• El Amor del Padre - Festival de la Cosecha Servicio del Domingo por la Noche – Santa Cena

    [Juan 6: 53- 55]

    07-07-2013 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      [Juan 6: 53- 55]
      "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida".


      Parece como si recién hemos celebrado el Servicio de Año Nuevo de 2013, pero estamos ya en Julio y estamos celebrando el Domingo del Festival de la Cosecha.
      Las personas en el mundo también dicen que el tiempo vuela como flecha, y la flecha de nuestro tiempo en el Señor también se está acelerando.
      Sintiendo el mismo fluir rápido del tiempo, los incrédulos hablan sobre la insignificancia de la vida, los miembros de Manmin tienen un sentir completamente diferente.
      Delante del Padre Dios, ustedes han estado apilando fe, esperanza y amor, y su esfuerzo y fidelidad por santificarse en cada día de sus vidas.
      Cada mes, cada semana, cada día y cada hora, minuto y segundo de sus vidas han estado llenándose con la gracia de Dios.
      Especialmente en este año, han estado más ocupados en la marcha de la fe que cualquier otro año.
      Dios nos dio el tiempo de gracia en la Pascua, y ustedes oraron muy intensamente durante los tres meses desde el inicio del año.
      Entonces, no tomaron tiempo libre para descansar porque tuvimos la separación de espíritu en Mayo, y desde entonces han estado preparándose para la conferencia de liderazgo en Julio.
      Sin embargo, esto no significa que tuvieron tiempos difíciles.
      En la esperanza por el Cielo y la felicidad dada por medio de la separación del espíritu, el tiempo pasó muy rápidamente.
      ¡Cuán agradecidos estamos porque podemos mirar las cosas de arriba mientras pasamos por la cultivación humana en esta tierra!
      Nuestra fe ha incrementado mientras hemos sido cambiados por la verdad día a día.
      Tenemos infinidad de testimonios y personas agradecidas porque siempre estamos protegidos y bendecidos.
      Y el resultado final de esta clase de tiempo transcurrido en esta tierra será la gloria y las recompensas del Cielo.
      Dios Padre se está preparando para darnos la gloria que no puede ser comparada con lo que hasta ahora hemos alcanzado, recompensas que no pueden ser comparadas a lo que hemos hecho, y felicidad que no podemos imaginar.

      Este día, en este Domingo de Festival de la Cosecha, espero que recuerden este amor y gracia del Padre y que ofrezcan el profundo aroma de agradecimiento.
      Oro en el nombre del Señor Jesucristo para que ustedes corran su carrera de la fe hasta que se encuentren con el Señor, con esperanza y felicidad que incrementan cada día.


      [Mensaje Principal]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      En este mensaje, permítanme hablarles sobre dos aspectos del amor de Dios Padre.
      Primero, es el amor del Padre quien nos ha dado a Jesucristo.
      Juan 3:16 dice, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
      El precioso Hijo de Dios vino a esta tierra en forma humana.
      Él predicó el evangelio del reino de los cielos a las almas y las salvó de las enfermedades y de diversos dolores con Su inmenso poder.
      Eventualmente, nos redimió de nuestros pecados, Él recibió la maldición del castigo en la cruz.
      ¿Qué habrían sentido ustedes si hubieran visto verdaderamente a Jesús siendo azotado y gimiendo de dolor, con todo Su cuerpo cubierto de sangre?
      Además, ¿qué si hubieran tenido contacto visual con Jesús, quien tenía ojos llenos de desesperación por las almas cuando estaba colgado en la cruz?
      Yo creo que el impacto de esto no podría haber sido olvidado por el resto de sus vidas.
      La memoria de los ojos de Jesús sería vívidamente recordada cada vez que escucharan que Dios amó tanto al mundo que envió a Su Hijo Unigénito para que nos salvara.
      Estallarían en lágrimas pensando en el amor de Jesús quien fue colgado en la cruz y en el amor del Padre, quien entregó por nosotros a Su Hijo unigénito a la muerte de cruz en favor nuestro.
      Algunas personas tienen la siguiente clase de pensamientos.
      "¿Realmente Jesús sufrió dolores? Hubiera sido fácil para Él soportar el cansancio, el hambre e incluso los sufrimientos de la cruz".
      Pero no es el caso.
      A pesar que Él es el Hijo de Dios, como un ser humano tuvo que sufrir todos los dolores tal como eran, porque Él vino a redimir a los pecadores de sus pecados.
      Padeció hambre, cansancio, frío y calor. Y los dolores de ser desgarrado por los azotes y ser clavado a través de sus manos y pies, fueron sentidos de la misma forma que cualquier hombre ordinario los hubiera sentido.
      Él confinó toda Su divinidad en el pequeño cuerpo físico, y sintió toda la congestión de este espacio físico, y extrañó a Dios Padre cada vez más intensamente.
      Tenía mucho interés por aquellas almas que tenían una fe débil y también por el discípulo que lo traicionaría.
      Antes que Él tomara la cruz, tuvo que orar hasta que Su sudor se convirtiera en gotas de sangre.
      Pero no trató de evadir ninguno de esos momentos dolorosos.
      Esto se debe a que Él conocía muy bien el amor del Padre quien deseaba abrir el camino de salvación a las almas que se dirigían hacia el camino de muerte.
      Por supuesto, Jesús tuvo el mismo amor que el Padre.
      Dios Padre también sufrió mucho cuando Jesús estaba siendo crucificado.
      Mientras Él estaba en la cruz, incluso el sol en el cielo perdió la luz y todo se volvió oscuro. Cuando Jesús dio Su último suspiro, hubo un terremoto y las rocas se abrieron.
      Nosotros recibimos salvación porque el Padre tomó semejante dolor y entregó a Jesús en la cruz.
      Ganamos el camino para ir al eterno reino de los cielos siendo liberados del eterno castigo del infierno.
      ¡Cuán agradecidos tenemos que estar!
      Y ¡Cuán sorprendente es esto!
      Yo espero que ustedes graben este amor en su corazón para que no lo olviden ni por un momento.
      Amados hermanos y hermanas en Cristo,
      El amor del Dios Padre que tenemos que recordar, en segundo lugar, es el amor de entregarnos a un verdadero pastor.
      La parte final de Juan 10:11 dice, "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas".
      Un buen pastor no prescindirá de ningún esfuerzo por el rebaño.
      Si un animal feroz ataca, él protegerá las ovejas arriesgando su propia vida.
      En un sentido espiritual, un verdadero pastor cuidaría de las ovejas con toda su vida también.
      En la actualidad, hay muchas iglesias y muchos pastores, pero no es fácil encontrarse con un verdadero pastor que protegería su rebaño con toda su vida y los guiaría al espíritu.
      Si el pastor es un empleado contratado que busca su propio bien, realmente no tiene por qué enseñar al rebaño a vivir una vida santa apartándose del mundo y entrando por la puerta angosta.
      Él simplemente puede enseñar que ellos serán salvos si declaran que creen. Él puede decirles, "¡Estén en paz!" y "Pueda usted recibir bendiciones".
      Pero debido a que un verdadero pastor es aquel que trabaja por el rebaño, él no les enseñará sobre el pecado, la justicia y el juicio.
      Ustedes tienen que comprender cuán grande bendición es que siempre estén siendo enseñados a que sean santos y puros, y que estén aprendiendo a desechar los pecados en su vida de fe.
      Pero enseñar la verdad no necesariamente hace al maestro un verdadero pastor.
      1 Corintios 4:15 dice, "Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio".
      Un verdadero pastor no es solamente un maestro que enseña únicamente con palabras.
      Un verdadero pastor es una persona que muestra el ejemplo de practicar la verdad y provee al rebaño con fortaleza para actuar.
      El mundo se está volviendo cada vez más lleno de tinieblas, pero aún existen aquellos que predican la verdad estando despiertos y recibiendo las obras del Espíritu Santo.
      Pero no hay muchas personas que puedan fortalecer las almas que están en pecado para que practiquen la verdad y así puedan obtener vida.
      Si ustedes como ovejas pueden encontrarse con un pastor así, es una gran bendición. Pueden también servirle como a un padre porque él está guiándolos para que obtengan vida espiritual.
      Para que el rebaño camine en la luz, el pastor tiene que pagar el precio, así como Jesucristo pagó el precio con Su vida para abrir el camino de la salvación.
      Como pastor de esta iglesia, yo he estado almacenando innumerables oraciones y ayunos para que ustedes puedan obtener el poder para practicar la verdad.
      Enseño la verdadera voluntad del Padre teniendo una profunda comunicación con Dios Padre, y me he aferrado a Él para abrir el reino espiritual y así puedan ustedes tener más esperanza por el Cielo.
      Cada vez que era necesario les mostré grandes manifestaciones de poder, eché fuera las tinieblas con la luz, y les abastecí con la fortaleza para cambiar.
      Para el rebaño que pecó, arrebaté el perdón pagando el precio de sufrir dolores que fueron como la muerte misma.
      Es más, hubo almas que dijeron que se arrepintieron de los pecados de muerte pero no se pudieron apartar completamente. Por ellos, tuve que aferrarme a Dios una vez más con muchas lágrimas y mucho lamento.
      Buscando la forma para que un alma más fuera salvada no podía descansar mi mente. Tenía que guiar a una persona más a la roca de la fe, de la roca al espíritu, y del espíritu al espíritu completo, y del espíritu completo a alcanzar la medida plena.
      Ofrecí aroma intenso de oración al Padre de día y de noche.
      Me estoy esforzando por guiar al rebaño confiado a mí hacia la Nueva Jerusalén, sin importar qué clase de sacrificio tenga que hacer, e incluso si esto significa que tengo que dedicar mi vida una y otra vez.
      Ahora, muchos de ustedes están parados en la roca de la fe y han llegado al espíritu, y muchos más están llegando al espíritu.
      En este final de los tiempos es difícil incluso recibir salvación, ustedes están llevando una vida de fe en una iglesia que está aferrándose a la Nueva Jerusalén. ¡Cuán gratificante es esto!
      Yo espero que ustedes siempre den gracias por el amor de Dios quien nos ha dado una preciosa iglesia y un verdadero pastor para que ustedes puedan llevar una apropiada vida cristiana.


      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo, en esta segunda parte del servicio celebraremos la Santa Cena.
      La noche anterior a que Jesús tomara la cruz, mientras cenaba con Sus discípulos, Él dijo que el pan era la carne del Hijo del Hombre, y que el vino, Su sangre.
      Y les dijo que lo hicieran en memoria de Él.
      Esto significa que tenemos que recordar los sufrimientos de Jesús en la cruz y pensar en cómo deberíamos vivir nuestras vidas.
      Así como nosotros compartimos el pan y el vino de la Santa Cena, podemos obtener vida eternal cuando comemos la carne y bebemos la sangre del Hijo del Hombre.
      Ahora, ¿cuál es el significado de comer la carne del Hijo del Hombre?
      Juan 1:1 dice que el Verbo es Dios.
      En Juan 1:14 dice que el Verbo se hizo carne y que habitó entre nosotros, y este Verbo era Jesús.
      Así que, comer la carne del Hijo del Hombre es aprender e ingerir la Palabra de Dios.
      No se trata solamente de conocerla como simple conocimiento sino de cambiar nuestro corazón con la Palabra.
      Nosotros tenemos que desechar la maldad y cultivar la bondad y el amor.
      A fin de comer la carne del Hijo del Hombre, tenemos que beber Su sangre al mismo tiempo.
      Esto es muy similar a que tenemos que beber líquidos cuando comemos alimentos sólidos.
      Los nutrientes pueden ser absorbidos por el cuerpo y podemos eliminar los desechos solamente cuando hay líquido.
      De la misma forma, cuando aprendemos la palabra de Dios, no solamente tenemos que recordarla en nuestra cabeza, sino que tenemos que tratar de practicar lo que hemos aprendido.
      Tenemos que obedecer las palabras que nos dicen hacer, no hacer, guardar o desechar ciertas cosas.
      Solamente haciendo esto, las palabras de Dios que aprendieron se convertirán en vida y poder en ustedes.
      Hermanos y hermanas, los creyentes de la iglesia primitiva trataban de reunirse cada día y participar en la Santa Cena como Jesús ordenó.
      Cada vez que los apóstoles partían el pan con los creyentes, ellos tuvieron que haber recordado a Jesús quien partía el pan para ellos no mucho tiempo atrás.
      Además, ellos tuvieron que haber recordado los sufrimientos que Jesús pasó mientras estaba colgado en la cruz.
      Así que, cada vez que celebraban la Santa Cena, yo creo que ellos tenían que haber estado muy apasionados por cumplir la voluntad de Jesús.
      Yo espero que ustedes participen en la Santa Cena con esa misma pasión de los apóstoles.
      No hagan que los sufrimientos de Jesús se vuelvan infructuosos. El pastor está intensamente suplicando junto a ustedes, y no dejen que su voz se resbale en sus oídos. Desechen todo apego persistente por las cosas inútiles y carnales, y simplemente miren las cosas de arriba.
      Oro en el nombre del Señor para que, al hacer esto, ustedes se conviertan en novias puras para el Señor nuestro novio y estén en su regazo.


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