• Invitación

    [1 Juan 4:16]

    12-10-2014 | Rev. Jaerock Lee

    • [Pasaje]

      [1 Juan 4:16]
      "Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él".


      [Introducción]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,

      Este día celebramos el 32º aniversario de la Iglesia Central Manmin.

      Demos todo el agradecimiento y la gloria a Dios Padre quien ha estado dirigiendo esta iglesia.

      Agradezco a todos los invitados de honor que han venido del interior de Corea del Sur y del extranjero.

      También doy la bienvenida a todas las familias, parientes y vecinos que han venido aceptando la invitación de los miembros de la iglesia.

      Le doy las gracias a todos los pastores, misioneros, obreros de tiempo completo y miembros de la iglesia que han estado juntos en este ministerio.

      Este evento es una festividad especial que Dios nos dio en este maravilloso día.

      Yo creo que Dios les dará inmenso gozo y felicidad a todos ustedes que están en este lugar.

      Hermanos y hermanas, Dios nos dio una invitación que es aún más gloriosa.

      En Mateo capítulo 22 hay una parábola.

      Cierto rey ofreció un banquete de bodas por su hijo y llamó a los convidados.

      ¿Qué tan abundantemente elegante sería ese banquete, y qué honor era haber sido invitado por el rey?

      Pero aquellos que fueron convidados rechazaron la invitación a causa de sus negocios y de sus asuntos familiares.

      Ellos no participaron aun cuando fueron invitados a tan maravilloso banquete.

      Aquí, aquel que ofreció la fiesta representa a Dios, y el banquete es un banquete celestial que será realizado en el futuro.

      El banquete hace referencia al banquete de bodas del Hijo unigénito, Jesucristo, y los creyentes salvos.

      Dios invitó a todas las personas del mundo.

      Incluso después de escuchar esas noticias tan excelentes, aquellos que están llenos con la lujuria del mundo no aceptarán la invitación, pero todo aquel que la acepte con un corazón humilde podrá participar en el banquete celestial.

      Pero este día, a esta iglesia, Dios ha enviado una invitación aun más especial.

      La invitación no es solamente para un banquete celestial, sino para un banquete que será realizado en la Nueva Jerusalén, el lugar más hermoso de los lugares de morada celestial.

      ¡Yo espero que todos ustedes que están aquí y todos aquellos que asisten al servicio por medio del internet y del satélite alrededor de Corea del Sur y de todo el mundo, respondan a esta invitación!

      Oro en el nombre del Señor para que, al hacer esto, podamos todos compartir nuestro gozo, recordando este día tan especial en ese glorioso banquete que será celebrado más adelante.


      [Mensaje Principal]

      Amados hermanos y hermanas, y todos los invitados,

      En este momento está en sus manos la invitación de Dios para el banquete en la Nueva Jerusalén.

      Ahora, ¿Qué clase de mensaje está escrito en ella?

      En esta invitación, en primer lugar, está el corazón del Padre quien desea estar con Sus amados por la eternidad.

      Algunos padres de este mundo dicen que el momento más emotivo de sus vidas fue aquel cuando ellos sostuvieron a su bebé recién nacido por primera vez.

      De hecho, visto sin amor, realmente es un sufrimiento dar a luz a un bebé y criarlo.

      Sin embargo los padres no lo sienten así en absoluto.

      Ellos no se preocupan por las inconveniencias del embarazo, el parto, ni de las preocupaciones y dificultades que tendrán que asumir por sus hijos.

      En ocasiones, simplemente se olvidan de todas las preocupaciones del mundo por el hecho de disfrutar la sonrisa pura de sus hijos. Sienten la felicidad de la vida compartiendo su amor con sus hijos mientras crecen.

      Cuando trabajan duramente para sacar adelante a sus hijos, ellos no se lamentan diciendo que están sufriendo por causa de ellos.

      Sino más bien dicen que tienen una razón para vivir a causa de sus hijos.

      Y el amor de Dios al crear a los seres humanos es comparativamente mayor que este amor de los padres.

      Dios existía como la Luz y Voz a través de todo el universo en gloria, y Él mismo moldeó a Adán y lo creó.

      Él hizo esto porque quería compartir su amor con Adán.

      Así como los padres desearían dar solamente buenas cosas a sus hijos, Dios hizo el mejor lugar, el reino celestial, y Él deseaba darle felicidad eterna.

      Pero esta felicidad eternal no podía solamente ser entregada.

      Por parte de Dios, Él también tenía que atravesar con fortaleza los dolores en el transcurso de la cultivación humana.

      Los hijos no estarían felices solamente porque los padres les dan solo su amor.

      Padres e hijos puedan ser felices cuando los hijos comprenden a sus padres y los aman también.

      Las personas no pueden comprender el valor de la Luz a menos que experimenten las tinieblas.

      Ellos pueden sentir la preciosidad del amor de Dios solamente cuando experimentan la tristeza, muerte y dolor de la cultivación humana.

      En el transcurso de la cultivación humana, no son solamente los seres humanos los que están sufriendo.

      Dios también ha tenido que ser paciente y se ha tenido que sacrificar grandemente.

      Él ha tenido que ser paciente con aquellos que se oponen a Dios, e incluso entregó a Su Hijo unigénito en la cruz.

      Sin embargo, debido a que Él ha puesto Su mirada en muchas almas que serán salvas y que llegarán al reino eterno de los Cielos, continúa la cultivación humana con amor.

      Y no es solamente por aquellos hijos que serán meramente salvos que Él está sufriendo tanto.

      Es para obtener hijos verdaderos.

      Él desea obtener hijos verdaderos que comprendan Su corazón y compartan su amor con Él, hijos como Abraham, Moisés, el apóstol Pablo, y otros apóstoles y profetas.

      Y la ciudad de la Nueva Jerusalén es el lugar que Él preparó para tales hijos.

      Cuando nosotros veamos tan inmensas y brillantes mansiones, estaremos demasiado impresionados.

      Algunas mansiones son tan bellas que nos quitarán el aliento y nos harán sentir sumamente deseosos por vivir en ellas.

      Pero el Cielo, y la Nueva Jerusalén en particular, es el lugar que Dios, quien creó esta tierra y todo el universo, hizo con lo mejor de Su sabiduría y capacidades.

      Esto no puede ser comparado con ningún lugar de esta tierra.

      Él nos está invitando diciendo, "Mis amados hijos, estemos juntos en este lugar. Vivamos aquí en la Nueva Jerusalén compartiendo nuestro amor por siempre". Este es el deseo del Padre contenido en la invitación.

      Yo espero que ustedes recuerden este deseo de Dios y acepten la invitación.

      Amados hermanos y hermanas, invitados,

      En segundo lugar, en esta invitación está la sincera súplica de Dios Padre quien nos está motivando a cambiar nuestro corazón.

      Es decir, Él desea que tengamos los requisitos para entrar en el Cielo.

      Nosotros somos perdonados por nuestros pecados cuando aceptamos al Señor, pero esto no es el final.

      Si realmente creemos en la preciosa sangre del Señor, purificaremos nuestro corazón y nos apartaremos del pecado.

      En la actualidad, muchos creyentes viven tal como los incrédulos.

      Ellos aceptan la lujuria del mundo y practican la maldad y la injusticia.

      Dicen que aceptarán la invitación de Dios, pero de hecho no se están preparando para participar.

      La parábola en Mateo capítulo 22 que mencioné antes, también explica lo que sucederá a tales personas.

      Mientras el banquete se celebraba, el rey observaba a los invitados y encontró a quien no se había vestido con ropa apropiada para la boda.

      Mateo 22:12-13 dice, "Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes".

      Aquí vestir ropas de boda es purificar nuestro corazón.

      Se trata de desechar los pecados y la maldad como hijos de Dios que creen en el Señor.

      Nuestros lugares de morada en el Cielo serán diferentes de acuerdo al grado en el cual nosotros cambiemos nuestro corazón en nuestra vida cristiana.

      Para que entremos en el mejor lugar de morada en el cielo, la Nueva Jerusalén, básicamente tenemos que desechar todos los pecados y santificarnos.

      Junto a esto, también tenemos que ser fieles en toda la casa de Dios.

      Pero ser un cristiano durante mucho tiempo no remueve automáticamente los pecados y la maldad de nuestro corazón para preparar la ropa limpia de bodas.

      Nosotros tenemos que luchar individualmente en contra del pecado.

      Por supuesto, nadie puede desechar los pecados y la maldad y santificarse por sus propias fuerzas.

      Tenemos que recibir la gracia de Dios y la fortaleza y ayuda del Espíritu Santo.

      Pero para recibir esa gracia y fortaleza, también tenemos que hacer uso de nuestra fortaleza.

      Tenemos que orar fervientemente y en ocasiones orar toda la noche o ayunar para desechar la maldad.

      A veces nos sentiremos desalentados porque continuamos encontrando nuestra propia maldad aun cuando nos esforzamos mucho.

      Pero si solamente continuamos marchando sin desistir, eventualmente seremos capaces de desechar la maldad.

      Esto significa que prepararemos vestidos de bodas que son puros.

      Romanos 8:18 dice, "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse".

      Dios también sabe que esta lucha es dura.

      Pero Él también conoce la gloria de la Nueva Jerusalén.

      Debido a que Él ha preparado esa inmensa gloria, con Su amor Dios Padre está esperando que nosotros alcancemos la santificación.


      [Conclusión]

      Amados hermanos y hermanas, invitados,

      El Dios de amor estableció la Iglesia Central Manmin hace 32 años y ha estado cumpliendo muchas cosas desde entonces.

      Él nos ha revelado los secretos del reino espiritual y ha manifestado tantas señales y maravillas que no podemos mencionarlas todas.

      Él también ha estado cumpliendo con el evangelismo mundial grandemente.

      Y después de permitirnos alcanzar estas cosas, Él no simplemente recibirá la gloria y permanecerá quieto.

      Todos esos momentos fueron parte del plan que Él hizo meticulosamente durante mucho tiempo, para obtener hijos verdaderos que aceptarían la invitación a la Nueva Jerusalén e irían allí.

      Él nos permite saber sobre la Nueva Jerusalén tan vívidamente para que tengamos un mayor anhelo por desechar los pecados.

      También nos permite conocer en detalle cómo podemos desechar los pecados y santificarnos.

      Nos da la fortaleza para desechar los pecados permitiéndonos experimentar Su amor al darnos respuestas a las oraciones, bendiciones y sanidades divinas.

      Ahora, después que 32 años han pasado, los ojos de Manmin están puestos no en el mundo sino en el Cielo.

      Nosotros vivimos no por las cosas perecederas de la carne sino solamente por la gloria de Dios.

      Fue la providencia de Dios el establecer esta iglesia pues Él deseaba llenar la Nueva Jerusalén con esa clase de hijos.

      Por medio de esta iglesia, Él deseaba enviar su invitación celestial al mundo entero.

      La gloria de Dios que será revelada en esta iglesia más adelante será incomparablemente mayor que la primera.

      Habacuc 2:14 dice, "Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar". Como dije antes, muchos obreros de espíritu y de espíritu completo guiarán innumerables almas al Señor.

      Con esta visión en mente, la Iglesia Central Manmin continuará caminando con mayor fervor y devoción.

      Una vez más, doy las gracias a todos los invitados que han estado exhortando esta iglesia con amor hasta que hemos llegar a ser lo que somos ahora.

      Oro en el nombre del Señor para que todos estemos en el banquete en la Nueva Jerusalén y recordemos este día con gozo.

      Demos todo el agradecimiento y la gloria al SEÑOR Dios todopoderoso, quien nos ha guiado hasta ahora, y quien nos levantará en medio de todas las naciones del mundo entero.

      ¡Aleluya!


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