• El Señor es el Cristo (2)

    [Filipenses 2:5-8]

    29-03-2013 | Rev. Jaerock Lee

    • Escritura

      [Filipenses 2:5-8]
      [5] Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
      [6] el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
      [7] sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
      [8] y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.


      Voy a continuar con la 1ra parte de "El Señor es el Cristo" que se predicó el domingo pasado en la mañana.
      El domingo anterior expliqué el significado del 'Cristo' y los significados contenidos en los sufrimientos de Jesús.
      Isaías 53:5 dice: "...el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados".
      La vida de un pecador no puede tener bienestar ni prosperidad.
      Los que cometen pecados se convertirán en presa del enemigo diablo y Satanás de acuerdo a la ley del reino espiritual.
      En Génesis 3:14, Dios le dijo a la serpiente, es decir a Satanás quien instigó a la serpiente: "...y polvo comerás todos los días de tu vida".
      En este contexto, el 'polvo' representa al hombre carnal que comete pecados.
      El enemigo diablo y Satanás provocará varias persecuciones y pruebas a aquellos que viven en pecado.
      Cuando sufren por estas cosas, el enemigo diablo y Satanás se regocija al verlos sufrir.
      Pero aquellos que han aceptado al Señor como Salvador y viven una vida libre de pecado no sufrirán pobreza, enfermedades o accidentes que son provocados por Satanás.
      Por cuanto Jesús resolvió el problema de nuestros pecados al recibir el castigo en Sí mismo, llegamos a tener bienestar.
      La razón por la que Jesús nació en un establo deplorable y vivió una vida de pobreza fue para redimir a la humanidad de su pobreza.
      Asimismo, aunque uno esté enfermo o débil, si se arrepiente de los pecados con todo el corazón y derriba el muro de pecado, podrá ser sanado.
      La Escritura dice: "por su llaga fuimos nosotros curados".
      En Mateo 8:17 se expresa: "...para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias". Como está escrito, somos sanados por las llagas de Jesús y porque Su cuerpo fue lastimado. El flagelo en esa época era un arma mortal que tenía piezas de plomo o de huesos en el borde.
      Un soldado romano bien entrenado flageló a Jesús.
      Su carne fue desgarrada por el flagelo, y Su sangre se derramaba por las heridas.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo y televidentes:
      Mientras Jesús desarrollaba Su ministerio en su frágil cuerpo humano, Él soportó hambre y cansancio y soportó los temibles flagelos, grandes clavos y el dolor de las espinas mientras era crucificado.
      ¿Acaso fue fácil para Él soportar todo esto porque es el Hijo de Dios? ¡Por supuesto que no!
      Jesús superó todos estos sufrimientos con el poder del amor.
      Su inmenso amor por la humanidad le permitió soportar todo el dolor y el sufrimiento.
      Y Él lo hizo todo cuando aún éramos pecadores.
      Este amor nos salvó a nosotros que éramos pecadores malditos, como cadáveres, desde el fuego inextinguible del Infierno.
      Por consiguiente, anhelo que ninguno de ustedes diga: "No puedo creer en el amor del Señor; no puedo sentirlo".
      Están respirando después de obtener una nueva vida, y están conmemorando el amor del Señor en la cruz, todo gracias a Su amor.
      Podemos hacer cualquier cosa con el poder de este amor.
      Los corazones que son manchados con los pecados que son escarlata, se pueden volver blancos como la nieve.
      Podemos santificar nuestro cuerpo y corazón.
      Por tanto, anhelo que todos ustedes se levanten rápidamente como personas de espíritu y Espíritu Completo, que son santificadas.
      Ruego en el nombre de nuestro Señor el Cristo quien sufrió, que al hacer esto ustedes ofrezcan gozo y consuelo a Dios Padre quien ha entregado a Su único Hijo.
      A diferencia de cualquier otra semana del año, veo que durante esta semana ustedes se sienten más agradecidos por la gracia y amor de nuestro Señor.
      El domingo anterior prediqué la primera parte de este mensaje titulado "El Señor es el Cristo".
      Expliqué lo que nuestro Jesús tuvo que atravesar para convertirse en el Cristo.
      Esta noche, en la segunda parte de este mensaje ("El Señor es el Cristo"), les diré qué tipo de actitud tuvo Jesús para llegar a ser el Cristo.
      Anhelo que puedan comprender el corazón del Señor con mayor claridad.
      Cuando comprendan Su corazón con más claridad, anhelo que puedan recibir mayor gracia mientras sienten el corazón del Señor Jesús cuando miren la Cantata de la Pascua en la segunda parte de este servicio.
      Agradezco al Comité de Artes Escénicas, a su elenco y equipo, y al personal externo por su gran trabajo y esfuerzo por la presentación de Pascua.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo:
      ¿Qué tipo de actitud tuvo Jesús para llegar a ser el Cristo?
      Primero tuvo una actitud de suma obediencia.
      Estuvo listo para demostrar sumisión perfecta y obediencia a lo que Dios el Padre deseaba.
      Ahora, ¿qué era lo que Dios el Padre deseaba de Jesús?
      Era enviar a Jesús al mundo material y hacer de Él el sacrificio expiatorio por los pecadores.
      Es decir, Jesús inmaculado tuvo que recibir terribles castigos que solo los delincuentes debían recibir.
      Él tuvo que ser colgado en un madero, que es un símbolo de maldición, derramó Su sangre y murió.
      Jesús sabía que si Él obedecía la voluntad de Dios Padre, tendría que pasar por todo esto; aun así, Él dijo "Amén".
      Tal como 2 Corintios 1:19 dice: "Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, ... no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él".
      Él no dijo: "Padre, no puedo hacer eso. ¿Por qué debo ser Yo? ¿Por qué debo hacerlo?" Él no trató de evitarlo.
      No dijo: "Padre, ¿es esta la única manera?" No intentó buscar una salida más fácil.
      Simplemente obedeció, con un Amén.
      Desde la perspectiva de la justicia y el amor, Jesús tenía claro entendimiento de la razón de por qué Dios el Padre lo estaba enviando a la Tierra.
      Es decir, para poder redimir a la humanidad del pecado de manera definitiva, debía haber 'derramamiento de sangre' de un hombre sin pecado.
      Esto es así porque Levítico 17:11 dice: "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación...".
      No obstante, la humanidad entera desciende de Adán y todos han nacido con el pecado original.
      Sin importar cuán buena y recta sea la vida de un hombre, este no puede redimir a la humanidad del pecado.
      Por consiguiente, el Hijo de Dios tenía que venir a este mundo en carne.
      Por medio del cuerpo prestado de la virgen María, Él fue concebido por el Espíritu Santo.
      Nuestro Jesús conocía acerca de esta ley de justicia muy bien.
      También sabía muy bien acerca del amor de Dios el Padre por las almas que eran pecadoras.
      Jesús sentía el mismo amor ardiente de Dios el Padre quien desea guiar a las almas a salvación incluso mediante el sacrificio total.
      Y así, Jesús pudo obedecer sin objetar la voluntad de Dios el Padre.
      A Él jamás se le obligó a que obedeciera.
      No solo entendió la voluntad de Dios el Padre, sino que era Uno con Dios en corazón, y Él deseó cumplir la voluntad de Dios.
      Él consideró 'el trabajo de completar el camino de salvación para los pecadores' no solo como uno de Dios el Padre, sino también su propio trabajo.
      En un solo corazón y con una misma voluntad, Él deseó cumplir la Providencia de la salvación de la humanidad.
      Es por eso que Él no pudo hacer más que obedecer.
      Cuando ustedes cumplen con las obras del Reino de Dios, si tienen el mismo corazón que el del Señor, naturalmente obedecerán Su voluntad.
      En primer lugar deben entender la buena voluntad de Dios contenida en el orden de Dios.
      Y deben contar la obra del reino de Dios el Padre como suya.
      Si están listos de este modo, podrán obedecer sin importar cuál pueda ser el trabajo.
      Por el contrario, los que dicen: "Es el trabajo de Dios. ¿Por qué debo hacerlo yo?", desobedecerán aunque es un acto de bondad.
      Hasta ahora yo solo he obedecido la voluntad de Dios.
      Aun cuando Él me ha pedido que haga lo que ha parecido imposible hacer o entender con el pensamiento y habilidad humanas, yo solo he dicho Amén.
      La probabilidad era que, al decir Amén, yo podría entender la buena voluntad contenida en ella.
      Además, al obedecer y tomar un paso adelante, la niebla se aclaraba y se podía ver el camino.
      Al final he podido cosechar frutos abundantes y se ha revelado la gloria de Dios.
      Esta es una de las muchas cosas por las que Dios el Padre me elogia.
      En un sentido carnal, parece que Dios me pone en situaciones difíciles a propósito, pero aun en medio de ellas, yo solo he buscado Su voluntad.
      He recibido mucho entrenamiento espiritual, tanto que las palabras no son suficientes.
      En cada momento del entrenamiento, yo incluso he entendido la profunda voluntad de Dios y por qué Él me ha puesto en dicha situación.
      Por fe he esperado que Dios me dé grandes bendiciones y gloria después del entrenamiento, y simplemente he obedecido en silencio.
      Dios el Padre ha dicho que le conmueve verme así.
      Él me ha permitido producir mucho más fruto del que originalmente Él tenía en mente.
      Este es el tipo de obediencia con la que Dios el Padre se complace.
      Con este tipo de obediencia, nuestro Jesús pudo convertirse en el Cristo.
      Les animo a que se conviertan en alegría para Dios el Padre con este tipo de obediencia.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo:
      En segundo lugar, para que Jesús pudiera llegar a ser el Cristo, tuvo una actitud dispuesta de sacrificio y devoción.
      En este caso, el término 'sacrificio' es un acto de entrega de nuestra vida, fortuna, honor o algo importante o valioso por el bien de los demás.
      'Devoción' es el proceso de inversión de mucho tiempo o energía en una actividad.
      Nuestro Jesús lo entregó todo a fin de llegar a ser el Cristo, el Salvador de los pecadores.
      Para alcanzar la Providencia de la salvación de la cruz que Dios el Padre había planificado antes de los tiempos, Él mostró devoción con todo Su corazón y cuerpo.
      Él no tenía deseos de buscar Su propio beneficio.
      Completó el camino de salvación de la cruz con la actitud de asumir cualquier daño, sin importar cuál pudiera ser.
      Como resultado, el muro de pecado que separó a los pecadores de Dios fue derribado.
      Fue tal como lo expresa Efesios 2:16, que dice: "...y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades".
      Para reconciliar a los pecadores con Dios, Jesús mismo llegó a ser el sacrificio expiatorio.
      No obstante, Él nos dio la tarea de la reconciliación.
      Respecto a esto, en 2 Corintios 5:19 leemos: "...que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación".
      Para poder encargarnos de esta tarea de reconciliación, nosotros también debemos sacrificarnos y mostrar devoción tal como lo hizo el Señor.
      No debemos esperar tener paz con todos si no nos sacrificamos a nosotros mismos.
      En especial, si desean llegar a ser siervos y obreros de Dios, deben estar listos para mostrar devoción y compromiso.
      En Lucas 14:26-27, Jesús dijo: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo".
      Nuestros siervos de Dios y obreros levitas deberían recordar este verso ya que han recibido grande gracia y amor durante este período de gracia de tres meses.
      Ahora pueden tener una respuesta clara de qué tipo de actitud deben tener para vivir por el Señor.
      Para recibir este período de gracia de tres meses de parte de Dios el Padre, tuve que asumir la 'espada del castigo' en lugar de ustedes.
      Por causa del impacto que absorbí, mi habilidad para ver y escuchar se ha debilitado; la funcionalidad de todo mi cuerpo ha decaído en serio.
      No tengo ninguna enfermedad ni hay algo mal en mi cuerpo.
      Sin energía en mi cuerpo, tuve que absorber el impacto masivo; apenas pude mantener mi aliento.
      Es más, las cartas de arrepentimiento de parte de los pastores, obreros levitas y miembros añadieron gran presión mental en mí.
      No obstante, pude soportarlo porque tenía la confianza de que ustedes y Dios podían reconciliarse a través de mi sacrificio y devoción.
      Adicionalmente, Dios el Padre me hizo la promesa de que permitiría que ustedes empezaran de nuevo a partir del Domingo de Pascua.
      Por consiguiente, de ahora en adelante, jamás deben hacer cosas para quebrantar la paz con Dios.
      Cuando cometen pecados, un muro los separa de Dios y se rompe la paz.
      Un pecado que conduce a la muerte construye un muro que jamás se puede quebrantar.
      Si buscan la paz con Dios, podrán pedir con confianza todo lo que desean.
      Y podrán recibir las respuestas a todo lo que pidan.
      Es más, si buscan la paz con todos los hombres, llegarán a ser hijos verdaderos de Dios.
      Si se convierten en hijos verdaderos de Dios, un nivel diferente de autoridad espiritual los respaldará.
      Tal como nuestro Señor manifestó el poder de Dios en calidad de Hijo de Dios, ustedes también pueden llegar a tener esa habilidad.
      El Señor se complace mucho cuando se convierten en hijos verdaderos de Dios después de que ustedes y Él se reconcilian por medio de Su sacrificio y devoción.
      Pero deben recordar que solo cuando se sacrifican a sí mismos tal como lo hizo Jesús, podrán tener paz, no solo con Dios sino con todos los hombres.
      Amados hermanos y hermanas:
      Para poder llegar a ser el Cristo, Jesús estaba lleno de amor en Su corazón.
      Anteriormente dije que Él tenía una actitud de obediencia y estaba dispuesto a sacrificarse a Sí mismo para convertirse en el Cristo.
      Nuestro Jesús podía hacer todo esto porque estaba lleno de amor en Su corazón.
      Para convertirse en el Salvador de los pecadores, Él pudo obedecer incluso al punto de Su muerte.
      Él existía en la forma de Dios, pero se despojó de Sí mismo, asumió la forma de un siervo y se sacrificó a Sí mismo por completo.
      Todo esto se hizo posible porque Su corazón estaba lleno de amor por Dios el Padre y por las almas.
      Si ustedes aman a Dios el Padre desde el fondo del corazón, no hay nada que puedan hacer más que obedecer Su voluntad.
      No dirán: "¿Tengo que hacer esto?" Tampoco intentarán evitar Su voluntad.
      No dirán: "No quiero hacerlo...", o "¿Por qué debo hacerlo yo?" No tratarán de desobedecer.
      Solamente dirán 'Sí' y 'Amén'; mientras más grande sea su amor, más intentarán hacer Su voluntad.
      'El poder del amor' es tan grande que puede tornar en posible lo imposible.
      Cantares 8:6 dice: "...Porque fuerte es como la muerte el amor".
      Y el siguiente verso (8:7), dice: "Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían".
      Nuestro Jesús pudo obedecer la voluntad de Dios al punto de morir por los pecadores; fue también gracias al poder del amor.
      El amor que tuvo Jesús superó en gran manera al temor y al dolor del sufrimiento en la cruz.
      Era tal como lo dice 1 Juan 4:18: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor...".
      Por esta misma razón, Dios el Padre pudo entregar a Su Hijo amado para sufrir aquella terrible muerte.
      Su amor por las almas fue mayor que el dolor que podía sentir al ver a Su hijo sufriendo.
      También de esta manera Jesús logró superar el dolor y pesar, y pudo completar la Providencia de salvación de la cruz.
      Respecto a esto, 1 Juan 4:10 dice: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados".
      Si ustedes creen en el amor de este Dios el Padre y dependen del Señor desde el fondo del corazón, ciertamente podrán superar cualquier dificultad y sufrimiento.
      Romanos 8:35 dice: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?"
      Y en Romanos 8:37 leemos: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
      Yo mismo he pasado por muchos refinamientos de bendición en los 30 años de ministerio, y he podido superarlos con el poder del amor.
      Cuando se me dio a conocer al mundo entero como una persona mala por causa de las difusiones falsas, lo superé solo con fe en el hecho de que 'el Padre me ama'.
      Aunque todos los hombres apuntasen sus dedos contra mí, el hecho de que el Padre conoce la verdad y que Él me ama, consoló mi corazón.
      Anhelo que ustedes amen a Dios el Padre todavía más y que sean amados por Él.
      Con ese poder del amor, podrán conquistar el mundo.
      Por cierto, aunque se sumerjan en el espíritu y Espíritu Completo, quizás tengan persecución.
      Este es el caso cuando se sufre persecuciones por causa del nombre del Señor.
      Es tal como lo dice el Señor en Mateo 5:11: "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo".
      Incluso al enfrentar la persecución, los que verdaderamente aman a Dios con el corazón pueden superarla fácilmente.
      Más bien se regocijarán y alegrarán.
      Esto es porque el Señor ha dicho: "Tu recompensa en los Cielos es grande".
      Los antepasados de la fe que fervientemente amaron a Dios se regocijaron y alegraron cuando fueron perseguidos por causa del Señor.
      Pero si consideran difícil vivir incluso de acuerdo a la Palabra del Señor, ¿pueden decir que en realidad lo aman?
      El Señor lo sacrificó todo por ustedes.
      ¿Cómo no amar a este Señor?
      Si lo aman, le obedecerán; si lo aman, podrán sacrificarse a sí mismos.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo:
      Filipenses 2:5 dice: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús".
      Esta noche he explicado tres actitudes que nuestro Jesús tuvo para poder convertirse en el Cristo.
      Estas son: la actitud de nada más que la obediencia, la actitud dispuesta de sacrificio y devoción, y el amor por el Padre y las almas.
      Anhelo que ustedes puedan sentir aquel corazón del Señor mientras escuchan la Cantata de la Pascua en la segunda parte de este servicio.
      Tengo el deseo de que el corazón del Señor se refleje con exactitud en el de ustedes.
      Ruego en el nombre del Señor Jesucristo que ustedes jamás olviden la gracia y amor de Dios el Padre, y que busquen solo el camino de la verdad hasta que el Señor regrese.


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