[Mateo 22:37-40]
18-04-2014 | Rev. Jaerock Lee
Pasaje
Mateo 22:37-40
[37] Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
[38] Este es el primero y grande mandamiento.
[39] Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
[40] De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Amados hermanos y hermanas en Cristo
Esta es la Vigilia entera del viernes durante la semana de la Pasión.
Dios el Padre estableció el título de 'Lágrimas' para este mensaje y para la celebración de Pascua, que podrán ver durante la segunda mitad de este servicio.
¿Cuándo derraman lágrimas ustedes?
Pueden derramar lágrimas cuando poseen inmensa alegría, o cuando son conmovidos en gran manera por las emociones.
Derraman lágrimas cuando no pueden suprimir su enojo por cualquier medio.
Pueden derramar lágrimas a causa de un amargo pesar, o al intentar mostrar su corazón en arrepentimiento.
Quizás también demarren lágrimas cuando se enfrentan al sufrimiento con el cual no pueden hacer frente.
Dios la Trinidad ha derramado lágrimas verdaderamente inconmensurables durante la historia del cultivo de la humanidad.
Esto se debe a que ha pasado por muchos momentos desgarradores en el transcurso de apertura del camino de la salvación y de la Nueva Jerusalén para las almas.
Esta noche les hablaré acerca del significado en las lágrimas que Dios la Trinidad ha derramado por nosotros.
Ruego en el nombre del Señor que este amor tan profundo de Dios la Trinidad pueda llenar sus corazones enteramente.
Amados hermanos y hermanas en Cristo:
Las lágrimas de Dios la Trinidad son el fruto de Su amor y la evidencia del sacrificio por las almas.
Permítanme hablarles acerca del significado de las lágrimas de cada uno de Ellos.
Primeramente, están las lágrimas de Dios el Padre.
¿Cuánto amó Dios el Padre a las almas a pesar de los días de angustia durante el cultivo de la humanidad?
Luego del pecado de Adán, a medida que los hombres se multiplicaron sobre la faz de la Tierra, fueron manchados con el pecado y la maldad.
La mayoría de ellos se habían apartado de Dios y rápidamente se olvidaron de Dios.
Cerca de 1.600 años atrás, después de que comenzara el cultivo de la humanidad, toda la Tierra estaba cubierta de pecado y maldad.
Tal como Génesis 6:5-10 dice: "Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal".
Dios se lamentó de haber creado al hombre y de haberlo puesto sobre la Tierra.
Y llevó a cabo el Juicio del Gran Diluvio.
En ese momento, la población era al menos de unos cuantos cientos de millones.
Excepto por ocho personas, Noé y su familia, todos ellos murieron.
Cuando Dios el Padre realizó este juicio, lágrimas brotaron de Sus ojos.
De las lágrimas fue escrito en Su ropa "Expectativas".
Contenía el significado que esperaría de nuevo con expectativas, y que Él seguramente lo llevaría a cabo.
Entonces, ¿qué estaba esperando en realidad?
Él estaba esperando ver a hijos verdaderos surgir por medio del cultivo de la humanidad que tomaría lugar nuevamente comenzando con Noé.
Con sus lágrimas en Su manto, Dios escribió Su fuerte voluntad que seguramente llevaría a cabo.
Eventualmente, cerca de cuatrocientos años después del Diluvio de Noé, Él obtuvo a Abraham, el Padre de la Fe.
Además, escogió a sus descendientes, los Israelitas e hizo de ellos Su pueblo propio (Tito 2:14).
Y Él les dio Sus estatutos y les informó de sus ordenanzas, por lo que, si el hombre las cumple, vivirá (Ezequiel 20:11).
Esto fue para mostrarles que Dios es un Dios verdadero y que podían disfrutar de la bendición en mayor manera que cualquier otro pueblo si ellos le servían bien.
No obstante, los israelitas lastimaron el corazón de Dios en gran manera.
Ellos traicionaron a Dios, se levantaron en su contra y disfrutaron adorar ídolos inútiles en lugar de Dios.
Incluso, luego de que Dios les advirtiera que sufrirían maldiciones y enfermedades si continuaban haciéndolo, esta gente de dura cerviz no escuchó.
Entonces, Dios envió profetas diligentemente para ayudarles a darse cuenta de su pecado, y los instó a volverse de sus malos caminos.
Por ejemplo: en Isaías 1:2-3 leemos: "Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento".
A pesar de este llamamiento ardiente de Dios, Israel no se apartó de sus pecados; como resultado, el norte de Israel fue destruido, y más tarde, lo fue el sur de Judea.
¿Cuánto dolor tuvo en su corazón cuando los hijos de Israel, que Él mismo había elegido, fueron destruidos por los gentiles?
Jeremías 14:17 registra muy bien cómo Él se sintió en ese momento.
Leemos lo siguiente: "Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa".
Sin embargo, ellos no se rindieron.
Transmitió su corazón triste a través de Malaquías, el último profeta en los días del Antiguo Testamento.
Malaquías 3:7 dice: "Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?"
"¿En qué hemos de volvernos?"
Aunque la gente trató de volverse a Dios, era difícil volverse a Él, ya que continuaron cometiendo pecado.
Y por lo tanto, Dios mismo hizo un gran sacrificio para demoler el muro de pecado de las personas de una vez.
Es decir, envió a su único Hijo, Jesús, a esta Tierra e hizo que fuera el sacrificio expiatorio.
Con respecto a esto Romanos 5:8 declara: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros".
Para salvar la vida de los pecadores que siguieron desobedeciendo y oponiéndose a Dios constantemente, dio la vida de Su Hijo amado.
No con sus labios, pero con su acto de sacrificio, Él reveló que Su amor es verdadero.
Con sus corazones, las personas no pueden entender completamente un amor tan grande como el de Dios Padre.
Pero nunca se debe olvidar el sacrificio que Dios el Padre hizo para salvar a las personas por Su amor por ellos.
Por lo tanto, primeramente jamás deben olvidarse de las lágrimas del Padre.
Luego están las lágrimas del Señor.
Lo que hizo el Señor, abandonar la gloria del Cielo y venir a la Tierra de acuerdo con la voluntad del Padre, en sí fue un sacrificio.
Fue un dolor insoportable para el Señor que tuviera que dejar al Padre.
No obstante, dejando al Padre, Él vino a esta Tierra, porque Él sabía del gran amor que Dios tiene por las almas.
Con el mismo corazón amoroso, voluntariamente vino a la Tierra para salvar a los pecadores.
A la edad de treinta años, ayunó durante cuarenta días, y debido a que Él poseía la misma forma carnal del hombre, pudo sentir hambre y cansancio.
Cuando comenzó con Su ministerio público, Él predicó el evangelio del Cielo a innumerables personas durante esos días.
Durante esas noches, reunió y enseñó a Sus discípulos, y oró hasta la mañana.
Él siempre pensó en las almas y sus discípulos, y oró fervientemente con lágrimas.
Una noche fría y lluviosa, derramó lágrimas ardientes mientras oraba.
Permítanme introducir un poco de ello. Esto pueden encontrarlo en el libro: Confesiones.
"Padre, en esta hora derramo lágrimas
dando gracias delante de Ti, Padre.
Aunque puede haber gente que se olvidará de mí,
Padre, hay personas que predican por causa de mí.
Algunos sufren igual que Yo.
Otros le dan la gloria al Padre por Mí.
Padre, no estoy solo en este sufrimiento,
ya que el Padre está conmigo.
Para estas almas y para el Padre, este Hijo
da Su cuerpo con dolor.
Sin embargo, estoy agradecido porque hay almas que me conocen.
Así como yo conozco al Padre,
Hay almas que Me conocen.
Tú permites que este Hijo derrame lágrimas de amor
por el Padre y por las almas
Te doy las gracias".
Jesús conocía lo que sucedería en este mundo luego de tomar el sufrimiento de la cruz, y por ello derramó lágrimas.
Unos días antes de tomar Su cruz, Él subió al monte de los Olivos y lloró mirando hacia la ciudad de Jerusalén.
Fue por ello que, como está escrito en Lucas 19:41-44, Él sabía que el Templo Santo sería destruido y cosas miserables sucederían en la ciudad.
Jesús también derramó lágrimas pensando en Sus amadas almas que dejaría en la Tierra.
Su corazón sentía dolor al pensar en el sufrimiento que sus discípulos tendrían que sufrir y por lo que atravesarían al predicar el evangelio.
Deseaba desesperadamente que nunca olvidaran los días, Su corazón y Su ferviente amor por ellos, el mismo que había compartido con Sus seres queridos.
Aun cuando Jesús estaba tomando la cruz y caminando hacia el Gólgota, e incluso hasta que expiró en la cruz, Él solo pensó en las almas y el Padre.
Las lágrimas de Jesús evidencian Su sacrificio que hizo para alcanzar la providencia de la cruz en justicia.
Es por ello que Él dice en su confesión: "...como Mis lágrimas se convierten en un río para disolver Mi corazón y el corazón de ellos, todo está hecho y cumplido, y por lo tanto, el Padre no debe sentir ningún dolor. Te amo".
Es mi anhelo que ustedes puedan recordar el significado de las lágrimas que derramó Jesús hasta que terminó sus responsabilidades como nuestro Salvador.
Y por último, están las lágrimas del pastor.
En este caso, se refiere a los miembros de la iglesia que tienen su tendencia a la vida de los creyentes ya que a menudo son comparados con ovejas en el cristianismo.
Si un pastor es un 'pastor verdadero', él tomará el dolor de sus ovejas como su propio dolor.
Y de esta manera, él se dedicará por completo a sus ovejas.
El apóstol Pablo llevó a cabo el papel como un pastor y siempre trabajó de manera incansable por las almas.
Esperaba que las almas aceptaran a Cristo y que su fe creciera. Para poder cumplir con esto, jamás estaba con la guardia baja.
Sobre esto el apóstol Pablo confiesa lo siguiente, en Gálatas 4:19: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros".
Además en Hechos 20:31 le instó a los ancianos de la iglesia de Éfeso donde les sirvió cuidadosamente día y noche: "Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno".
¿Se imaginan cuántas lágrimas debió derramar hasta haber establecido firmemente una iglesia y sus ovejas y que los obreros fueran capaces de permanecer firmes?
Sin embargo, hubo muchos que interfirieron con él y su predicación del evangelio y causaron persecución.
Y por ello, él dijo en Filipenses 3:18: "Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo".
Esto fue lo que sucedió hace aproximadamente dos mil años atrás. ¿Qué más se puede decir sobre esto en este tiempo del fin?
El pecado y la maldad están desenfrenados en el mundo, y el corazón de las personas ha sido empapado en el pecado y está cada vez peor.
Esta generación no puede llegar a santificarse por sí sola.
No obstante, un gran número de miembros de Manmin se han parado sobre la roca de la fe y han llegado a estar en el espíritu y espíritu completo.
Este flujo espiritual será mucho más acelerado.
Un mayor número de miembros de Manmin podrán pararse en la roca de la fe, estar en el espíritu desde la roca, en espíritu completo por el espíritu y muchos podrán ir aún más profundo en el espíritu completo.
El hecho de que tal clase de bendiciones espirituales, vendrán sobre ellos demuestra lo grande que es el sacrificio del pastor.
Revela la gran cantidad de lágrimas que derrama por sus ovejas, y cuánta energía derrama por las almas a él confiadas.
Dios Padre dijo que el pastor pagó el precio del sacrificio por sus ovejas hasta que sufrió de dolor de huesos.
Aquellos que reciben este sacrificio del pastor como su amor, pueden disfrutar de la gracia y fortaleza que fue pagada por su sacrificio.
En otras palabras, pueden hacer que su fe crezca aún más de lo que se merecen por sus propios esfuerzos.
Incluso en un corto período de tiempo, ellos pueden despojarse de los profundos atributos del pecado y llegar a lo espiritual.
Ruego en el nombre de nuestro Señor que cada uno de ustedes pueda recordar las lágrimas del pastor y generar un gran aumento en el crecimiento de su fe.
Amados hermanos y hermanas en Cristo:
En esta noche, les he explicado los significados de las lágrimas de Dios Padre, del Señor y del pastor.
Les he dicho que las lágrimas son el fruto de amor y la evidencia del sacrificio.
Mateo 22:37-40 nos dice: "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas".
Si nosotros amamos a Dios el Padre con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente y amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, podremos guardar perfectamente la ley de Dios.
Nosotros no amamos a Dios primero.
Es Dios el Padre quien nos amó primero.
Cuando éramos pecadores, Él nos dio la vida de Su Hijo unigénito, Jesús, para salvar nuestras vidas.
Nos dio tan inmensurable amor.
Por consiguiente, lo correcto es que amemos a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente.
Además, el Señor que murió por nosotros, dijo: "...que os améis unos a otros, como yo os he amado".
El amor requiere esfuerzo, y es seguido por el sacrificio.
Pero podemos esforzarnos con alegría y hacer sacrificios con gozo, porque amamos.
Espero que puedan amar a otras almas como los hijos que han recibido tan inmenso amor de Dios la Trinidad.
Quizás derramen muchas lágrimas.
Es posible que tengan que dedicarse más, lo cual va más allá de sus propias fuerzas.
Cada vez que esto suceda, por favor piensen en las lágrimas que el Padre Dios, el Señor, y el pastor han derramado por ustedes.
Entonces, podrán estar orgullosos de sí mismos por ser aquellos que pueden dar amor en vez de simplemente recibirlo.
Finalmente, se han convertido en quienes entienden el profundo corazón de Dios y llenan el corazón con esa comprensión.
¡Ruego en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que puedan degustar esta verdadera felicidad!
[¡Amén!]