• Estudio basado en Génesis (116)

    [Génesis 8:6-14]

    01-08-2014 | Rev. Jaerock Lee

    • Pasaje

      Génesis 8:6-14
      [6] Sucedió que al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había hecho,
      [7] y envió un cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra.
      [8] Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la faz de la tierra.
      [9] Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió a él al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces él extendió su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en el arca.
      [10] Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca.
      [11] Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra.
      [12] Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no volvió ya más a él.
      [13] Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca.
      [14] Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra. "


      Amados hermanos y hermanas en Cristo:

      Este es el 116º. estudio de Génesis.

      El agua que cubrió la Tierra entera durante el diluvio disminuyó de modo constante.

      En el año 600 de Noé, en el primer día del décimo mes, las cimas de las montañas se hicieron visibles.

      Cuarenta días después de esto, Noé envió un ave fuera del arca para ver si las aguas habían disminuido.

      Primero mandó un cuervo.

      El cuervo voló por todos lados mientras el agua se secaba en la Tierra, hasta que se secó.

      En realidad el cuervo no fue de mucha ayuda para Noé.

      Por eso, Noé envió una paloma la siguiente vez.

      Pero el ave no encontró un lugar donde sentar la planta de su pie, así que regresó al arca.

      Noé extendió su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en el arca.

      Él podía ver que las aguas todavía estaban sobre la faz de toda la tierra.

      Así que siete días después envió al ave nuevamente fuera del arca.

      Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico.

      La 'hoja de olivo' significaba que el agua casi había desaparecido de la faz de la Tierra.

      Otros siete días más tarde, Noé envió a la paloma, la cual no volvió ya más a él.

      Noé cumplió un nuevo año en el arca.

      En el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca.

      A pesar de eso, él no salió del arca.

      Fue porque Dios no le había dado ninguna indicación todavía.

      Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra y Dios le dijo a Noé que saliera del arca.

      Hermanos y hermanas,

      Del hecho de que Noé envió fuera un ave, podemos aprender un par de lecciones.

      Primero: la fe es acompañada por obras.

      Dios sabía cuánto había disminuido el agua.

      Pero Él no se lo dijo a Noé en todas las ocasiones.

      Él permitió que Noé revisara por sí mismo cuánto había disminuido el agua.

      Ya que Dios es todopoderoso, los que creen en Dios pueden entender todas las cosas y hacen todas las cosas al comunicarse con Dios.

      No obstante, aquellos que tienen "plena certeza de fe" son inspirados respecto a lo que deben hacer para obtener ayuda de parte de Dios.

      No dicen simplemente: "Señor, yo creo", sin hacer lo que están supuestos a hacer o lo que deben hacer.

      Esto es así ya que la 'plena certeza de fe' puede ser otorgada de lo alto a aquellos que alcanzan el 'corazón sincero'.

      El 'corazón sincero' es aquel que está lleno de la bondad, amor y verdad que Dios desea.

      Los que tienen un corazón sincero jamás quebrantan la justicia ni buscan su propio beneficio.

      Los que tienen un corazón sincero con plena certeza de fe, están conscientes de lo que deben hacer para alcanzar la justicia cuando necesitan recibir una respuesta.

      De acuerdo a ella, hacen lo que deben hacer, y siembran lo que deben sembrar.

      La razón por la que Dios el Padre está dirigiendo el Cultivo de la humanidad es para adquirir tales hijos con un corazón sincero.

      A estos hijos con corazón sincero, Dios les da la 'plena certeza de fe' de lo alto para que puedan revelar la gloria de Dios por fe.

      ¿Qué pasaría si un hombre pudiera recibir una respuesta solo al decir "yo creo", aunque no tenga un corazón sincero?

      Sería igual a los padres que hacen lo que sus hijos desean aunque estos no cumplen con sus deberes.

      Digamos que sus hijos tienen tareas escolares.

      Pero en lugar de hacer las tareas, se ponen a jugar.

      ¿Harán ustedes sus tareas e irán a la escuela por ellos?

      Sin importar cuán difícil les sea manejarlo, ustedes jamás harían eso.

      Los niños deben hacer lo que están supuestos a hacer para obtener el conocimiento y habilidades que necesitan.

      Solo entonces pueden crecer para llevar a cabo sus roles en sus comunidades.

      Claro está que los padres pueden ayudarlos durante el proceso.

      Los padres pueden ayudar a sus hijos con sus tareas, y también pueden animarlos.

      Pero hacer las tareas por ellos es algo completamente distinto a ayudarles a hacer sus tareas.

      De igual manera, cuando los hijos con fe enfrentan dificultades o tribulación, Dios puede manifestar Su poder para aquellos que lo buscan.

      Pero Dios de ninguna manera causa dificultades, tribulación o refinamiento sobre ellos.

      Esto es porque a través del proceso de vencer estas pruebas, sentirán el amor de Dios y alcanzarán un corazón sincero.

      La escritura de esta noche habla acerca del gran diluvio.

      Y ahora el Cultivo de la humanidad comenzaría de nuevo.

      Con el inicio del nuevo Cultivo de la humanidad, Dios estaba guiando a Noé a mostrar sus obras por sí mismo.

      Claro está que, aun antes de esto, Noé fue el hombre que estableció obediencia perfecta a la palabra de Dios.

      Sin embargo, antes de la inundación, él estaba en el nivel de simple obediencia a la palabra ante una situación dada por Dios.

      Dios le dio todas las instrucciones respecto a cómo construir el arca y lo que debía hacer.

      Dios le enseñó y dirigió.

      Dios mismo obró cuando había que meter los animales en el arca.

      A partir de ahora, sin embargo, Dios estaba guiando a Noé para que fuera inspirado respecto a lo que debía hacer por sí mismo para cumplir la voluntad de Dios.

      Esas sorprendentes obras de fe en la Biblia ciertamente las hace Dios.

      Cuando se las examina cuidadosamente, no obstante, estaban acompañadas de las obras de los antepasados de la fe.

      Por ejemplo, cuando los israelitas que salieron de Egipto estaban a punto de cruzar el río Jordán, ¿qué hicieron?

      ¿Acaso Dios detuvo primero las abundantes corrientes del río Jordán?

      Y luego, ¿revisaron los israelitas el fondo y se pararon en el lecho del río?

      Al inicio del Éxodo, cuando cruzaron el mar Rojo, la fe de los israelitas era muy débil, por eso Dios dividió el mar Rojo primero y luego les permitió cruzarlo.

      Para la segunda generación del Éxodo, la que fue entrenada en el desierto, la situación fue diferente.

      Es decir, la fe de ellos creció en esa medida.

      Por eso Dios permitió que los sacerdotes que llevaban el arca del pacto entraran al río primero.

      Cuando conquistaron la ciudad de Jericó, ese fue el primer obstáculo a la tierra de Canaán. Dios no se encargó de todo, sino que dio instrucciones a los israelitas sobre lo que debían hacer.

      Con Su poder, Dios pudo hacer que la ciudad de Jericó colapsara en un instante, pero dejó que los israelitas mostraran sus obras de fe.

      Es decir, permitió que caminaran alrededor de la ciudad una vez por seis días, y siete veces al séptimo día, y que gritaran.

      Los israelitas obedecieron la palabra, y la ciudad de Jericó cayó gracias al poder de Dios.

      Solo imaginen cuánto creció su confianza en Dios por medio de esto; se hizo más fuerte que nunca.

      Su fe debe haber sido muy firme ya que todo lo que tenían que hacer era obedecer la palabra de Dios.

      Nuestro Jesús también guio a la gente a mostrar incluso fe mínima a medida que Él manifestaba el poder.


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