corta en el aspecto de ser fiel en toda la casa de Dios, no pudo ir a la Nueva Jerusalén.
      Pero ustedes creyentes tienen la oportunidad de ir a la Nueva Jerusalén. Si alcanzan diligentemente la santificación y si son fieles en toda la casa de Dios, cualquiera puede ir a la Nueva Jerusalén.
      Yo espero que cumplan no solamente los deberes asignados por el Señor, sino también todas sus obligaciones que tienen tanto en su casa como en su lugar de trabajo.
      Yo oro en el nombre del Señor para que ustedes produzcan frutos ricos y buenos en todos los aspectos de manera que puedan ir a la Nueva Jerusalén.

      [Amén]


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