[Mateo 5:1-12]
22-05-2008 | Rev. Jaerock Lee
Las Bienaventuranzas 1
La Escritura:
Mateo 5:1-12
5:1 Viendo la multitud, subió al monte\; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
5:2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
5:3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
5:4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5:5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
5:8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
5:9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
5:11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
5:12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos\; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Estimado Hermanos en Cristo:
Durante las siguientes semanas voy a predicarles sobre las Bienaventuranzas. Este mensaje es muy importante para que los hijos de Dios lleguen a santificarse y puedan entrar a la Nueva Jerusalén. Es un valioso mensaje que contiene información fundamental acerca de cómo debemos cambiar para asemejarnos al corazón del Señor. A medida que más conozcamos la verdad y nos despojemos del pecado, más frutos de amor, del Espíritu, y de las Bienaventuranzas se producirán en nosotros. Y el creyente que lleva todo el fruto del Espíritu llegará a santificarse y podrá entrar al Tercer Reino de los Cielos. Y podrá llegar a la Nueva Jerusalén con un perfecto espíritu si logra que las Bienaventuranzas se cumplan en su vida.
Por lo tanto, se puede decir que uno logra la perfección espiritual solamente cuando produce los frutos del Espíritu, del amor y cuando las Bienaventuranzas se cumplen y se realizan plenamente en su vida.
Además, usted ha empezado a producir fruto y producirá continuamente los frutos de las bendiciones en la misma medida en que se ha preparado o ha dispuesto su vaso como la novia del Señor. Anhelo saber las cosas nuevas que nos ha de revelar nuestro Dios y que puerta de bendición nos abrirá al finalizar este año cuando alcance la perfección espiritual y avance con la esperanza de llegar a la Nueva Jerusalén. Está de acuerdo conmigo, ¿No es cierto? Entonces no debe sólo esperar y anhelar simplemente, sino que debe limpiar su corazón para alcanzar la perfección espiritual y producir mucho fruto en sus deberes con apasionado empeño siendo fiel en todo. Sólo entonces, al terminar cada año, podrá decir sin temor a equivocarse que realmente anhela las bendiciones del Padre. Este momento, al examinarse a través de este hermoso mensaje sobre las Bienaventuranzas, puede ser para usted la gran oportunidad para recibir gracia y fortaleza de lo alto.
Es mi oración en el nombre del Señor que a través de este mensaje sobre las Bienaventuranzas, que se va a predicar a partir de hoy, su corazón sea edificado\; y que usted esté preparado para entrar a la Nueva Jerusalén.
Estimado Hermanos en Cristo:
No debe haber alguien a quien no le guste ser bendecido. Sin embargo, ¿Qué entendemos por bendición? Por lo general, la gente cree que ser bendecido significa tener riquezas, fama y autoridad, tener paz en la familia, y cosas parecidas. Pero éstas no son verdaderas bendiciones. Aquellos que no saben de la existencia de la vida después de la muerte\; es decir, del cielo y del infierno, piensan que en este mundo se acaba la vida, y que vivir una vida feliz en esta tierra es ser bendecido. Claro, uno puede decir que es una bendición tener salud, riquezas, paz en su familia y que sus hijos crezcan bien. Y sería mejor si tuviera también honra, autoridad y que nada le faltara. La mayoría de la gente cree que únicamente esto es la bendición.
¿Sin embargo, cuantas personas hay en el mundo que reciben todas estas bendiciones? Algunos tienen riquezas pero no tienen paz o tienen problemas con sus hijos todo el tiempo. Entonces, ¿Cómo pueden decir que son bendecidos? Si alguien en su familia está enfermo, ¿Podrá decir que está siendo bendecido? Por el contrario, toda la familia se debe sentir triste por el enfermo. ¿Hay alguien que pueda decir que es bendecido en todo? Aunque exista tal persona, ¿Podrá decir que es verdaderamente bendecido? ¿Diría usted que es bendecido solamente porque está sano en este momento? Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro aunque tenga buena salud ahora. Alguien estaba sano ayer pero descubre que tiene cáncer hoy. Siente un dolor y le diagnostican que tiene un cáncer en tercer grado.
Y ninguno sabe lo que sucederá mañana. Cualquiera pudiera sufrir un accidente de tránsito mañana. O pudiera sufrir un daño cerebral. No sabe lo que pasará el día de mañana. Por lo tanto, siempre estará inquieto o preocupado de que le roben su dinero o de tener un accidente de tránsito. Pudiera sentirse preocupado o temeroso de viajar en avión. Mientras tenga más riquezas, con toda seguridad, vivirá con más temor y ansiedad. ¿Cuántos pueden vivir una vida verdaderamente feliz alejada del Señor? Aunque alguien tenga y disfrute de todas estas bendiciones, ¿Acaso tendrá la verdadera bendición? Esta prosperidad se acabará con el paso del tiempo o podrá esfumarse en un momento. Con ellas no podrá obtener vida eterna. ¿De que vale tener y disfrutar de buena salud, prosperidad, y diversiones durante toda la vida si cuando muera va al infierno?
En consecuencia, la verdadera bendición es ser salvo y tener vida eterna para ir al cielo. Además, sólo la bendición que se da a los hijos salvos de Dios cuando viven en Su voluntad es la verdadera bendición: permanente y abundante. La razón por la que Jesús, el hijo de Dios, vino a esta tierra fue para hacer que todos los hombres recibieran la verdadera y eterna bendición de Dios. Por eso, Jesús predicó este mensaje de bendición muchas veces desde que empezó Su ministerio. No solamente una vez, sino que lo predicó repetidamente en muchos los lugares adonde fue en el transcurso de su vida. Este mensaje que vamos a predicar a partir de hoy, es un mensaje de bendición para que todos, creyentes o no, sean también bendecidos.
Estimado Hermanos en Cristo:
Ahora examinemos detalladamente una por una las Bienaventuranzas que Jesús predicó.
La primera bendición la encontramos en Mateo 5: 3, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”
En sentido opuesto, diríamos que los ricos en espíritu no son bendecidos y van al infierno. Los pobres en espíritu son bendecidos y van al cielo pero los ricos en espíritu no son bendecidos. ¿Por qué? No son bendecidos ya que su fin es el infierno. Es decir, los ricos en espíritu van al infierno y los pobres en espíritu van al cielo. Por eso, les pido que presten especial atención a este mensaje y entiendan lo que significa ser pobre en espíritu.
¿Le gusta ser pobre o ser rico? Por supuesto, a todos nos gusta ser ricos. Ser bendecido económicamente y llegar a ser rico es bueno, ya que de esa manera podremos glorificar a Dios, nos será más fácil predicar a otros, y podremos contribuir con bastante dinero para ayudar a los pobres y a la obra misionera. Sin embargo, el pasaje dice que los pobres son bienaventurados. Este versículo podría parecer extraño para los que no conocen su significado espiritual. Pero “los pobres” en este versículo no se refiere a los pobres en finanzas sino a los pobres en espíritu, es decir, de corazón. Ser pobre en espíritu significa tener un corazón bueno sin maldad o avaricia. Es decir, saber cómo desprenderse o despojarse de las cosas materiales. Y ser pobre en espíritu de esta forma está directamente relacionado con la salvación del espíritu y del alma.
Jesús dijo en Marcos 10: 25, “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” Un camello es grande. Pero el ojo de una aguja es pequeño. ¿Es posible que un camello pase por el ojo de una aguja? Nunca. Eso nunca puede suceder. Sin embargo, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios. Es decir que los ricos nunca podrán entrar al Reino de Dios. Por favor, los ricos, no se sientan decepcionados. Escuchen con mucha atención. Los pobres en espíritu están deseosos de conocer las cosas espirituales y están sedientos de ser llenos de la gracia de Dios. Entonces les es fácil obedecer lo que predicamos. Por eso, en la misma medida en que sean pobres en espíritu, serán más rápidamente salvos.
Ayer me encontré con un joven. Es muy bueno y fiel a Dios. Me dijo, ‘Rev. quiero que ore por la evangelización de mi familia. Por favor ore por mí.’ Me pidió que orara luego de haber ofrendado a Dios una gran suma de dinero para la construcción del Santuario de Canaán. Entonces le pregunté, ‘¿Por qué aun no has evangelizado a tu familia, a pesar que tus hermanos tienen un buen corazón?’ Entonces él me explicó la razón. Me dijo que no hizo lo que su familia quería que hiciera. ¿Por qué? La explicación es comprensible. Su familia quería que él ayudara en ciertas labores. Pero no podía porque si lo hacía, no tendría el suficiente tiempo para cumplir con sus deberes para con Dios. Entonces, escogió cumplir su deber y ser fiel a Dios, en vez de obedecer a su familia. No aceptó el trabajo que su familia quería para él, sino el trabajo que él había escogido en el que con toda tranquilidad podía cumplir fielmente sus obligaciones para con Dios.
Eso no le gustó a su familia. Y le siguen pidiendo que trabaje en la compañía que ellos quieren y que les ayude. La razón por la cual no menciono el nombre de la compañía es porque podrían saber de quien estoy hablando si lo dijera. El podría ganar un mejor salario si ayudara en los negocios de su familia. Sin embargo, rechazó esa oferta de trabajo. ¿Por qué? Porque no tendría el suficiente tiempo para ser fiel a sus deberes para con Dios. Por esta razón dijo que no. Por eso ahora su familia lo mira mal. ¿Se imaginan la fe de este hermano? No lo hizo por dinero sino por ser fiel a Dios. Por eso, ¡Que fe tan buena tiene!
Así que, ayer le dije qué tenía que hacer en esta clase de situación para evangelizar rápidamente a su familia. Como el corazón del hermano es bueno, sus familiares también deben tener un buen corazón. ¿Acaso no les ha predicado? Si. Pero no le hicieron caos. ¿Por qué no? Es porque son ricos y son prosperados en todo. Por eso es que no le prestan atención no importa con cuanto fervor y entusiasmo les predique. Sólo le dicen, ‘¿Por qué no trabajas con nosotros y ganas más dinero?’
Efectivamente, si uno predica el Evangelio a los ricos en espíritu, ellos dirán, ‘Sigue tú adelante y sé un buen creyente.’ O ‘¿Acaso necesito de Dios? Estoy siendo bendecido viviendo así. No me falta nada.’ La mayoría de los ricos en espíritu no le harán caso cuando les predique. Sin embargo, no importa lo ricos que sean en espíritu, o lo ricos que sean sus padres, vecinos o sus amigos, aún así tiene que predicarles. Entonces, un día, cuando sean pobres en espíritu, vendrán a los pies del Señor. Pensarán y se acordarán de lo que antes les predicó. Y vendrán a la iglesia para tener un encuentro personal con Dios por lo que usted les predicó. Hay muchos casos como este.
Entonces, serán pobres en espíritu y buscarán la gracia de Dios que llenará su pobre corazón. Por consiguiente, es más viable que los pobres en espíritu sean salvos ya que fácilmente escuchan la Palabra y entienden cuando se les predica.
Sin embargo, los ricos cuyos corazones aman demasiado las cosas terrenales, es decir, los ricos en espíritu no son así. Algunos de ellos no escuchan el Evangelio porque no les falta nada: Hay una relativa paz en sus familias y les va bien en sus negocios. Asimismo, algunos otros no les gusta ser evangelizados porque saben que deben dejar las cosas del mundo y en fondo no lo quieren hacer. Es decir, no escuchan la Palabra porque son ricos en cosas materiales. Otros dicen que no tienen tiempo para venir a la Iglesia porque están muy ocupados haciendo dinero en sus negocios o estudiando para una evaluación o examen en la universidad. Dicen, ‘¿Porque voy a perder mi tiempo yendo a la iglesia si estoy muy ocupado ganando dinero? Estas personas no tienen el espíritu dispuesto para buscar a Dios ya que tienen su corazón lleno de cosas terrenales. Es difícil que sean salvos. Además, como son ricos, van al hospital o usan otros medios para curarse de alguna enfermedad.
Muchos llegan a nuestra iglesia enfermos y aquí recobran la salud. ¿Sin embargo, porque nuestra iglesia no se enriquece financieramente? Es porque aquellos que vienen para ser sanados ya han gastado todo el dinero que tenían antes de llegar a nuestra iglesia. Gastaron todo el dinero yendo a hospitales por años para ser tratados de sus enfermedades. Y al final se quedaron sin dinero. Por eso ya no tienen dinero para ir al hospital. De acuerdo a los médicos, les queda muy poco tiempo de vida. No tienen a nadie en quien confiar. Nada en el mundo los puede auxiliar. El hospital no puede ayudarlos. La medicina no puede sanarlos. El dinero ya no les sirve. Solamente entonces, vienen a nuestra iglesia cuando sus hijos les predican, fingiendo estar motivados por la insistencia de ellos. Ha habido muchos casos parecidos. No obstante ello, Dios incluso así obra en esas personas que vienen con una actitud de ser pobres en espíritu.
Así como un camello no puede pasar por el ojo de una aguja, de igual manera es difícil que los ricos entren al reino de los cielos. Sin embargo, en un determinado momento estas personas pueden llegar a ser pobres en espíritu si se les predica continuamente. Por alguna razón, de pronto sienten un vacío en sus vidas o busquen algo en que confiar cuando fracasan en los negocios o en cuanto tienen problemas en la familia o en el momento en que llegan a enfermarse gravemente. Entonces, a pesar que antes nunca lo escucharon cuando les predicó, ahora tal vez deseen hacerlo. Aunque antes criticaron el evangelio y acosaron a los creyentes, ahora puede que con humildad acepten el evangelio. Asimismo, aquellos que ante de Dios llegan a ser pobres en espíritu, serán bendecidos para arrebatar y entrar al reino de Dios.
Estimados Amigos y Hermanos:
¡Que gran bendición es poseer el reino de Dios! En el capítulo 16 del evangelio de Lucas, Jesús a manera de ejemplo nos narra la historia de un hombre rico y de un mendigo llamado Lázaro. El rico vestía y comía bien\; y vivía una vida llena de lujos en esta tierra, mientras que el mendigo Lázaro se alimentaba de las migajas, pidiendo limosna. Además, estaba tan enfermo que los perros venían y lamían sus llagas y heridas.
Lázaro murió siendo muy pobre y fue enterrado. No obstante, la situación cambió totalmente después que ambos murieron. Y cambió porque el hombre rico no creía en Dios pero Lázaro si. Y mientras que Lázaro fue salvo y descansaba tranquilamente a lado de Abraham, el hombre rico en medio del sufrimiento del castigo que estaba pagando, suplicaba y pedía a Abraham que enviara a Lázaro para que con una gota de agua refrescara su lengua.
Si alguien cae en este terrible infierno, nada tiene valor, aunque en este mundo haya sido millonario, o haya tenido autoridad y poder, o incluso haya sido un rey. Al momento de sufrir este terrible fuego en el infierno todos son iguales. No hay ninguna esperanza en este eterno sufrimiento. Entonces, ¿Quién fue realmente bendecido? ¿Lázaro quien vivió como mendigo y padeció enfermedades? ¿O el hombre rico quien siempre disfrutó de banquetes y vivió lujosamente? Al final de cuentas fue el mendigo quien resultó bendecido. ¿Por qué? Fue porque buscó a Dios. El rico no lo buscó aun cuando decía que sabía de Él. Como no vivió por la Palabra de Dios, fue al infierno a sufrir eternamente.
Por el contrario, ahora solamente si son pobres en espíritu y creen en el Señor, pueden poseer el eterno Reino de los Cielos, aunque en esta tierra sufran persecución o deshonra. Sin embargo, la cita, ‘De ellos es el Reino de los Cielos’ se repite en la última de las bienaventuranzas. Mateo 5: 10 dice, “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Aquí, se repite la misma oración “Reino de los Cielos”\; sin embargo, cada Reino en los Cielos tiene un diferente significado espiritual. Le hablaré nuevamente de ello más adelante.
Queridos Hermanos:
De acuerdo a esta primera bienaventuranza todos los que asisten a este culto ya están siendo bendecidos. A ustedes se les predicó el Evangelio siendo pobres en espíritu o vinieron a esta iglesia porque eran pobres en espíritu. Aunque todavía haya algo de maldad en su corazón que aún no han podido echar fuera, ustedes aceptaron el evangelio y vinieron aquí porque son pobres en espíritu y ya poseen el Reino de los Cielos. Sin embargo, no podemos estar satisfechos solamente con eso. ¿Qué hizo el apóstol Pablo, quien tuvo una gran fe, para mostrar tanto el poder maravilloso de Dios, como su salvación? Filipenses 3: 12 dice, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto\; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” Nos habla de una creencia enérgica y firme que perfecciona la fe hasta llegar a alcanzar la perfecta salvación. Nadie le puede asegurar su salvación sino ora ni vive en la verdad solamente porque recibió el Espíritu Santo y fue salvo una vez.
¿Qué pasa con las personas que no oran? No pueden tener seguridad del futuro. No pueden estar protegidas de lo que sucederá mañana. No pueden estar seguros ni pueden estar protegidos si no tienen comunicación con Dios, a menos que oren. Por lo tanto, no podrán hacer nada cuando enfrenten problemas o cuando Satanás y el diablo actúen. Por favor no deje de orar.
Hay algunas personas que aun cuando al principio fueron pobres en espíritu y fieles a Dios, en algún momento, se llegaron a enorgullecer de sí mismos y fueron tras los deseos del mundo. Como dice Gálatas 3: 3, si termina en la carne aunque haya empezado en el espíritu, el diablo podrá robarle la bendición de entrar al Reino de los Cielos. Es decir, su nombre podrá ser borrado del libro de la vida aun cuando haya sido escrito en él anteriormente.
Por eso, Dios nos advierte en Filipenses 2: 12, “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” Por lo tanto, debemos en verdad ser pobres en espíritu despojándonos del mal y purificando nuestros corazones día a día. Entonces no solamente el cielo eterno será suyo sino también el Reino de los Cielos morará en sus vidas. Esto es, como nuestro Señor estará en las vidas de aquellos que tienen un corazón puro, ustedes serán bendecidos en su entrada y en su salida como promete el capítulo 28 de Deuteronomio. Serán cabeza y no cola y prestarán a muchos y no pedirán prestado a nadie. Y los que están en torno suyo también serán bendecidos como fue bendecido Lot que estaba con Abraham. Además, la fortaleza y autoridad espiritual vendrán de modo que puedan extender el Reino de Dios, siendo amados por muchos dondequiera que vayan.
Amigos y Hermanos:
¿Cómo podremos entonces retener completa y firmemente la verdadera bendición de poseer el Reino de los Cielos sido pobres en espíritu?
En primer lugar: Debe despojarse de los deseos de la carne, de los deseos de los ojos, y de la vanagloria de la vida. En 1ra de Juan 2: 15 – 16 leemos, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.”
Hay cierta clase de personas que en muy pocas ocasiones acepta el evangelio. Pregúntese ¿Por qué? También hay otras que no vienen a la iglesia. ¿Por qué no vienen? La mayoría ama a este mundo y las cosas de este mundo. No pueden despojarse de las cosas materiales. En vez de eso las aman. Como lo han escuchado antes, saben que si vienen a la iglesia tienen que dejar estas cosas terrenales. Y ya que no pueden cortar con las cosas del mundo y no pueden dejar de amar al mundo, es decir, porque son ricos en el corazón, no quieren aceptar el evangelio y no hacen ningún esfuerzo por venir a la iglesia. Al fin y al cabo, es porque no tienen fe.
Sin embargo, si en verdad tienen fe, vendrán a la iglesia porque tendrán temor de ir al infierno. De todos modos, esa es la razón por la que Dios dice, “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo.” Y además añade, “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en el. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Es decir, estos tres no provienen de Dios el Padre, sino del mundo y del diablo, príncipe de las tinieblas. Mientras más tenga el deseo de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida, más amará al mundo y será más rico en espíritu y entonces estará lejos de la bendición del cielo. Ya expliqué anteriormente varias veces en forma detallada cada uno de estos tres aspectos.
Así que ahora simplemente voy a explicar el significado de cada uno.
En primer lugar, el deseo de la carne es la naturaleza que nos incita a pecar. Cuando las personas tienen esa primitiva naturaleza pecaminosa como pereza, adulterio, libertinaje, odio, envidia, celos, críticas, condenación, y cosas parecidas, el deseo de la carne se manifiesta si esa naturaleza encuentran las condiciones apropiadas a su alrededor. Este deseo de la carne se enraizara en el corazón de uno si continúa practicando las obras de la carne.
Por ejemplo, si un hombre se enfada una, dos, o más veces porque otra persona lo molesta, su corazón se llenará de enojo sin darse cuenta y llegará a convertirse en una persona muy colérica. Por eso, no deben acostumbrarse a ningún mal hábito y si tienen alguno deben despojarse de él lo más pronto posible. ¿Estudian bien sus hijos? ¿Les gusta ir a la escuela y estudiar? ¿O son todo lo opuesto? Si es así, debe haber alguna razón. Si no les gusta estudiar, puede que tengan algún otro deseo. Por lo tanto, no tienen ganas de estudiar.
Supongamos que a sus hijos les gusta mucho usar las computadoras. Saben emplear el servicio de Internet, que yo no sé todavía. Les gusta utilizar las computadoras y entrar al servicio de Internet. Sin embargo, esto está causando muchos problemas el día de hoy. Puede ser para nuestro provecho pero también para nuestro mal. Hay muchas cosas malas en Internet. Es bueno si un estudiante lo usa en una forma productiva como conseguir información para sus estudios. Sin embargo, algunos alumnos lo usan para divertirse y otros se hacen adictos a él. Pretenden estar estudiando cuando sus padres los observan pero cuando no, se divierten viendo cosas negativas e incluso quedándose despiertos toda la noche. Como consecuencia, se llegan a envenenar con esto. Luego procurarán abandonar ese mal hábito pero será muy tarde puesto que ya están contaminados con él. Entonces con el tiempo se volverán malos alumnos. No les gustará estudiar. Se acostumbrarán a cosas malas y les gustarán esas cosas cada vez más. Por lo tanto, si están contaminados con eso, no podrán abandonar ese hábito por sí mismos.
La razón por la que no tengo una computadora es para no distraerme. No obstante, si la necesitan para su trabajo o estudio deben aprender a usarla. Sin embargo, algunos niños imprudentes la usan en forma incorrecta y terminan cayendo en la lujuria. De esa forma, no les será de ningún provecho sino todo lo contrario, los perjudicará.
Lo mismo pasa con un hombre colérico. Se enoja fácilmente por cualquier cosa. Es porque ya tiene ese mal hábito. Cuando repetidamente comete alguna obra de la carne, esa acción llega a arraigarse en el corazón en forma de un fuerte deseo carnal. Para despojarse de esta concupiscencia, uno primero debe dejar ese mal hábito que se manifiesta en acciones y en deseos de la carne. A medida que lo haga, deberá despojarse también de la lujuria de la carne que está en su corazón por medio de oración ferviente, y renunciar una por una a la maldad que hay en su naturaleza pecaminosa primitiva, entonces, después de todo eso, llegará a ser pobre en espíritu delante de Dios. Por ejemplo, el que antes se enojaba podrá controlarse fácilmente y no se enfurecerá frente a una situación ante la que antes si llegaba a molestarse. En ese momento, deberá orar vehementemente para quemar la raíz que origina el enojo que está lo profundo de su corazón.
En segundo lugar, el deseo de los ojos es la naturaleza que hace que el corazón busque lo que ve con sus ojos y lo que oye con sus oídos. Si alguien quiere dejar de fumar, pero está constantemente sosteniendo un cigarrillo, sintiendo su olor y mirándolo, tendrá deseos de fumar motivado por el deseo de los ojos. Es como un hombre que ataca una ciudad y envía tropas de refuerzo continuamente. En la misma medida en que detiene a las tropas de refuerzo no se podrá tomar la ciudad más rápidamente\; en esa misma medida deberá cortar la raíz que lo provoca o lo lleva a pecar a través de los deseos de los ojos para así poder despojarse de la naturaleza pecaminosa que hace que ame al mundo.
Para cortar con el deseo de los ojos, no debe ver, oír ni pensar en algo que no sea la verdad. Sólo tiene que ver, oír, y actuar por la verdad. Y debe despojarse del deseo de los ojos que ya se está arraigado en usted por medio de la ferviente oración.
El tercer lugar, la vanagloria o el orgullo de la vida, es la naturaleza que lo hace jactarse de sí mismo siguiendo todos los placeres del mundo. Si un hombre tiene la vanagloria de la vida, se jactará de si mismo y se olvidará de los demás. A los que tienen este orgullo en la vida les resulta difícil obedecer la Palabra de Dios que nos manda ser humildes, servir a los demás, sacrificarse y ser dedicados, ya que son ricos en espíritu. Como saben, hay muchos que no dejan de pecar aun cuando les predico muchas veces que corten con esos pecados. A pesar que son maestros, líderes o siervos del Señor, algunos están pecando de una manera que no me puedo entender. Oro a Dios de esta forma, “Señor, haz que dejen ese pecado lo más pronto posible. Por favor que sean salvos.”
Sin embargo, aún así veo que algunos no alejan del pecado. Cada vez que los veo, pienso que algo raro pasa con ellos. Siempre predico que guarden la Palabra de verdad y los mandamientos y hablo acerca del infierno. ¿Cómo es posible que todavía sigan practicando las obras de la carne a pesar que escuchan este mensaje? Sin embargo, en mi corazón creo firmemente que cambiarán más adelante y oro por ellos con amor inalterable. No obstante, debemos temer a Dios y tener cuidado nosotros. Sólo así podremos despojarnos de todo pecado. Dios tiene mucha paciencia. Pero después llegará el momento del castigo. También debemos estar agradecidos si Él nos castiga. Esto es motivo de gozo. ¿Sin embargo qué pasaría si Dios no nos corrigiera? Cuando Dios nos corrige, ello puede ser una señal que Dios nos ama, como dice la Palabra en la carta a los Hebreos. Pero también dice que Dios no castiga a un bastardo.
No obstante, en la mayoría de los casos ya es muy tarde cuando son castigados. Como están cometiendo pecados que Dios no puede perdonar, Él tolera y espera. ¿Por qué? Porque la Palabra de Dios siempre se predica desde el púlpito. El soporta bastante tiempo pero al final castiga si no cambian. Entonces es demasiado tarde. Sin embargo, sería bueno si debido al castigo se arrepintieran de todo corazón. No obstante, algunos de ellos no lo hacen. El problema es que cuando Dios dice que ya no puede soportar más, no es fácil que lleguen por sí solos a ese arrepentimiento genuino con lágrimas. Como está escrito en el capítulo 6 y 10 de la carta a los Hebreos, llega un momento en que ya no hay solución porque no pueden realmente arrepentirse si Dios no les da la gracia del arrepentimiento.
Además, ¿Cómo no va a conocer Dios sus pecados cuando obran en la carne o hacen cosas que no pueden ser perdonadas? Alguien pudiera decir, “Bueno todo está bien porque ahora estoy sano” No. Eso no es así. Ni siquiera saben si la semilla de una enfermedad está creciendo dentro de ellos. Cuando llega el momento en que Dios no puede soportar más, la enfermedad se manifiesta. Como bien sabe, hay muchas enfermedades que cuando aparecen ya es demasiado tarde, como el cáncer en la etapa Terminal o final.
Sería comprensible si los no creyentes estuvieran en esa condición. Sin embargo es incomprensible si se trata de aquellos que creen en Dios. Algo nocivo entra en su cuerpo porque Dios no los protege y no pueden sanar de esta enfermedad aun cuando se ore por ellos ya que no se apartan de sus pecados. Por eso, será muy tarde cuando aparezcan estas graves enfermedades. Nuestro Dios muestra Su misericordia si se arrepienten totalmente con lágrimas y llanto incluso en ese momento. No obstante, es muy triste si ellos no tienen el espíritu de arrepentimiento. Sólo entonces, llegarán a ser pobres en espíritu. Solamente entonces, pensarán ‘Debería haber dejado el pecado en ese momento. Debería haberme corregido cuando escuché el mensaje. ¿Por qué no pude dejarlo antes?’ Sin embargo, sólo cuando se vuelve pobre en espíritu, puede arrepentirse totalmente con lloro y llanto. Únicamente entonces, su problema puede resolverse y puede sanar de su enfermedad. Sólo en ese momento podrá ser bendecido y bienaventurado.
Un día una persona en silla de ruedas asistió a uno de nuestros servicios de avivamiento. Dejó su silla de ruedas afuera y entró al santuario y en dos ocasiones extravió su silla de ruedas. Por eso no vino a la iglesia central sino que fue a una campaña de avivamiento en una Iglesia anexa a la nuestra durante una campaña de avivamiento. Vino a la iglesia central para ser sanado por qué oyó que Dios estaba obrando aquí muy poderosamente. Sin embargo se angustió cuando perdió su silla de ruedas y no vino a la iglesia central sino que fue a una iglesia anexa. Entonces, ¿Como Dios podrá decir que su fe es verdadera?
Si hubiera tenido fe del tamaño de un grano de mostaza, debió haber llorado de profunda gratitud al perder su silla de ruedas diciendo, ‘Dios mío, perdí mi silla de ruedas. El ladrón debe ser muy pobre para llevarse una silla de ruedas. Gracias, Padre. Por favor ayúdalo a usar mi silla de ruedas en una forma útil. Perdí mi silla de ruedas y no me protegiste. Creo que esta es una señal de que seré sanado durante este servicio para que pueda caminar y saltar y no necesitar la silla de ruedas. Gracias, Padre.’ Debió haber llorado de gratitud y de emoción y haberse quedado orando en vez de regresar a casa. ‘La razón por la cual mi Padre no me protegió es para sanarme de mi mal. Podré caminar y ahora ya no necesitaré la silla de ruedas.’ Debió haber pensado así y haber llorado de gratitud y haberse quedado sin pensar siquiera en regresar a casa. Si hubiera tenido esta clase de corazón, ¿Creen que Dios no hubiera obrado en el? Claro que Si lo hubiera hecho.
Sin embargo, se angustió y se desesperó al perder su silla de ruedas y fue a un servicio lejos de la iglesia. ¿Cómo creen que estaba su corazón ante Dios? En lo absoluto era pobre en espíritu. Por el contrario, estaba siendo rico en espíritu. Por lo tanto, ¿Cómo podía nuestro Padre haber obrado en él? Dios tenía que esperar hasta que llegara a ser pobre en espíritu. Si esta persona se encuentra en este servicio hoy, que Dios lo bendiga. Reciba bendiciones por medio de este mensaje. Debe haber una buena razón cuándo Dios no obra. Dios no obró porque este hombre era rico en espíritu. ¿Por qué? Porque ser rico en espíritu nos aleja totalmente de la salvación. Los que son pobres en espíritu pueden ser salvos e ir al Reino de los Cielos. Por eso, Dios hace que seamos pobres en espíritu.
A los que aun no han podido ser bendecidos financieramente\; cuando fundé nuestra iglesia, oré por aquellos que no habían podido recibir bendiciones financieras aunque eran fieles a Dios, -algunos de ellos son ancianos de la iglesia ahora- Recuerdo que oré por un creyente pidiendo, ‘Dios, por favor bendice a ese hijo tuyo…’ Entonces, Dios me dijo, ‘No bendecirlo en este momento es una bendición para ese hermano.’ Entonces ya no puede orar más para que fuera bendecido económicamente. Así que oré diciendo, ‘Padre, ¿Por qué dices que es una bendición no bendecir a ese hermano? Y Dios me dijo, ‘Ese hijo no podrá ser fiel como lo es hasta ahora sí lo bendigo, porque se hará rico.’ Se volverá descuidado y dejado en su servicio y como resultado llegará a amar al mundo, y será muy difícil que sea salvo. Así que la manera para que sea salvo es que no sea bendecido. Eso fue lo que Dios me dijo.
Le conté a este hermano lo que Dios dijo para que limpiara su corazón y llegara a ser pobre en espíritu. Luego, le pregunté a Dios, ‘¿Entonces cómo puede ser bendecido?’ Y Dios me respondió, ‘Debe purificar su corazón y ser pobre en espíritu\; es decir, debe despojarse de todo amor y codicia por el dinero que hay en su corazón.’ Nuestro Padre me dijo que solamente entonces, podría bendecirlo, y así podría ser fiel y llegar al cielo. Como Dios conoce lo profundo del corazón de cada hombre, Él obra de diferente manera en cada persona. Dios bendice económicamente a una persona pero no a otra. Es porque Dios mira el corazón de cada uno. Eso fue lo que Dios me dijo acerca de este hermano.
Entonces, le dije que la razón por la que Dios no lo bendecía financieramente era porque primero debía renunciar a su codicia por el dinero. Y le animé a hacerlo para que Dios lo bendijera económicamente. Sin embargo, desde entonces su actitud no ha cambiado. No se ha despojado de su codicia por el dinero. Por el contrario, está buscando la manera más fácil de hacer mucho dinero. Por eso, hasta ahora no ha sido bendecido. Y entre esta clase de personas, hay uno que dejó la iglesia porque no fue bendecido económicamente.
Como sabía muy bien de esto, mi primer motivo de oración fue no ser orgulloso y no tener codicia por el dinero. Entonces toda mi avaricia desapareció. Después de eso, Dios Padre empezó a bendecirme económicamente. Estoy seguro que soy el pastor más bendecido en el mundo. Gracias a Él no me falta nada.
Queridos Hermanos:
Por favor sean pobres en espíritu. Háganse pobres en espíritu. Entonces, nuestro Padre no parará de bendecirlos. Él quiere que a todos sus hijos les vaya bien, que sean bendecidos, que sean prosperados financieramente y que sean felices. Sin embargo, Dios no puede bendecir cuando no debe bendecir. ¿Por qué? No puede bendecir a los que se consideran ricos en espíritu. El procurará bendecirnos tanto como puede si somos pobres en espíritu. Entonces seamos pobres en espíritu. ¿Por qué no se despoja de la codicia por el dinero y tiene en su corazón el deseo de ayudar a otros y de cumplir su deber para con Dios si le bendice económicamente? ¿Acaso Dios no lo bendecirá entonces? Por supuesto que si. Por lo tanto tiene que despojarse de esta vanagloria de la vida.
Luego, siendo pobre en espíritu, debe ahora hacerse como un niño espiritual para poseer el Reino de los Cielos. Mateo 18: 3 dice, “Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” Los niños pequeños son inocentes, sinceros, y no son vanidosos. Sin embargo, Jesús dijo esto, hace 2000 años. En estos días, este mundo está lleno de pecado e incluso los niños son diferentes a los niños de hace 2000 años atrás.
Algunos niños todavía son inocentes, sinceros y no son presuntuosos sin embargo otros, aun cuando son pequeños, roban las cosas de los demás, se molestan fácilmente, odian a los demás, tienen envidia y son celosos. Muchos de los niños de hoy son así. Piense en los niños que son puros, genuinos y no son vanidosos ni desobedientes. Ellos creen fácilmente las cosas buenas que sus madres les enseñan. Aceptan la enseñanza y obedecen sin aferrarse a su orgullo o a sus propios pensamientos. De la misma forma, usted debe obedecer inmediatamente después de escuchar la verdad teniendo un corazón humilde. Asimismo, puede poseer el Reino de los Cielos solamente cuando se haga como un niño espiritual que está feliz y gozoso de ver y escuchar la verdad.
Termino el mensaje:
Estimado Hermanos en Cristo:
El Salmo 73: 28 cita, “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien\; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.” A medida que se acerca el fin del tiempo, la gente se vuelve orgullosa, vive en la oscuridad, son amadores de si mismos y del mundo buscando cada vez más y más las cosas de la carne. En esta generación, son verdaderamente bendecidos todos ustedes que se acercaron a Dios creyendo las obras del Poder y del Evangelio de Santidad porque tienen un espíritu pobre. Espero que todos ustedes que han alcanzado la primera Bienaventuranza y han llegado a conocer a Dios, lleguen a acercarse más a Él y así puedan despojarse del pecado y de la maldad, y lleguen a ser niños espirituales y logren alcanzar todas las bienaventuranzas celestiales.
También los animo a que prediquen el Evangelio a otros con un corazón anhelante y ferviente de modo que los que son pobres en espíritu puedan ser guiados a Dios. Y en la medida en que estas prédicas sobre las Bienaventuranzas continúen, por favor escúchenlas con mucha atención y grábenlas en su corazón y hagan de ellas motivos de oración. Esta es la manera de alcanzar el espíritu perfecto y de ser bendecido como una iglesia mejor que todas las demás. Y es la forma de llegar a la Nueva Jerusalén.
Oro en el nombre de nuestro Señor para que Él lo llene del Espíritu Santo cuando se esfuerce por vivir así cada día y le de cada vez más de Su gracia y Su fortaleza a fin que las Bienaventuranzas se realicen pronto en usted.
AMEN