• Las Bienaventuranzas 5

    [Mateo 5:1-12]

    22-05-2008 | Rev. Jaerock Lee

    • Las Bienaventuranzas 5

      La Escritura: Mateo 5:1-12
      1 Viendo la multitud, subió al monte\; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
      2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
      3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
      4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
      5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
      6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
      7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
      8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
      9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
      10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
      11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
      12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos\; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.


      Amados Hermanos en Cristo.
      Este es el 5to mensaje sobre las bienaventuranzas.
      Mateo 5:7 dice, “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”

      En el diccionario, la definición de la palabra “Misericordia” es “Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de las miserias y tribulaciones de los demás.”
      La misericordia a la que Dios se refiere es similar a la bondad de los nueve frutos del Espíritu Santo. Bondad, en resumen, es el corazón que no entra en conflicto ni contiende ni se queja, ni es el que quiebra la caña cascada, ni el que apaga el pabilo que humea, como está descrito en Mateo 12:19-20.

      Este es el corazón de nuestro Señor. Si la caña está cascada, entonces, no sirve, podría incluso afectar en forma negativa a las otras cañas. Por tanto debe ser rota. Si no se apaga un pabilo que humea, sólo echará humo y olerá mal. Por eso lo apagamos. Sin embargo, el Señor no rompe la caña cascada ni apaga el pabilo que humea. Por esa razón nuestro Señor aconsejó y procuró comprender hasta el final a Judas Iscariote, quien luego lo vendería.
      Después de dar el fruto de bondad, cuando el acto de bondad sale juntamente conla disciplina, a esto llamamos misericordia. Permítanme expicarles brevemente la diferencia entre los frutos del Espíritu y las Bienaventuranzas.
      Los frutos del Espíritu se dan cuando nuestro corazón produce cada aspecto de la verdad como un fruto, mientras que las Bienaventuranzas están para poner en práctica los frutos del Espíritu que nacen en nuestro corazón. Así que cuando ponemos los frutos del Espíritu en acción, somos bendiciones. Por eso las bienaventuranzas se dividen en 8 bendiciones que podemos recibir.
      De esta manera, recibimos las bendiciones que Dios Padre nos da en cada momento de nuestras vidas. Cuando el fruto de la bondad nace en nuestro corazón y se muestra en un hecho concreto, esto es tener misericordia, y puede manifestarse en tres diferentes maneras.

      La primera es la misericordia del perdón.
      Les dije que la bondad es el corazón del Señor que no contiende ni se queja, ni quiebra la caña cascada, ni apaga el pabilo que humea. Más específicamente, no romper una caña cascada es soportar a una persona, aun cuando sus acciones sean malas. Si su conciencia no está cauterizada como el hierro caliente todavía tiene una oportunidad para salvarse. Es no castigar inmediatamente a alguien que obra con maldad, más bien debe soportarlo hasta que alcance la salvación.
      De igual manera, “No apagar el pabilo que humea” es “No abandonar de golpe a los hijos de Dios que han recibido el Espíritu Santo pero que aún no viven en la verdad”. Es el corazón del Señor que toleremos y guiemos incluso a aquellos que aun pecan para que puedan aferrarse al Espíritu Santo y sean transformados por la verdad.
      Misericordia es comprender, perdonar, y guiar por el camino de la verdad con el corazón del Señor, incluso a los que actúan con maldad en su contra. Es no buscar su própio beneficio, sino ponerse en el lugar de los demás y buscar el beneficio de ellos, y así poder comprenderlos y mostrar misericordia hacia ellos.

      Amados Hermanos en Cristo.
      Los misericordiosos recibirán misericordia. Esto quiere decir que recibirán la misericordia de Dios. Al igual que sucedió con el Rey Ezequias, quien hizo lo bueno ante Dios, cuando se le dijo que iba a morir, Dios le prolongó la vida 15 años más luego que el rey se arrepintiera y orara.
      Nosotros, los que creemos en Jesucristo, ya hemos recibido la gran misericordia de Dios. Si Dios no hubiera tenido misericordia de nosotros y no nos hubiera perdonado, hubieramos ido al infierno y hubieramos sufrido para siempre. Sin embargo, hemos sido perdonados y somos salvos sin haber pagado precio alguno sino tan sólo por haber creido en Jesucristo como el unico Hijo de Dios. Incluso si algunos creyentes lastiman el corazón de Dios pecando, Él siempre estará esperando que se arrepienta y regrese, así como el padre esperaba al hijo pródigo.
      Si tan sólo se aleja del pecado y se arrepiente de todo corazón y restaura su comunión con Dios, Él jamás le dirá “Me has decepcionado” ni tampoco le increpará diciendo “Has cometido todos estos pecados”. Tan solo le dirá que ha borrado de su memoria sus iniquidades tanto como el este queda lejos del oeste.
      El Este nunca se juntará con el Oeste. Están tan lejos el uno del otro que sus límites no se pueden ver. Sus pecados estarán tan lejos de la memoria de Dios como el este queda lejos del oeste. Por cierto, la oración del Padre Nuestro cita, “Perdona nuestras ofensas así como perdonamos a los que nos ofenden”.
      Únicamente cuando mostramos misericordia con los que han pecado contra nosotros, podremos pedir a Dios que tenga misericordia de nosotros. Si no podemos perdonar a nuestros hermanos ni podemos mostrar misericordia hacia ellos, y aún así, repetimos el Padre Nuestro todos los días, estaríamos burlándonos de Dios porque sólo estaríamos repitiendo de labios palabras vanas y vacías.
      Hay un ejemplo de esto en Mateo capítulo 18: 21-22. Pedro le preguntó a Jesús, “Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi?” ¿Hasta siete? Pedro está preguntando con un corazón tan amplio y receptivo como el mar.
      Continúa el pasaje. Jesus le dijo: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. No sólo debemos perdonar un par de veces, llevando la cuenta de cuántas veces perdonamos a los demás, sino más bien, debemos perdonar y mostrar una misericordia ilimitada.
      Luego, Jesús narró una parabola. Un siervo debía a su amo 10,000 talentos y no tenía manera de pagarlos, por eso iba a vender todas sus posesiones, y también a su esposa e hijos. Sin embargo, cuando pidió misericordia a su señor, éste tuvo compasión y le perdonó toda su deuda. Pero saliendo el siervo, se encontró con uno de sus consiervos quien le debía 100 denarios\; tomándolo comenzó a golpearlo, diciendo, “Págame lo que me debes”. Y lo echó en la carcel hasta que le pagara todo lo que le debía.
      Al cambio actual, al siervo se le había perdonado más de 1 billón de dólares, sin embargo, él había metido a la cárcel a quien le debía sólo dos mil dólares. El amo se enteró de esto, se enojó contra su siervo, y lo mandó llamar nuevamente. Y le dijo “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me lo rogaste. ¿No deberías tú también haber tenido misericordia de tu consiervo, como yo la tuve contigo? Y luego lo echó a la carcel.
      Jesús relató esta parabola, y concluyó en Mateo 18:35, “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” Si no perdonamos a nuestros hermanos de todo corazón, Dios tampoco nos perdonará. Si no perdona, Dios tampoco lo perdonará cuando peque. Hay mucha gente que levanta muros de pecado contra Dios. ¿Por qué Dios no responde a sus oraciones? Usted no perdona a los que han pecado contra usted, y aún así se atreve a pedir, ¡“Padre, responde a mis oraciones”!
      Hay una razón por la cual Dios no le responde. No hay respuesta porque hay un muro entre Dios y usted. Todo se cumple tal como la Palabra de Dios lo dice, “Te será hecho como creíste”. Si pedimos, Él nos dará. Si buscamos y llamamos, se nos abrirá. De esta manera se cumple la Palabra del Padre. Es simplemente que tiene algún pecado, y por esa razón, no puede recibir ninguna respuesta.

      Amados Hermanos en Cristo.
      Todos eramos pecadores que teníamos que ir a parar al lago de fuego. Sin embargo, hemos sido justificados únicamente por la cruz de Jesucristo. Así que, si no podemos perdonar y en lugar de ello, odiamos, juzgamos y condenamos los pequeños errores de nuestros hermanos, ¡Se imaginan la verguenza que sentiremos ante Dios!
      Santiago 2:13 dice,”Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia.” ¡Qué espantoso es esto! “! ¡La misericordia triunfa sobre el juicio!” si vemos una paja en el ojo de un hermano, quiere decir que tenemos un tronco en nuestro propio ojo.

      Amados Hermanos en Cristo.
      ¿Pueden ver la paja en el ojo de su hermano? Entonces quiere decir que usted tiene una viga en el suyo. Esa es la Palabra de Dios que es la verdad absoluta. Hay muchos hermanos en la iglesia con diferentes niveles de fe. Algunos están en el 1er nivel, otros en el 2do\; y otros en el 3er o en 4to nivel de fe. No estoy buscando fallas ni la “paja” en otros, ni tampoco las quiero ver\; entonces, ¿Por qué algunos de ustedes ven tan claramente la paja en el ojo de su hermano?
      Si es así, entonces ahora podrá darse cuenta que usted tiene un tronco en su propio ojo. Hay quienes hacen tanta maldad que no pueden ser perdonados. A veces, incluso hermanos en la fe actuan con tal maldad que ocacionan grandes dificultades. Tal vez por eso podría llegar a decepcionarse mucho porque la persona que le hizo daño no era alguien del mundo sino un hermano en la fe.
      Por ejemplo, supongamos que un hermano comenta abiertamente sus errores con todo el mundo. Lo difama y lo odia sin razón alguna. Digamos que un hermano en la fe le hiciera esto. Imaginen que tratara de avergonzarlo enfrente de mucha gente usando sus propias palabras y diciendo lo que ha hecho. O que alguien le haya pedido prestado una gran suma de dinero y no le paga, y por eso usted podría enfrentar un grave problema. O porque alguien que no hizo lo que se suponía debía hacer, usted podría resultar perjudicado por ello. Si en estas situaciones usted tuviera misericordia, no odiaría ni tendría resentimiento contra esa persona. Desde luego, oraría por él para que Dios cambie su actitud por medio de la verdad.
      Mirando el pasado, desde el momento en que se inauguró esta iglesia, ha habido diferentes clases de hermanos. Algunos me provocaban sin razón alguna y engañaban a otros hermanos. Otros no eran honestos en sus finanzas y causaban problemas a los demás miembros. Ha habido trabajadores perezosos que no cumplían con su labor y líderes que ocasionaban dificultades en la iglesia.
      Nunca he reprendido ni mencionado a nadie desde el púlpito que hiciera esas cosas que dañaron a la iglesia. Incluso algunos diaconos, aun cuando eran siervos de Dios, hablaban mal de otros diaconos y cosas parecidas. Eventualmente, esto se convertía en un problema que causaba división entre los miembros. Incluso cuando veía a esas personas, sólo tenía que esperar y sobrellevarlas, ya que si no podían ni querían recibir mi concejo ni aceptar la reconvención, se hubieran ido de la iglesia.
      Si estaban dispuestos a escuchar, les hablaba. Sin embargo, si no podían recibír la amonestación y tropezaban a causa de ella, tenía que esperar y tratar con ellos hasta que cambiaran. Tenía que esperar para que esa alma no fuera abandonada por Dios. Por cierto, no estoy diciendo que deba ignorar los errores de los demás. Debe ser capaz de discernir con la Palabra de Dios y enseñarles con la verdad para que entiendan.
      En los 20 años de historia de nuestra iglesia, ha habido muchos ministros y Levitas, y algunos incluso han dejado la iglesia. Ellos ni siquiera cumplían con su labor pero se fueron de la iglesia. Algunos se iban debido a algún disgusto o porque no les gustaba su labor en la Iglesia. Algunos ministros dejaban la iglesia sólo porque se les cambió de cargo. Otros se iban sin razón alguna y otros se fueron porque no querían cumplir con su deber. Algunos de ellos de pronto se aparecían después de haberse ido. Otros regresaban despues de uno o dos años, o luego de unos meses. Se arrepentían y regresaban. Cada vez que regresaban, yo sentía que había encontrado a mis hijos que se habían perdido. Era como si mis hijos muertos hubieran vuelto a la vida. Y cuando los veo volver, me siento muy feliz porque los quiero mucho. Jamás pienso “Me traicionaron y ahora se aparecen de nuevo.” No. Nunca les reclamo nada y sólo dejo que retomen su trabajo otra vez.
      Este es el corazón misericordioso del Señor. Nuestro Señor dice que el hijo pródigo al recibir la herencia de sus padres, se fue a tierras lejanas, y desperdició allí todo su dinero. Era una herencia preciosa y muy valiosa de su padre. Y luego no tenía ni para comer. En ese momento, ¿Cómo recibió el padre a su hijo? No le dijo, “Desperdiciaste la preciosa herencia que te di, y ahora te apareces delante de mí.” No. Más bien solamente esperó- con las puertas abiertas- a que su hijo regresara.
      Este es el corazón de los padres: El corazón de amor y de misericordia. En vez de enojarse, el padre ofreció una fiesta a su hijo. Repito: Este es el corazón de misericordia y de amor. A veces, usted podría comentar la falta o el error de alguien que está actuando mal, o darle un consejo que usted mismo no seguiría porque no lo considera justo ni bueno, y sin embargo, prentende que ese consejo sea tomado como uno de amor.
      Aun si cita un pasaje de la Palabra, si no lo hace con amor, sino más bien lo hace con maldad en contra de otra persona, esto no es bueno ante Dios, y en ese caso, el Espíritu Santo no obrará. Por eso, el corazón de la otra persona no cambiará. Tampoco es correcto enseñar a alguien e intentar controlarlo a su manera con una mente altiva. Debería orar y aconsejar a esa persona con amor y comprendiendo su situación. Con un amor que incluso podría llegar a dar su vida por esa persona. Cuando tiene esta clase de corazón, podrá guiar a esa alma a la verdad incluso a regañadientes.

      La segunda clase de misericordia es la misericordia de la disciplina. Por favor, aquí les pido que presten mucha atención, porque en este aspecto deben ser capaces de poder discernir. En la misericordia, también hay una misericordia de disciplina. Esto podría parecer lo opuesto al perdón, pero en realidad no lo es.
      Porque la misericordia de la disciplina no se hace con odio ni condenación sino con amor. Hebreos 12:6 dice, “Porque el Señor al que ama, disciplina,
      Y azota a todo el que recibe por hijo.” Y el versículo 8 dice, “Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.”
      Si no son disciplinados, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderos\; es decir, no son hijos de Dios. Algunos no desean ser disciplinados incluso después que han obrado mal. ¿Le gustaría ser un bastardo? Si hizo lo malo, entonces debería anhelar la disciplina para cambiar, arrepentirse, alejarse de la maldad y llegar a ser perfecto.
      En mis 20 años de pastor, siempre analizo sus casos. ¿Por qué le vino tal prueba? ¿Por qué tiene dificultades? ¿Por qué se enfermó? ¿Por qué no sana de su enfermedad y otros si lo hacen en forma inmediata? ¿Por qué tiene problemas en sus negocios? ¿Por qué no es próspero? Siempre analizo estas cosas cuando veo los rostros de los hermanos. En algunos casos, Dios no castiga incluso si alguien hace algo malo.
      Este es el problema. En realidad, el ser disciplinado es una bendición. Por causa de la disciplina, usted puede arrepentirse de sus pecados. Por eso es una bendición ya que podrá dejar la senda de la muerte e ir por el camino de salvación. Es de mucha mayor bendición ser disciplinado, volver al buen camino, y alcanzar la salvación\; que ir por la senda de la muerte por no ser disciplinado. Algunos de ustedes deberían ser disciplinados por Dios, pero muchos huyen de la disciplina de Dios.
      Es comprensible en los nuevos creyentes que tienen poca fe o una fe carnal, pero si usted es un ministro, un siervo o un líder, obviamente debe aceptar la disciplina de Dios. No debería intentar evadir esa disciplina. Algunos están en una situación donde peligra su vida. Por eso oran a Dios diciendo, “Dios Padre. Tú que tienes el control sobre la vida y la muerte, salvame. ¡Saname de esta enfermedad!” Pero no hay respuesta. Si. Algunos de ellos son ministros y obreros de la iglesia.
      Algunos son siervos que tienen ese límite en su fe. Por eso dicen, “Dios, Tú que controlas la vida y la muerte.” Y luego dicen que creen. Sin embargo, no hay respuesta. Y entonces, ¿A dónde van? Si ¿A dónde van? Unos regresan al mundo o recurren a otras personas para resolver sus problemas. Y, sin embargo, dicen que creen en Dios. En realidad, ellos mismos comprueban que no tienen fe. Han estado orando, pero cuando se trata de sus vidas, ahí no tienen fe. Así que no les queda otro camino sino confiar en los recursos del mundo. O en otras personas o en la ciencia médica.
      ¿Qué pasó con sus anteriores oraciones? ¿Por qué clamaban “Dios Todopoderoso”? Decían cosas como: “Dios tu puedes crear algo de la nada, y puede hacer cualquier cosa”, “Pide y se te dará, busca y hallarás, llama y se te abrirá”. Si. Dios controla la vida y la muerte, la dicha y la desgracia. Pero cuando no reciben respuesta a sus oraciones, tarde o temprano regresan al mundo o confían en otras personas y no en Dios. Esto revela su falta de fe y como Dios lo sabe, no puede obrar. Aun cuando oran diciendo, “Creo que Dios Padre tiene el control de la vida y de la muerte y es el Creador. Dios es Todopoderoso y creo que me sanará de esta enfermedad,” En realidad no pueden ver el obrar de Dios.
      ¿Por qué? Dios mira el corazón, y en lo profundo de su corazón, no tienen una fe verdadera como para recibir respuesta a sus oraciones. De modo que Dios no puede obrar en ellos, y en cierto momento, ellos mismos mostrarán su falta de fe. Pensarán, “Como no tengo fe, no estoy seguro del resultado. Dios, eres Todopoderoso, pero esto es realmente imposible. Voy a confiar mi vida a los recursos del mundo.” Y comienzan a usar métodos humanos, diciendo, “Padre, pon paz en mi corazón”. “Padre, como no me sanaste, voy a buscar auxilió en el mundo y cuidar yo mismo de mi propia salud.” Entonces, cuando dicen en sus oraciones “Dios es Todopoderoso” en realidad es en vano. ¿Acaso hay alguna enfermedad que sea imposible de sanar para Dios? Si Dios no responde, debería derribar ese muro de pecado que lo separa de Él. No debería intentar evadir la disciplina sino más bien aceptarla cuando Dios quiere disciplinarlo. Incluso si Dios quiere llevarlo a Su presencia, debe depender de Él.

      Si usted es un pastor o un anciano ungido, o si es un siervo, líder o un trabajador en la Iglesia, debería sólo confiar en Dios para vivir o para morir. Entonces, Dios asumirá la responsabilidad y el control. Y Él obrará según Su voluntad. Y si tiene que llevarlo a Su presencia, lo hará, o si es Su voluntad que viva por más tiempo y sirva más en la obra, no lo llevará. Muchas veces he estado al borde de la muerte y sin embargo he confiado sólo en Dios. Nunca usé ningún recurso del mundo ni dependí de otras personas. Jamás he adulado a nadie. Aun si había una forma más fácil de resolver un asunto, únicamente confiaba en Dios.
      Incluso cuando algunas autoridades del mundo intentaron matarme, sólo dependí de Dios. Parecía que iba a morir, y sin embargo, el Padre siempre me salvaba. Incluso cuando Dios estuvo a punto de tomar mi vida, todo lo puse en Sus manos.
      De hecho era muy fácil parar la hemorragia por medios humanos. No obstante, no usé ningún método humano ni dependí en otras personas ni de las técnicas del hombre ¿Por qué? Mi Padre es omnisciente, y omnipotente y tiene autoridad sobre la vida y la muerte. ¡Incluso si Dios me lleva ahora a Su presencia, yo diría “Amén” y daría gracias!
      Si Dios me permite vivir, es para que sirva en Su obra con fuerza y salud, así que de cualquier forma estoy agradecido. ¿Pero por qué hay que confiar en el mundo? Si confía en Dios Padre, Él asume el 100% de la responsabilidad. Dios Padre decidirá si toma o no su alma según Su voluntad. Por eso, debemos encomedar todo en Sus manos. Incluso cuando estaba a punto de morir, confié en Dios. No recurrí a ningún método humano. En realidad llegue a morir, pero Dios creyó que era necesario que viviera más tiempo a fin de cumplir la responsabilidad que Él me había encomendado. Por eso me volvió a la vida. Muchos de nuestros hermanos lo vieron con sus propios ojos. Dios me resucitó de la muerte.
      Nuestro Dios es Todopoderoso, y debemos mostrar nuestra fe hasta el final. Al igual que Abraham ofreció a su hijo Isaac, o cuando Daniel fue echado en el foso de los leones, o cuando sus tres amigos fueron echados al horno de fuego\; si mostramos nuestra fe hasta el final, Dios Padre la reconocerá. Y cuando Dios interviene, ¿Cómo podría expresarlo?
      En el mundo podrían decir que es sólo suerte o pura coincidencia. No obstante, si su fe es reconocida y aceptada por Dios, podrá recibir cualquier cosa. Pero, si a alguien se le pide que muestre su fe al punto de dar su vida, no podrá hacerlo. Nunca he visto alguien así. Incluso cuando tuve que entregar mi vida, prestigio renombre, autoridad, y todo lo demás, todo lo puse todo en manos de Dios. Y Él me concedió una nueva vida. Es como si me hubiera resucitado. Como Dios es todopoderoso y controla la vida y la muerte, puede hacerlo todo. Así que, cuando dependí solamente de Él, Dios tomó control de todo bajo Su responsabilidad y obró a mi favor.
      ¿No es esto fe acaso? Si ustedes tuvieran esta clase de fe, todos serían abundantemente bendecidos. Incluso podrían llegar a ser presidentes de un grupo empresarial. Si tan sólo oraran por un par de años obedeciendo y viviendo en la verdad, todos ustedes podrían convertirse en presidentes de empresas si tuvieran esta clase de fe.

      Amados Hermanos en Cristo.
      Espero que Dios pueda aceptar y reconocer que tienen una verdadera y perfecta fe. Confio en que todos ustedes serán desafiados de tal manera al oir este mensaje que su vida nunca más volverá a ser igual. Deberían decidirse a poner en práctica su fe y a vivir por esa fe, para que puedan agradar a Dios. Los anímo a tomar la decisión de seguir y vivir unicamente según la verdad. Entonces, Dios los amará mucho.
      Y como es un hijo amado para Dios, Él lo corregirá para que pueda obrar en la verdad y reciba salvación. Si Dios aparta su rostro de usted porque no quiere saber nada de Él y porque continúa pecando gravemente, entonces, ya no lo disciplinará ni habrá más disciplina para usted. De modo que pecará tanto como quiera y finalmente irá al infierno. Imagínese que su hijo le ha robado algo. Pero viene ante usted y le dice, “Nunca más lo volveré a hacerlo, por favor perdóname”. Si llora de arrepentimiento, ¿Qué haría usted? Naturalmente los padres lo abrazarían cariñosamente y le dirían “Te perdonamos. No vuelvas a hacerlo”. Mostrarían la misericordia del perdón.
      Sin embargo si su hijo se arrepiente sólo de boca y sigue pecando, ¿Qué harían ustedes como padres? Tendrían que llamarle la atención y corregirlo, y si aun así no escuchara, tendrían que usar la vara de la disciplina para castigarlo. Si no lo amaran, dejaría que siguiera haciendo lo mismo, pero si lo aman, procurarán corregirlo. Si dejan que robe ahora sin hacer nada, será un ladrón el resto de su vida, por eso, deben corregirlo disciplinándolo.
      ¿Sin embargo, que harían si el que le ha robado no fuera su hijo sino el hijo de su vecino? Los que son buenos lo perdonarían y mostrarían misericordia, pero la mayoría de la gente del mundo no hace eso. Recordarían por mucho tiempo su falta, hablarían cosas negativas de él, y lo acusarían con sus miradas.
      Incluso, estas personas, cuando disciplinan no lo hacen con amor, sino con ira y resentimiento. No perdonan ni una sola ofensa y a pesar del tiempo transcurrido aún dirían, “Es un ladrón”. Ni siquiera intentan aconsejar al niño y corregirlo de su mal camino, sino que quieren descargar su ira reprimiendolo, e incluso lo llevan a la policía.
      Antes que se fundara esta iglesia, en una ocasión tuve que a la estación de policía a pedir perdón. Fue cuando unos estudiantes habían robado algunos libros de mi tienda. Recibí una llamada de la policía informándome que habían atrapado a los escolares que durante la noche habían sustraído los libros de mi establecimiento
      Cuando regresé de orar y de ayunar en la montaña de oración, oí del incidente que había ocurrido el día anterior. Los estudiantes habían abierto la ventana y se habían llevado muchos libros. Fueron atrapados de inmediato. Eran alumnos de secundaria. Confesaron que habían robado mi tienda. Asi que la policia me llamó y me pidieron que me acercara a la estación. Cuando llegué, dijeron que informarían a los padres de los estudiantes y que los entregarían a las autoridades correspondientes\; y me preguntaron el monto de la perdida que había sufrido. Les pedí que los perdonaran y que los dejaran ir. Yo pedí perdón por ellos.
      Las cosas han cambiado mucho hoy en día. Los alumnos y sus padres demandan a los profesores por aplicar una disciplina que años atrás era aceptada y permitida. Ahora los alumnos envían a la carcel a sus profesores. Incluso si un muchacho entra en su casa y roba, debe intentar perdonarlo, debe tratar de corregirlo y ayudarlo, y no enviarlo a la carcel. En el pasado, si un profesor le daba de palmadas a un alumno lo más seguro es que no lo hacía con odio ni ira para lastimar al estudiante. Sin embargo, hoy en día, la gente llama a la policía y hacen que arresten a los profesores si tan sólo tocan a un alumno.
      Disciplinar con amor\; y no con odio, es un acto de misericordia. De la misma forma, debe lograr demostrar esta disciplina de amor a sus hermanos. Si ve a uno de sus hermanos pecar, y si lo comenta aquí y allá, quiere decir que tiene el corazón de los padres de la casa del vecino, quienes no tenían nada de amor.
      La Biblia nos explica detalladamente el proceso de cómo debemos amonestar y disciplinar a un hermano que ha pecado. Mateo 18:15-17 dice, “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos\; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia\; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.”
      Todo esto es disciplina con misericordia, que es la disciplina de amor que es producto de la misma misericordia. Así, la Biblia nos enseña que debemos seguir estas instrucciones. Puede hacer exactamente lo que la Biblia indica.
      Sin embargo, si alguien comete un error, algunos de ustedes vienen inmediatamente a decírmelo. La Biblia no dice que la iglesia debe enterarse en forma inmediata de las faltas de alguien. Deberían primero aconsejarle y con amor darle una oportunidad para cambiar. Esto es amor y misericordia.
      Si a pesar de ello, el hermano no oye el consejo pero tal vez pudiera escuchar a alguien con mayor autoridad, entonces podrá comentar el caso para salvar a esa persona y ayudarlo a escuchar el consejo y cambiar. Luego, regresará con los hermanos para aconsejarle una vez más a que cambie de actitud. Esta es la manera de salvar a un hermano.
      Esto es amor y misericordia. No debe comentarlo a otras personas y difundirlo. Si aun así no escucha, y usted cree que ese hermano se va a perder y que incluso podría perder su salvación, en ese momento, podrá informar a la iglesia después de haber pasado por todo este proceso. Entonces la iglesia hará algo al respecto para así poder salvar a ese hermano. Confio en que de ahora en adelante sólo actúen conforme a la Palabra de Dios. Y así serán muy amados por Dios.
      Si así lo hicieran, no tendrán resentimiento, rencor, ni odio, y no juzgarán, ni condenarán, ni calumniarán a nadie. Sólo mostrarán amor y misericordia, y así Dios Padre dirá, “Eres amado y perfecto a mis ojos”.
      ¡“Hermano Tal. Usted es muy amado”! Si nuestro Padre dijera esto, usted será muy bendecido porque Dios lo alabará. Y la próxima vez, cuando se encuentre en una situación donde necesite la misericordia de Dios, el Padre le mostrará Su misericordia. Dios dirá, “Por cuanto mostraste misericordia a tu hermano, yo tendré misericordia de ti”. Si no tienen misericordia de los demás, cuando la necesiten, y pidan, “Padre, ten misericordia de mí, por favor perdóname”. ¿Tendrá el Padre misericordia de ustedes? Dios sólo podrá apartar Su rostro diciendo, ¡“No tuviste misericordia de tu hermano y ahora estás orando para que tenga misericordia de ti”!

      En tecer lugar. Debemos mostrar misericordia a los que están enfermos, a los que viven en la pobreza, a los que han fracasado en el mundo, y a los que no son salvos. Por ejemplo, suponga que un hermano está atravesando por un momento de pobreza, ¿Qué haría usted?
      Si tan solo le dice, ¡“Que pena”! No está mostrando misericordia ante Dios. El tipo de misericordia que agrada a Dios es justamente dar de lo que uno tiene al hermano que está en necesidad. Algunos dicen que quieren ayudar pero que no tienen nada que dar.
      Sin embargo, permítanme hacerles una pregunta. Si sus propios hijos estuvieran muy hambrientos, se quedarían tan sólo mirándolos diciendo, “No puedo hacer nada porque no tengo dinero.” Aun si no tuviera nada para comer mañana, les daría a sus hijos lo que tiene ahora. Debe hacer lo mismo por sus hermanos.
      Cuando mostramos nuestra misericordia de esta manera, Dios también nos mostrará Su misericordia. Si no ayuda a su hermano y sólo dice, “Quisiera ayudarte, pero no puedo porque también soy pobre, ¡Sé que debes tener mucha hambre”! ¿Es esto misericordia acaso?
      ¿Les diría lo mismo a sus hijos si ellos tuvieran hambre? “Hijo, hija, deben tener mucha hambre porque no hay nada que comer. Pero no puedo darles nada porque no tengo dinero.” ¿Abrá algun padre que diga esto? Probablemente tomaría la mitad de lo que tiene para comer y se lo daría a sus hijos. Un dicho dice que si tuvieras solo un frejol, lo compartirías.
      Cuando mostramos nuestra misericordia de esta manera, también Dios nos mostrará Su misericordia. ¡Si actuamos de esta forma, Él estará muy complacido! En el cielo Él está escribiendo todo\; y todas sus buenas obras serán para honra suya luego cuando vaya al cielo. El Padre estará feliz de usted, y usted será Su honra ante los demás. Todo será retribuído. Dios nos da conforme a lo que hacemos y sembramos no sólo en esta tierra sino también en el reino de los cielos.
      Sin embargo, debe tener cuidado de no ayudar a aquellos que están siendo disciplinados o castigados por Dios debido a sus pecados. No debería ayudar incondicionalmente a todos aquellos que están sufriendo, sino sólo conforme a la voluntad del Señor. No debe ayudar al pobre fuera de la voluntad del Señor, sino dentro de Su voluntad.
      En el libro de Jonás, podemos ver que si ayuda a alguien que está sufriendo debido a su deliberada desobediencia a la Palabra de Dios, tambien usted sufrirá. Dios había mandado a Jonás a Ninive, pero él no quizo obedecer, así que tomó un barco que iba en dirección opuesta. Por eso, Dios envió una gran tormenta y la tripulación se enteró que esa tempestad era porque Jonás había desobedecido la Palabra de Dios. Ahora bien, si arrojaban al mar a Jonás, la tormenta se calmaría. Jonás también dijo que la tormenta cesaría si lo aventaban al mar.
      Sin embargo la tripulación, dejándose guiar por su afecto carnal, no pudo hacerlo. Arrojaron por la borda todo lo que tenían, y finalmente, tuvieron que echar a Jonás al mar. Intentaron salvar a Jonás tirando todo el equipaje a bordo. Eso representó una gran pérdida para ellos y, sin embargo, la tormenta sólo empeoró.
      De la misma manera, si usted ayuda a los que están siendo disciplinados por Dios, también le sobrevendrán dificultades luego de haber sido misericordioso. Por lo tanto, debe oír la voz de Espíritu Santo antes de actuar.
      Permítanme explicarlo más fácilmente. Por ejemplo, digamos que alguien de su grupo de zona o de célula está pasando necesidad porque su esposo siempre apuesta. Se ha metido en una gran deuda y por eso está pasando apuros. Así que, como su familia no tiene nada que comer, usted les ayuda con dinero. Sin embargo, usted sabe que si el esposo encuentra algo de dinero en casa, lo malgastará en los casinos. Pero digamos que aun así los ayuda. La pregunta es, ¿Realmente los habrá ayudado?
      Fue sólo darle dinero para que siguiera apostando. Sólo le habrá dado de comer bien para que siga apostando. Así que eso no es realmente ayuda. Má bien le estará dando dinero para que siga apostando.
      Asimismo, digamos que hay una persona que es fuerte y saludable como para trabajar, pero siempre está bebiendo. Siempre está borracho, a pesar que puede trabajar. Así que ¿Le ayudaría usted porque está en necesidad? Claro que no.
      Él puede trabajar. Y así podrá mantener a su familia. Pero no lo hace porque es un vago y perezoso. Y si usted lo ayuda, sólo hará que se vuelva más ocioso.
      ¿Es esto correcto? No es correcto ante el Señor. Así como hay gente a quien debe ayudar, también hay gente a quien no debe ayudar. Pero tan solo supongamos que continúa ayudándolos. Entonces, ¿Qué deberá hacer Dios? Dios lo ha bendecido, pero usted ha destinado esa bendición a un propósito equivocado haciendo que otra persona peque cada vez más y más. Entonces, ¿Qué hará Dios? Dejará de bendecirlo, para que no vuelva a ayudar a esa persona. Por eso, no debe ayudar a quienes no debe.
      Igualmente, si ayuda a los que están sobrellevando la disciplina de Dios, usted enfrentará dificultades luego de ayudar a esa persona, por eso debe oír la voz del Espíritu Santo.

      Caurto: Debemos tener misericordia de los desvalidos, de los enfermos, de los desamparados, de los rechazados, y de los no creyentes. La gente del mundo acoge a los que han tenido éxito, pero dan la espalda a los que han fracasado. La gente podrá ayudarlos un par de veces, pero si siguen fracasando, les darán la espalda y los maltratarán. Sin embargo, si un hermano en la fe fracasa y se desanima, nunca debemos despreciarlo. Debemos recibirlo cariñosamente y aceptarlo con amor.
      Debemos tener misericordia de aquellos que están enfermos y orar por ellos. Debemos tener misericordia de los que aún no han creído la Palabra y predicarles el evangelio aun si nos hostigan y nos maldicen. Hacen esto porque no conocen la verdad. Si no tenemos misericordia y no los evangelizamos, irán al infierno.
      Además, no sólo debemos tener misericordia de los que están alrededor nuestro sino también de todas las almas en el mundo entero y orar por ellos.

      Termino el mensaje. Amigos y Hermanos en Cristo:
      Esta es la 5ta prédica sobre las bienaventuranzas. Hoy les he hablado de los que son misericordiosos. Si usted muestra misericordia, Dios le mostrará Su misericordia. Usted no sabe lo que le vendrá en el futuro. Si Dios Padre tiene misericordia de usted, entonces lo perdonará.

      Juan 13:34 dice, “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros\; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” Los que conocen el amor del Señor darán ese mismo amor a los hermanos. Si usted llega a ser misericordioso, todo lo que haga emanará el aroma de Cristo.
      Como una rosa que florece en el desierto, así florecerá usted en ese cálido y suave amor del Señor en este mundo duro y cruel, de manera que muchos obtendrán vida y consuelo en usted. Entonces, Dios recordará sus obras, tendrá misericordia de usted y lo bendecirá en todo. Olvidará sus caídas, suplirá sus necesidades, y bendecirá sus negocios y su trabajo. Además, le dará fortaleza espiritual y física.
      Los animo a que tengan misericordia en su corazón y a que la pongan en práctica. Oro en el nombre del Señor para que Dios, quien es un Dios lleno de amor y de misericordia, los bendiga y tenga misericordia de ustedes.

      AMEN


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