• Pecados que llevan a la muerte 2

    [Ezequiel 47: 1-5, 1 Juan 5:16]

    22-12-2013 | Rev. Jaerock Lee

    • [Pasaje]

      [Ezequiel 47: 1-5]
      Verso 3: "Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos".

      [1 Juan 5:16]
      "Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida".


      Esta es la 24.a reunión del estudio titulado "Dios mide nuestra fe".

      La última parte de Lucas 18:8 dice: "... Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"

      Este es el tiempo que Jesús mencionó.

      El número de cristianos disminuye en todo el mundo.

      Es causa de pesar el hecho de que algunos creyentes también se están apartando de su fe.

      El mundo se ha tornado muy malo; incluso los creyentes caen en tentaciones y traicionan al Señor.

      Algunos de ellos son líderes y obreros de las iglesias.

      Ellos traicionan al Señor al cometer pecados graves repetidas veces, los cuales los creyentes jamás deben cometer; estos les privan su salvación.

      A diferencia de los novatos en la fe, si los pastores o líderes de las iglesias cometen estos pecados, la fe de la iglesia, al igual que sus miembros, serán sacudidos y destruidos.

      Los pecados pueden esparcirse como levadura en la iglesia.

      Por tanto, ¿cómo podemos decir que sus pecados son insignificantes?

      La Biblia dice que esos pecados son los que conducen a la muerte.

      Nos advierte que son pecados que sin duda nos llevarán a la muerte.

      A partir de hoy, les explicaré los tres casos principales de pecados que conducen a la muerte.

      Anhelo que ustedes laven las túnicas de su corazón para que no caigan en tales pecados.

      Entonces, respecto a la pregunta del Señor que dice: "... Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" Les pido en el nombre del Señor que, con valentía, digan que tienen fe verdadera.


      [Mensaje Principal]

      Amados hermanos y hermanas, y televidentes: les dije que si los líderes que han sido creyentes por un importante período de tiempo cometen pecados graves que privan de la salvación, ese pecado será uno que conduce a la muerte.

      En este caso, consideremos la Biblia para analizar los tres tipos principales de pecados que llevan a la muerte.

      El primero es crucificar al Hijo de Dios nuevamente exponiéndolo a vituperio.

      Esto se menciona en Hebreos 6.

      En Hebreos 6:4-6 encontramos: "Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio".

      Una vez que aceptamos a Jesucristo, Dios nos da el Espíritu Santo para que entre en nuestros corazones.

      A medida que llevamos nuestra vida cristiana con la ayuda del Espíritu Santo, experimentaremos muchas cosas asombrosas.

      Seremos partícipes del Espíritu Santo, gustaremos del don celestial, y la buena palabra de Dios y experimentaremos los poderes del siglo venidero.

      Al recibir el Espíritu Santo, podemos creer que somos pecadores, y que Jesús, que nació en este mundo hace unos dos mil años, es nuestro Salvador.

      Podemos también creer en Dios el Creador viviente y que el Cielo y el Infierno realmente existen.

      A veces, los gérmenes son calcinados y nuestras enfermedades son sanadas el momento en que recibimos el Espíritu Santo.

      En nuestra iglesia, muchos de ustedes han recibido sanidad de enfermedades incurables y terminales por el poder de Dios.

      Además, por el poder del Espíritu Santo, podemos entender palabras espirituales profundas de nuestro corazón, es decir, palabras acerca de la bondad y el amor.

      Algunos de ustedes han tenido sus ojos espirituales abiertos mediante una gracia especial, y otras cosas que pertenecen al reino espiritual.

      Han recibido la llenura del Espíritu Santo así como soluciones a problemas, y también dones del Espíritu Santo.

      En esos momentos, es posible que aún profesen que dedicarán toda su vida para el reino de Dios y Su justicia, y para la iglesia.

      Dedican sus vidas en cumplir cualquier tipo de trabajo, solo si es la obra de Dios.

      Pronto son reconocidos por los demás y también reciben un título en la iglesia.

      Después de que las personas son partícipes del Espíritu Santo y prueban los dones celestiales, si se hacen amigos del mundo y se corrompen, es como 'crucificar al Hijo de Dios de nuevo' y 'exponerlo a vituperio'.

      Estas personas eran celosas hasta cierto punto, pero luego empezaron a interesarse por el mundo de nuevo, y llevan una vida que es peor que la gente del mundo.

      Siguen las riquezas, la fama, y la gratificación como sus deseos los conducen y practican la injusticia y la inmoralidad. En estos casos actúan peor que los animales.

      Cuando otras personas ven a este tipo de gente, pueden incluso criticar la iglesia y decir: "No tiene sentido ser cristiano. ¡Los creyentes son peores que los no creyentes!"

      Esto significa que deshonran a Dios en gran manera.

      Además, algunos de ellos reciben obras poderosas de Satanás, elaboran diversos planes para enfrentarse y destruir la iglesia.

      Por supuesto, algunos nuevos creyentes, debido a su fe débil, quizás regresen al mundo otra vez, pero luego regresan al igual que lo hizo el hijo pródigo en Lucas 15.

      Pero este caso no pertenece a la categoría de los pecados que conducen a la muerte.

      Se trata del caso de aquellos que han sido reconocidos en la iglesia al punto de convertirse en pastores o líderes: los que han recibido abundante gracia, o aquellos que han experimentado las obras indiscutibles del Espíritu Santo; es la traición a Dios por parte del individuo.

      Si las personas se convierten en partícipes del Espíritu Santo y nuevamente se corrompen, están poniendo al Señor en vituperio.

      La maldad de ellos está fuera de los límites. Ellos deshonran mucho a Dios

      y, por esta razón, no pueden recibir el espíritu de arrepentimiento para ser perdonados de sus pecados; ellos caerán en la muerte.

      Entre los personajes bíblicos, Judas Iscariote, quien solía ser uno de los doce discípulos de Jesús, pertenece a esta categoría.

      Aunque fue antes de que viniera el Espíritu Santo, Judas vio muchas señales y prodigios que seguían a Jesús.

      Además, hasta que él se convirtió en uno de los doce, es decir los que estaban más cerca de Jesús, seguramente recibió un tipo de gracia que no fue insignificante.

      ¿De qué otra manera él podría haber dejado todo en su vida para seguir a Jesús?

      Y no obstante, no pudo desechar su avaricia por el dinero y el poder. Él estaba cegado por la maldad.

      Se olvidó de la gracia que había recibido y traicionó a su maestro Jesús, el Hijo de Dios que vino a este mundo como el Salvador; lo hizo por treinta monedas de plata.

      Luego, Judas se arrepintió y trató de devolver el dinero que recibió.

      No obstante, debido a que no recibió el espíritu de arrepentimiento, no pudo ser perdonado.

      No pudo soportar el dolor extremo y la aflicción en su corazón y cometió suicidio.

      A través de los eventos en los años 1998 y 1999, creo que muchos de ustedes se dieron cuenta cuán serios son estos pecados.

      Había personas que dijeron amar a Dios en gran manera y parecían ser fieles con toda su vida, ¿y qué fue lo que hicieron?

      Ellos practicaron varios tipos de maldad que causaron grandes dificultades a la iglesia y llevaron a tantas almas a la muerte.

      Hermanos y hermanas: si una vez más, y sobre todo con sus propias manos, crucifican a Jesús quien murió una muerte horrible en la cruz por sus pecados, ¿quién puede perdonar ese pecado suyo ahora?

      Por consiguiente, los creyentes realmente deben circuncidar sus corazones.

      Jeremías 4:4 menciona: "Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras".

      ¿Qué fue lo que crucificó a Jesús?

      Fueron nuestros pecados. Los pecados e iniquidades que nosotros cometimos antes de conocer al Señor fueron los que crucificaron a Jesús.

      Ahora nosotros que hemos sido perdonados de nuestros pecados al aceptar al Señor, debemos quitar el prepucio de nuestro corazón que estaba manchado por el pecado.

      De lo contrario, si continuamos viviendo en pecado basándonos en nuestros viejos hábitos, la sangre de la cruz perderá su sentido.

      Además esos pecados crucificarán al Señor una y otra vez.

      Por lo tanto, aléjense de todos los pecados y maldad que les hacen ver al mundo otra vez y cometer pecados en pos de su carne.

      Si hacen esto, nunca más crucificarán al Señor.

      Más bien les pido de corazón que sequen las lágrimas del Señor que fue crucificado sacando a muchas almas del pecado y la maldad.

      Hermanos, hermanas y televidentes:

      El segundo pecado que conduce a la muerte es el cometer pecados de buena gana y voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad.

      Esto se menciona en Hebreos 10:26-29.

      Dice: "Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?"

      En este caso, seguir pecando voluntariamente es seguir cometiendo pecados sabiendo que estos no serán perdonados.

      En 2 Pedro 2 se habla acerca de esto con detalle.

      Pedro advirtió a los creyentes que fueran cuidadosos acerca de los falsos profetas que manchaban la iglesia con pecados.

      Los falsos profetas seguían la sensualidad y se aprovechaban de los creyentes con mentiras y falsas enseñanzas. Ellos hacían muchas cosas injustas.

      Pedro dijo que eran falsos maestros, por lo que parece que estaban en posiciones en las que podían enseñar.

      No eran novatos en la fe quienes no conocían el evangelio.

      Aun así, corrompían el evangelio a su antojo y procedían a cometer pecados graves que privan de la salvación.

      En 2 Pedro 2:10 dice que ellos "...andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores".

      Así también, el verso 14 dice: "Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición".

      Los siguientes pasajes hablan acerca de Balaam, uno de los personajes bíblicos.

      El pueblo de Israel que salió de Egipto llegó a la tierra de Moab, justo antes de entrar a la tierra de Canaán.

      Balak, el rey de Moab, pidió a Balaam que maldijera a Israel porque pensaba que se iba a convertir en una gran amenaza para su reino.

      Balaam al principio se rehusó a hacerlo.

      Balaam sabía cómo comunicarse con Dios, y tenía la autoridad para maldecir y bendecir.

      Él ciertamente conocía la voluntad de Dios.

      Sabía que jamás podría maldecir al pueblo escogido de Dios.

      Sin embargo, cuando Balak le presentó a Balaam una gran suma de ofrendas por medio de sus hombres nobles, Balaam no pudo resistir la tentación.

      Cuando estaba a punto de participar en este acto de injusticia, Dios envió Su ángel para detenerlo.

      Pero Balaam no pudo reconocer al ángel de Dios.

      Más bien fue el asno de Balaam el que reconoció al ángel de Dios y se detuvo.

      Balaam, sin entender lo que estaba ocurriendo, golpeó al asno para que siguiera.

      Así que Dios abrió la boca del asno para mostrarle su error.

      Por medio de este evento, Balaam no sólo se abstuvo de maldecir a Israel, sino que los bendijo de acuerdo al mandato de Dios.

      No obstante, debido a que no se abstuvo de su codicia por dinero, poder y fama, en lugar de maldecir a los israelitas directamente, dio a los moabitas un plan para que les hicieran daño.

      Este consistía en invitar a todos los hombres de Israel a observar los sacrificios de sus dioses.

      Los hombres de Israel cayeron en esta trampa.

      Compartieron con las rameras y adoraron ídolos.

      Entonces una maldición cayó sobre ellos por esto, y 23,000 hombres murieron a causa de una plaga.

      Tal como lo dice la última parte de Apocalipsis 2:14: "...Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación", Balaam es el que les dio este plan a los moabitas.

      Balaam conocía la voluntad de Dios, y Él le permitía conocer Su voluntad una y otra vez, pero Balaam pecó por su amor al premio de la maldad.

      En consecuencia, terminó caminando por el camino de la muerte.

      Cuando Israel estaba conquistando la tierra de Canaán, Balaam murió de una manera miserable.

      ¿Cuál es la razón por la que el pecado de Balaam lo condujo a la muerte?

      Se debió a que se fue en contra de la voluntad de Dios y al camino correcto una y otra vez, sabiendo bien cuál era la voluntad de Dios.

      Para aquellos que hacen esto, 2 Pedro 2:20-22 dice lo siguiente:

      "Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno".

      Vivimos en un mundo que está aun mucho más manchado por el pecado y la maldad; ni se puede comparar con el tiempo de la iglesia primitiva.

      Por consiguiente, debemos estar vigilantes a estos pecados todavía más.

      Así como un perro vomita lo que ha comido y se come su propio vómito una y otra vez, y al igual que una puerca lavada se revuelca en el cieno y luego de ser lavada se ensucia otra vez, si un cristiano comete un pecado, se arrepiente y repetidamente comete el mismo pecado, ¿podremos decir que es un cristiano que ha alcanzado salvación?

      Tal como han visto, ¿cuál es la realidad de las cosas?

      Incluso en esta iglesia en la que los miembros se esfuerzan mucho por vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, hay algunos que han cometido pecados que conducen a la muerte, se han arrepentido, y luego han cometido el mismo pecado otra vez.

      El número ha sido mayor de lo que yo jamás habría imaginado, y no pude evitar ser sorprendido por ello.

      Mientras predicaba acerca de la santidad en los últimos 30 años, algunos de ustedes han cometido inmoralidades sexuales y otros cosas abominables en pos de su lujuria.

      Así también, de modo sorprendente muchos de los que simplemente asistían a la iglesia, han engañado a los hermanos por beneficios injustos, haciendo muchas cosas incorrectas.

      No pude creer el hecho de que algunos de los pastores, levitas y líderes eran los que cometían estos graves pecados que privan de la salvación.

      Las cartas de arrepentimiento pidiéndome que intercediera por ellos fueron de miembros cuyos nombres y rostros yo conocía. Estaban cometiendo voluntariamente pecados de los que ni siquiera puedo hablar.

      Al principio me impresionó y pensé cómo podían hacer cosas tan malas si tenían siquiera una pisca de fe, o por lo menos una pisca de consciencia.

      Claro está que, gracias a las muchas oportunidades de arrepentimiento otorgadas por Dios Padre, la mayoría se han arrepentido y se han alejado de sus malos caminos.

      Amados hermanos y hermanas: jamás debemos repetir el mismo tipo de malas acciones.

      El pueblo de Israel se vio envuelto en prostitución e idolatría justo antes de entrar a la tierra de Canaán.

      En consecuencia, muchos murieron.

      Por lo tanto, ya que estamos a punto de construir el Santuario Canaán, les animo a ser más cuidadosos respecto al pecado.

      Esta es la manera en la que esta iglesia puede glorificar a Dios el Padre, y el modo de recibir la salvación y bendiciones preparadas para ustedes.

      Jamás deben tomar parte en los pecados que conducen a la muerte, que es igual a crucificar al Señor una y otra vez.

      Les pido que mantengan esto en mente y que solo sigan marchando hacia la Nueva Jerusalén.

      Cuando digo que no hay perdón por los pecados que conducen a la muerte, alguien quizás se pregunte lo siguiente:

      El Señor nos enseñó que debemos perdonar setenta veces siete, pero parece que Él es un ser temible que no perdona a los pecadores repetidamente.

      Este tipo de pregunta surge cuando no se comprende a Dios quien es lleno de amor pero justo y libre de toda oscuridad al mismo tiempo.

      Además es también una excusa para aquellas personas que no quieren alejarse de los pecados, sino que quieren continuar sacudiendo el temor al castigo.

      En la Biblia, muchos versos que parecen contradictorios forman pares entre ellos, y juntos proporcionan el significado y la interpretación perfecta.

      Las palabras acerca del perdón son las mismas.

      Cuando el Señor dijo: "perdona setenta veces siete", Él quería decir que debemos tener misericordia y compasión sin fin por aquellos que cometen pecados en contra de nosotros.

      No obstante, este verso no se puede aplicar a los pecados que conducen a la muerte.

      Ni un solo verso en la Biblia dice que alguien que ha cometido pecados graves que privan de la salvación y que no se arrepiente podrá ser salvo, en especial si ni siquiera tiene la intención de arrepentirse.

      El perdón y la salvación, al igual que la misericordia y la compasión de Dios son la gracia que se otorga solo a los que se alejan completamente de sus pecados y que luchan en contra de ellos al punto del derramamiento de sangre con tal de alejarse de ellos.

      Consideremos el caso del rey David, quien amó mucho a Dios.

      David cometió adulterio al tomar la esposa de otro hombre.

      Para encubrir su pecado, asesinó a una persona justa.

      Sin embargo, cuando el profeta Natán llegó y le señaló su pecado, él se arrepintió inmediatamente.

      Luego de arrepentirse, jamás habló de modo imprudente para no cometer pecados ante Dios en toda su vida.

      Dios amó a este David quien se arrepintió por completo de sus pecados y lo perdonó de sus graves errores.

      El arrepentimiento verdadero es semejante al de David. Dios muestra misericordia y compasión sin fin para aquellos que se arrepienten de verdad.

      Pero por supuesto, David todavía debía recibir la retribución por su pecado.

      Aun así, esta prueba era también una bendición de parte de Dios.

      Esto se debe a que David se convirtió en una persona que era intachable e irreprensible gracias a esta prueba.

      Contrario a esto, ¿cómo actuó Saúl?

      Samuel señaló su pecado, pero él continuó cometiendo pecados sin arrepentirse en absoluto.

      Finalmente fue abandonado por Dios.

      Aunque crean, si cometen pecados de manera consciente y voluntaria una y otra vez, Dios los abandonará.

      El Espíritu Santo en su ser se apagará y sus consciencias se cauterizarán como con hierro caliente, de modo que no podrán arrepentirse.

      Como consecuencia, sus nombres serán borrados del libro de la vida y no podrán ser salvos.

      Al contrario, sus nombres se escribirán en el libro de la muerte en el Infierno.

      En Apocalipsis 20:12 podemos ver que hay un libro de la vida en el que se basará el juicio del Cielo y el Infierno, y de las recompensas y castigos, y vemos también otros libros.

      Dice: "Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apocalipsis 20:12).

      Si nuestros nombres y obras no están escritas en el libro de la vida, ¿en qué otro libro estarían escritas?

      Lo estarán en el libro de la muerte...

      Si hay alguna persona que ha entrado al pantano del pecado por no haber circuncidado su corazón o por no haber vencido la tentación del pecado,

      anhelo que pueda salir de ahí ahora.

      Aléjese con toda sinceridad de corazón y pida misericordia y perdón de Dios el Padre.

      Absténgase de la naturaleza pecaminosa por completo para demostrar la evidencia de su sinceridad.

      Si hace esto, aunque su nombre haya estado escrito una vez en el libro de la muerte, podrá borrarlo por completo.

      Aunque su poder no sea grande, usted puede salir del pecado y la maldad gracias a la preciosa sangre del Señor.

      Jesús derramó toda Su agua y sangre, hasta la última gota, para darnos el poder para abstenernos del pecado y la maldad.

      Además, dado que el Espíritu Santo está orando por ustedes con gemidos, les pido en el nombre del Señor que se aferren a este amor y que caminen por el camino de la vida, y no por el camino de la muerte.


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