• La cruz del Señor

    [Mateo 12:20]

    09-04-2017 | Rev. Jaerock Lee

    • [Pasaje]

      [Mateo 12:20]
      «La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio».



      [Introducción]

      Amados hermanos y hermanas en Cristo,

      Hoy celebramos el Domingo de ramos.

      Un día como hoy hace aproximadamente dos mil años, Jesús entró en la ciudad de Jerusalén para convertirse en la propiciación, el cordero de la pascua.

      Él había descendido del monte de los Olivos a la ciudad de Jerusalén sobre un pollino. La gente lo rodeó y lo siguió.

      Sobre el camino en el que viajaba, las personas habían colocado mantas y ramas de palma.

      Mientras batían las ramas en sus manos, tanto niños como adultos exclamaban ¡Hosanna!

      Lucas 19:37-38 plasma esta escena, diciendo: «Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!».

      El Domingo de ramos es el día en el que conmemoramos aquel evento.

      Asimismo, el Domingo de ramos es el primer día de la semana de la Pasión, en la que recordamos los sufrimientos en la cruz.

      En solo cinco días, estas exclamaciones de alabanza —Bendito sea el Rey que viene en el nombre de nuestro Señor— se transformaron en pedidos de crucifixión.

      Hermanos: la cruz del Señor nos dice muchas cosas.

      Asimismo, las pisadas de Jesús durante la semana de la Pasión, contienen muchos mensajes.

      Ahora, me gustaría que recordemos una vez más el significado de la cruz del Señor, con base en las pisadas de Jesús durante la Semana de la Pasión.

      Ruego en el nombre de nuestro Señor que ustedes sean transformados en gran manera por medio del amor de la cruz del Señor.



      [Mensaje Principal]

      Amados hermanos: el primer significado de la cruz del Señor es el amor sacrificial.

      Dios el Padre entregó a Su Hijo unigénito para salvar a los pecadores, y Jesús se sacrificó a Sí mismo.

      Siendo Dios desde el principio, Él se despojó de todo poder y honra, vino a este mundo en forma de esclavo y asumió el título de pecador.

      Vivió una vida de pobreza e invirtió todo Su tiempo solo para Dios y las almas.

      Él invirtió la última semana antes de tomar la cruz, es decir, sus últimos días en la Tierra, también en la providencia de la salvación.

      Al final Él derramó hasta la última gota de Su sangre mientras colgaba de la cruz.

      Para poder cumplir la providencia de la salvación en la cruz, Jesús se entregó a sí mismo por completo.

      ¿Qué es lo más difícil de desechar como ser humano con un cuerpo físico?

      Es el amor por uno mismo.

      La búsqueda del dinero, la fama y la lujuria también proviene del amor por uno mismo.

      Jesús demostró Su amor verdadero por Dios y las almas al sacrificarse a sí mismo por completo.

      Él solo siguió la voluntad de Dios y no Sus propias opiniones ni Su voluntad.

      Su ego no se encuentra en ninguna de Sus palabras o acciones.

      Cuando entró a la ciudad de Jerusalén, estaba sobre un asno, un pollino hijo de asna, para así cumplir la profecía del Antiguo Testamento.

      En Zacarías 9:9, leemos: «... he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna».

      Él siguió únicamente la voluntad de Dios, y dejó atrás el reconocimiento y el amor de la gente.

      Lo mismo ocurrió cuando Él purificó el templo.

      El domingo, el primer día de la semana de la Pasión, Jesús entró a Jerusalén y acudió al templo al siguiente día.

      Él sacó a los comerciantes del templo y volteó las mesas de los cambistas y de aquellos que vendían palomas.

      ¡El lado opuesto a los sacerdotes que estaban ocupados tratando de ganar la popularidad secular y una posición social!

      Jesús jamás dio su brazo a torcer ante la injusticia debido a que Él únicamente sigue la voluntad de Dios.

      Por esta razón, Jesús fue fuertemente perseguido por las autoridades, tales como los sacerdotes y los escribas.

      Hermanos: los que siguen al Señor, serán odiados por el mundo.

      En 1 Corintios 4:13, Pablo dice que fue perseguido como la escoria del mundo, el desecho de todos, por predicar el evangelio.

      Yo también tuve que enfrentar cosas semejantes cuando comencé a seguir al Señor como pastor.

      Dejé atrás mi vida personal por completo para concentrarme en la oración y el ayuno, y prediqué sobre el pecado, la justicia, el juicio y la profundidad del reino espiritual.

      Por causa de esto, solo he recibido envidias, celos, críticas y persecución.

      Sin embargo, llego a la conclusión de que Dios me levantó y la iglesia sigue creciendo.

      Muchas almas han sido conducidas a la salvación.

      Además, muchos creyentes se han levantado como verdaderos hijos de Dios.

      Yo simplemente sigo al Señor, hasta el día de hoy, y doy gracias a Dios porque puedo dedicarme por completo a Su obra y a las almas.

      Ahora, ¿qué hay de ustedes, quienes han sido salvados y transformados mediante el sacrificio total de nuestro Señor?

      ¿Viven también una vida de sacrificio de sí mismos por el Señor y las almas?

      En este mundo, a medida que pasan los días, las personas se aman a sí mismas cada vez más.

      En 2 Timoteo 3:2, leemos: «Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios...».

      Es por esto que debemos emanar el aroma de Cristo al sacrificarnos más a nosotros mismos.

      El sacrificio es la verdadera evidencia del amor.

      Así como la sal debe derretirse por completo para dar sabor a la comida, el mundo elogiará a la iglesia cuando los creyentes se sacrifiquen en sus familias, en la escuela o en su lugar de trabajo.

      Solo entonces los miembros de su familia y sus parientes aceptarán el evangelio y al Señor cuando usted les predique.

      Hermanos: ¿han sentido cuán precioso y hermoso es el amor sacrificial?

      El miércoles de la semana de la Pasión, María de Betania, hermana de Lázaro, llegó con un vaso de alabastro de perfume de nardo de gran precio y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.

      Con respecto a esto, en Mateo 26:13, Jesús dijo: «De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella».

      María reunió sus ahorros para comprar el costoso perfume de nardo y lo derramó sobre Jesús sin preocuparse de los malos entendidos ni de ser juzgada por los demás.

      Judas Iscariote la criticó diciendo que podrían haber vendido el perfume por más dinero para ayudar a los de condición pobre.

      No obstante, este amor sacrificial de un alma se convirtió en un gesto de consuelo y fortaleza para Jesús, pues iba a ser azotado y desgarrado tan solo dos días después.

      Él posiblemente pensó: Mi sacrificio por los pecadores no es en vano. He aquí un alma que siente mi amor y se sacrifica a sí misma. Habrá muchas más como ella. Estoy agradecido.

      Dado que Él tenía la humanidad y un cuerpo físico, también sentía dolor y pesar. Aquella acción de María lo confortó mucho y le fue de fortaleza.

      En Marcos 14:8, Jesús enseña el significado espiritual de sus acciones, y dice: «Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura».

      ¡Cuán alegres deben haberse sentido los que estaban con Jesús cuando aquel lugar se llenó del aroma del perfume!

      El amor sacrificial es algo hermoso, que da felicidad y vida a los demás.

      El mundo entero se llenó del aroma de amor porque Jesús se sacrificó a sí mismo.

      Ese aroma nos hace felices aun hoy.

      Yo anhelo que el aroma de Cristo llene cada lugar, y que Su amor se difunda ampliamente a través de los sacrificios de ustedes.

      Asimismo, por medio de esto, ruego en el nombre de nuestro Señor que Dios el Padre y el Señor reciban consuelo en gran medida.

      Amados hermanos: el segundo significado de la cruz del Señor es el corazón del Padre que toma la responsabilidad hasta el final.

      En Isaías 64:8, leemos: «Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros».

      Así como los padres físicos tienen la responsabilidad de educar a sus hijos, Dios no solo crea seres humanos sino que también asume la responsabilidad por ellos hasta el final.

      Él se dedica por completo hasta llevarnos al cielo. Es un Padre verdadero que es bueno y lleno de amor.

      Este amor se manifestó a través de Jesucristo, quien vino a este mundo en un cuerpo físico.

      Después de purificar el templo el lunes, al siguiente día Jesús fue al templo y enseñó a la gente.

      Luego llegaron los sumos sacerdotes y los escribas, con los ancianos, y le preguntaron a Jesús: «¿Con qué autoridad haces tú estas cosas?».

      Le hicieron muchas preguntas para tratar de hallar algún tipo de falta en Él.

      Jesús intentó que ellos comprendieran por medio de palabras de autoridad y de parábolas.

      Él deseaba salvarlos y llevarlos al cielo, no solo a los que eran obedientes, sino también a los que no lo eran.

      Hermanos: este amor del Padre se entregó constantemente a personas como Judas Iscariote, quien vendió a su maestro.

      Durante la última cena, el jueves, Jesús intentó darle a Judas Iscariote una oportunidad para que se arrepintiera.

      Jesús sabía que Judas ya había sido cautivado por Satanás y que no podría arrepentirse. Sin embargo, miró a Judas con ojos llenos de amor, como si hubiera querido decirle: «Sé que me traicionarás. ¡Pero no debes hacerlo! Por favor, aléjate de ese camino».

      En esa situación en la que Él iba a sufrir una muerte miserable, Él estaba más preocupado por Su enemigo.

      Además Él sembró la fe en los discípulos y les pidió que se amaran unos a otros.

      En Juan 13:1, leemos: «Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin».

      Después de la cena, Él fue a Getsemaní para orar por aquellos discípulos que se quedarían en el mundo y por las almas que seguirían el camino del Señor, es decir, por ustedes y por mí.

      Claro está que Él también oró por la toma de la cruz.

      Oró con todas Sus fuerzas, al punto que Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían al suelo.

      Cuando terminó de orar, fue arrestado por la gente a la que Judas Iscariote lo vendió.

      Los discípulos se asustaron y huyeron.

      Jesús habló con Anás, el sumo sacerdote. Hasta entonces ya había pasado la media noche, y ya era viernes.

      Luego fue enviado al sumo sacerdote Caifás, ante Pilato, y luego ante Herodes. Él enfrentó mucho sufrimiento al ser llevado a varios lugares, y finalmente Pilato dictó Su sentencia de muerte.

      Desde la noche del jueves hasta las nueve de la mañana del viernes, Él fue llevado de aquí para allá para ser interrogado.

      También recibió fuertes azotes con mucho desprecio y burlas.

      Después de eso, subió hasta el Gólgota llevando la cruz, y Jesús murió alrededor de las tres de la tarde. 6 horas después de ser colgado en la cruz.

      Incluso mientras estaba derramando toda Su agua y sangre, Jesús oró con Sus últimas fuerzas.

      «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen...». Intercedió por aquellos que lo estaban crucificando y que se burlaban de Él.

      Hermanos: Jeremías 3:19-20 es un soliloquio de Dios el Padre hacia Israel que había traicionado a Dios y cometido pecados.

      «Yo [Dios] preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí. Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová».

      Dios ama apasionadamente, incluso a aquellos hijos que no comprenden Su corazón, o quienes fácilmente olvidan la gracia recibida de parte de Dios, y se alejan de Él.

      Como Él dijo: ¿Cómo os pondré por hijos...?, se esfuerza al máximo por no perder ni siquiera una de las almas.

      Él espera a Sus hijos que son como el hijo pródigo, inmaduros, y dados al mundo. Si aquellos hijos regresan después de perder todo, Él los abraza, los viste con ropa buena y los alimenta con buena comida.

      Él confirmó este amor mediante el sacrificio de Su hijo, es decir, Su Hijo unigénito, en la cruz.

      Anhelo que ustedes puedan sentir este amor emocional del Padre cuando miren la cruz.

      Amados hermanos: el tercer significado de la cruz del Señor es el corazón del Padre que quiere darnos la salvación y el cielo.

      No obstante, muchas personas en el mundo malinterpretan al Padre y al Señor como Juez temible.

      Como está escrito en Juan 3:17: «Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él», la cruz del Señor es «salvación».

      Juan 14:2 dice: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros». Como está escrito, la cruz del Señor también es el «cielo».

      Y ya que yo comprendo muy bien este corazón del Padre, no exagero al decir que estoy dando mi vida para conducirlos hacia el cielo.

      Estoy soportando pruebas y duros momentos para llevarlos a la Nueva Jerusalén, la mejor de todas las moradas, donde están ubicados los tronos del Padre y del Señor.

      En los últimos 35 años, cuando escucho a los creyentes decir: «Pastor Principal, por favor, guíeme a la Nueva Jerusalén», siempre medito en la forma de poder hacerlo.

      La respuesta que Dios el Padre nos ha dado está en el espacio entre la 1ª y la 2ª plantas del castillo del pastor.

      Si ustedes creen que el pastor principal desea mucho guiarlos a la Nueva Jerusalén, para así estar unidos en confianza y amor mediante su fe en su amor sacrificial, es decir, el precio que el pastor está pagando, entonces Dios les permitirá morar en mi morada celestial.

      Por consiguiente, cuando miren la cruz del Señor, anhelo que ustedes crean que también pueden ir a la Nueva Jerusalén por medio de ese amor, y que se esfuercen por cambiar su corazón.



      [Conclusión]

      Amados hermanos: Después de todo, ¿qué es lo que el Padre Dios y el Señor nos dicen mediante la cruz?

      Es el amor. El amor con el que Él quiere dar cosas buenas a Sus hijos amados.

      Él desea salvarlos del castigo eterno y, más bien, darles vida eterna. Quiere llevarlos al hermoso cielo y darles honor y gloria. ¡Ese es Su deseo!

      Este es el amor del Señor quien estuvo dispuesto a tomar la cruz.

      Él sigue haciendo sacrificios sin reserva, incluso hoy.

      Ruego en el nombre de nuestro Señor, que a partir de este día, cada vez que vean la cruz del Señor recuerden este amor y cambien por completo, y que difundan ampliamente este amor.


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