[Juan 6: 53-55]
17-11-2013 | Rev. Jaerock Lee
[Pasaje]
[Juan 6: 53-55]
"Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida".
A lo largo de este año Dios Padre nos ha provisto de estos abundantes frutos.
Hubo algunas almas que sintieron que Dios era un Dios temerario y frío aun cuando Él tiene un amor tan cálido, y hubo también aquellos que estaban sacudiéndose con temblor a causa de sus pecados imperdonables. A estas almas, Él las proveyó de fortaleza para vivir por la Palabra, para que así pudieran ser renovados cada día.
Pero esta gracia no vino sin pagar un precio.
Nosotros podemos recibir esta nueva vida porque hay lágrimas que derramadas sobre nuestros corazones heridos, tal como si fueran dulce lluvia, revivirían la vida de una tierra seca e improductiva.
Jeremías 14:17 es la Palabra de Dios quien se estaba lamentando por Su pueblo que sería destruido.
Esta dice, "Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa".
Dios Padre está esperando por nosotros cada día con lágrimas hasta que nos arrepentimos y nos presentamos como verdaderos hijos de Dios.
Ahora bien, ¿qué clase de lágrimas ha derramado por nosotros el Señor?
Jesús voluntariamente entregó Su cuerpo por los terribles pecadores.
La primera parte de Hebreos 5:7 dice, "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte..."
Aun en el dolor de Su carne siendo destrozada y Sus huesos siendo expuestos, Él intercedió por nosotros con lágrimas diciendo, "Padre, perdona sus pecados".
Yo sé mejor que cualquier otra persona el significado de las lágrimas del Padre y del Señor.
Por esa razón también tuve que derramar incontables lágrimas.
Mis ojos estaban llenos con lágrimas cada vez que leía sobre cada uno de los pecados escritos en las innumerables cartas de arrepentimiento.
No podía leer más a causa de mis lágrimas, y sin embargo aun continúo esforzándome por leerlas. Pero mis lágrimas empiezan a brotar inmediatamente al pensar en las almas que se dirigían camino al Infierno.
Sujetando la carta de arrepentimiento, oro con lágrimas, "Padre, ellos son mis amadas almas. Permíteme no perder ni una sola. Dales fortaleza para que no se rindan ni se desanimen. Permíteme protegerlos hasta que los guíe a la Nueva Jerusalén". Orar por ellos de esta manera es mi rutina diaria.
Amados hermanos y hermanas, hasta que incontables almas de esta tierra sean salvos, las lágrimas del Padre y del Señor no se detendrán.
Esas lágrimas cesarán después que nosotros nos convirtamos en verdaderos hijos y las limpiemos en Su regazo.
Cuando comamos la carne y bebamos la sangre del Señor en este Domingo de Acción de Gracias, espero que piensen en las clases de lágrimas que ustedes están derramando mientras participan en la Santa Cena.
[Mensaje principal]
Amados hermanos y hermanas,
Ahora, ¿qué clase de lágrimas tenemos nosotros que derramar delante de Dios Padre?
Primero, la clase de lágrimas que tenemos que derramar delante de Dios son lágrimas de arrepentimiento.
El verdadero arrepentimiento inicia derramando lágrimas.
Nosotros no podemos pedir perdón delante de Dios Padre con los ojos secos.
Por supuesto, si ustedes cierran sus ojos con fuerza para provocar que salgan las lágrimas, esto no es verdadero arrepentimiento.
O, si derraman lágrimas porque se sienten oprimidos, afligidos, enojados, o erróneamente acusados, estas tampoco son lágrimas de arrepentimiento.
Las lágrimas del verdadero arrepentimiento brotan cuando rendimos nuestros corazones delante de la cruz del Señor quien nos redime de nuestros pecados.
Sintiendo que hemos crucificado al Señor de Nuevo, no podremos levantar nuestras cabezas, y simplemente continuaremos derramando lágrimas.
Hace 2,000 años atrás, hubo un hombre que derramó lágrimas de verdadero arrepentimiento.
Él era un pescador de Betsaida.
Había estado viviendo una vida sin sentido como un pobre pescador, pero desde el momento que se encontró con Jesús, vivió una vida completamente nueva.
Jesús le enseñó la voluntad de Dios Padre y le mostró poder sorprendente.
La única felicidad en su vida fue servir a su gran Maestro.
Por lo tanto, él nunca se apartó de Jesús ni por un momento. Siempre estaba con Él.
Pero, los tres años que pasó lleno de felicidad con Jesús, colapsaron en un momento.
La noche que Jesús fue arrestado, cuando su vida estaba en peligro, él negó tres veces a Jesús quien era su todo, e incluso lo maldijo.
Entonces desde la distancia, observó a Jesús quien estaba subiendo al Gólgota cargando la cruz, con Su cuerpo cubierto de sangre.
Durante los últimos años, había estado con Jesús como una sombra, y sin embargo no podía acercarse más a Él. Se sentía miserable.
Derramó lágrimas de arrepentimiento sin cesar.
No fueron solamente un par de lágrimas.
Se golpeó la cabeza en el suelo y se arrepintió sin incluso darse cuenta que estaba sangrando.
Y esas lágrimas le permitieron tomar el camino del 'apóstol Pedro' quien decididamente predicó el evangelio de Jesucristo.
Amados hermanos y hermanas, ¿qué clase de lágrimas de arrepentimiento han derramado ustedes?
¿Hay alguno que diga, "Yo no he llorado ni sollozado para nada"?
Solamente imagine que Jesús está justo al frente suyo, colgado en la cruz y derramando Su sangre, siendo objeto de burla por parte de los soldados.
¿Se han apartado evadiendo los ojos de Jesús, siguiendo el mundo?
Yo espero que ustedes revisen si no han amado al Señor lo suficiente mientras dicen que conocen Su amor.
En este Domingo de Acción de Gracias, espero que den gracias al Señor quien ha lavado nuestros pecados para volvernos más blancos que la nieve.
Amados hermanos y hermanas,
La clase de lágrimas que tenemos que derramar, en segundo lugar, son lágrimas de agradecimiento.
El Señor resucitado vino a Pedro quien estaba pescando en Galilea.
Él no le preguntó a Pedro por qué lo había traicionado, solamente lo miró con ojos cálidos.
Pedro no pudo hacer más que llorar en agradecimiento delante del Señor quien lo había perdonado por todo.
¿Qué clase de lágrimas de agradecimiento están ustedes derramando hoy?
Algunos han recibido un perdón y una compasión mayor que la que Pedro recibió.
Algunos estuvieron cometiendo pecados voluntariamente conocedores que eran pecados.
Cometieron pecados que llevan a la muerte, los cuales les arrebatarían su salvación, y los cometieron una y otra vez.
Sin embargo Dios Padre, por medio del tiempo de gracia en Diciembre 25 de 2010 y de nuevo en Marzo 31 de 2013, nos perdonó de todos nuestros pecados e iniquidades.
Es por eso que nosotros no podemos hacer más que siempre derramar lágrimas de agradecimiento en nuestras oraciones diarias.
Yo creo que en sus oraciones ustedes dicen cosas como:
"Gracias, porque fui un pecador pero fui perdonado, y ahora puedo confiadamente llamarte Padre",
"Gracias por salvar mi alma que tenía que morir del pantano de muerte",
"Gracias por darme la fortaleza para desechar los pecados y arrepentirme de ellos",
"Yo estoy agradecido solamente por haber recibido perdón por mis pecados, y te agradezco más por aumentar mi fe y hacerme arrebatar con violencia un mejor lugar celestial".
"Gracias por permitirme soñar con la Nueva Jerusalén".
Esas expresiones de agradecimiento serán más profundas y densas mientras su fe se incrementa y crece.
Al grado en que cultiven espíritu en ustedes por medio de la Palabra de Dios y oración, sentirán el amor del Señor más intensamente en lo más profundo de su corazón, por lo cual de forma natural derramarán lágrimas de agradecimiento.
Aún cuando físicamente no puedan disfrutar las buenas cosas, pueden ofrecer lágrimas de agradecimiento a Dios Padre por amarles.
En esta Santa Cena, espero que recuerden el amor del Señor que nos ha entregado sin ningún precio.
La clase de lágrimas que tenemos que derramar, en tercer lugar, son lágrimas de amor.
Después de Su resurrección, el Señor apareció en Galilea y le preguntó a Pedro:
"Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?"
Él se sentía avergonzado por haber negado al Señor, pero ahora podía confiadamente profesar su amor.
Había una sola cosa que él podía decir al Señor quien le había perdonado sin preguntarle nada, y a quien extrañaba mucho.
"Sí, Señor; Tú sabes que te amo".
Desde entonces, Pedro predicó el evangelio por mucho tiempo y eventualmente fue crucificado cabeza abajo.
Pedro tuvo que haber derramado muchas lágrimas a lo largo de su vida, recordando el amor del Señor en su corazón.
¿Derraman ustedes también esa clase de lágrimas?
En cuanto a mí, cuando simplemente digo, "Dios Padre, te amo", mis ojos ya están llenos de lágrimas.
Con solo decir 'Padre', extraño tanto al Padre y siento que mi corazón va a estallar.
Amados hermanos y hermanas, 1 Juan 4:19 dice, "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". Como dice el versículo, Dios Padre nos amó desde antes de planificar la cultivación humana.
Por esta razón, entregó a Su Hijo unigénito Jesucristo como propiciación por nuestros pecados.
Entonces, Él intensamente desea recibir amor de nosotros que fuimos revividos por el precio de esa sangre.
Yo espero que ustedes también ofrezcan al Señor oraciones profundas de amor como la confesión de Pedro.
[Conclusión]
Amados hermanos y hermanas,
Vamos a celebrar la Santa Cena en la segunda parte de este servicio.
Jesús dijo que el pan era su cuerpo, el cual es la carne del Hijo del Hombre, y la copa es Su sangre.
Ahora, ¿qué significa comer la carne del Hijo del Hombre?
Juan 1:1 dice que el Verbo es Dios.
Juan 1:14 dice que el Verbo se convirtió en carne y vino a esta tierra, y este Verbo es Jesús.
Así que, comer la carne del Hijo del Hombre en otras palabras es tomar la palabra de Dios.
Y no se trata solamente de conocerla en su cabeza sino de cambiar su corazón con ella.
Se trata de desechar la maldad y cultivar la bondad y el amor en nosotros.
A fin que nosotros comamos la carne del Hijo del Hombre de esta forma, también tenemos que beber la sangre del Hijo del Hombre.
Por ejemplo, esto es similar a cuando ingerimos alimentos sólidos, también tenemos que tomar líquidos.
Solamente con el líquido pueden los nutrientes de la comida ser absorbidos, y los desechos del cuerpo ser eliminados.
De la misma forma, cuando aprendemos la Palabra de Dios, no debemos solamente dejarla en nuestra cabeza sino tratar de practicar la Palabra.
Solamente entonces la Palabra de Dios que han aprendido se convertirá en vida y poder en ustedes.
Ustedes han estado esforzándose por ser transformados en verdaderos hijos de Dios, comiendo la carne y bebiendo la sangre del Hijo del Hombre.
Apocalipsis 21:4 dice, "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron".
Como dice más adelante, cuando alcancen el trono de Dios Padre en la Nueva Jerusalén, Él limpiará todas sus lágrimas.
Yo oro en el nombre del Señor para que, esperando ese día, ustedes se presenten como hijos santos y perfectos de Dios Padre.