[1 Juan 4: 7-10]
30-12-2012 | Rev. Jaerock Lee
Pasaje
[1 Juan 4: 7-10]
"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados".
La lectura del pasaje de este día en 1 Juan 4:7-8 dice, "Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor".
El pasaje dice 'amémonos unos a otros', y este amor es amor espiritual.
La forma más fácil de discernir entre el amor carnal y el amor espiritual es compararlo con el capítulo del amor espiritual, 1 Corintios 13.
El amor espiritual es paciente, es benigno, y no es jactancioso ni se envanece.
Aquellos que tienen amor carnal expresan su amor usando demasiadas palabras. Pero si no les agrada algo sobre los demás, no pueden ser pacientes con ellos. Se enojan y muchos incluso empiezan a pelear con ellos.
Además, el amor espiritual no hace nada indebido, y no busca lo suyo.
El amor no ve de menos a los pequeños sino que considera a los demás como mejores que a sí mismo.
Con amor carnal ellos hablan o hacen cosas indebidas solamente porque están cerca de los demás.
Quieren dar y recibir amor de la forma que a ellos les agrada, de acuerdo a su propio beneficio.
Además, cuando se aman entre ellos apasionadamente, parecen escuchar a la otra persona, pero pronto la pasión de su amor se enfría y el amor cambia.
Nosotros podemos comprender cuánto amor espiritual tenemos cuando comparamos nuestro amor con cada característica del amor espiritual.
En el mundo, algunas personas aman a otra persona invariablemente.
Aunque es raro, en ocasiones ellos se sacrifican a sí mismos por otra persona. Sin embargo, no podemos decir que su amor sea amor espiritual.
Esto se debe a que ellos no pueden dar vida eterna a la otra persona como resultado de su amor.
El verdadero amor espiritual por otra persona es el amor que hace que el alma de la otra persona prospere.
Para tener esta clase de amor espiritual, tenemos que amar a Dios primero y luego amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Si nosotros amamos a Dios y verdaderamente amamos a otras personas, también ayudaremos a esa persona a que ame a Dios en primer lugar, para que su alma pueda prosperar y pueda llegar a un mejor lugar de morada celestial.
Si ustedes realmente aman espiritualmente a su esposo, a su esposa, o a sus hijos, no les pedirán que les amen por sobre todo, sino que amen a Dios por sobre todo.
Si realmente aman a sus padres, no solamente les servirán físicamente sino también espiritualmente. Desesperadamente desearán predicarles el evangelio para que puedan ir al Cielo también.
Sin embargo deben ser cuidadosos aquí.
Ustedes podrán decir que los aman y les predican el evangelio, pero en realidad no les muestran ninguna obra de servicio, por lo tanto los desagradan. Esto no es amor espiritual.
Si simplemente les piden a otros que los acompañen a la iglesia sin ningún servicio o sacrificio de parte suya, entonces el corazón de los demás no puede ser conmovido. Incluso si los persuaden con discursos elocuentes, sus corazones no serán conmovidos.
Marcos 7:9-12 presenta las palabras de Jesús sobre el comportamiento erróneo ocasionado por mal interpretar lo que es carnal y lo que es espiritual.
Este dice, "Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre".
Ellos no sirven a sus padres movidos por su propia codicia, usando a Dios como una excusa.
Esto no es servir a Dios sino más bien quebrantar Sus mandamientos.
El amor espiritual también contiene servicio y sacrificio sustancial que es hecho de acuerdo al deber de todos los hombres.
En conclusión sobre esto, a fin de revisar si hemos cultivado el amor espiritual, tenemos que comparar nuestro amor con cada cualidad del capítulo del amor espiritual, y revisar si deseamos o no que el alma de otra persona prospere y si deseamos entregar nuestra vida por esa persona.
Hermanos y hermanas, la lectura de este día dice que este amor es de Dios.
El amor del capítulo del amor, el amor espiritual que hace que el alma de otra prospere y que le da verdadera vida, proviene solamente de Dios.
El enemigo el diablo y Satanás no puede dar esta clase de amor ni conoce este amor.
Aquellos que pertenecen al mundo tampoco pueden tener verdadero amor.
Nosotros podemos amar con amor espiritual solamente cuando hemos nacido de Dios.
Es decir, podemos dar amor espiritual al grado en que nuestros corazones estén llenos con la verdad después que hayamos recibido al Espíritu Santo y nos hayamos convertido en hijos de Dios.
Es por eso que la lectura dice que aquellos que tienen amor espiritual son nacidos de Dios y que le conocen a Él.
Conocer a Dios significa que sabemos quién es Dios, no solamente como conocimiento en nuestra mente, sino que nuestros corazones están llenos con la verdad que pertenece a Dios.
Debido a que Dios Mismo es amor, aquellos que conocen a Dios, es decir aquellos que han conocido la verdad, tampoco pueden evitar amar a las otras personas.
Hermanos y hermanas, el versículo dice que Dios es amor, y ¿cómo podemos sentir este amor?
En ocasiones algunas personas dicen que ellos no pueden sentir el amor de Dios en su corazón. Dicen que no pueden sentir que Dios les ama porque Él no es visible.
Pero Dios mostró Su gran amor por medio de la gran evidencia que se manifestó entre nosotros.
La evidencia es Jesucristo.
La lectura de este día en 1 Juan 4:9-10 dice, "En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados".
A fin de salvar a los pecadores que se oponían a Dios y se habían distanciado de Dios, Él sacrificó la vida de Su único Hijo.
En esto consiste el amor.
El más grande de todo amor fue manifestado por medio de este evento que nadie podía imaginar.
Dios el Creador del universo entero, y Su único Hijo Jesús vino a este mundo en la forma física de los pecadores.
Él vivió una vida de pobreza para redimir a la humanidad de la pobreza, y redimió a los pecadores al recibir el cruel castigo de la crucifixión.
Propiciación es ofrenda de paz entregada para hacer paz entre Dios y los hombres.
Ofrenda de paz en los tiempos del Antiguo Testamento era ofrecida cuando ellos estaban agradecidos por ciertas cosas, o para agradar a Dios, o cuando estaban haciendo un voto de consagración para Dios o para recibir respuesta a sus deseos.
Cualquiera que los propósitos hayan sido, el significado básico de ofrenda de paz es hacer paz entre Dios y los hombres.
Una vez establecida la paz entre Dios y nosotros sin ninguna barrera de por medio, Dios nos da fortaleza para morar en la verdad y nos da respuestas a los deseos de nuestro corazón.
Pero para que nosotros, que fuimos una vez pecadores, tengamos paz con Dios, tiene que haber un sacrificio para el perdón de los pecados.
Y este sacrificio fue Jesús, el único Hijo de Dios.
Los pecadores no pueden encontrarse con el Dios santo; ni pueden comunicarse con Él ni recibir respuestas de Él.
Ellos tampoco pueden amar a Dios.
Sin embargo, Dios nos amó primero y sacrificó a Su único Hijo para el perdón de nuestros pecados.
De esta forma, la paz fue establecida entre Dios y nosotros, así que ahora podemos amar a Dios y recibir salvación, respuestas, y bendiciones.